Si extraña era High life, me quedo sin palabras a la hora de tratar de definir In fabric, la película de Peter Strickland. El camino fácil sería decir que se trata de una historia de terror sobre un vestido que tiene vida propia y destruye la vida allá por donde pasa, pero si el concepto parece absurdo la puesta en escena lo es más aún. Y no lo digo como algo especialmente negativo, que tampoco es eso.
In fabric es una paranoia grotesca y surrealista que podría (o no) esconder un mensaje en contra del consumismo mediante dos bloques argumentales diferentes alrededor del vestido rojo de marras.
Primero seguimos a la cajera de un banco que adquiere el vestido en las rebajas y luego a un reparador de lavadoras que recibe el vestido como broma en su despedida de soltero. En ambos casos el vestido mostrará tener conciencia propia y destruirá desde dentro las familias de ambos protagonistas, pero, lejos de ser esto un siempre cuento macabro al estilo de los relatos de Stephen King (el escritor de Maine ha fantaseado muchas veces con máquinas con vida propia e instintos asesinos, ya sean un coche, unos camiones o incluso una lavadora), tiene aquí unos tintes surreales en manos de los empleados de unas galerías comerciales, las dependientas posibles encarnaciones modernas y consumistas de unas brujas y el supervisor de claro aspecto vampírico.
Fetichismo, anuncios de contactos y los pilares de una nueva religión surgida de los grandes almacenes y con las Rebajas como mandamiento principal. Nada es fácil en esta película de anuncios psicodélicos, filtros de colores, luces estroboscópicas y planos que parecen filmados bajo los efectos de fuertes alucinógenos y contrastan así con el gris que parece envolver las vidas de los protagonistas. En el fondo, Strickland parece tan pagado de sí mismo como comentaba acerca de Claire Denis en High life, aunque así al menos el ritmo es más acelerado y la locura reflejada en la pantalla alcanza al espectador lo suficiente como para llegar a disfrutar con esta demencial rareza tanto visual como argumental.
Muchos momentos del film rozan el sinsentido, pero lo hace con un humor negro y una desconcertante y enfermiza intriga que termina por resultar adictiva y permite llegar a su clímax final enganchados a la historia, por más que no sepamos aún de qué demonios va esto.
Valoración: Cinco sobre diez.
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