viernes, 29 de octubre de 2021

LLEGA EL HOMBRE DE TRAPO

Estamos ante unos días de verdadero infarto y toca hacer un pequeño hueco para actualizar por aquí todas las novedades.


Por un lado, ya he ido informando en redes sociales de la inminente salida a la venta de mi nueva novela: El hombre de trapo mataba por amor. De hecho, ya la tenéis disponible en preventa en la web de Célebre Editorial.

Sin embargo, será mañana sábado, 30 de octubre, cuando esté a la venta de forma oficial. El pistoletazo de salida será mediante la presentación que tendrá lugar en la Biblioteca Municipal de Maçanet de la Selva, a las doce de la mañana.

Al día siguiente, y coincidiendo con la celebración de la noche de Halloween, los más próximos a la zona me podéis encontrar en un puesto aterrador junto al túnel del terror de la población gerundense, donde podréis adquirir ejemplares formados de cualquiera de mis tres novelas.

La semana siguiente, el sábado seis, haré una nueva presentación de la novela, esta vez en Barcelona. Será en la Biblioteca de Bon Pastor, también a las doce del mediodía.

El hombre de trapo mataba por amor es una historia de intriga alrededor de una serie de misteriosos asesinatos que, según los testigos, son obra de un espantapájaros que parece haber cobrado vida. Con la intención de buscar inspiración para su nueva película, la guionista Sandra Troncoso, en plena crisis creativa, y su marido viajan a la España profunda para seguir de cerca la investigación.

El hombre de trapo mataba por amor no solo es una novela de misterio y terror, sino que funciona como carta de amor al mundo del cine, aparte de profundizar en las interioridades de un matrimonio y su decadencia.

Pero, a nivel personal, lo más importante de la novela es la implicación de mi padre en el proceso creativo. Juntos nos dedicamos a recorrer los alrededores del su pueblo natal, Bañuelos, donde se sitúa la acción de la historia, encontrando la inspiración en los lugares más remotos y hermosos de las tierras del Cid o del Quijote, en lo que resultó ser nuestro último viaje juntos,

Fallecido en pleno estado de alarma, mi pare nunca llegó a ver el libro terminado, pero su espíritu impregna cada una de sus páginas, y eso la convierte en mi obra más personal y dolorosa.

Está dedicada a ti, papá. Y espero que, junto a mamá, acudáis a las presentaciones.

Y también a todos vosotros, queridos lectores.

Cine: VENOM: HABRÁ MATANZA

No siendo demasiado defensor de la primera película de Venom, incomprensible bombazo de taquilla, no iba con demasiadas expectativas a ver esta secuela, armándome de valor con aquello del «peor no será». Pero sí, se han superado. Y de nuevo salgo con bajona de una sala de cine.

Aceptando ya lo complejo que es aceptar a Venom sin tener a Spiderman cerca (en los comics fue su razón de ser), hay ya multitud de historias que podrían haberse adaptado (incluso con multitud de personajes diferentes unidos al simbionte alienígena), pero por alguna razón los de Sony han recurrido a Matanza (que me expliquen porque Carnage se llama aquí Matanza pero Venom no puede ser Veneno). A priori no sería una mala elección, siendo la némesis principal del antihéroe, pero cae en la soporífera rutina de repetir un esquema de película/enemigo que ya suena muy trillado. Me refiero a eso de tener un reverso oscuro, un espejo en el que mostrar lo que podría haber sido el héroe de haber tomado otro camino. Es volver a ver a Iron Man enfrentarse a Iron Monger, Hulk a Abominación, Ant Man a Chaqueta Amarilla, y así sucesivamente, con el precedente de que el propio Venom se había enfrentado ya a un simbionte malvado en su primera película, así que estamos ante una repetición de villano con color nuevo y unas motivaciones supuestamente más macabras.

