miércoles, 24 de febrero de 2021

Visto en Movistar: SUPERAGENTE MAKEY

Recién salidos del confinamiento general del año pasado, poco imaginaban los cines que su reapertura no sería más que un espejismo y que lo peor para ellos estaba por llegar. En aquella primera semana, a la espera de que aterrizará Padre no hay más que uno 2 y con Tenet en el punto de mira, Superagente Makey se perfilaba como la avanzadilla de una temporada de cine que nunca llegó.

La propia Superagente Makey desapareció de las carreteras con un éxito discreto pero efímero, y ha sido con su estreno, a bombo y platillo, en Movistar que he podido recuperarla. Aunque, como diría aquel: ¿Pá qué?

Superagente Makey no es exactamente una película mala, pero sí totalmente irrelevante, que se ve y se olvida el momento sin que consiga dejar mella. Ni siquiera garantiza un gran disfrute durante el visionado.

Creada con la clara intención de homenajear al cine de acción de los ochenta, con Superdetective en Hollywood cono arranque argumental, la película no da para mucho, con un Leo Harlem que si bien no desentona continúa siendo mejor secundario que estrella, aunque donde de verde brilla es como monologuista. A su lado, un reparto sacado de cualquier otra comedieta de Atresmedia dando más de lo mismo en una historia donde la acción canta por su torpe planificación y eh la que el drama amenaza con dominar al humor.

Al final, la cosa sabe a poco, llegando incluso a ser aburrida en ciertos pasajes. No busca nunca el humor disparatado al estilo Leslie Nielsen, que sin duda le habría ido mucho mejor, y las esperadas carcajadas nunca llegan. Poco se puede rascar, pues, más allá de esos guiños ochenteros, algunos más acertados que otros, y un plantel de secundarios que cumple sin ser tampoco nada del otro mundo.

 

Valoración: Cuatro sobre diez.

viernes, 19 de febrero de 2021

Visto en Netflix: PUNTO ROJO

Dirigida por Alain Darborg, Punto rojo es un intenso thriller sueco engullido en el subgénero de los survivals.

Todo empieza de una manera muy sencilla, casi con aroma a telefilme barato: una pareja en crisis decide escapar unos días a la montaña donde se cruzará con quien no debe. Un planteamiento que puede parecer trillado pero que engancha desde el principio con una sencillez tan contundente que cualquier prejuicio que se pueda tener de ella de antemano cae en el olvido tras la rápida aparición del punto rojo del título, un puntero láser de origen desconocido y principio de una huida a ciegas desesperada y aterradora.

Dos son los méritos de Danborg para convertir la aparente simpleza de Punto rojo en una gran película. Por un lado, la presentación de los protagonistas, que con apenas unos retazos de sus vidas y sin alargar demasiado el prólogo, permite que conozcamos lo suficiente como para sufrir por ellos. Por otro, una serie de giros de guion que logran sorprender, rompiendo los esquemas que uno se pueda haber planteado a medida que va avanzando la trama.

Estamos, pues, ante una película angustiante, casi aterradora, que gana mucho con la belleza de sus paisajes y los planos cortos, desconcertantes, con los que el director logra implicarnos con el acorralamiento de los protagonistas.

Ha sido, sin duda, una grata sorpresa que, con rotundidad y sin hacer ninguna concesión al espectador, logra entretener a la vez que hacer pasar un mal rato.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Visto en Netflix: ODIO, DE DANI ROVIRA

Erigido como uno de los actores de confería más taquillera de nuestro país gracias, sobre todo, a la saga de Ocho apellidos vascos, Dani Rovira lleva unos años alternando aciertos con fracasos, posiblemente limitado en su faceta de actor a la calidad de sus guiones y a la vista mano del director de turno. Algo alejado en este tiempo de los escenarios donde saltó a la fama como monopolista, es una alegría que Netflix se haya sacado de la manga este espectáculo de casi hora y media llamado Odio, representado, además, en la Málaga natal del artista.

