sábado, 20 de octubre de 2018

LA SOMBRA DE LA LEY

Con la estupenda El desconocido, el realizador Dani de la Torre ya demostró pertenecer a ese grupo de cineastas que han mamado toda su vida cine americano y no se sienten obligados a trabajar bajo ese estigma que impone que una película española deba estar condicionada por unas reglas propias de nuestra filmografía, obsesionada con unas diferencias con respecto al Hollywood de toda la vida que, si bien es muy de agradecer en algunos casos (tómese como ejemplo el cine de Almodóvar) es lo que en muchos otros condiciona ese desprecio irracional por la producción patria.

La sombra de la ley es una película española, pero que nace con una ambición desmedida y unas ganas terribles de ser una hermana bastarda de Scorsese y Coppola, directores en cuyos espejos aspira a reflejarse sin rubor alguno. Pocas veces se había hecho en nuestro país una película con semejantes delirios de grandeza, que reflejasen una época bastante poco visitada (el propio director reconoció que desconocía la existencia de gánsters en España) con un diseño de producción muy lujoso, desde la exquisitez de los decorados (qué magnífica es esa Barcelona en pleno desarrollo), el vestuario y hasta el más mínimo detalle de la ambientación, rematada por una banda sonora que llega a la cumbre con la voz de Ainoha Arteta, para que no falte de nada.
Y con semejante propósito, no podía faltar un reparto a la altura, con el inconmensurable Luis Tosar a la cabeza pero bien secundado por Michelle Jenner, Ernesto Alterio, Fernando Cayo, Vicente Romero, Manolo Solo o Paco Tous.
La sombra de la ley es una película de mafiosos ambientada en la Barcelona de 1921, que arranca con el espectacular robo a un tren cargado de armas del ejército y la posterior investigación policial, que sospecha que los anarquistas son quienes están detrás del asunto.
Así pues, La sombra de la ley es un thriller de época en toda regla, pero es mucho más que eso: es un retrato social de una sociedad convulsa, posiblemente la que marcó los cimientos de muchos de los problemas que nos acucian hoy en día (y que pocas veces se han visto reflejados en el cine, aunque me viene a la mente Tierra y Libertad, de Ken Loach), una reflexión sobre el poder y la codicia y, ¿cómo no?, una carta de amor a ese cine marcado por grandes títulos como Los Intocables de Eliot Ness de Brian de Palma o Érase una vez en América, de Sergio Leone.
La película es, por tanto, técnicamente perfecta y argumentalmente muy interesante, con espectaculares planos secuencia y escenas de acción muy impactantes. Es quizá en sus excesos donde se puede encontrar alguna fisura que empañe el resultado final. Es tanto lo que pretende abarcar Dani de la Torre, abordar tantas historias y hacerlas tan corales, que el ritmo termina por verse afectado, siendo en ese sentido algo inferior a El desconocido. La corrupción de las altas esferas, el trafico de influencias, los conflictos sociales de los trabajadores que marcan los primeros sindicatos, los movimientos feministas en manos de las sufragistas, la historia de amor alrededor del music hall... Muchas ramas para un tronco que a lo primero que aspira es a ser un buen policíaco y se empaña ligeramente ante la imposibilidad de conseguir la justa medida a todas ellas.
Con todo, la película raya la excelencia y es una extraordinaria propuesta para universalizar, una vez más, nuestro cine y nuestra historia.

Valoración: Ocho sobre diez.

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