He aquí donde cabe analizar la construcción del villano. Volviendo de nuevo a los comics, Venom nació como némesis de Spiderman, en un intento de crear nuevos villanos para el arácnido, muy anclados todos ellos en la era Ditko. Sin embargo, gustó tanto el personaje que pronto en la editorial decidieron ablandarlo, pasando de villano a anti-héroe (a la altura de Punisher o Lobezno en su etapa más cafre), algo muy de los noventa, para lo que convenía una nueva némesis más malvada y poderosa. De ahí que el simbionte tuviera un «hijo» que se fuese a unir a un asesino en serie psicópata y sin ningún tipo de código moral. Matanza Máxima sería el nombre de la saga más mítica, no tanto por su calidad (que tampoco era como para echar cohetes), sino por la gran cantidad de secundarios que se pasaban por ella y el salvajismo de su narrativa.

En su paso a la pantalla, por supuesto, Venom: Habrá matanza no ha podido contar con la presencia de Vengadores ilustres que se paseaban por el comic, y tampoco hacer gala de la violencia implícita en el mismo. Sin embargo, convertir cualquier historia de Matanza en una comedia de colegas como han hecho con esta película es ya obligar a dar un salto de fe demasiado grande.

Y es que sí, por más que el subtítulo de la secuela sea eso de «habrá matanza», la realidad es que no es para tanto. Incluso le han buscado un interés amoroso al villano (en el comic era una retorcida repica de supuesta familia que nada tenía de romántico) para darle un trasfondo más amable.

Pero no son las diferencias con respecto al comic lo más criticable de la película (esto es una adaptación, y hay que saber diferenciar entre ambos medios), sino el quiero y no puedo que es todo el rato y la gran diferencia entre las expectativas creadas y el resultado final. Compadezco al pobre Tom Hardy por los esfuerzos que hace para componer un personaje sin pies ni cabeza (aunque algo de culpa también tendrá, ya que participó en la escritura de la historia), mientras que Michelle Williams de nuevo se limita a pasar por ahí a cobrar el cheque, más o menos lo mismo que la desaprovechada Naomie Harris. Ni siquiera el normalmente solvente Woody Harrelson sabe muy bien qué hacer con su personaje, que podría haber sido un remiendo comiqueo de su mítico Asesinos natos y al final queda en agua de borrajas.

En resumen, una comedia de colegas con algún momento verdaderamente bochornoso (la «ruptura sentimental» entre Eddie y el simbionte o los intentos de Michelle Williams de seducirlo) con media película de tonterías sin mucho interés y otra media de acción desproporcionada digital que más parece un videojuego que otra cosa. Este Veneno sigue sin convencerme ni parecerse al que debería ser, pero la recreación de Matanza es ya para rogar a Andy Serkis que continúe interpretando a personajes digitales y deje la silla de dirección para otro.

 

Valoración: Tres sobre diez.

jueves, 28 de octubre de 2021

Visto en Netflix: CULPABLE

Pese a ser un remake de un film sueco, Culpable es una de esas películas marcadas por la dificultad de rodar en tiempos de pandemia.  Con un solo actor protagonista (más algún secundario fugaz) y unas cuantas estrellas invitadas prestando su voz,  y limitando su filmación a un espacio cerrado, es el rodaje ideal para compatibilizar con las recientes medidas de seguridad marcadas por el Covid-19.

Dirigida por Antoine Fuqua, se nota algo de encorsetamiento al tratarse de un director acostumbrado a la acción y los espacios abiertos.  Esto es, en cierto sentido, un trabajo de encargo, una manera de refugiarse en Netflix con una producción sencilla al servicio de un omnipresente Jake Gyllenhaal  que está en su salsa con todos los focos de atención sobre él, que consigue mantener una historia de intriga de madera más o menos efectiva siempre que se desconozca la película original, pues desvelados los giros, poco queda a lo que agarrarse.

Así, Culpable es una película pequeña pero efectiva, maximización sus escasos recursos, que puede recordar por  a formas a títulos como Buried, con Ryan Reynols  o Locke, con Tom Hardy, un formato que a Netflix le gusta bastante, como se pudo ver con títulos como Oxígeno, películas claustrofóbicas pero de presupuesto asequible.

