Pierre Morell es un director especializado en thrillers de acción, como Distrito 13, Desde París con amor o Caza al asesino, pero cuyo trabajo más memorable fue Venganza, la película que abría la trilogía protagonizada por Liam Neeson.
En Matar o morir sigue con un esquema parecido al ejemplo anterior, con un protagonista que se muestra imparable vengándose de aquellos que atentan contra su familia, pero cambiando el sexo del protagonista. En esta ocasión la vengadora es una mujer con el rostro y las maneras de Jennifer Gardner, actriz que se dio a conocer como la super espía de la serie Alias pero que tras el varapalo de Elektra se había mantenido alejada del cine de acción, centrándose en pequeños papeles de comedia romántica o como secundaria de lujo.
Matar o morir recupera a la exmujer de Ben Affleck más guerrera, en un personaje que recuerda mucho a la Linda Hamilton de Terminator 2, dura, fuerte y despiadada en lo que vendría a ser una contrapartida del personaje de Punisher, aunque mucho más contundente que las tres encarnaciones fílmicas del personaje de Marvel. También ella es testigo del asesinato de su familia y, tras cinco años desaparecida, dedicada a entrenarse en cuerpo y arma, regresa a Los Angeles para vengar la muerte de sus seres queridos y terminar con un cárter y todos aquellos a os que ha llegado corromper.
Por descontado, no voy a pretender que haya el más mínimo signo de verosimilitud en el film. Pese al pretendido tono dramático, la acción es tan espectacular como poco creíble, tal y como sucediera con cualquiera de los héroes vengadores de los ochenta a los que parece homenajear. Con una trama sencilla donde la mayor sorpresa consiste en descubrir antes de que nos lo revelen quien es un traidor y quien no, la película basa toda su fuerza en sus escenas de acción. Morell no busca mucho más, y jugando son habilidad sus cartas consigue lo que pretende. Matar o morir no es una película que vaya a ser recordada con el paso de los años, pero en la sencillez de su concepción obtiene los resultados requeridos: es sangrienta, espectacular y tiene mucha acción. Y nadie que se acerque a este film debería ir buscando mucho más.
Aunque, rascando un poco, quizá si se pueda encontrar algo más en forma del debate (superficial, eso sí) que propone al convertir a una asesina en una justiciera urbana aclamada por el pueblo, una especie de protectora que recuerda, aunque con menos humor y más contundencia a El justiciero de Eli Roth en la que Bruce Willis se disfrazaba de Charles Bronson.
Así, Matar o morir no es un gran film, pero cumple con los requisitos y se impone en esa corriente que dicta que, como decía la canción, “las chicas son guerreras”.
Valoración: Siete sobre diez.
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