viernes, 29 de julio de 2022

Visto en Netflix: RESIDENT EVIL

Parece ser que ya es el momento definitivo para dejar atrás la franquicia de películas de Resident Evil de Paul W. Anderson y Milla Jovovich y mirar al futuro con ojos nuevos (sin olvidar que por en medio ha habido diversas películas de animación más o menos interesantes).

Esta vez en formato serie, Resident Evil es una propuesta de Netflix que pretende ser más o menos continuista de los juegos (ahí no puedo opinar demasiado; he jugado a un par, pero no soy plenamente conocedor de la saga) y nos traslada a un futuro donde lo sucedido en Raccon City es cosa del recuerdo pero demostrando que en Umbrella no han aprendido de sus propios errores.

Dividida en dos líneas temporales, la serie nos va contando como esa nueva Umbrella nos va a llevar de nuevo a un apocalipsis zombi mientras que en paralelo vemos las andanzas de la protagonista en ese futuro desolador, complementándose una línea con la otra.

Muchas de las críticas a la serie han venido precisamente por esa estructura, pero eso es lo que más me ha gustado a mí, sobre todo en su arranque, permitiéndome disfrutar de la sangre y la violencia propia de las producciones de género Z y ofreciéndome a la vez una historia familiar y de intrigas empresariales que me estaba gustando bastante. El problema radica en que no siempre están bien medidos los tiempos, y cuando la serie se queda más tiempo de la cuenta en una de las dos líneas temporales puede llegar a abrumar, desvelando que ninguna de las dos tramas (ni los personajes involucrados en ellas) son tan interesantes por sí solos como para mantener la serie en pie. Además, cuando más se pone la carne en el asador (sobre todo a partir del séptimo episodio) más se notan las carencias de un buen trabajo de realización, topándome con planos torpes y desganados que casi caen en el ridículo, algo más grave aún si consideramos que es un momento de la trama que debe tomarse muy en serio para no volverse demasiado absurda. Eso y un clímax final algo flojo son las principales pegas que pongo a una serie que, por otro lado, me ha entretenido bastante.

Aplaudo la valentía de Netflix por no cortarse en cuestiones de sangre y el presupuesto parece lo suficientemente generoso para que todo luzca muy bien, incluso cuando se muestran seres monstruosos sin que den demasiado cante.

Así pues, considero que como serie de zombis merece que se le dé una oportunidad, aspirando (de no ser por ese mencionado gore) a ser más familiar y abarcar a un target más amplio de lo previsible.

Eso sí, los que esperen encontrarse con una traslación literal de los videojuegos quizá deban seguir esperando otra oportunidad. No creo que haya aquí mucho del espíritu de estos.

Cine: MEN

Resulta sumamente complicado hablar de Men sin desvelar nada de lo que sucede en pantalla. La fórmula sencilla sería decir que trata sobre la toxicidad masculina y que se podría resumir en «lo malos que son los hombres», pero eso distaría mucho de la verdad.

El propio director, Alex Garland, ya advirtió en la presentación del film que había construido la película en un 50%, obligando a que el 50% restante la construya el propio espectador.

Así, Men es una película sin un argumento demasiado lineal ni final, dejando que cada uno se monte la historia en su cabeza.

Ello implica pagar un peaje que para algunos es excesivamente caro. Y es que no hay duda de que Men no es una película para todos los gustos, quizá demasiado contemplativa en su arranque y abusando del surrealismo más grotesco en su parte final. En la sala en la que la vi (no demasiado llena, por cierto), la mayoría del público salió entre estupefacto e indignado, y es que los cien minutos de imágenes que Garland nos propone no son fáciles de digerir.

Y, sin embargo, se trata de una de las películas más bellas del año, con una presentación tan hermosa como escalofriante (la escena del túnel es magistral) y que demuestra lo que se puede llegar a conseguir cuando a un buen director se le da una libertad creativa total y se huye de los convencionalismos que solo buscan asegurarse una buena taquilla. Tanto es así, que Garland consigue concluir una película de terror hermanada en lo visual al Ari Aster de Midsommar y convierte en accesible el cine de Robert Eggers, conformando así un trío de cineastas de lo más imprescindible en el cine de género actual.

Interpretativamente, el trabajo de Jessie Buckley y Rory Kinnear es magistral, la primera echándose todo el peso del film a sus espaldas y el segundo demostrando una capacidad de transformación difícil de creer.

Harper es una joven que ha sido testigo del suicidio de su marido en pleno proceso de divorcio. Tratando de dejar atrás su pasado decide alquilar un bucólico caserón en la campiña británica, pero  el sentimiento de culpa la va a perseguir desde Londres. Pro, ¿es realmente culpa o se trata de una manipulación de la sociedad y los convencionalismos morales que la obligan a cargar un peso que no le corresponde? ¿Seguimos acaso maniatados por los ecos de un machismo que se niega a abandonarnos? Estas son algunas de las preguntas que se sugieren mientras nos muestrean paisajes capaces de enamorar junto a una colección de hombres que simbolizan diversos estratos de la masculinidad y a los que Harper debe enfrentarse ya sea de manera sutil (la lengua viperina y venenosa del cura) o totalmente contundente (el acosador desnudo).

Es brillante como Garland pueda hacer cambios de registro tan brutales como los de esta película y como el desconcierto y la incomodidad pueden invadir al espectador y perseguirlo finalizada la sesión con ese clímax final completamente gore tan desagradable como hipnótico.

Men, permitidme insistir en ello, no es una película para todos los gustos, pero creo que todo el mundo debería darle una oportunidad, aunque sea solo para poderla odiar con conocimiento de causa. Y es que, como el buen arte (que en el fondo es lo que Men es), lo que es indiscutible es que la película no va a dejar indiferente a nadie.

 

Valoración: Ocho sobre diez.

miércoles, 27 de julio de 2022

Reflexiones: EL DÍA EN QUE KEVIN FEIGE NOS CALLÓ LA BOCA A TODOS.

Hace unos días, a raíz del estreno de Thor: Love and Thunder, reflexionaba sobre el extraño deambular de la Fase Cuatro del MCU, el Universo Cinematográfico Marvel y la sensación de que no había un plan establecido, pareciendo ser todo obra de la improvisación.

La proximidad de la Comic Con de San Diego invitaba a la esperanza, más cuando el propio Kevin Feige había asegurado que en breve lo veríamos todo claro, pero los rumores apuntaban a que Marvel se iba a reservar las sorpresas para su propia fiesta, la D23, es decir, la convención exclusiva de Disney que llegará en septiembre. Sin embargo, el mandamás de Marvel nos ha dado un buen zasca y ha mostrado todos los ases guardados bajo la manga, demostrando que sí saben lo que están haciendo (otra cosa es que lo hagan mejor o peor, que hay gustos para todo) y cuál es el futuro. De hecho, ya sabemos que las Fases Cuatro, Cinco y Seis estarán encadenadas y que juntas formarán la Saga del Multiverso.

