Enamorado de mi mujer es la nueva película de Daniel Auteuil, en la que repite de nuevo como actor y director, para la que ha contado con Gerard Depardie, con quien ya trabajó como actor en la cínica y ya clásica Salir del armario, y con Sandrine Kiberlain, aunque la única razón para ver esta comedieta insuficiente y algo ridícula es la presencia de nuestra Adriana Ugarte, que consigue gracias a este título abrirse camino en la filmografía francesa, aunque su aportación aquí, por designios del director, sea más la de tener un físico precioso que por sus dotes interpretativas.
Daniel e Isabelle son un matrimonio feliz pero algo aburridos ya uno del otro que se ven obligados a invitar un día a cenar a un amigo de él, Patrick, con la excusa de que les presente a su nueva novia, Emma. Todo apuntaba a que la velada sería tensa, pues Patrick había abandonado a su esposa, una de las mejores amigas de Isabelle, por Emma, pero apenas conocerla Daniel se siente fuertemente atraído por ella y empieza a fantasear con tener una aventura juntos.
La película arranca con un tono algo teatral, con la típica ambientación centrada en un solo escenario que tan bien funcionaba en películas como Un Dios salvaje, The Party o Perfectos desconocidos, pero que sale al mundo exterior gracias a las ensoñaciones de Daniel, que juegan a confundir realidad y ficción, estableciendo por tanto dos líneas temporales que se entremezclan, la real y la imaginaria. Esto es un recurso muy manido en el cine y muy efectivo tomado en su justa medida (¿recuerdan Mentiras Arriesgadas de James Cameron?), pero que aquí se convierte en la razón de ser del film y que termina por saturar, sobretodo por la torpeza de Auteuil en la puesta en escena. Una vez superada la gracia inicial, el recurso agobia, terminando por aburrir y hasta confundir. Hay un momento en que cuesta distinguir se se está viendo la realidad o la fantasía, o incluso se llega a dudar a quién pertenece dicha fantasía, con lo que el experimento resulta un fracaso y se pierde todo el interés en el film.
Al final, la cosa intenta remontar, con una moralina también previsible y aleccionadora, pero ya es tarde y el público ha perdido definitivamente el interés en la propuesta, debiéndose conformar uno tan solo en esperar las apariciones de Ugarte y poco más.
Simple, muy simple.
Valoración: Cuatro sobre diez.
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