miércoles, 21 de noviembre de 2018

LA SOCIEDAD LITERARIA Y EL PASTEL DE PIEL DE PATATA


Detrás de tan peculiar título, La sociedad literaria y el pastel de piel de patata, se esconde un bonito cuento orquestado por uno de los directores más impersonales de la actualidad, un Mike Newell que lo mismo te hace una resultona comedia romántica como Cuatro Bodas y un funeral, un aspirante a blockbuster como Prince of Persia, un film de culto como Donnie Brasco o un capítulo más de la franquicia de Harry Potter.
Ahora, después de un tiempo alejado de las cámaras, regresa con una película pequeña pero muy agradable, uno de esos trabajos cuya mejor definición es la de “simpático” y que, gracias a su protagonista principal, la siempre eficiente Lily James, resulta agradable y emotiva.
En realidad, esto no es más que una comedia romántica al uso, con la clásica historia de chica conoce chico, chica y chico se enamora, pero algo se interpone entre ellos, chica y chico se separan y… bueno, imaginen el resto. El caso es que es el telón de fondo lo que hace de la película algo más especial de lo esperado, tanto en su faceta más literaria (ella es una escritora que se inmiscuye en un club de lectura atraída por su llamativo nombre y la curiosidad que despierta en ella la correspondencia que mantiene con uno de sus miembros) como en su faceta histórica, con el relato del pasado de la incursión nazi en la isla de Guernsey.
Newell sabe deambular entre las diversas tramas con precisión, entremezclando la moda actual por las películas de corte literario (La buena esposa, Book club, Collette…), el encanto de las poblaciones rurales a ojos del forastero de ciudad (en ese sentido me recuerda un poco en su corte a La gran seducción) y a los retratos bélicos con mujeres fuertes de por medio (hay un ligero aroma también a Su mejor historia, por ejemplo). Todo ello es mezclado con eficacia, consiguiendo un variopinto grupo de personajes (amigos improbables si los nazis no se hubieran cruzado en sus destinos) que con penas cuatro pinceladas, resultan casi como de la familia.
Cierto es que hay un momento en que el guion se le va de las manos y la historia de amor toma demasiado peso, dejando lo demás en un segundo plano algo lejano, pero no es suficiente para empañar una historia que seduce con su sencillez y que se ve con una sonrisa boba en el rostro.

Valoración: Seis sobre diez.

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