Como rectificar es de sabios (y a la espera de que en la D23 se agregue alguna sorpresa más), es justo hacer un rápido repaso de todo lo que está por llegar y tratar de buscarle un sentido, aunque ya advierto que no todo estará conectado y que muchas escenas postcréditos siguen en el aire.

Antes de empezar, recordar lo que nos queda en esta Fase Cuatro, que ya sabemos que concluirá el once de noviembre con la película de Black Panther: Wakanda Forever, cuyo primer tráiler es sublime. Por el camino, nos encontraremos, el 10 de agosto, la serie animada de Yo soy Groot y, apenas una semana después, el debut de la prima de Hulk: She-Hulk: abogada Hulka. En Navidad, además, tendremos el especial de Guardianes de la Galaxia.

Entrando ya de lleno en la Fase Cinco, el pistoletazo de salida lo darán Ant-Man y La Avispa en su tercera película: Quantumanía, que el 17 de febrero de 2023 nos dará más datos sobre Kang, supuesto gran villano de la saga, del que empezamos a saber algo en la serie de Loki.

De ahí saltamos a Disney+ con Secret Invasion (primavera), en la que retomaremos el tema de los Skrulls y sabremos lo que ha estado haciendo todo este tiempo Nick Fury. ¿Se dejará ver por ahí Monica Rambou o nos la reservarán para The Marvels?

Volvemos a la pantalla grande con Guardianes de la Galaxia, vol. 3, que ya sabemos que será la despedida del grupo tal y como lo conocemos y que promete cambiar las carcajadas por alguna lagrimita. Será el cinco de mayo.

De nuevo en el streaming, en verano tendremos dos estrenos consecutivos. En el primero sabremos la historia de Echo tras lo acontecido en la serie de Ojo de Halcón, mientras que la trama de Kang y los problemas con el multiverso posiblemente avanzarán en la segunda temporada de Loki.

Más problemas cósmicos se sucederán en The Marvels, donde veremos juntas a la Capitana Marvel, Ms. Marvel y, probablemente, Photón. Habrá que esperar el 28 de julio para saber si la película sigue la trama de Secret Invasion, continua el hilo del Multiverso o va por su propio camino.

Mucho más terrenal y terrorífico parece ser lo que rodea a Blade, el cazavampiros al que veremos en cine el 3 de noviembre y donde se espera haga acto de presencia también El Caballero Negro tras su aparente presentación en Eternals.

Volvemos a las series, pues en otoño tenemos Ironheart, donde Riri Williams seguirá el legado de Iron Man, en invierno llegará Agatha: coven of chaos (¿quién sabe si para explicarnos si La Bruja Escarlata continua viva?) y empezaremos el 2024 con Daredevil: Born Again. Muchas especulaciones sobre esta última, donde Charlie Cox volverá a ponerse el traje, sin que tengamos por ahora muy claro hasta qué punto será fiel a lo planteado en las tres temporadas de la serie de Netflix pero con una cosa clara: con 18 episodios será la serie más larga de Marvel hasta la fecha.

Y la despedida de la Fase debe ser por todo lo grande con dos apuestas cinematográficas. En Captain America: New mundial orden veremos la primera aventura en solitario de Sam Wilson con el uniforme del Capi tras la serie que compartió con Soldado de Invierno (del que no hemos vuelto a saber nada) mientras que Thunderbols reunirá, tal y como aventuré, al grupo de antihéroes que empezó a reunir Valentina Allegra de Fontaine y de la no hemos vuelto a saber nada en algún tiempo.

En resumen, una temporadita cargada de títulos (seis películas y seis series) en las que vamos a seguir descubriendo personajes nuevos y ampliando el catálogo de héroes Marvel a la par que comprobamos que el camino hacia la destrucción se va construyendo. Parece que las incursiones de las que se hablaba en Dr. Strange en el multiverso de la locura son ya una realidad y todo va a derivar, tal y como fabulaban algunos, en una versión de las Secret Wars de Hickman.

Efectivamente, toca hablar de la Fase Seis, marchándonos ya hasta finales de 2024 (el 8 de noviembre, concretamente), con la esperanza de poder ver, ahora sí, una buena película de Los 4 Fantásticos, el grupo que dio origen, en el comic, a todo el Universo Marvel y que la industria del cine nunca ha sabido tratar como se merecían.

Y tras la llegada del equipo capitaneada por Reed Richards al MCU explota al fin la bomba: seis años después de End Game vuelven Los Vengadores, y lo harán por partida doble: con dos películas que se estrenarán con tan solo unos meses de diferencia (2 de mayo y 7 de noviembre). Será ya en 2025 y Feige nos ha dado incluso sus títulos: The Kang Dinasty y, efectivamente, Secret Wars.

Hago un paréntesis para explicar esto de las Secret Wars: En los cómics hubieron dos Secret Wars (la primera de ellas tuvo secuela, pero eso no viene al caso ahora). En 1984 el editor de Marvel por aquel entonces, Jim Shooter, se sacó de la manga una exitosa miniserie que enfrentaba a los principales héroes y villanos de la casa en un evento rompedor que, en realidad, formaba parte de un acuerdo con Mattel para renovar personajes y vender más figuritas. El invento fue un éxito y la saga se volvió mítica. Tanto, que sirvió como referencia, en 2015, para unas nuevas Secret Wars de la mano del guionista Jonathan Hickman con la que culminaría una larga etapa escribiendo a Los Vengadores y Los 4 Fantásticos. En ella, se plantea todo el tema de las incursiones y el colapso de los universos que ya se anunció en la película de Sam Raimi, por lo que todo indica que serán estas segundas guerras secretas las que se adaptarán (más o menos) en la pantalla grande.

Y con esto llegamos al fin de novedades anunciadas en la ComicCon, y aunque se han dado muchos títulos y se han aclarado muchas cosas, siguen quedando muchas preguntas en el aire que ya formarán parte de las especulaciones hasta que hayan nuevas revelaciones en la D23 o, ¿quién sabe?, en la ComicCon del año próximo.