Fuqua, pese a las limitaciones, se las apaña para para imponer un buen ritmo, jugado como puede con las pocas cartas de las que dispone y sacando el máximo partido de un actor,  Gyllenhaal (con quien ya había trabajado en Redención), que supera el desafío de cargar con toda la trama  a sus espaldas. 

De todas formas, aceptado la justificación de que las medidas sanitarias facilitaba este tipo de productos, Culpable no deja de tener cierto aroma a experimental,  añorando al Fuqua más explícito de Objetivo: la Casa Blanca o The Equalizer.

 

Valoración: Seis sobre diez.

Visto en Disney+: ¿QUÉ PASARÍA SÍ...?

Existen varios universos, superpuestos unos sobre otros. Eso, al menos, es lo que dictaminan los cómics de Marvel. Hay acontecimientos que marcan el futuro pero, en ocasiones, algo pude cambiar, una sutil diferencia que puede llegar a derivar en uno de esos nuevos universos alternativos.  Y Uatu, de la raza extraterrestre de Los Vigilantes,  es el único capaz de verlos todos. Esa era la premisa de la corrección de cómics What if? que por tierras españolas se tradujo como «¿Y sí…?» y ahora ha llegado el momento de incluir el multiverso en el mundo audiovisual del MCU.

La muerte de «El que permanece» en manos de Sylvie al final de la serie Loki rompió las barreras del multiverso, revelando, por el momento, su existencia y cuyas consecuencias no descubrirnos hasta Ant-man y la Avispa: Quantumania, a no ser que Spider-Man: sin camino a casa y sus vinculaciones con Bruja Escarlata y Doctor Strange nos adelante alguna pista de por dónde irán los tiros.

¿Qué pasaría si…?, la primera serie de animación del MCU, la adaptación de la mencionada serie de cómics, es una especie de aperitivo a ese multiverso que parece ser clave para la Fase Cuatro del Universo Marvel. Aparentemente, pese a estar dentro del canon, esto no es más que un simple divertimento, un lugar donde jugar con las diversas películas estrenadas en cine y retorcer sus posibilidades, ya sea cambiando la identidad de sus personajes (hay una Capitana América con el rostro de Penny Carter y un Star-Lord que no es Peter Quill, sino el príncipe T'Challa), ofreciendo versiones oscuras de algunos de ellos (tanto Doctor Strange como Hank Pym recorren ese camino) o incluso derivando en un desolador apocalipsis zombi.

Se trata, en apariencia, de historietas auto concluidas y sin vinculación tras con el resto del MCU, que, como todas las antologías, tienen una calidad irregular, con episodios muy planos alternándose con otros brillantes.  Con una animación tan extraña como hipnótica y la gracia de contar con la mayoría de actores originales poniendo voz a sus versiones animadas,  ¿Qué pasaría sí…? no pasa de ser, por ahora, un pasatiempo muy entretenido con sorpresa final que no debería tener más relevancia de la cuenta.  Pero sabiendo lo mucho que a Kevin Feige y los suyos les gusta jugar con nosotros,  ¿quién sabe si en algún momento veremos en live action a esa Capitana Carter o al imponente Visiontron (un amalgama entre Visión y Ultron).

Visto en Netflix: HAY ALGUIEN EN TU CASA

Con la festividad de Halloween a la vuelta de la esquina, las diversas plataformas se van poniendo las pilas para ofrecer su granito de arena en forma de película o serie con aroma a terror.

Hay alguien en tu casa es una de las propuestas de Netflix para animar el cotarro la noche de marras, un slasher universitario que bebe demasiado de las producciones de los ochenta y principios de los noventa, la edad de oro de los asesinos en serie fantasmagóricos,   sintiéndose ahora algo desfasada y fuera de lugar.

Dirigida por Patrick Brice, el mismo que con Creep y su secuela se las probaría muy felices pero que tras Ejecutivos agresivos la cosa se empezó a desinflar, poco hay a destacar entre su retiro Johan, la mayoría carne de cajón para el psicópata de turno.

