viernes, 16 de septiembre de 2022

Visto en Amazon Prime: SAMARITAN

Con la imparable ola de cine de superhéroes arrasando en taquilla, parece que todo el mundo quiere conseguir su porción del pastel, siempre que Marvel se lo permita. Para ello hay dos caminos: seguir las normas establecidas o apostar por algo diferente.

Samaritan opta por lo segundo, distanciándose de los uniformes coloridos y la épica rimbombante para presentarnos una historia del bien enfrentado al mal vista desde los suburbios, a pie de calle.

Para ello, nos presenta a un veterano basurero que oculta un pasado superheroico que pretende esconderse entre la gente y enterrar su pasado, pero una banda de matones del tres al cuarto se lo impedirán. Con tal planteamiento, ya pueden ustedes imaginar que no van a haber grandes explosiones ni combates aéreos, más cuando el espectador siente que se ha perdido la mayor parte de la historia para encontrarse ante un epílogo de algo que nunca ha existido.

Ya he dicho que la película no se apoya en los tópicos propios del género, pero ello no significa que no utilice muchos otros, siendo básicamente un film de vengador callejero de cualquier film de videoclub de los ochenta. Además, la relación entre el protagonista y un niño que vive solo con su madre recuerda mucho al de El último gran héroe, y el tono sucio y callejero de la fotografía nos remite a cosillas como Chronical. Por último, toda la gracia gira en torno a un quiero argumental que, al menos en mi caso, se ve venir desde lejos.

Con todo, la película funciona bastante bien, con un Stallone llevando casi todo el peso del film a sus espaldas (con permiso de Javon 'Wanna' Walton, todo un experto en adaptaciones comiqueras tras su paso por The Umbrella Academy y Utopia) y sacándose la espinita de poder entrar en el club de los supermachos, tras el fiasco que supuso su Juez Dreed y sus cameos en Guardianes de la Galaxia, Vol.2 o El Escuadrón Suicida (este último solo mediante su voz).

Samaritan es, pues, una película de bajo corte que se ve con ligereza, algo necesitada de más espectacularidad y, por ende, presupuesto, pero que no aburre en ningún momento y sirve como contrapartida a las propuestas más lujosas de las dos grandes compañías comiqueras. Un entretenimiento que evoca a otra época y aspira a dotar de un tono crepuscular a los nuevos dioses que nos protegen.

 

Valoración: Seis sobre diez.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Visto en Netflix: COBRA KAI. T5

Siendo justos, a la hora de ponerme a hablar sobre la quinta temporada de Cobra Kai prácticamente podría hacer un copia y pega de lo que dije referente a la cuarta temporada. Y es que si entre la segunda y la tercera había cierta sensación de que quedaba poco que rascar y ya se estaba estirando demasiado el chicle de la nostalgia ochentera, lo cierto es que en esa temporada anterior, como en esta, las apuestas han subido, consiguiendo que la serie luzca tan bien, sino mejor, que en su arranque, cuando parecía una locura conceptual transformada en serie por caprichos de unos señores que, por aquel entonces, pensaban que iban a arrasar con su propuesta de un YouTube de pago.

Cobra kai sigue adolecido del mismo problema que arrastra desde el principio, la escasa personalidad de sus protagonistas, que cambian de bando con una facilidad pasmosa. Sin embargo, más que ser un error, sus responsables han conseguido convertirlo en virtud, casi hasta riéndose de ello, intercambiando peones y moviendo las piezas hasta que todos quedan repartidos sobre el tablero en alineaciones que parecían imposibles mirando atrás en el tiempo.

Cierto es que, pese a la violencia no explícita, la serie sigue siendo muy light y que las escenas de lucha continúan sin brillar como debería, pero al menos se ha compensado definitivamente ese desequilibrio que había entre los jóvenes y los veteranos, consiguiendo que las tramas de ambas generaciones resulten igual de interesantes.

El gran acierto de la temporada es su ritmo, sabiendo ir de menos a más (al arrancar parecía que la trama del padre de Miguel iba a amenazar con quedarse muchos capítulos con nosotros y luego ha sido liquidada de manera sorprendentemente rápida) y encontrando en la figura de Terry Silver el villano que la serie necesitaba para seguir creciendo.

Como comentaba al respecto de la segunda temporada de Solo asesinatos en el edifico, queda la duda de saber si pueden seguir manteniendo la función a este nivel mucho más tiempo, pero al menos hay que reconocerle que las tramas quedan muy bien cerradas y el único hilo que invita a estirar en siguientes temporadas no es tan rotundo como para que no podamos quedarnos más que satisfechos si la cosa acabara aquí.

Sería un final redondo. Ahora, toca esperar si les quedan cosas por contar y si Netflix quiere seguir apostando por ello. Aunque ya les digo yo que sí…

Visto en Disney+: SOLO ASESINATOS EN EL EDIFICIO, T2

Cuando hace apenas un año se estrenó en Disney+ Solo asesinatos en el edificio, casi de tapadillo, esta resultó una de las sorpresas del verano.

Aunque a priori parecía una de esas propuestas que deberían quedar en una sola temporada, el final ya invitaba a esperar a una segunda tanda de episodios que se han recibido como agua de mayo. Y es que si bien se ha perdido el factor sorpresa, la segunda temporada de Solo asesinatos en el edificio consigue superar en casi todo a la primera, en especial en el desarrollo bien hilvanado de una trama de asesinato que se convierte en un verdadero deleite.

Uno de los secretos del éxito cabe encontrarlo en su trío protagonista, unos Martin Short, Steven Martin y Serena Gomez que consiguen, en apenas un puñado de capítulos, que ya los sintamos como de la familia. En esta emporada, en la que conocemos mucho más sobre sus intimidades, esa relación entre personajes y espectadores no hace más que crecer, eclipsando, a cambio, al resto de personajes. Y eso que los directores se esfuerzan por darles su momento a casi todos ellos (algunos, como el personaje de Christine Ko, que se terminan por descomponer), de manera que las nuevas incorporaciones, por estimulantes que puedan parecer (Amy Schumer o Clara Delevigne, sin ir más lejos), no pueden brillar como se merecen, pero poco importa, ya que la luz que desprenden los tres protagonistas es suficiente para iluminarlo todo.

Lo mismo sucede con el guion. Ya he adelantado que, a nivel argumental, las tramas están mejor hiladas que en la primera temporada, pero hay que reconocer que hay que hacer un esfuerzo bastante grande para creerse algo de todo lo que sucede en pantalla. Pero tampoco eso es un inconveniente, ya que solo con los cliffhangers que te dejan ojiplático tras la conclusión de cada episodio (maldiciendo a Disney+ por estrenarla con carácter semanal) ya basta para que estemos devorando la serie sin compasión.

No quiero rendir una pleitesía ciega al programa, y también hay alguna cosilla que me chirrió, como el desenlace final, algo estúpido y forzado, pero poco importa a cambio de lo bien que consiguen hacérnoslo pasar durante diez episodios del todo insuficientes y que saber medir muy bien la mezcla entre comedia e intriga, alcanzando el culmen en una especie epílogo que no solo sirve para anunciar las intenciones de continuar otra emporada más sino que presenta su última sorpresa en forma de cameo fantástico (que, parece ser, será personaje recurrente en esa nueva temporada).

En fin, diversión con mayúsculas, con episodios que enganchan, diálogos ágiles y que mejora todo lo bueno que ya había hasta ahora. Queda preguntarnos por el futuro, pero con el cambio de rumbo que se insinúa (al menos con el hecho de sacar la acción del edificio), parece que tienen las cosas bien pensadas.

Esperaremos con ganas…