Que no se haya sabido nada de Spider-man es lógico, ya que a día de hoy los derechos continúan en manos de Sony y serán ellos quienes revelen si hay planes (que ya os digo yo que sí) para un Spider-man 4 con Tom Holland (y mucho está tardando ya en aparecer por aquí Miles Morales). Pero entre os títulos que quedan por revelar de la Fase Seis deberíamos tener, al menos, otro film de Dr. Strange para desarrollar esa escena postcréditos en la que se nos presentaba a Clea. También sorprende que no se haya hablado nada de Los Jóvenes Vengadores, por lo que apuesto a que tendrán su oportunidad en esa misma fase, lo mismo que la esperada llegada de los mutantes. Más inciertos son los futuros de los Eternos y Shang-Chi, aunque no veo complicado unir las tramas pendientes (la marcha de los Eternos en busca de sus compañeros, la aparición de Eros y los peligros de los Diez Anillos de Poder) con la crisis del multiverso: al fin y al cabo, son subtramas relacionadas con la parte cósmica de Marvel. Más dudas me dejan la posible recuperación del resto de los Defensores de Netflix, teóricamente canon, o si se piensa hacer algo con los personajes de la serie de SHIELD. ¿Y qué pasa con el anunciado regreso de Thor? Eso solo por mencionar lo más gordo que tiene Feige en su bandeja de pendientes.

Como veis, siguen quedando muchas preguntas en el aire, así que el aluvión de novedades presentadas el sábado pasado no implica que no queden sorpresas con las que recrearnos en el futuro. Y todo eso de las Secret Wars, a falta de confirmaciones oficiales, va a ayudar a que aumenten las especulaciones sobre hipotéticos retornos gloriosos como los de Chris Evans o Robert Downey Jr., aunque sea en versiones de otro universo.

Lo único que sabemos seguro es que ya podemos empezar a cuadrar agendas. Nos espera unos añitos de aúpa, y en noviembre de 2025 nos volverá a estallar la cabeza a todos, eso seguro.

martes, 26 de julio de 2022

Visto en Netflix: LIVE IS LIFE

Resulta un canto curioso ver a Dani de la Torre acometer una película de estas características, acostumbrados como nos tenía a un cine más negro, como El desconocido, La sombra de la ley o la serie de Movistar+: La Unidad.  Y es que Live is life es, sin llegar a ser una película infantil ni necesariamente familiar, una comedia dramática muy amable sobre el paso de la infancia a la adolescencia cuya fuente de inspiración principal (y que el título de la misma corresponda a una canción no me parece casual) es la maravillosa Stand by me (Cuenta conmigo en español) de Rob Reyner, inspirada en el no menos genial relato de El Cuerpo de Stephen King.

De la Torre recurre a muchos de los tropos vistos en la historia de King, como el recorrido metafórico por una zona montañosa, la búsqueda de un elemento misterioso (aquí mucho menos escabroso) y la rivalidad con una panda de mayor edad. Pero más allá de eso, es también el retrato de una época, un viaje sin abusar en la nostalgia (no es que estemos hablando de Strangers Things ni sus imitadoras) mucho más acertado que otras propuestas de carácter más realista pero que a mí me funcionaron mucho menos como Estiu 1993.

La historia, poco creíble, eso hay que reconocerlo, cuenta como cinco amigos se reúnen en un pueblo de Galicia para pasar las vacaciones de verano y deciden emprender una ruta por la montaña (una Ribeira Sacra estupendamente fotografiada) en busca de una supuesta flor mágica capaz de curar cualquier mal durante el amaneces de San Juan, un mcguffin sin demasiada importancia que solo sirve como excusa para la aventura que hará que ese verano sea especial para todos ellos, un verano de desafíos y descubrimientos y que va a ser, posiblemente (aunque la película no lo diga claramente), el último de todos.

Con alguna persecución y pelea que recupera al De la Torre más clásico, la película versa también alrededor del cáncer (motivo que animó al director a rodarla, en tributo a su propia madre), lo cual es tema habitual de Albert Espinosa, creador de Planta 14, Polseres vermelles o Héroes, siendo este posiblemente su mejor trabajo.

En resumen, una película emotiva, algo floja si nos ponemos serios con su verosimilitud, pero que cumple con su objetivo de hacer que todos los que pasamos largamente de los cuarenta recuperemos una niñez ya apolillada, bajo el slogan (no siempre certero) de que todo tiempo pasado fue mejor.

 

Valoración: Siete sobre diez.

domingo, 24 de julio de 2022

Cine: PADRE NO HAY MÁS QUE UNO 3

Puede que sea por tratarse de una película navideña en plena ola de calor veraniego. Puede que sea  por el hastío que me provocó la película anterior de Segura, A todo tren, a la que aquí se homenajea. Puede que sea, simplemente, por el hecho de ser una tercera parte que ya no da mucho más de sí. El caso es que Padre no hay más que uno 3 me daba una pereza terrible, pese a que las dos películas anteriores me gustaron bastante.

Una vez vista, me temo que esa sensación de pereza no solo no se me ha quitado, sino que incluso me da la sensación de que se ha propagado al otro lado de la pantalla, como si a ellos mismos les diera pereza hacerla, al menos hasta el momento de cobrar el cheque (y que la canción final sea un simple remiendo de un tema existente en lugar de algo original es buena prueba de ello).

Si algo bueno tiene la película es que esta vez los niños son os verdaderos protagonistas de la función, llevando en muchos momentos el peso de la película, no como en la primera entrega, con un Segura omnipresente, o la segunda, donde la entrada de Loles León era como un elefante en una cristalería. No es que aquí no estén presentes, pero sus tramas son las que menos importan, llegando incluso (en el caso de la de León y Carlos Iglesias) a molestar.

Aquí los niños llevan el timón, y sus gracietas consiguen mantener más o menos a flote la película, pese a que a medida que crecen se van notando más sus limitaciones interpretativas y la repetición de roles de films anteriores.

El problema principal que tengo con la película es que me resulta más simpática que graciosa, midiendo sus fuerzas según el cariño que uno pueda haberle cogido a los personajes, de manera que se me asemeja más a un episodio de cualquier sitcom familiar de los noventa que a otra cosa.

Supongo que los fans incondicionales de Segura y su prole (incluyendo cameos donde prima más el chiste fácil que el talento) podrán disfrutar de esta nueva peripecia familiar, pero me parece claro que su talento se está agotando y poco queda de ese supuesto genio que rompió moldes con su interpretación en El día de la Bestia y que se reinventó en Torrente, una saga que podrá gustar más o menos pero que es por derecho propio un clásico de nuestro cine.

La película se abre con el propio Segura presentándola, una referencia directa a Tom Cruise y su Top Gun: Maverick, y se cierra con un aviso de que Padre no hay más que uno 4 será una realidad más tarde o temprano (al más puro estilo Marvel y su: Thor volverá, por ejemplo). Y aunque deja claras sus intenciones de que tampoco es que tenga prisa, los resultados en taquilla invitaban pensar que no habrá que esperar mucho para ver cómo se vuelve a estirar de un chicle que cada vez tiene menos sabor. Al final, Segura se puede permitir hacer lo que le venga en gana, y estrenar una película navideña ahora es el mejor ejemplo de ello.

