miércoles, 16 de junio de 2021

Artículo: PRESENTACIÓN DE SANGUIJUELAS

Poco a poco avanza el  2021 y por fin nos podemos empezar a creer que el mal recuerdo del 2020 va a poder quedar atrás. Las muertes han descendido, las vacunas al fin parecen que van llegando a todo el mundo y las restricciones se empiezan a levantar. Parece que podemos soñar con volver a la normalidad, no a esa mal llamada «nueva normalidad» que tanto desprecio y que nunca debió ser un objetivo.

Por lo que a mí respecta, ese regreso a la normalidad se traduce en la edición, por fin, de Sanguijuelas por parte de Célebre Editorial. Como ya había informado anteriormente, su publicación estaba prevista para coincidir con la festividad de Sant Jordi, pero un problema de imprenta relacionado con el dichoso coronavirus frustró el proyecto, alterando las fechas de entrega. Tampoco es que fuese un drama: finalmente tampoco se iba a poder firmar en los puntos de venta de las calles y, para rematar la jornada, ese Sant Jordi yo estuve (por razones que ya deberíais saber) totalmente fuera de juego.

Pero lo importante es que ya está aquí. Tras una larga espera para aquellos que os adelantarais en la preventa (me consta que ya los ha recibido todo el mundo), al fin tengo ya un ejemplar físico entre las manos. Ya podéis correr a Célebre Editorial a haceros con un ejemplar. O lo podéis pedir en Amazon. O contactáis conmigo a nivel personal.

Pero, si sois de Barcelona, lo mejor sería que este sábado, a las doce de la mañana, os dejarais caer por la Biblioteca de Bon Pastor, donde (¿quién lo diría?) finalmente va a ser posible hacer una presentación.

Naturalmente, no será todo como en los viejos tiempo, que tampoco hay que volverse locos. El aforo es limitado, y para garantizarlo tenéis que inscribiros de las diversas maneras que se indica en el cartel que os adjunto. O, una vez más, podéis contactar conmigo y yo os gestiono la reserva. Y se respetarán las burbujas de convivencia y todas las medidas de precaución contra el Covid-19.

De manera que si queréis, y os apetece, no dudéis en venir a dar una vuelta por Bon Pastor. La seguridad está garantizada. A no ser que caiga la noche y los vampiros salgan de sus escondites para saciar su sed. De eso, ya no respondo…

Cine: CRUELLA

Como ya me he quejado amargamente en multitud de ocasiones, Disney parece haber perdido mayoritariamente su inspiración y, ante los fracasos estrepitosos de sus pocos productos originales (ahí están las deficientes Un pliegue en el tiempo o Artemis Fowl para demostrarlo), se están limitando a convertir en imagen real sus grandes clásicos de la animación. Para ello, han optado por dos vías diferentes: fotocopiar descaradamente al original, caso de El libro de la Selva, El Rey León, Aladdin, Mulan, etc. con diferencias sutiles pero mayoritariamente irrelevantes (y que en muchos casos incluso pierden en comparación con la película madre), o reimaginando a modo precuela lo que habría sucedido antes de los acontecimientos ya conocido, poniendo hincapié, al menos hasta ahora, en las villanas. Ya lo hicieron con relativo tino en Maléfica (secuela incluida), donde justificaban y redimían incluso a la antaño malvada madrastra de La Bella Durmiente, y es turno ahora de la pérfida Cruella Devil de 101 dálmatas.

Más allá de las consideraciones a tener en cuenta por esta manía de humanizar villanos, el gran mérito de Cruella es que es capaz de alzar el vuelo por sí sola, sin nacer ya como rémora de la película de los perretes, con la que ni siquiera tiene tanta conexión como cabría suponer. De hecho, el anuncio de que ya están trabajando en una secuela pueda venir del hecho de que la tal Cruella, al término del presente film, no está todavía, ni mucho menos, en el mismo nivel que la encontrábamos en 101 dálmatas.