Para no caer la mediocridad argumental, conviene buscar una excusa para justificar las matanzas, y en este caso en cuestión se trata de sacar a la luz los más terribles secretos de sus víctimas.  Al menos en principio,  ya que a medida que avanza el film los terribles secretos son cada vez más nimios,  pasando de un abusador maltratador y una influencer racista a temas tan triviales como amoríos secretos o identidades sexuales.

Como sucede con muchas propuestas modernas d esta índole, el problema de Hay alguien en casa radica en quedarse a medio camino de dos puntos.  Por un lado pretende ser lo suficientemente macabra como para hacer huir a un público familiar, pro tampoco alcanza los niveles de mala leche o casquería que hace disfrutar al fan más festivalero. Por otro lado, tampoco es que la trama proponga nada especialmente novedoso,  como podría ser la vuelta de tuerca de los bucles temporales que proponía Feliz día de tu muerte, por lo que al final nos encontramos con una propuesta que no molesta pero que tampoco está como para echar cohetes.

 

Valoración: Cinco sobre diez.

martes, 19 de octubre de 2021

Cine: SIN TIEMPO PARA MORIR

Desde que Daniel Craig llegara a la franquicia de James Bond las cosas empezaron a cambiar en la saga inspirada, cada vez menos, en el personaje literario de Ian Fleming. Craig ha dado vida a un Bond más rudo y contundente pero, a la vez, más sensible y romántico. Además, es la primera vez que una saga delimitada por la participación de un actor en concreto tiene su propio argumento continuista, pudiéndose decir que el bond de Craig es, a la vez, el de la saga de Spectre, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva.

Bueno, porque da a la franquicia una solidez al permitir un mayor y más creíble desarrollo de personajes. Malo, porque obliga a cada película a sufrir el lastre de los errores de las antecesoras. Y es que otra cosa que define al Bond de Craig es su terrible irregularidad. Aciertos como Casino Royale o Skyfall se alternaban con patinazos como Quantum of Solance y Spectre (la más decepcionante de todas), invitando a pensar, por una simple cuestión de alternancia (se dice que las películas buenas son las impares), que a Sin tiempo para morir le tocaba ser de las buenas.

Lo que más marca a Sin tiempo para morir es su marcado espíritu de despedida, quedando claro desde el primer momento que se trata del final de una etapa, no solo por las declaraciones del propio Craig diciendo que abandonaba para siempre al personaje, sino por la propia estructura narrativa de la misma, aunque ello tampoco era garantía de nada. A fin de cuentas, habían jugado la misma carta con Spectre, que también se suponía era el final definitivo de este Bond y cuyo epílogo (bond abandonándolo todo por una chica y la ilusión de purgar sus fantasmas con la pretensión de una familia de verdad) recordaba mucho al que tuvo el Batman de Nolan al final de El Caballero Oscuro: la leyenda renace.

Dirigida por Cary Joji Fukunaga, realizador quizá excesivamente valorado cuya ya lejana primera temporada de True Detective sigue siendo su mejor trabajo, la película adolece de un estilo visual propio digno de un director de tal renombre. Sí acierta en el ritmo, tan trepidante que uno apenas tiene tiempo de pensar en lo que está pasando en pantalla. Muchos son los que están alabando las virtudes de este último Bond, y la clave de ello está precisamente en ese ritmo tan adrenalítico que hace que uno se agarre fuerte a su butaca y sufra poniéndose en la piel del agente con licencia para matar. Solo en un segundo visionado, o si se toma la molestia de reflexionar un poco el film tras salir de la sala del cine, uno se da cuenta de lo ridículo (casi insultante por momentos) que puede resultar el guion, con uno de los peores villanos de toda la saga (y no me refiero a la de Craig solamente; el tal Lyutsifer Safin es posiblemente el villano más plano y burdo de las veinticinco películas oficiales), y no solo por culpa (que también) del trabajo de Rami Malek.