 

Valoración: Cinco sobre diez.

Vista en Netflix: EL AGENTE INVISIBLE

Por si acaso no fuera suficiente con las expectativas por ver la siguiente gran película de los hermanos Russo tras Vengadores: End Game (y dejo de lado Cherry porque no dejaba de ser una película relativamente pequeña, poco comparable a esto), encima nos encontramos con el film más caro de Netflix hasta la fecha y la mayor apuesta para el presente año, una de esas películas, como Alerta roja, destinada a batir records de reproducciones y con la aspiración de ser el comienzo de una lucrativa franquicia).

Para ello, los Russo han adaptado una novela de Mark Greaney, trayéndose de Marvel a los guionistas con los que fueron de la mano desde Capitán América: El soldado de invierno, Christopher Markus  y Stephen McFeely, y a su protagonista, Chris Evans, a los que han acompañado de un efectivo y contundente Ryan Gosling (mola verle salir de vez en cuando de su área de confort) y a una Ana de Armas que parece una mezcla entre la Paloma de Sin tiempo para morir y la Viuda Negra de Scarlett Johansson.

El agente invisible es una película vibrante, con grandes dosis de acción y espectacularidad, que, como si homenajeara a James Bond, nos lleva de un lado para otro del planeta sin dar un segundo de respiro y jugando a las intrigas de espionajes poco sutiles sin complicarse la vida con dobles agentes ni giros imprevisibles. El agente invisible es pura adrenalina y para ello los Russo han demostrado todo su talento, con coreografías de lucha brillantemente estudiadas y planos vertiginosos que recuerdan mucho a Ambulance, de Michael Bay, y su uso de drones.

Así, pues, estamos ante una película emocionante, ágil y muy divertida, donde los actores están todos estupendos (hay por ahí algún que otro secundario de lujo) y con un ritmo frenético que contagia la adrenalina al espectador.

¿Dónde podemos poner, pues, algún pero? Pues por decepcionante que parezca, en su guion.  Markus y McFeely, que tan bien se las apañaros para retratar el viaje de Steve Rogers desde sus inicios en Capitán América: el primer vengador, fallan aquí en el aspecto emocional, ofreciéndonos unos personajes sin alma de los que apenas conocemos nada que nos permita empatizar más allá de cuatro retazos sobre el padre de Gosling a todas luces insuficientes. Por ello, sin el factor emocional con el que conectar, la película se disfruta mucho, pero no deja poso, haciendo que sea una película más de acción, muy bien hecha pero sin aportar nada verdaderamente importante a otras muchas que hay similares. De hecho, es poco probable que nadie que haya disfrutado de ella mantenga en su recuerdo demasiado apenas pasen unos meses.

Ese es el problema de una película que, por otro lado, es muy efectiva y da lo que promete. Espectáculo de primera pero sin dejar demasiada huella.


Valoración: Seis sobre diez.

viernes, 22 de julio de 2022

Visto en Amazon Prime: THE BOYS, T3

Con algo de retraso he podido terminar ya la tercera temporada de The Boys y debo reconocer que el resultado ha sido más que satisfactorio. Tras una temporada dos que me resultó algo más plana (quizá por haberme recuperado ya de la bofetada que supuso su primera temporada), quizá más pendiente de provocar que de narrar (algo que se está convirtiendo en una preocupante moda viendo el éxito de cosillas como El Pacificador), en esta nueva tanda de episodios la serie de Amazon Prime levanta el vuelo y consigue que la pugna entre Patriota y Carnicero sea más electrificante que nunca, aunque para ello se deba pagar el peaje de ver poco en acción al resto de Los Siete, alguno de los cuales apenas luce en pantalla.

Ello no significa que la serie haya dejado de lado su vertiente coral, habiendo subtramas interesantes para cada uno de los protagonistas, estén en el bando que estén, pero se apuesta casi más por su faceta humana que por la superheróica (y es que en algún sitio hay que recortar gastos), y eso siempre se echa en falta en una serie de estas características.

De todas formas, tampoco es una temporada perfecta, ya que se siente como que se ha perdido el rumbo con algún personaje que nunca han sabido tratar bien (estoy pensando, por ejemplo, en Negro Oscuro) o el hecho e que, pese a todo lo que sucede en esta temporada, al final las cosas queden más o menos como estaban, necesitando la serie, quizá, de alguna baja significativa en el bando de «los buenos» para poder sentir de verdad el peligro y la presión a la que están sometidos.

Puede que, en el fondo, las virtudes y los problemas de esta serie radiquen en lo mismo: la provocación. Es tanto el afán de ir más allá de lo que nadie se ha atrevido nunca que se pierde por el camino el resto de virtudes. El ejemplo más claro de ello es el capítulo clave de esta temporada, Herorgasm, el más publicitado de toda la temporada y que provocó que la semana de su emisión fuese el centro de todas las conversaciones, provocando, por el contrario, que el clímax final de la serie quedase opacado. Además, el episodio en cuestión es, posiblemente, el mejor de la temporada, pero no por lo que se presuponía. Al final, la fiesta sexual de los superhéroes tampoco ha sido para tanto y ha dejado en un segundo plano a la mejor pelea de la temporada, ese brutal enfrentamiento entre Carnicero, Patriota y Soldier Boy al que no iguala ni siquiera el del clímax final. Es un caso claro de cuando los árboles no permiten ver el bosque.

Como sea, si se entra en el juego y se acepta las salvajadas de The Boys, la propuesta sigue siendo muy divertida y gamberra, sangrienta hasta el ridículo y traspasando límites a los que Marvel y DC no van a llegar nunca, lo cual no es por definición algo necesario.

Habrá cuarta temporada, y estaremos aquí para disfrutarla, pero ¡ojo!, pues si bien esta es superior a la segunda, no estoy muy seguro de cuanto se pueda seguir estirando la cosa. En los comics, al menos, el impacto decayó pronto. Ya veremos lo que sucede con la serie…

Visto en Netflix: PERSUASIÓN

Por más que pasen los años y las modas, Jane Austen siempre será una autora representativa de un estilo y unas tramas imperecederas, que obliga que sus novelas sean revisitadas una y otra vez. Cada poco tiempo hay una nueva película de Orgullo y prejuicio (incluso con zombis de por medio), Emma, Mansfield Park o, la que nos ocupa, Persuasión, que resultó ya una obra póstuma.

Lo malo es cuando se piensa que ese romanticismo victoriano ha quedado desfasado y se pretende revitalizar el género modernizándolo. En ocasiones sale más o menos bien, como el discurso feminista que Greta Gerwig subrayó en su versión de las Mujercitas de Louisa May Alcott, pero que en otras ocasiones, como es esta película de Carrie Cracknell, rechina, dejando un regusto agridulce.

Dakota Johnson, todavía tratando de limpiarse de los estigmas de Cincuenta sombras de Grey, es la encargada de llevar todo el peso de la película y, sin mucho esfuerzo, se convierte en lo mejor de la misma. Sus sonrisas y miradas invitan al espectador a ser cómplice de su historia aunque el juego de romper la cuarta pared no es lo que más casa con una obra de Austen y uno termina por cansarse de las continuas conversaciones de Anne con la cámara, llegando a convertir alguna secuencia en un chiste involuntario.

Por supuesto, a poco dedicada que sea Cracknell, la historia detrás del guion tiene la suficiente fuerza como para que la película llegue a funcionar en su propuesta dramática, pero todo lo que pretende ser novedoso (como el casting inclusivo) se vuelve en su contra, impidiendo además que uno distinga otros valores en la película que pudieran hacerla volar más alto.

Al final, nos tenemos que conformar con «otro drama romántico de época» más que, aparte del buen trabajo de la Johnson, poco aporta a la historia, quedando muy por debajo de la versión televisiva que protagonizara en 2007 Sally Hawkins y donde el resto del reparto, en el que se encuentra alguna que otra cara reconocible, apenas pueda brillar.

 

Valoración: Cinco sobre diez.

viernes, 15 de julio de 2022

Reflexiones: EL ERRÁTICO CAMINO DEL MCU

Llevamos ya un año y medio desde que dio comienzo oficialmente (tras los retrasos impuestos por la pandemia) la Fase Cuatro del MCU tras la brillante conclusión de la llamada Saga del Infinito y lo cierto es que aún no sabemos cuál es el tema central de esta nueva colección de películas.

Cierto es que no todos los títulos de las Fases Uno, Dos y Tres estaban vinculadas a Thanos y su obsesión por las gemas, o al menos no lo sabíamos por aquel entonces (como en el caso, por ejemplo, de Thor: El mundo Oscuro), pero sí se iban viendo pequeñas miguitas que invitaban a pensar en un tapiz que terminaría por ofrecernos una espectacular panorámica.

Algo que, por cierto, se fue incrementando en las últimas películas, cuando ya el Universo Cinematográfico Marvel estaba asentado y Kevi Feige y sus chicos decidieron pisar el acelerador hacia la épica conclusión.

No hay ni rastro de esa sensación en las nuevas películas tras el epílogo que supuso Spider-man: No way home. Muchas escenas postcréditos, muchos caminos abiertos, muchos personajes nuevos pero nada que nos indique que hay un plan definido tras todo ello. Sí, ya sé que a priori un año y medio puede parecer poco tiempo, pero si tenemos en cuenta que en ese año y medio se han estrenado  ya seis películas y otras tantas series (dejando de lado What if?), la cosa cambia. El otro día aluciné con el dato aportado por Espinof revelando que lo que llevamos de Fase Cuatro se puede traducir en 49,5 horas (aquí sí está incluida la serie de animación), que equivalen casi a las cincuenta que suman las tres fases anteriores en total.

El caso es que las escenas postcréditos nos habían acostumbrado a que servían (chistes tontacos aparte), para ponernos los dientes largos de cara al futuro, pero en esta fase son tantas las puertas que se están abriendo que me resulta imposible adivinar por donde van a ir los tiros. O eso parece, ya que según Feige se han dado las suficientes pistas para conocer el plan de ruta trazado, aunque en breve sabremos más cosas al respecto (en la inminente ComicCon de San Diego o, más probablemente, en la D23). Yo no soy capaz de vislumbrar ese teórico camino (más allá de los rumores –o deseo de los fans, que no es lo mismo- sobre unas Secret Wars que, si se parecen en algo a las de Hickman, poco me interesan), pero por si vosotros sois más espabilados, voy a hacer un ligero repaso a lo que sabemos hasta ahora.

Si empezamos en como terminó todo, hay que recordar que en las escenas postcréditos de Spider-man: Far from home se revelaba que los Nick Fury y Maria Hill que estaban en la Tierra no eran los reales y que el verdadero Fury estaba liderando una base espacial, sin duda una puerta de entrada a la Invasión Secreta que adaptará la saga en la que los Skrulls (villanos en los comics) han suplantado a varios héroes desde hace años. Esto podría enlazar con las pistas que nos daban al final de Bruja Escarlata y Visión, donde Monica Rambou era requerida por los Skrull para reunirse con… ¿Fury? ¿Capitana Marvel? Sea cual sea de los dos, esto podría resolverse tanto en The Marvels (película) como en Invasión Secreta (serie), aunque tocará esperar hasta final de año. Al menos, esta línea argumental tiene otra pista, la que se nos presenta en la última escena de Ms. Marvel.

Otra línea argumental es la que se dice podría derivan en los Thunderbolts, una de las mejores series de comics de los noventa cuya adaptación no tendría nada de fiel y debería conformarse con copiar el concepto en la que derivó (villanos redimidos haciendo de héroes). Este rumor proviene del papel de nexo común (tal y como en la Fase Uno hacía Fury) que parece desempeñar la Baronesa Allegra de Fontaine. Ya la hemos visto reclutar al U.S.Agente en Falcon y el Soldado de Invierno y a Yelena Belova, en Viuda Negra, a la que ya encamina a un enfrentamiento con Ojo de Halcón visto en su propia serie.

Por último, la tercera gran línea argumental parece estar ligada al Multiverso, aunque las tres claras manifestaciones del mismo (en Spider-man: No way home, Dr. Stranger y el Multiverso de la locura y Loki) no han aclarado la conexión entre los mismos. Vayamos por partes: en la película del arácnido, la obertura de portales dimensionales no parece tener más consecuencias que el intercambio de personajes con el fin de enriquecer el Universo Cinematográfico propio de Sony, amén de dejar un resto del simbionte de Venom en el MCU. En la serie de Loki sí se presenta al que podría ser el gran villano de esta etapa, Kang. Aunque al que hemos conocido hasta ahora no es más que una versión bastante más amistosa que el apodado «El conquistador», su muerte parecía desencadenar un punto de ruptura en todo el multiverso que, sin duda, debería tener graves consecuencias. Sin embargo, en la secuela de Strange dirigida por Raimi, los saltos entre Universos son propiciados por el personaje de América Chávez, y aunque no se menciona para nada a Kang, sí se menciona el tema de las incursiones, asegurando Gea en el último suspiro del film que hay una gran amenaza que Strange debe ayudar a evitar. Imagino que de alguna manera se podrá unir ambos conceptos, pero no se ha revelado aún cómo.

Así pues, tenemos a los Skrulls, a los Thunderbolts y a Kang y las fisuras del multiverso. Tres líneas argumentales que podrían untarse o no y que sin duda forman parte de ese plan de Feige de cara al futuro inmediato del MCU.

Pero la cosa es que hay más, pistas y revelaciones aparentemente ajenas a todo esto que podrían ser simples semillas para posibles secuelas o presentación de personajes para unirlos al circo que se está formando. En cuanto a lo menos relevante, está la importancia que pueda tener en el MCU el hecho de que Xu Xialing esté reflotando a Los Diez Anillos, que Sharon Carter siga por ahí en equilibrio entre el bien y el mal, que se haya revelado una tercera personalidad de Caballero Luna, que Kingpin y Daredevil se hayan dejado ver por aquí, oficializando dentro del canon a las series de Netflix, que Dr. Strange meta en el canon también la existencia de los Inhumanos (aunque, de momento, en otro universo) o que Kamala Khan sea, en realidad, una mutante.

Pero, en términos más importantes, tenemos también a Hércules con la misión de matara todos los superhéroes que pueda, a los Eternos viajando en el Domo en busca de sus compañeros y recibiendo la visita de Eros, hermano de Thanos, a Carol Danvers, Wong y Bruce Banner avisando de las implicaciones que tiene la existencia de los Diez anillos del poder, a Dane Whitman a punto de abrazar su destino junto a la Espada de Ébano pese a las advertencias del cazavampiros Blade,…

Y todo esto, sin que se hayan aclarado algunas dudas como la confirmación de las muertes de Misterio en Far from Home o de Wanda en Dr. Strange en el multiverso de la locura, el destino del Capi anciano, lo que pueda pasar con la Visión blanca, lo que suceda con la Gamora del pasado, la posibilidad de un Jóvenes Vengadores (recordad la presencia de una nueva Ojo de Halcón)…

Como veis muchas preguntas que no son fáciles de encajar en una línea temporal más o menos cronológica. Algunas de estas cosas puede que queden en nada, como el resto del simbionte, la nueva organización de Los Diez Anillos, etc. pero muchas otras (con actores de prestigio ya contratados), deberán resolverse tarde o temprano. Y eso por no pensar en que en breve llegará Wakanda forever en la que se nos presentará a un nuevo Black Panther y donde conoceremos a más personajes nuevos como Riri Williams (que tendrá su propia serie en Ironheard) y, parece ser, que a Namor y Doctor Muerte, aparte que la película de Los Cuatro Fantásticos está más que confirmada.

Lo dicho, un caos de ramificaciones, personajes nuevos y posibles historias que parece muy difícil unificar en un gran evento final (incluso en dos  o tres eventos) y que hacen que estemos ansiosos por ver las aclaraciones que Kevin Feige dice que va a dar. Y espero que sean muy convincentes porque me temo que si no, viendo sobretodo el nivel medio de las series de Disney+, el MCU puede empezar a cansar.

Visto en Netflix: EL IDIOTA PREFERIDO DE DIOS

El idiota preferido de Dios es la nueva creación de Ben Falcone, para la que se reserva el papel de protagonista junto a su esposa, la habitualmente eficaz Melissa McCarthy.

Dividida en ocho episodios de apenas media hora de duración, la trama versa alrededor de un tipo corriente de gran corazón que es elegido por Dios para ser su portavoz en la Tierra mientras en el cielo se libra una batalla entre el bien y el mal. Un argumento no demasiado original pero del que se podría sacar algo de gracia con un guion más inspirado del que nos vamos a encontrar aquí.

Y es que la comedia (por llamarla de algún modo) destaca por la ausencia de humor (de humor gracioso, me refiero) y no pasa de la calificación de simpática, un logro alcanzado, en gran medida, por sus personajes, mucho mejor desarrollados que las acciones. Así, mientras la cotidianidad de los compañeros oficinistas del «elegido» pueden tener algo de interés, no sucede lo mismo con la trama apocalíptica, que es la que se supone debería engancharnos a la serie y cuyo desenlace es un sencillo cliffhanger en espera de una aún no anunciada renovación.

No voy a decir que El idiota preferido de Dios sea una completa pérdida de tiempo (al fin y al cabo no llega a las cuatro horas en total), pues tiene posibilidades de remontar en esa hipotética segunda temporada como sucediera con otra serie en principio tan descafeinada como esta, Space Force, y cuyo principal (y a la postre único) reclamo era el nombre de sus intérpretes. Y es que en comedia (y más desde que las temporadas de las series rondan los ocho episodios en lugar de los casi extintos veintipico), es muy importante establecer una conexión emocional con los protagonistas que no tenemos tiempo de satisfacer en este caso. Me pasó algo parecido en otra comedia pseudo-religiosa como es The good place (aunque en menor medida) y luego terminé lamentando su final tras cuatro temporadas en claro ascenso.

En fin, que si regresa este variopinto grupo de mensajeros divinos quizá le de otra oportunidad, pero avisados estáis de que si andáis tras una comedia desternillante, esta ni se le acerca.

Visto en Disney+: MS. MARVEL

Casi sin tiempo para reaccionar a Thor: Love and Thunder, nos encontramos ya con otro producto Marvel finalizado. Se trata de Ms. Marvel, unan nueva pequeña decepción que demuestra que la gloria a la que La Casa de las Ideas nos tiene acostumbrados (más o menos) en cine no se traduce, de momento, al mundo de las series.

Y es una pena, porque en su arranque, pese a esa sensación de serie adolescente que no gustaba a algunos, la cosa era muy prometedora. Ciertamente, tras la solemnidad de Caballero Luna, apetecía un producto adolescente, con un tono claramente desenfadado y una puesta en escena loca y divertida, muy inspirada en la brillante Spiderman: Un nuevo Universo.

Sí, es cierto que el tono era muy ligero, pero eso es justo lo que necesita un personaje como el de Kamala Khan, al que acompaña una actriz debutante pero totalmente rompedora como es Iman Vellani y un recorrido cultural interesante sin parecer forzado.

Así, en un par o tres de capítulos se recogía la esencia del personaje paquistaní siendo muy fieles a su contrapartida en comic, aunque el origen de sus poderes, así como la manifestación física de los mismos, si han sufrido variaciones.  En el momento de su creación, se comparó a Kamala con la versión adolescente de Peter Parker, y por ello es muy apropiado que parte de la trama de la serie se centre en sus problemas en la escuela, con sus padres o con los chicos. Pero eso se empieza a diluir a partir de cierto momento en que pretenden ponerse serios y alejan a la joven de las calles de Jersey para profundizar (de manera algo cargante) en sus raíces, dándonos lecciones de historia que quizá no venían a cuento y presentando a los teóricos villanos de la serie, una versión de los Clandestinos que, esta vez sí, difieren mucho de los Clandestinos originales. A partir de aquí, un batiburrillo de peleas de bajo interés, muertes poco dramáticas y un peligroso coqueteo con el tedio hasta llegar al capítulo final, donde de nuevo en Jersey se recupera a los secundarios que nunca debieron perder importancia en la trama y las aguas se reconducen.

Es un final emocionante y muy revelador, que conecta directamente con la película The Marvels (la supuesta secuela de Capitana Marvel donde Iman Vellani será coprotagonista) y da el pistoletazo de salida a la presencia de mutantes en el MCU (otro cambio significativo: en los comics Kamala es inhumana), pero que no puede evitar que el conjunto total de la serie se vea como irregular. De hecho, tal y como pasaba en cierto modo con Obi-Wan Kenobi, ese buen final ensombrece aún más al producto, ya que demuestra que si no está todo lo bien que el personaje merecía no es por falta de talento, sino por otra cosa (¿desidia? ¿decisiones de los despachos?), lo que deja una sensación agridulce.

Al menos, podemos quedarnos con el gran descubrimiento que ha sido Vellani y las ganas que tenemos de reencontrarnos con ella en The Marvels, para la que aún nos queda una buena espera.

Por el camino, lo próximo será Hulka, que se anuncia directamente como una comedia. ¿Será la serie que engrandecerá definitivamente el MCU televisivo? Personalmente, lo dudo mucho. Que de seis propuestas la más innovadora e interesante (y más a raíz de las consecuencias que tuvo en Dr. Strange y el multiverso de la locura) sea Bruja Escarlata y Visión, precisamente la primera de ellas, es algo preocupante.

Visto en Amazon Prime: LA LISTA FINAL

Mientras realiza una breve pero interesante aparición en Thor: love and thunder, con Jurassic World: Dominion aún en el recuerdo  y a la espera del estreno de la esperadísima Guardianes de la Galaxia, vol. 3 que ya ha finalizado su rodaje, y entre polémicas y meteduras de pata en las redes, Chris Pratt aún ha tenido tiempo de convertirse en el actor mejor pagado por una serie de televisión y ser el reclamo principal de la apuesta más fuerte de Amazon Prime (mientras llegue el turno de su Señor de los Anillos) para esta temporada.

La lista final es la historia de un comando de Navy Seals que es emboscado en una misión en Siria donde sólo sobre vive James Reece, el personaje interpretado por Pratt. A su regreso a los Estados Unidos, una serie de discordancias entre sus recuerdos y los informes oficiales invitan a pensar que la mente puede estar jugándole una mala pasada y cuando su familia es violentamente asesinada él parecerá el principal sospechoso.

Llegados a este punto, la serie parecía ser un complicado juego de esquizofrenia y falsas verdades, arrastrando al espectador entre la realidad y la ficción y teniendo en Reece a un narrador poco fiable, pero enseguida rechazan la carta del suspense para mostrar las verdaderas intenciones de la propuesta, que no son otras que la de conformar una historia de venganza que pretende aunar, sin demasiado éxito, los laberintos burocráticos del sistema americano, con intrigas que parecen sacadas de una novela de Tom Clacy, con el cine de Charles Bronson que queda ya algo anejo. Así, Pratt, sin el menor rastro del sentido del humor que lo acompaña en sus personajes habituales, se convierte en una especie de Rambo con unas dotes detectivescas nada sutiles, que irá dejando un reguero de sangre en su camino a descubrir la verdad que se oculta tras sus problemas de memoria y la muerte de sus seres queridos mientras tacha, como si de la Uma Thurman de Kill Bill se tratase, objetivos de su lista negra.

La serie tiene no pocas virtudes, como una buena dirección (siguiendo el camino marcado por Antoine Fuqua en el primer episodio) y una reunión de actores bastante reconocibles, como Taylor Kitsch, Constance Wu, Riley Keough, Jeanne Tipplehorm o Jai Courtney o una acción in crescendo, pero también muchos peros, entre los que se encuentra un alargamiento excesivo de su trama, quizá más válida para una película que para una serie de ocho capítulos. Así, el cambio de tono del primer tercio de la serie respecto al final hace que se plantee como algo aburrido y el resultado final se intuye demasiado alargado.

Parece como si, tras el buen funcionamiento de propuestas como Jack Ryan o Jack Reacher, en Amazon Prime quieran especializarse en adaptar novelas de acción con trasfondo militar (estamos ante la adaptación de la primera novela de una pentalogía escrita por Jack Carr). Lo malo es que en este caso, y sin querer entrar en polémicas políticas, la cosa tiene un ligero tufillo republicano, cosa que no debería ser mala en absoluto (allá cada uno con sus ideales) si no fuese por el peligro de que la serie pueda ensalzar el uso de las armas y la política del ojo por ojo.

Quizá el mayor valor de la serie sea la posibilidad de entablar un buen debate acerca de las decisiones morales tomadas por el protagonista y analizar si estamos ante una historia de héroes o villanos o si, de alguna manera, todos tienen algo de villanos. 

martes, 12 de julio de 2022

Visto en Disney+: BAYMAX

Los spin-off de películas o series de éxito suelen ser un recurso fácil para estirar el chicle de un éxito que rara vez sale bien. Y si hablamos de la animación de Disney, ya ni digamos. Los derivados de sus grandes clásicos solían ser subproductos de medio pelo destinados a la venta directa en DVD o, ahora, a rellenar el cajón de las producciones de Disney+.

Sin embargo, Baymax, la tardía serie que da continuidad a la brillante Big Hero Six, es la excepción que confirma la regla. Mediante seis breves episodios (todos ya disponibles, en un cambio de táctica de Disney+ muy apropiada para este producto en cuestión), vemos como el simpático robot de Hiro recorre la ciudad de San Fransokyo en busca de gente a la que poder ayudar, causando tantos problemas como soluciones.

El gran acierto de Baymax es que, pese a la simpática animación y al acertado diseño del personaje, entrañable y achuchable, los guiones son lo suficientemente elaborados como para atraer a los más adultos de la casa, abordando temas tan insospechados como la soledad en la tercera edad, la salud laboral o la primera menstruación. Pinceladas que, sin renunciar a un sentido del humor loco y muy efectivo, consiguen hacer de Baymax una estupenda serie para todos los públicos que se devora en un suspiro y te deja con ganas de más.

Sin duda, Baymax es uno de os grandes aciertos de la temporada, aunque me temo que su aspecto e producto infantil lo van a condenar al ostracismo.

Visto en Netflix: EL HOMBRE CONTRA LA ABEJA

Tras un tiempo fuera del candelero, Rowan Atkinson parece dispuesto a resurgir de las cenizas encadenando una serie de proyectos a priori interesantes, como su participación (entre un montón de nombres ilustres) en la nueva adaptación de Willy Wonka o su retorno al que a la larga ha sido el personaje que le ha dado la fama, Mr. Bean. Pero para empezar, Atkinson debuta en Netflix en una nueva serie creada por él mismo y que, a priori, es muy bebedora de sus roles habituales, ya sea Bean o Johnny English; es decir, un personaje torpe y desastroso que va provocando el caos a su alrededor.

