domingo, 4 de febrero de 2018

GOYA 2018: La Librería revienta una noche anodina.

El primer trimestre del año es, cinematográficamente hablando, temporada de premios. En Hollywood ya se han entregado los Globos de Oro y los diversos sindicatos gremiales van organizando sus respectivas ceremonias de manera que los Oscar sean el gran colofón. Y en España no íbamos a ser diferentes.
La primera gran cita la componían los premios Feroz, una especie de equivalente de los Globos de oro (también mezclando cine y televisión y diferenciando entre comedia y drama) donde La Llamada y Estiu 1993 se repartieron los premios principales. Como ya se sabe que en esto de las estatuillas las comedias no suelen gustar demasiado, esto colocaba al film de Carla Simón como máxima favorita para los Goya, dejando las migajas (si es que se les puede llamar migajas a los premios interpretativos a Natalia Poza y Javier Gutiérrez por No se decir adiós y El autor, respectivamente. Además, esta película semi-autobiográfica también ha triunfado en los Gaudí, aunque, por el contrario, los premios Forqué se decantaron más por aplaudir a El Autor y La Librería.
Con las cartas (aparentemente) sobre la mesa, solo quedaba ver si la gala iba a mejorar las anteriores ediciones o si se volvería a rozar el ridículo. Tras las críticas radicales al trabajo de Dani Rovira (presentador de las tres últimas ediciones), pese a que su trabajo en las mismas fue en una línea claramente ascendente, este año cogían el relevo Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, para regocijo de sus fans.
Pues no, la cruda realidad es que no solo no han sabido dar con la tecla adecuada estos dos humoristas, sino que su edición ha sido posiblemente el peor de la última década. Ha sido tan aburrida que ni siquiera se puede hablar de bochorno. Simplemente bostezos, sopor e incredulidad ante sus insistentes apariciones totalmente carentes de gracia. Solo la intervención de Cristina Castaño y Paquita Salas, que ni mucho menos ha sido para tirar cohetes, lograba dibujar alguna sonrisa entre el respetable. La cara de incredulidad de Maribel Verdú hacia un ¿chiste? dirigido hacia su persona lo resume todo.
Y mientras, la entrega de premio tampoco parecía dispuesta a colaborar demasiado. Desde el primer momento parecía haber un guion marcado: Handía, sorprendentemente, estaba arrasando y Estiu 1993 se conformaba con los restos. Todo iba cayendo en la saca de la producción vasca, perdiendo en un inesperado arranque un solo cabezón, el del mejor sonido, que fue a parar a manos de Verónica, de Paco Plaza. Y mientras, Estiu 1993 conformándose con las categorías en las que Handía no tenía nominación, como la actriz revelación (Carla Cusí), el actor de reparto (David Verdaguer) o la dirección novel (Carla Simó). Muchos se sintieron decepcionados, todo sea dicho, con el escaso bagaje que se llevó La Llamada. Ni sus directores, “los Javis”, consiguieron el premio novel ni tampoco sus interpretes femeninas, teniendo que conformarse con tener la mejor canción, compuesta por Leiva.
Handía, como digo, arrasaba, llegando a cosechar diez premios (música original, efectos especiales, maquillaje/peluquería, diseño de vestuario, dirección artística, montaje, fotografía, dirección de producción, guion original y actor revelación) y alcanzando así el récord que hasta ahora ostentaba La isla mínima.
Mientras tanto, en una gala con claro mensaje feminista (pronunciado, curiosamente, por las mujeres, con mínimas excepciones como algún chiste facilón de la mano de Santiago Segura), resultó curioso que un premio (el de mejor corto de animación) fuese a recaer en un homenaje a la figura de Woody Allen, uno de los que está en entredicho por supuestos abusos sexuales en América.
Pasaba la interminable velada y solo se rompía la rutina con la designación como mejor película iberoamericana a Una mujer fantástica, The Square fue la mejor europea y Muchos hijos, un mono y un castillo el mejor documental. Y, por supuesto, Tadeo Jones 2 se llevó el de mejor película de animación, pero viendo la competencia tampoco es que sorprendiera mucho.
En el apartado interpretativo hubo al fin algo de animación, cuando El Autor confirmó su favoritismo en este terreno y se alzó con los premios a mejor actriz de reparto para Adelfa Calvo y mejor protagonista para Javier Gutiérrez. También el de mejor actriz protagonista para Nathalie Poza estaba cantado. Y entre el público, nominados ilustres como la pareja Javier Bardem/Penélope Cruz que competían por Loving Pablo y los protagonistas de La librería, Emily Mortimer y Bill Nighy, quedándose con un palmo de narices. Igual que las tres nominadas femeninas que defendían La llamada.
Con la aparición de Marlango interpretando las cinco canciones nominadas se rompió un poco la monotonía y llegaba el momento de ver quien terminaba por llevarse el gato al agua. Parecía lógico que la dirección fuese a parar a Aitor Arregui y Jon Garaño, con lo que no tendría lógica que Handía no se llevase también el premio a la mejor película, a no ser que los académicos tuviesen ganas de cachondeo y optasen por una decisión salomónica, como viene sucediendo últimamente en los Oscar, designando como mejor película un título diferente al que había ganado el mejor director. Podía ser este el momento en que Estiu 1993 diese la sorpresa.
Y hubo sorpresa, vaya si la hubo. Pero no la que se podría llegar a esperar. Ha sido La librería, que hasta ahora solo se había hecho con el premio al mejor guion adaptado, quien hizo el doblete, consiguiendo el reconocimiento a la dirección de Isabel Coixet y coronándose como la mejor película.
Al final, el ranquin dirá que Handía se llevó diez estatuillas, y Estiu 1993 y La librería tres cada uno, pero los verdaderamente importantes, película, dirección y guion (en este caso adaptado) fueron a parar al film de Isabel Coixet. Y eso la convierte en la gran triunfadora de la noche y, por extensión, del año.
Y yo, sin haber visto todavía Handía ni El autor, me alegro de ello. Pese a sus muy buenas intenciones y sensibilidad, el film de Carla Simón me parece muy inferior al de Coixet o, puestos a comparar, incluso que la estimulante y divertida La llamada o la angustiante Verónica.

Aunque para angustiante, el paso de Reyes y Sevilla por la gala. Espero que no vuelvan a repetir jamás. Y si lo hacen, es posible que ese año no haya comentario de la ceremonia en el blog. Mi sueño vale más que su humor…

No hay comentarios:

Publicar un comentario