domingo, 21 de enero de 2018

LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO

Hace ya bastante tiempo que Spielberg perdió su tirón comercial. Pese a haber sido capaz en los últimos tiempos de grandes películas como El puente de los espías, han sido más sus meteduras de pata, tanto en el terreno “serio” como eran War Horse o Lincoln como en el campo de lo fantástico, con Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio o Mi amigo el gigante.
Este año, el antaño Rey Midas de Hollywood va a probar suerte en ambos géneros, siendo Los archivos del Pentágono la primera en llegar.
Inspirada en los hechos reales acontecidos a principios de los años 70 con el descubrimiento por parte del New York Times de un informe encargado por el propio gobierno de los Estados Unidos según el cual la guerra de Vietnam estaba condenada desde el principio, revelando las mentiras que contaron indiscriminadamente varios presidentes hasta llegar al Nixon actual, Spielberg constituye una película brillante y muy honesta sobre el ejercicio periodístico y la búsqueda de la verdad, sin importar el precio a pagar por ello.
Con el New York times momentáneamente fuera de juego es turno del Washington Post, en una difícil situación por la muerte de su dueño y las dudas sobre la capacidad de su viuda (¡¡una mujer!!) de mantenerse al frente del mismo, quien debe decidir si seguir con las revelaciones o agachar la cabeza ante el gabinete de Nixon.
Poco importa lo que suceda con la noticia. No solo por ser un caso real de sobras conocido, aunque el desarrollo de la trama tampoco deja mucho hueco para las sorpresas. Hay alguna subtrama, como la del futuro en bolsa del diario de la capital, que tampoco termina por resultar demasiado relevante. Lo que en el fondo pretende Spielberg es ofrecer un tributo al ejercicio periodístico, una profesión demasiado en tela de juicio últimamente, y aprovecha la coyuntura actual del gobierno de Trump para realizar una interesante metáfora entre el pasado y el presente que demuestra lo poco que cambian las cosas. Incluso el mensaje feminista que oculta tras el personaje al que da vida Meryl Streep podría pertenecer a un contexto actual, más con el movimiento contra los abusos sexuales y de poder que se están propagando por todo Hollywood.
En ese sentido, Spielberg apuesta sobre seguro y confía en actores del talento de la Streep y Tom Hanks para dar vida a los protagonistas, aunque el listado de secundarios no es nada baladí, con gente como Bradley Whitford, Bob Odenkirk, Bruce Greenwood, Michael Stuhlbarg o la cada vez más destacable Allison Brie. Sin embargo, esa apuesta segura en el reparto, junto a la visión tan clasisista de su realización, restan sensación de riesgo a una película que, aún siendo muy buena no alcanza la categoría de brillante. Es, posiblemente, la película donde se ve menos la mano del director, mientas que el noble tributo que se ofrece a la profesión de prensa se ve empañado por la sencillez de la historia. Hay muchas referencias (y la escena final así lo demuestra) a Todos los hombres del presidente, aunque no hay aquí la intriga de aquel estimulante thriller político, mientras que pierde también en la comparativa de otra película de similares intenciones como fue la reciente Spotlight, la cual no solo recordaba como era la época en la que el periodismo luchaba por defender la verdad por encima de todo sino que invitaba, además,al debate con respecto al tema a tratar, debate que no llega a existir en ningún momento de Los archivos del Pentágono.
Es por ello que esta última película de Spielberg es una gran obra, emotiva y muy intensa, pero que no llega a aportar nada suficientemente destacable como para mantenerla en la memoria tras su visionado. Sí, refleja una época y acusa a aquel que abusa de su poder, pero todo suena a ya visto y sabido y más allá de la corrección visual y narrativa se diría que uno espera mucho más de Spielberg, al que el instinto parece haberle caducado (¿o quizá sea simple acomodamiento?).
En un par de meses llega el Spielberg fantástico con Ready Player One. Será la prueba definitiva de si este otrora gran director sigue en la cresta de la ola o debemos aceptarlo como un correcto artesano, pero poco más.

Valoración: Siete sobre diez.

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