Pese
a que la mayoría de la gente de mi generación (aquellos que sobrepasan los
cuarenta) reclamemos a Mazinger Z como un icono de nuestra generación, lo
cierto es que el personaje creado por Gõ Nagai para el manga y el anime,
sentando las bases de lo que se llegaría a conocer como el género Mecha, no ha
dejado de estar presente en la cultura japonesa, ya sea mediante OVAs o películas
que continúen su historia, reinvenciones en forma de nueva serie o
continuaciones ampliando su universo.
Mazinger Z Infinity es la última aportación a ese universo, un retorno del héroe clásico
a lo grande que, si bien rinde homenaje a los fans de aquella obra mítica de
los setenta, puede llegar a desconcertar a los que abandonaran la saga en
aquellos años con personajes como Gran Mazinger (que debutó en el último
episodio de la serie original pero que en su momento no se llegó a emitir en
España) o las reflexiones sobre la duplicidad entre deidad o demonio del
gigantesco robot.
Mazinger
Z Infinity presenta a los protagonistas de siempre con unos cuantos años de
más, en una sociedad idílica y pacífica hasta la aparición de un nuevo engendro
mecánico que derivará en el retorno del aparentemente inmortal Doctor Infierno.
Adaptada a los nuevos tiempos, la última película de Mazinger Z es más profunda
ideológicamente, buceando en temas como la familia, la bondad innata (o la
ausencia de la misma) de la humanidad y coquetea con realidades paralelas y
mundos (o incluso futuros) alternativos, pero por encima de todo es lo que el
espectador espera que sea, una epopeya de robots gigantes dándose de leches
entre ellos, con el retorno de un Mazinger Z no tan obsoleto como podría
aparecer y el regreso de sus gadgets tan familiares para los más veteranos del
lugar, tales como el planeador, el fuego de pecho o los puños fuera.
Mazinger
Z Infinity no es una película memorable, pero consigue con efectividad
recuperar el espíritu de la serie original sin caer en un abuso del homenaje
autoreferencial, sabiendo conjugar la nostalgia con la apuesta por la
modernidad, siendo un divertimento apto para cualquier tipo de generación.
Valoración: Seis sobre diez.
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