No es Cruella una película de grandes excelencias, quizá debido a la carencia de un director de más brío narrativo. Hay momentos del film en lo que uno imagina lo que podría haber hecho aquí el Tim Burton de los buenos tiempos (no el domado por Disney para Alicia en el País de las Maravillas o Dumbo), aunque tampoco es que el trabajo de Craig Gillespie, que ya me convenció en Yo, Tonya, donde extraía lo mejor de Margot Robbie, sea ningún demérito. Es solo que se echa en falta algo más de garra en la dirección, siendo más recordadas algunas secuencias por la maravillosa colección de canciones que la acompañan que por su puesta en escena.

Cruella nos cuenta los orígenes de la villana desde su infancia, cuando su nombre real era Estella, indagando, como en las películas lideradas por Angelina Jolie, en los motivos que la llevaron a ese nivel de locura caótica en la que, vista la película, muchos han querido ver un reflejo del Joker de Todd Phillips. Sin embargo, esta antiheroína, más cercana a la Harley Quinn de Robbie que al Joker de Phoenix, se diferencia de otras propuestas similares en el detalle de que, pese a todos los sucesos aquí visto, su maldad le viene de serie. No es necesario ningún arco dramático (en este caso la muerte de su madre, con giro incluido) para justificar la existencia de Cruella, una parte oscura oculta en la mente de Estella y que se ve reflejado en la cabellera de nacimiento de dos colores.

Cruella abraza el caos, sí, pero lo hace de una manera muy aleatoria, demasiado quizá, como para estar ante un ejercicio de análisis psicológico. No es a esto a lo que quieren jugar los de Disney, que para el film, bastante más noir de lo esperado en una producción PG-13, han recurrido a múltiples referencias. La más evidente, El diablo se viste de Prada donde el personaje al que da vida con maestría Meryl Streep estaba inspirado, precisamente, en la Cruella Devil de Glenn Close de las dos películas (anteriores a esta moda del live-action actual) que ya se habían hecho con actores de carne y hueso de la versión animada de los dálmatas. Hay más reflejos, como ese aire a lo Robin Hood que tiene Cruella, líder de una alegre pandilla que, a su vez, es muy dickeniana. Y tampoco faltan, por supuesto, los desacuerdos clásicos de las grandes bandas de rock, ejemplarizadas, pongamos por caso, en Bohemian Rhapsody, cuando el éxito llega a embriagar a su líder hasta el punto de hacerle perder los papeles. Finalmente, la dualidad entre Cruella y Estella también podría estar inspirada en la Selina Klye/Catwoman de Michelle Pfeiffer en el Batman Vuelve de (todo es cíclico), precisamente, Tim Burton.

Todo esto hace pensar en que poco hay de original en Cruella. Y eso es cierto. Pero la mezcla de referencias, que en otras ocasiones podría devenir en un pastiche horrible, funciona bastante bien, haciendo que las más de dos horas de película pasen en un suspiro, alternando humor, emoción y momentos de locura muy cool en el que nada llega a desentonar en ningún momento.

Claro que todo esto podría haber sido muy diferente de no contar con dos portentos de actrices como son Emma Stone y Emma Thompson, que parecen rivalizar por ver quién consigue que su personaje resulte más protagonista que el otro y que brillan en un auténtico choque de trenes, demostrando ambas su total implicación en la propuesta.

Por todo ello, sin que haya realmente nada especialmente aplaudible en un análisis individual, el conjunto resulta ser una estupenda propuesta, más adulta de lo esperado, que sabe tomarse su tiempo para contar bien las cosas y con un epílogo que es casi una broma cruel (e incestuosa) hacia lo que está por venir.