2020 ha sido un año complicado para Rovira, que ha tenido que luchar para superar un cáncer. Lo ha hecho con energía y positivismo, y eso es lo primero que se desprende de su extenso monólogo donde, con un humor ácido pero optimista, revela las carencias del ser humano, disfrazando la admiración de odio.

Escrito por completo por él mismo, Odio no es un espectáculo perfecto, cayendo en algún momento en el alargamiento de algún chiste o rozando zonas demasiado comunes (eso de no saber ligar por apps ya suena a viejuno) y chabacanas, pero por lo general cumple con creces la intención de hacernos reír, sabiendo además emocionar cuando se lo pretende. Cierto es que en algún momento puede parecer que se pasa de serio, pero es apenas un momento puntual perdido entre el chiste fácil y la carcajada plena.

Además, entre sus experiencias personajes, muy presentes en la obra, y las cosas y personas a las que «odia» hay tiempo, por supuesto, para la auto parodia. Y por si se lo están preguntando, sí, su experiencia como presentador de los Goya forma parte, inevitablemente, de la colección de odios que se analizan.

Es Dani Rovira en esencia pura. El mejor Dani Rovira, el de los monólogos, el del carisma, el del cáncer y, como no se cansa de repetir, el malagueño. Ese al que, pese al título del espectáculo, no podemos dejar de amar.

sábado, 13 de febrero de 2021

Cine: LA MALDICIÓN DE LAKE MANOR

Llamada en su versión original Il nido, la traducción de esta película de terror italiana ha llegado a muestras carteleras bajo el erróneo título de La maldición de Lake Manor. Este es uno de esos casos en los que poco o nada tiene que ver la traducción de un título con la película en sí (no hay ninguna maldición ni transcurre en un lago, aunque sí hay uno en la finca donde acontece todo), no es más que una treta publicitaria para atraer al público rememorando las dos mini series de Mike Flanagan para Netflix (La maldición de de Hill House y La maldición de Bly Manor).

Si bien es cierto que estamos ante una película con un estilo costumbrista y toques del romanticismo gótico de las series, poco más podemos encontrar que aúna estos productos, ya que pese a lo engañoso que pueda resultar el tráiler ni siquiera estamos ante una historia de fantasmas.

La maldición de Lake Manor, ópera prima de Roberto De Feo, cuenta la extraña sociedad que se ha formado alrededor de una sobre protectores madre y su hijo inválido en una enorme finca en mitad del bosque. Acostumbrados a vivir ajenos al mundo exterior, sus vidas cambiarán con la llegada de una joven que pronto hará buenas migas con el chico impedido.

Con un tono desconcertante que parece anunciar algún tipo de secta extraña, con referencias a Midsommar (auque sin la luminosidad de aquella) y referencias claras al aislamiento que Shayamalan propició para su El bosque, la película ofrece un ritmo tan lento y reflexiva que puede hacer perder los nervios más por sus carencias que por sus aciertos. Bien se puede decir que la trama, la cual no llegados a comprender hasta la sorpresa final, es intrigante y plantea las suficientes dudas como para mantener el interés, pero tiene un toque demasiado anodino que impide que, pese al género en que se engloba (y que no puedo concretar por no revelar ese giro final), pueda hablarse realmente de película de terror, pues no hay ni un solo susto efectivo en todo el metraje y lo único que verdaderamente funciona bien del argumento (aparte de querer saber qué demonios está pasando) es la relación latente entre los dos protagonistas.

Eso sí, la puesta en escena es impecable, con una bella aunque oscura fotografía y una muy acertada composición musical, que junto a las interpretaciones de algunos actores hagan elevar la nota final. Pero tanto la falta de alma como las pretensiones artísticas por encima de las literarias la condenan a provocar cierto agotamiento que limitan el interés ajenas llegar al ecuador, mientras que el giro final que debe justificar todo puede ser visto como algo tramposo por sus formas, ya que ese ritmo totalmente opuesto a lo esperado del desenlace es lo que ayuda al desconcierto, ya que de otra manera el giro se habría podido intuir con facilidad.

