domingo, 20 de marzo de 2016

EL PREGÓN. Diversión asegurada.

Por más que uno quiera evitarlo, en ocasiones resulta imposible no acudir a una sala de cine condicionado ya sea positiva o negativamente. En mi caso, el factor negativo era que la única crítica que había leído de El pregón, de Dani de la Orden, la ponía a la altura del betún, y el positivo era que fui a verla justo después de sufrir Agente Contrainteligente, y era imposible caer más bajo.
Sea por una cosa o por la otra, o simplemente por el trabajo de sus guionistas, lo cierto es que El pregón me permitió pasar un rato sumamente divertido y limpiar mi cerebro de toda la basura que el bodrio de Cohen me había aportado.
Aprovechándose muy bien de la química entre Andreu Buenafuente y Berto Romero, la gran excusa del film, Dani de la Orden presenta una película basada en los choques: el choque generacional entre la cultura tecnopop más pastelosa de los noventa y el mundo actual, el choque entre la vida urbanita y la rural, el choque entre la fama y vivir atrapado en el recuerdo de lo que fue y, finalmente, el choque entre dos hermanos enfrentados pero condenados a entenderse.
Todo ello con las fiestas de un pueblo como telón de fondo y los hermanos Juan y Richi, dos fracasados  dispuestos a todo (incluso a revivir la gloria del pasado cuando formaban un grupo musical con reflejos de OBK y un look muy a lo Miami Vice con un solo éxito) por conseguir algo de dinero, a merced de un alcalde macarra y desaprensivo (excelente Jorge Sanz) que lo único que pretende es recuperar a un antiguo amor (la omnipresente Belén Cuesta, que aunque parece que siempre haga el mismo personaje lo cierto es que lo hace siempre muy bien).
Sería muy fácil buscarle tres pies al gato y sacar defectos a una película que cuenta una historia muy simplista de escasa originalidad y cuyo reparto está encabezado por un Buenafuente que, pese a sus buenas intenciones, sigue siendo más presentador o monologuista que actor (este es su primer papel aparte de breves cameos de amiguismo) o un Romero que por primera vez debe enfrentarse a un personaje protagonista, aunque en sus roles como secundarios solía ser lo mejor de esas películas. Sin embargo, el resultado final es una película que consigue siempre lo que pretende: la carcajada continua, entretener durante su hora y media de metraje y, para los más carrozas, revivir esa cultura musical tan kitsch y pastelosa.
El pregón es un simple divertimento, y así es como debe valorarse, más allá de si la parte emotiva (basada sobre todo en la relación de los hermanos o en los problemas familiares del personaje de Buenafuente) funcionan mejor o peor. Secuencias como la disgregación sobre la religiosidad de Berto Romero, el lanzamiento de la cabra del campanario o la confusión sexual respecto al alcalde son simples ejemplos de que la película funciona magníficamente a modo de gags constantes que forman una cohesión muy acertada.
Y es que algunas veces, conseguir hacer reír y que el espectador lo pase bien, aunque sea con un tono convencional y poco arriesgado, es suficiente para lograr el éxito.

Valoración: siete sobre diez. 

1 comentario:

  1. ¡Es una película divertidísima! El Pregón no me motivaba como título y el tráiler no me gustó mucho... pero fui a verla y no paré de reír durante TODA la película. Buenísima!

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