He comenzado diciendo que este Bond se aleja bastante del prototipo matón y mujeriego creado por Ian Fleming, y aunque eso no es necesariamente malo (ha tenido tiempo de evolucionar, adaptándose también a los tiempos más actuales), no deja de estropear un poco la esencia del personaje. No me termina de entusiasmar eso de tener a un Bond enamorado (y es algo que se arrastra desde la primera película y la dichosa Vesper), pero lo que sí me chirría es lo de que en cierto momento se rinda tan fácilmente.  A fin de cuentas, lo primero ya lo habíamos visto en 007 al servicio secreto de su majestad, película a la que Sin tiempo para morir rinde constantes homenajes; lo segundo, todavía no.

Mi principal problema con la película, aparte de un final de opereta que desvirtúa la historia del bond de Craig, es que va claramente de más a menos. Con la esperanza de que el personaje de Blofeld interpretado por Christoph Waltz tuviese una redención tras el fiasco de Spectre y quedarme con las ganas, hay un punto de inflexión en la película en la que el interés empieza a decaer terriblemente, en paralelo a los disparates que su guion propone. 

Es justo decir que ello es debido a un arranque majestuoso, con dos prólogos brillantes (el primero parece casi una película de terror, el segundo es una de las secuencias de acción más emocionantes y espectaculares de la franquicia) que provocan que los inevitables títulos de crédito iniciales lleguen casi a la media hora de metraje. Poco después nos encontramos con la chica Bond definitiva (y no, no me refiero a la insulsa de Léa Seydoux ni a una Lashana Lynch que compone un personaje prefabricado con aspiraciones a protagonizar un spin-off femenino que no me interesaría para nada): la Paloma de Ana de Armas. Con una aparición demasiado fugaz consigue comerse con patatas todas las piruetas argumentales y visuales de la película, consiguiendo no solo las secuencias más divertidas y la mejor lucha del film sino que sus secuencias terminan siendo las más recordadas de todo Sin tiempo para morir. Llegada casi como capricho de Craig (coincidió con Ana de Armas en Puñales por la espalda), su Paloma sí sería merecedora de una película propia (o una saga entera, ya que estamos). Luego llegaría el momento de Jeffrey Wright/Felix Leiter, emotivo como el que más. Y de ahí, hacia abajo.

Insisto, Sin tiempo para morir no es para nada una película aburrida. Si se consigue no pensar demasiado en lo que se está viendo puede llegar a ser muy disfrutable, con Hans Zimmer jugando a ser John Barry, Aston Martins a tutiplén y todos los homenajes que hayan podido caber para un fin de ciclo digno pero insuficiente. Al fin de cuentas, estamos ante una película de casi tres horas que nunca se hace pesada, por más que algo de tijera le habría sentado muy bien.

 

Valoración: Seis sobre diez.

sábado, 16 de octubre de 2021

Visto en Netflix: EL JUEGO DEL CALAMAR

Muchas veces he empezado un comentario aludiendo al hecho de que iba a tratar la nueva serie de moda de Netflix. Sin embargo, lo que está consiguiendo El juego del calamar está rompiendo todos los moldes, batiendo récords y siendo el tema de conversación principal en reuniones familiares o de amigos. E incluso, de manera preocupante, de colegios.

Está claro que, por el motivo que sea, lo coreano está de moda. Tras la imparable expansión musical del K-pop, ahora es turno de su rico espectro audiovisual. Solo por poner algún ejemplo, podría mencionar la influencia que actualmente ejerce en el cine de terror (más concretamente de zombis) como demuestra Tren a Busan y su secuela o la magnífica serie de The Kingdom, su capacidad para arrasar en unos premios tan elitistas como los Oscar con Parásitos o la gran cantidad de realizadores surcoreanos (Park Chan-Wook, Bong Joon-Ho, Yeon Sang-ho… ) que son referentes en Hollywood.

