Tonya
Harding fue una brillante patinadora que pudo haber tenido una carrera triunfal
tras participar en dos Juegos olímpicos y ser la primera mujer estadounidense en
lograr realizar un salto triple axel con una combinación de loop doble en
competición (sea lo que sea eso). Sin embargo, su verdadera popularidad le
llegó a raíz de la agresión que sufrió su principal rival en la pista, la
patinadora Nancy Kerrigan, por la que fue declarada culpable y retirada del
mundo del deporte.
Yo, Tonya cuenta la historia de esta patinadora de la mano del
director Craig Gillespie, autor de la extraña Lars y una chica de verdad, que con este film logra resarcirse del
fracaso de La hora decisiva.
Gillespie, sin embargo, no ofrece una película deportiva, por lo que nada deben
temer los que no se sientan entusiasmados por este deporte. Su film se centra
más en la personalidad de Tonya y de los que la rodeaban, desde la posesiva y asfixiante
madre hasta el marido maltratador. Además, Gillespie rehúye del drama deportivo
para crear una comedia negra muy en la línea de El lobo de Wall Street (precisamente la película que encumbró a la
intérprete de Tonya, Margot Robbie), copiándole además a Scorsese alguno de sus
trucos, como el hacer que sus protagonistas rompan la cuarta pared hablando
directamente a cámara o mezclando la película con escenas de falso documental. De
esta forma consigue, además que su visión de los hechos sucedidos (en especial la
fatídica agresión que convirtió la vida de Tonya en un circo mediático) no
tenga necesariamente que corresponderse con la realidad de lo sucedido, sino
que está siempre narrado bajo el punto de vista de los propios protagonistas.
No
estoy seguro de que Yo, Tonya sea una
de las mejores películas del año, como la han calificado en algún medio, pero
sí sobresale a la media y podría haber merecido aspirar al Oscar por encima de
algunas de las nominadas. Quienes sí han sido recompensadas con la nominación
son sus dos protagonistas femeninas, Robbie y su madre fílmica, Allison Janey,
siendo esta última una clara favorita. Ambas consiguen que la película sea
divertida y dura a la vez, tierna y repulsiva, alegre y triste. Una mezcla de
sentimientos que conforman una montaña rusa emocional como la que,
posiblemente, llegó a ser la propia vida de Tonya Harding.
Valoración:
Ocho sobre diez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario