martes, 28 de mayo de 2019

HELLBOY

Uno de los peligros de pecar de ambiciosos y construir una saga fílmica secuenciada, es decir, con películas de final abierto con un cliffhanger que invite a ver la siguiente, es que si esa continuación nunca llega a producirse el público puede llegar a sentirse estafado. Sucedió con el Spiderman de Mark Webb, con la saga de Divergentey, desde luego, pasó con la frustrada trilogía de Hellboy de Guillermo del Toro.
El Hellboy de Del toro era una versión muy personal del personaje de comic creado por Mike Mignola, una extraña mezcla entre la criatura de los tebeos y el mundo interno de este visionario director (parte del cual se llevó de la mano a su Oscarizada La forma del agua), y aunque eran películas francamente muy entretenidas, no terminaron de arrasar entre el público, más en una época donde parece que una película de superhéroes (si es que se le puede llamar eso a Hellboy) tenga la obligación de arrasar en taquilla.
Tras quedarse en dos películas sin un final satisfactorio, en Millenium decidieron hacer borrón y cuenta nueva y partir de nuevo con el personaje, con otro enfoque, otro director y, por supuesto, otro actor. De Ron Perlman se ha pasado a David Harbour (conocido por su papel de sheriff en Stranger things, aunque visto fugazmente también en Escuadrón suicida) y el puesto de Del Toro en la silla de director se lo ha quedado Neil Marshall, director que, pese a andar los últimos años perdido por el mundo e la televisión debutó con unas credenciales muy definidas, con títulos como Dog soldiers,  The descent o Doomsday: el día del juicio, películas que rozaba la Serie B a medio camino entre el terror truculento y la acción más desmedida. Es ese currículo el que le ha valido para ser contratado para Hellboy y para definir así, de entrada, las diferencias con los films anteriores.
El nuevo Hellboy es lo que uno podría esperar conociendo el comic: acción, violencia y demonios en una producción de presupuesto discreto, pero donde su imaginario debe suplir la falta de grandes efectos digitales. Pese al diseño de algún demonio concreto en el tramo final del film, el resto se distancia bastante de la imaginación visual de Del Toro para acercarse más a los conceptos originales de Mignola, teniendo el acierto, además, de resumir en una sola película lo que el mexicano intentó hacer en tres: anunciar al héroe como el causante del apocalipsis y verlo luchar contra su propio destino. Así, Hellboy puede ahorrarse el ser una película de presentación, aprovechándose de lo que ya se pueda sobreentender si se es conocedor de los films anteriores y resumiendo con cuatro pinceladas lo justo y necesario. Con Marshall a los mandos, lo lógico era ir directo a la acción, y así sucede, resultando la película un espectáculo bárbaro y bastante sangriento, muy macarra y para nada acorde con el clásico film de superhéroes del comic al uso.
Por desgracia, esto parece que no ha convencido demasiado al público americano que, quizá por la proximidad con las películas anteriores, no ha acudido en masa a los cines. Y aquí, la productora, luciéndose de gloria, ha optado por una acción a la inversa de lo que venía siendo habitual a la hora de censurar películas: hacer cortes y ofrecer en Europa una versión más light que la original, corrompiendo así parte de su esencia, con el fin de hacer pasar la película por un producto algo más infantil. Craso error: los que queríamos ver un espectáculo satánico nos hemos visto algo decepcionados mientras que la casquería y la violencia que queda sigue haciendo de Hellboy una película relativamente adulta.
Aún condenada al fracaso por lo comentado, la realidad es que Hellboy es un gran entretenimiento. Bajo las capas de maquillaje, Harbour convence en el rol de héroe pasado de rosca, alcohólico y atormentado, y sus compañeros de reparto son un buen complemento, la amenaza encarnada por Milla Jovovich funciona bien y las secuencias de acción son trepidantes y muy bien filmadas, dotando al film de un ritmo endemoniado a ritmo de rock duro. Todo en Hellboy, si la consideramos como lo que es: una gamberrada muy loca, funciona correctamente (quizá algún efecto digital canta un poco) y la combinación entre terror, acción y humor esta medida a la perfección.
Así, pues, Mignola puede al fin darse por satisfecho con una adaptación de su personaje (y estoy deseando que salga en DVD la versión sin cortes), aunque me temo que la acogida ha sido tan tibia que veo poco probable la secuela que la inevitable escena postcréditos invita a pensar que se pretendía hacer.
En fin, una variación fresca y salvaje del blockbuster comiquero estándar. Eso siempre mola.

Valoración: Siete sobre diez.

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