Pero, ¿es realmente para tanto? Dejando claro que la serie me ha gustado, la verdad es que no. Con innegables reminiscencias de Battle Royale (y por extensión de otros productos derivados como Los juegos del hambre), el recurso de concursos demenciales en los que el perdedor muere ya lo ha tratado incluso Stephen King, con su novela Perseguido, se  libremente adaptada al cine allá por 1987. El juego aquí está en mezclarlo con una fórmula más propia del torture-porn, acercándose a productos del estilo Saw o, sobre todo, Cube.

Podría parecer a simple vista que El juego del calamar sea una serie fresca y novedosa, pero en realidad responde al resultado de una fórmula muy calculada que basa su éxito en un ritmo endiablado (pese a que la narrativa propia del cine coreano ralentice en algunos momentos la acción, sobre todo por sus diálogos), haciendo sus cliffhangers que se torne adictiva y se devore en un suspiro.

Sin ser recomendable para un público infantil (y la polémica que está creando por ello) pero sin ser tampoco tan explícita y agresiva como podría parecer, todo en la serie funciona como un reloj, facilitando que sus deficiencias queden camufladas por sus virtudes.

De manera que la premisa de la serie no es precisamente original (hace poco la misma Netflix produjo la japonesa Alice in Borderland que juega más o menos o menos en la misma liga), pero la forma en que está ejecutada y su ritmo adrenalítico la convierten en una apuesta ganadora, logrando que pese a su, a priori arriesgada apuestas, acabe convirtiéndose en una serie familiar casi para todos los gustos.

Cine: REMINISCENCIA

Hace ya un tiempo que vi esta película, pero no había encontrado tiempo para hablar sobre ella, de manera que ya se ha caído de las salas de cine. No obstante, lo mismo habría sido si me hubiera puesto con ello la misma semana de su estreno, pues su paso por las carteleras ha sido realmente efímero. Ello se debe a varios motivos, como puede ser su pobre promoción publicitaria o su calidad irregular, pero principalmente a que ha llegado precedida de la noticia de ser el peor estreno en la historia de cine en Estados Unidos. Recaudar apenas dos millones habiendo sido estrenada en más de 3000 salas es una cifra ridícula incluso en tiempo de pandemia, más teniendo en cuenta sus ambiciones y el nombre de sus implicados.

Pero, ¿es realmente tan mala? Pues probablemente no. Cuenta con el esfuerzo y carisma de Hugh Jackman, la presencia  siempre brillante de Rebecca Ferguson (muy por debajo de su trabajo en Dune, eso sí) y con la dirección de Lisa Joy, co-creadora de Westworld. Su pecado principal es que tiene un ritmo lento y anodino que, pese a las ambiciones comentadas, la hacen sumamente aburrida. Es esa ambición, quizá, la primera responsable del descalabro, ya que sin ser una película barata tampoco es que cuente con un presupuesto suficientemente generoso como para mostrar en pantalla lo que pretende.

Reminiscencia bebe mucho de la literatura de Philip K. Dick, pretendiendo aunar la ciencia ficción con un cine negro que se me antoja apolillado, siendo más una colección de tópicos donde no puede faltar ni la molesta voz en off ni la manida (y casi ridícula por lo estereotipada) femme fatal. Joy se ha visto unas cuantas veces Blade Runner, pero está claro que no las suficientes.

Al final, la historia conformada a base de recuerdos que podría reflexionar también sobre las adicciones y la obsesión se vuelve confusa y muy plana, algo lastrada también por una realización falta de garra que evidencia en todo momento sus orígenes televisivos.

Eso provoca que la parte noir resulte poco interesante, principalmente en su temible tramo central, mientras que el mundo que propone (una sociedad futura en ciudades inundadas) no es más que un mero decorado del que apetecería saber mucho más.

En fin, que sin ser merecedora del descalabro épico, tampoco es que hayan demasiados motivos para defenderla, siendo una más en la lista de películas sobre lo que podría haber sido pero no fue.

 

Valoración: Cuatro sobre diez.