La diferencia estriba en que mientras aquellos eran simples torpes de buen corazón y las mejores de las intenciones, la nueva creación de Atkinson se presenta como un imbécil redomado, alguien de quien incluso podríamos intuir algún tipo de problema mental. Y eso ya o hace tanta gracia.

La premisa es terriblemente sencilla. Un hombre separado con un historial de problemas a sus espaldas es contratado para cuidar una lujosa y moderna casa durante las vacaciones de sus dueños. Un trabajo que, ya de primeras, no parece demasiado sencillo, en vista de la compleja tecnología inteligente que utiliza la casa y a la que hay que añadir el cuidado de un perro delicado de estómago, pero de las que Trevor, el protagonista, podría haber salido adelante si no fuese por la intromisión de una abeja que va a ser capaz de desquiciarlo hasta puntos insospechados.

Así, El hombre contra la abeja es una colección de estupideces reunidas en nueve episodios e apenas diez minutos cada uno (lo mejor que tiene es lo rápida que se ve) sin ninguna coherencia en sus cortes (casi parece como si fuese una película a trozos) en la que las torpezas iniciales, propiciadoras de alguna risa para los fans del actor, se vuelven tan demenciales que cuesta simpatizar con el personaje. A mí, por lo menos, la destrucción gratuita de la propiedad ajena no es que me haga especial gracia, la verdad.

Si ser, por tanto, nada del otro mundo, lo peor quizá sea el episodio final, en la que hay un giro inesperado (y totalmente absurdo y mal desarrollado) en busca de una redención totalmente innecesaria y poco creíble que no hace más que estropear una serie que en ningún momento ha conseguido brillar como pretendía.

sábado, 9 de julio de 2022

Cine: THOR: LOVE AND THUNDER

Habiendo podido disfrutar de Thor: love and thunder la misma tarde del estreno, la lógica me imponía publicar un comentario sobre la misma a lo largo del día. Sin embargo, es tal el nivel de desvergüenza mostrado por Taika Waititi en su segunda aproximación al Dios del Trueno, que me he visto tentado a esperar a un segundo visionado o a reposar mejor la película.

Pero, como dijo alguien: ¿Quién dijo miedo? Así que allá voy, a ver que me saco de la manga.

El caso es que, pese a un prólogo que remueve ya los estómagos e invita a la lagrimita y tras disfrutar de la fanfarria de Alan Silvestri que acompaña al logo de Marvel en versión guitarrera (anunciando que estamos ante una película muy «heavy» en todos los sentidos) el nivel de despiporre es tal que, en ocasiones, roza la vergüenza ajena. Pese a la división que suscito, Waititi es consciente de que su Thor Raknarok fue un soplo de aire fresco a la saga y ha multiplicado sus locuras por cinco, proponiéndonos desde el primer  minuto en que aparece en pantalla a un Thor ridículo, un cafre en todos los sentidos que, en comparación, hace parecer serio y formal a Star Lord en los momentos en que comparten pantalla. Cierto es que a medida que avanza la acción el absurdo se mitiga y crece la épica, pero para entonces posiblemente ya se habrá perdido a buena parte del público que pueda no conectar con cabras estridentes razas que parecen marionetas y estética psicodélica. También es cierto que, tras Raknarok, la gente ya debía venir sobre aviso, y quien se quiera quejar del humor de este Thor es que no sabía dónde se estaba metiendo.

Dicho esto, es sorprendente y muy meritorio la habilidad de Waititi para pasar del humor más loco al drama capaz de estremecer y emocionar. No es que sea algo nuevo en él, pues se le dio de maravilla en Jojo Rabbitt, pero el trasfondo trágico y humano de su Love and Thunder es algo de lo que carecía Raknarok y que le hace ganar muchos enteros.

Por lo explicado hasta ahora, no quiero que se entienda que no me ha gustado la película, ni mucho menos. Es solo que, por más preparado que estuviera, el nivel de delirio es tal que me ha pillado con la guardia baja en más de una ocasión. Por un lado, echo en falta al Thor más digno que nos presentó Kenneth Branagh y al que ya hizo enamorarse de Jane Foster. Por otro, la evolución es natural y coherente con lo visto a lo largo del MCU, End Game incluida.

Además, por mucho que esta sea una película 100% Waititi, no sería justo dejar de mencionar el genial trabajo de sus protagonistas. Chris Hemsworth demuestra que se mueve como pez en el agua en el terreno de la comedia, su química con una recuperada Natalie Portman es total y Christian Bale compone a un villano brillante. No es cuestión de analizar ahora si se desaprovecha o no la trama creada por Jason Aaron para los comics (la película bebe principalmente de dos de sus sagas más míticas: La poderosa Thor y El carnicero de Dioses), pero al menos no me quedo con la sensación de que me han arruinado la posibilidad de ver un Planet Hulk o de tomarse a guasa la destrucción de Asgard como sucediera en la anterior película.

El caso es que, entre cachondeo y chistes apelotonados, Thor: Love and Thunder contiene algunas set-pieces espectaculares, puro delirio comiquero, tiene una acción bien calibrada y funciona cuando tiene que poner el dedo en la llaga de la emotividad. Y si dejamos los prejuicios a un lado (y a estas alturas ya deberíamos tener claro que cuando se trata de Waititi no debemos esperar una fidelidad enfermiza a los comics), lo cierto es que estamos ante un espectáculo divertidísimo, adrenalítico y muy emotivo.

Ante el debate de cuál de las dos películas de Waititi sobre el personaje es mejor, lo dejo en tablas, pues si bien es cierto que la carga dramática mejora esta propuesta, los excesos humorísticos (me llegó a cansar el chiste recurrente de la aparente relación sentimental entre Thor y sus armas) pueden llegar a molestar. Lo que sí que no molesta es la medida aportación de Los Guardianes de la Galaxia (incluso me supieron a poco) así como alguna que otra recuperación que me alegraron la tarde.

En resumen, que estamos ante la película más diferente y loca de la Fase Cuatro del MCU, algo que quizá necesitábamos aunque pueda doler ver la gloria asgardiana reducida a esto (y del panteón de dioses, Zeus incluido, mejor ni hablo). Un tiovivo de emociones con un villano bien justificado y un Helsworth demostrando que su Thor tiene cuerda para rato. Creo (insisto, debo volver a verla) que no me va a hacer volar la cabeza, pero tiene momentos de verdadero deleite. Y además, al ritmo de Guns’n’roses todo pinta mejor.

 

Valoración: Siete sobre diez.