miércoles, 17 de octubre de 2018

Sitges 2018: HIGH LIFE

Parecía que iba a empezar bien la maratón que suponía la traca final del Festival de Sitges con el estreno de High life, de Claire Denis, protagonizada por Robert Pattinson, ese actor que parecía condenado a vivir siempre a la sombra de Crepúsculo y ha terminado convertido en actor de culto del cine indie y presencia casi fija en Sitges.
La película cuenta la historia de un grupo de convictos a los que se les da la oportunidad de realizar una compleja misión espacial: viajas hasta los límites de un agujero negro en busca de una fuente de energía alternativa para la Tierra a la vez que aprovecharán el tiempo que dura la travesía para someterse a extraños experimentos sexuales. No es difícil suponer que con un planteamiento así la película va a ser extraña y perturbadora, con un ritmo lento y angustiante que puede recordar por momentos al Under the skin de Johathan Glazer, más interesada en la reflexión y el misticismo de sus imágenes y silencios que en la propia ciencia ficción.
De hecho, si nos ponemos exigentes, poco de ciencia hay en una película que, de no tratarse de una metáfora pura y dura, no tendría ni pies ni cabeza, empezando por esa nave estructuralmente absurda y que, al parecer, se pilota sola.
Denis pretende invitar al espectador a realizar un ejercicio de interiorización muy intenso, y por momentos lo consigue, pero se descompensa demasiado en lo excesivo de algunas escenas, deambulando entre lo desagradable y lo ridículo, con un erotismo muy extremo, y obliga a ese espectador a que se fuerce por entrar en su juego, por abrazar sus ideas con los ojos cerrados y se entregue a la película sin complejos ni miramientos. Y cono eso se corre el peligro de que, como en mi caso, no se consiga conectar. Por ello, desde mi punto de vista, High life termina por resultar pedante, apuntando a que la Denis se gusta demasiado a sí misma y se entrega más a la forma que al fondo y presenta una película que, pese a sus buenos intérpretes, resulta insufriblemente aburrida. Ni el juego de los saltos temporales, que insinúan un ligero toque de intriga, logran apasionar un producto que parece no ir a ninguna parte y que no puedo definirlo de otra manera más que tedioso.
Provocativo y, por momentos, hipnótico, pero tedioso, al fin y al cabo.

Valoración: Cuatro sobre diez.

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