Es esta una película fechada en 2019, uno de esos estrenos residuales en una carretera huérfana de propuestas de actualidad, y provoca que no aproveche mejor esa especie de confinamiento al que se ven sometidos los protagonistas y que ahora, como espectadores, vemos de manera muy diferente a como habríamos visto hace apenas un año.

 

Valoración: Cinco sobre diez.

lunes, 8 de febrero de 2021

Visto en Amazon Prime: BLISS (FELICIDAD)

Mike Cahill se dio a conocer en 2011 con la intrigante Otra tierra y pareció confirmar si bien hacer con la ciencia ficción intimista y filosófica en 2014 con Orígenes. Sin embargo, que no haya desterrado nada nuevo desde entonces no parecía buena señal, y su tercera película, distribuida directamente por Amazon Prime, ha supuesto un claro paso atrás en su filmografía.

Cahill sigue fiel a sus ideas, y Bliss (Felicidad) busca mezclar la idea de un mundo virtual al más puro estilo Matrix con un punto de psicoanálisis que nunca termina de funcionar.

Con Owen Wilson y Salma Hayek como estrellas de la función, Bliss se presenta como un drama romántico entre un hombre en plena decadencia, tanto familiar como laboral, y una extraña sin techo que le advierte de que el mundo en el que viven no es real.

No es ninguna sorpresa el descubrir que vamos a conocer ambos mundos, real y virtual, sin que lleguemos a tener claro en ningún momento cual es el auténtico, de manera que auque la trama pueda enganchar por su interés, ajenas alcanzado el ecuador de la película nos empezamos a oler la tostada y es fácil intuir que vamos a terminar el visionado sin ninguna respuesta satisfactoria. Soy consciente, desde luego, de lo que Cahill nos quiere decir, que no importa si estamos en el lado correcto, pues la felicidad se encuentra donde uno la quiera tener, pero para ello usa una historia confusa, con un batiburrillo de conceptos demasiado torpe, donde hay cabida desde las drogas hasta los elementos propios de películas de superhéroes, siendo la historia que une a los dos protagonistas la que más falla. Primero, porque pese al esfuerzo de los actores estos nunca terminan de estar a la altura del todo. Segundo, porque el desarrollo no está s suficientemente justificado. Es la vida personal del protagonista la que delimita esa felicidad que se supone anda buscando, pero nova está claro cuál de las dos versiones es la que prefiere ni qué le impulsa a cambiar de una a otra.

En fin, propuesta interesante en su planteamiento pero no en la ejecución que contiene buenos detalles visuales y no llega a aburrir, pero deja con una sensación de vacío bastante insatisfactoria.

 

Valoración: Cinco sobre diez.

Visto en Netflix: MANK

La historia de esta película data de los años noventa, cuando Jack Fincher escribió el guion y David Fincher quiso dirigirla. Ya por aquel entonces ambos, padre e hijo, tenían claro que decía ser una película en blanco y negro y eso y las poco tentador para la taquilla que pintaba el argumento impidió que ninguna productora confiada en ellos.

De nuevo ha tenido que ser Netflix quien andaré por un autor de demostrada calidad para darle rienda suelta y permitirle hacer las película con total libertad, dando como resultado que Mank sea una de las mejores películas de 2020 y una presencia asegurada en los próximos Oscar. Es una película, eso sí, que requiere de una atención especial, cosa complicada fuera de las salas de cine, donde las distracciones son constantes, motivo por el cual se ha debutado tanto este comentario.

El veredicto es que Mank no es, desde luego, el mejor trabajo de Fincher, cosa fácil de decir si tenemos en cuenta que hablamos posiblemente del mejor director de cine en activo, pero no por ello deja de ser una excelente película.

Todo en Mank está soberbio. La dirección impecable de Fincher, la cuidada fotografía, una música sublime y una de las mejores insurrectos ser la carrera de Gary Oldman, que logra dotar a su Mankiewicz de la mezcla justa de humor, cinismo y repulsión logrando esquivar los dos grandes peligros que este papel le confería: caer en el histrionismo o causar antipatía.

Por poner algo pero, puede que el eslabón más débil sea precisamente el guion. Fincher padre parece no decidirse por completo sobre si quiere hacer un retrato del Hollywood dorado, una biografía sobre Mankiewicz o una crónica sobre la creación del guión de Ciudadano Kane, una de la películas más importantes de la historia del cine.

Existe controversia sobre la autoría del libreto, ya que algunos defienden que fue Mank el escritor principal mientras que otros atribuyen el mérito principal al propio Orson Welles. Fincher no es imparcial, ni lo pretende, así que puede que no deba cogerse su historia como un relato totalmente fidedigno (me comentan que hay ciertas posturas políticas que están también algo alteradas), aunque sí sirve como retrato de una época que, en ciertos momentos, no deja de ser un reflejo del mundo actual.

Más allá de decisiones argumentales, lo cierto es que tanto a nivel técnico como interpretativo todo roza la excelencia, desde los títulos de crédito que nos trasladan de inmediato a ese Hollywood dorado como a las escenas casi calculadas del clásico de Welles.

Fincher, que llevaba tiempo alejado del mundo del cine (desde la excelente Perdida, del 2014) por culpa de sus compromisos televisivos no menos brillantes, vuelve a cargos otra gran muestra de cine con mayúsculas que, eso sí, por ciento y temática no es apropiada para un público demasiado palomitero.

 

Valoración: Ocho sobre diez.

lunes, 1 de febrero de 2021

Visto en Filmin: COSMÉTICA DEL ENEMIGO

Después de películas tan interesantes como Eva o Toro (amén de unos cuantos episodios televisivos y alguna película me menor calado), el director barcelonés Kiké Maíllo se lanza al mercado internacional con la adaptación de la novela de Amélie Nothomb, un texto difícil para trasladar a imágenes por la abundancia de diálogos y subtextos del que Maíllo y sus colaboradores Cristina Clemente y Fernando Navarro saben bien parados.

Cosmética del enemigo narra la historia de un arquitecto de éxito, obsesionado con la perfección, que durante el trayecto en taxi desde una sala de conferencias al aeropuerto de París se verá abordado por una adolescente desconocida que no parará hasta poderle contar su historia.

Durante los dos presuntos actos el ritmo se puede antojar algo lento, aunque el magnético de Athena Strates y la batalla dialéctica son suficientes para mantener al espectador pegado a la pantalla, incapaz de averiguar qué demonios pretende esa aspirante a Lolita con tintes de acosadora verbal.

Consciente Maíllo de la necesidad de huir de la teatralidad en un guión tan cargado de diálogos, la respuesta está en conseguir un nivel visual impecable, convirtiendo al principio aeropuerto en una presencia más, en especial gracias a una maqueta del mismo que ejerce de narrador imprevisto.

Estamos ante una película de intriga desconcertante cuyo verdadero misterio no aporta hasta pasado el ecuador (la desconocida presume desde el primer momento de haber asesinado a alguien, pero a esa alturas cuesta saber lo que hay de verdad o mentira en sus palabras), pero que se digiere con facilidad y cuyo desenlace, por chocante que pueda llegar a ser para algunos, en coherente y bien planteado.

Con tintes de Polanski en su narrativa, Cosmética del enemigo es impecable tanto a nivel visual como narrativo, con una elección de actores muy acertada, donde el único pero es la exigencia de un espectador paciente y reflexivo que se pueda ver tentado a abandonar el film a las primeras de cambio. En este caso, tener paciencia tiene recompensa.

En fin, película intrigante, que obliga a prestar atención especial a los detalles y muy bien resuelta que supone un interesante cambio de rumbo para Maíllo, que no parece dispuesto a dejarse llevar por la dictadura de ningún género en concreto.

 

Valoración: Ocho sobre diez.