jueves, 25 de mayo de 2023

Guardianes de la Galaxia o el incierto devenir de Marvel.

Al fin ha llegado Guardianes de la Galaxia, vol. 3 y las sensaciones no pueden ser mejores. Es cierto que ha atacado con una taquilla algo inferior al Volumen 2, pero esto bien puede deberse a causas externas, como que ciertos haters han iniciado movimientos porque no pueden digerir que el último éxito de Marvel esté orquestado por quien ya es el mandamás en DC o incluso al efecto dominó por las flojas sensaciones que los últimos estrenos de la casa de las ideas estaban provocando.

Como sea, la película está gustando merecidamente, ya que el cierre del ciclo de James Gunn cumple con creces con las expectativas y es tan divertida como emotiva, siendo también la que tenga más acción y épica de las tres.

Esto debería suponer un respiro para Marvel que desde la apoteósica culminación de la saga del Infinito se ha visto bombardeada por las críticas (muchas de ellas totalmente merecidas) debido a la bajada de calidad e interés de sus propuestas, aunque sospecho que el verdadero problema está en el exceso de las mismas. Con las excepciones de Spider-Man far from home y Dr. Strange en el multiverso de la locura, ni siquiera Wakanda forever a convencido a todos por igual.

Se supone que la última aventura de Star Lord, Rocket, Groot y compañía debería bastar para dejar a los fans con buen sabor de boca y mirar al futuro con optimismo, pero a mi parecer está haciendo justo lo contrario.

Guardianes de la Galaxia, Vol. 3 es una gran película, de acuerdo, y está dado a los fans todo lo que pedían, pero no deja de ser una despedida, un nuevo cierre que invita a pensar que nunca más veremos a este equipo junto, igual que no parece que vayamos a volver a ver al Iron Man de Stark, al Capi de Rogers o a la Viuda Negra de Natascha. Tras una cuarta fase centrada en el luto, esta quinta debía ser el relanzamiento definitivo hacia Kang y las Secret Wars, pero seguimos en una sensación de duelo constante, como si la película se encargara, más que nada, a recordarnos que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Si a esto sumamos que es también la despedida de Gunn, nos encontramos con que los pocos autores con personalidad que han pasado por el UCM son también cosa del recuerdo. Ojo, no soy de los mayores defensores de Gunn (considero que con una libertad creativa máxima, como tiene en DC sus bromas dejan pronto de tener gracia), pero hay que reconocer que sus películas tenían un sello que las diferenciaban ligeramente de la cacareada fórmula Marvel. Ahora, sin los Russo ni Wedhon, con Chloè Zao más fuera que dentro y sin saber si Coogler o Raimi van a volver a trabajar para Marvel, sólo Waitiki (amado y odiado por igual) queda para defender un sello de autoría que evite que todas las producciones tengan ese aroma a plantilla que llegue a cansar al fan.

Marvel ha conseguido volver a la palestra y estrenar una grandísima película, pero está por ver si su éxito es, a la vez, un clavo más de un ataúd que cada vez tiene peor pinta.

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