El
primer trimestre del año es, cinematográficamente hablando, temporada de
premios. En Hollywood ya se han entregado los Globos de Oro y los diversos
sindicatos gremiales van organizando sus respectivas ceremonias de manera que
los Oscar sean el gran colofón. Y en España no íbamos a ser diferentes.
La
primera gran cita la componían los premios Feroz, una especie de equivalente de
los Globos de oro (también mezclando cine y televisión y diferenciando entre
comedia y drama) donde La Llamada y Estiu 1993 se repartieron los premios
principales. Como ya se sabe que en esto de las estatuillas las comedias no
suelen gustar demasiado, esto colocaba al film de Carla Simón como máxima favorita
para los Goya, dejando las migajas (si es que se les puede llamar migajas a los
premios interpretativos a Natalia Poza y Javier Gutiérrez por No se decir adiós y El autor, respectivamente. Además, esta película semi-autobiográfica
también ha triunfado en los Gaudí, aunque, por el contrario, los premios Forqué
se decantaron más por aplaudir a El Autor
y La Librería.
Con
las cartas (aparentemente) sobre la mesa, solo quedaba ver si la gala iba a
mejorar las anteriores ediciones o si se volvería a rozar el ridículo. Tras las
críticas radicales al trabajo de Dani Rovira (presentador de las tres últimas
ediciones), pese a que su trabajo en las mismas fue en una línea claramente
ascendente, este año cogían el relevo Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, para
regocijo de sus fans.
Pues
no, la cruda realidad es que no solo no han sabido dar con la tecla adecuada
estos dos humoristas, sino que su edición ha sido posiblemente el peor de la
última década. Ha sido tan aburrida que ni siquiera se puede hablar de
bochorno. Simplemente bostezos, sopor e incredulidad ante sus insistentes
apariciones totalmente carentes de gracia. Solo la intervención de Cristina
Castaño y Paquita Salas, que ni mucho menos ha sido para tirar cohetes, lograba
dibujar alguna sonrisa entre el respetable. La cara de incredulidad de Maribel Verdú
hacia un ¿chiste? dirigido hacia su persona lo resume todo.
Y
mientras, la entrega de premio tampoco parecía dispuesta a colaborar demasiado.
Desde el primer momento parecía haber un guion marcado: Handía, sorprendentemente, estaba arrasando y Estiu 1993 se conformaba con los restos. Todo iba cayendo en la
saca de la producción vasca, perdiendo en un inesperado arranque un solo
cabezón, el del mejor sonido, que fue a parar a manos de Verónica, de Paco Plaza. Y mientras, Estiu 1993 conformándose con las categorías en las que Handía no tenía nominación, como la
actriz revelación (Carla Cusí), el actor de reparto (David Verdaguer) o la
dirección novel (Carla Simó). Muchos se sintieron decepcionados, todo sea dicho,
con el escaso bagaje que se llevó La
Llamada. Ni sus directores, “los Javis”, consiguieron el premio novel ni
tampoco sus interpretes femeninas, teniendo que conformarse con tener la mejor
canción, compuesta por Leiva.
Handía, como digo, arrasaba, llegando a cosechar diez premios (música
original, efectos especiales, maquillaje/peluquería, diseño de vestuario, dirección
artística, montaje, fotografía, dirección de producción, guion original y actor
revelación) y alcanzando así el récord que hasta ahora ostentaba La isla mínima.
Mientras
tanto, en una gala con claro mensaje feminista (pronunciado, curiosamente, por
las mujeres, con mínimas excepciones como algún chiste facilón de la mano de
Santiago Segura), resultó curioso que un premio (el de mejor corto de
animación) fuese a recaer en un homenaje a la figura de Woody Allen, uno de los
que está en entredicho por supuestos abusos sexuales en América.
Pasaba
la interminable velada y solo se rompía la rutina con la designación como mejor
película iberoamericana a Una mujer
fantástica, The Square fue la
mejor europea y Muchos hijos, un mono y
un castillo el mejor documental. Y, por supuesto, Tadeo Jones 2 se llevó el de mejor película de animación, pero
viendo la competencia tampoco es que sorprendiera mucho.
En
el apartado interpretativo hubo al fin algo de animación, cuando El Autor confirmó su favoritismo en este
terreno y se alzó con los premios a mejor actriz de reparto para Adelfa Calvo y
mejor protagonista para Javier Gutiérrez. También el de mejor actriz
protagonista para Nathalie Poza estaba cantado. Y entre el público, nominados
ilustres como la pareja Javier Bardem/Penélope Cruz que competían por Loving Pablo y los protagonistas de La librería, Emily Mortimer y Bill Nighy,
quedándose con un palmo de narices. Igual que las tres nominadas femeninas que
defendían La llamada.
Con
la aparición de Marlango interpretando las cinco canciones nominadas se rompió
un poco la monotonía y llegaba el momento de ver quien terminaba por llevarse
el gato al agua. Parecía lógico que la dirección fuese a parar a Aitor Arregui
y Jon Garaño, con lo que no tendría lógica que Handía no se llevase también el premio a la mejor película, a no
ser que los académicos tuviesen ganas de cachondeo y optasen por una decisión
salomónica, como viene sucediendo últimamente en los Oscar, designando como
mejor película un título diferente al que había ganado el mejor director. Podía
ser este el momento en que Estiu 1993
diese la sorpresa.
Y
hubo sorpresa, vaya si la hubo. Pero no la que se podría llegar a esperar. Ha
sido La librería, que hasta ahora
solo se había hecho con el premio al mejor guion adaptado, quien hizo el
doblete, consiguiendo el reconocimiento a la dirección de Isabel Coixet y coronándose
como la mejor película.
Al
final, el ranquin dirá que Handía se
llevó diez estatuillas, y Estiu 1993
y La librería tres cada uno, pero los
verdaderamente importantes, película, dirección y guion (en este caso adaptado)
fueron a parar al film de Isabel Coixet. Y eso la convierte en la gran
triunfadora de la noche y, por extensión, del año.
Y
yo, sin haber visto todavía Handía ni
El autor, me alegro de ello. Pese a
sus muy buenas intenciones y sensibilidad, el film de Carla Simón me parece muy
inferior al de Coixet o, puestos a comparar, incluso que la estimulante y
divertida La llamada o la angustiante
Verónica.
Aunque
para angustiante, el paso de Reyes y Sevilla por la gala. Espero que no vuelvan
a repetir jamás. Y si lo hacen, es posible que ese año no haya comentario de la
ceremonia en el blog. Mi sueño vale más que su humor…
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