Definitivamente, esta segunda vía tomada por Disney es mucho más inspirada que la de las meras fotocopias. Espero que tomen nota de ello, aunque tampoco albergo muchas esperanzas.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Visto en Netflix: OXÍGENO

La filmografía de Alexandre Aja es una de las más incomprensibles e incoherentes del panorama actual. Capaz d piezas de terror como Las colinas tienen ojos, gamberradas grotescas como Piraña 3D, marcianadas como Cuernos o thriller angustiantes como Infierno bajo el agua, en Oxígeno, sin abandonar en cierto modo el terror, da un nuevo giro para matar una epopeya claustrofobia que durante gran parte del metraje parece un remake lujoso ser la espléndida Buried de Rodrigo Cortés.

Una mujer despierta en una cápsula primogénita sin saber cómo ha llegado hasta allí ni porqué, pero con la aterradora angustia de saber que se está quedando sin oxígeno.

En una contra reloj aterradora, la protagonista deberá encontrar la clave para salir de su encierro aparte de tratar de averiguar la verdad que la ha llevado hasta allí.

Aunque algo tramposa por recurrir a los flashbacks para salir del arcón (habría preferido el desafío de mantener el film con la meta presencia de Mélanie Laurent, tal y como hiciera Ryan Reynolds en la mencionada Buried), aunque logra distanciarse de ella cuando abraza más abiertamente la ciencia ficción en uno de sus muchos giros de guion, siendo Ajá capaz de transformar la película y hacerla evolucionar.

Así, Oxígeno logra ser claustrofóbica y aterradora sin caer en demasiados tópicos y logrando conectar emocionalmente con el espectador gracias, ante todo, a un brillante trabajo de Laurent. Cierto es que algunos podrán criticar ciertas decisiones argumentales que no conviene revelar antes de tiempo, pero por lo que a mi respecta, Aja logra tocar las teclas adecuadas, siendo su regreso al cine francés, de la mano de Netflix, todo un acierto.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Visto en Netflix: LA MUJER EN LA VENTANA

Dirigida por Joe Wright, autor de grandes títulos como Orgullo y prejuicio, Expiación: más allá de la pasión, Anna Karenina o la reciente El instante más oscuro (pero también responsable de algún tropiezo como Pan: viaje a Nunca Jamás, La mujer en la ventana se presenta como una revisión de La ventana indiscreta con reflejos de La chica del tren.

Anna Fox (contenida Amy Adams) no está postrada en una silla de ruedas, como James Stewart, pero una reciente agorafobia la tiene encerrada en su apartamento, condenada a vigilar de manera casi enfermiza a sus vecinos hasta presenciar el asesinato de una mujer, aunque la negación de su propia familia y sus excesos con el alcohol y los medicamentos propicia que la policía no la tomé demasiado en serio.

Aunque los parecidos con el film de Hitchcock son innegables, desde el primer momento se intuye que Wright está interesado en otros asuntos, dejando la propia agorafobia en segundo plano (nada que ver, a nivel argumental, con, por ejemplo, Copycat). Él prefiere centrarse en ese descenso a los infiernos de la protagonista, plasmando sus intenciones en la puesta en escena y jugando, de paso, con referencias al cine de terror giallo y otros homenajes más o menos evidentes.

Sin embargo, el jugar las cartas del narrador poco fiable (nunca se sabe a ciencia cierta lo que es realidad o falso) le dan un aire tramposo que termina por provocar el desinterés en el espectador. El tono gaillo invita, además, a confundir ciertos recursos con escenas torpes y mal planificada, lo que sumado a la sensación de desaprovechamiento de un interesante reparto (por ahí andan también Gary Oldman, Julianne Moore, Jennifer Jason Leigh, Wyatt Russell o Anthony Mackie) dotan a la película de una cierta desidia. No estamos ante un telefilm de sobremesa, cono ha sido definida por ahí, pero tampoco se queda demasiado lejos.

En fin, un tropiezo, a mi entender, de Wright, que no logra transmitir lo que pretende, aunque es justo señalar que es de esas películas que otros podrían ver como una genialidad difícil de apreciar por el espectador medio.

Ahí es donde posiblemente me encuentre yo, por lo que no puedo alabar la obra del director como en otras ocasiones. Y no es porque la Adams no se esfuerce, pero…

 

Valoración: Cinco sobre diez.