domingo, 31 de enero de 2021

Visto en Netflix: BAJOCERO

Dirigida por Luis Quílez a partir de un guion propio en colaboración con Fernando Navarro, Bajocero es la nueva apuesta de producción española por hacer un cine policiaco de calidad, con la dosis necesaria de intriga y sin dejar de lado el componente moral, lo cual no es sinónimo de la moralina barata en la que sería fácil caer.

Bajocero cuenta la historia de un traslado penitenciario encabezado por un agente nuevo en la comisaría. Seis presos e diversa índole y sin aviso previo que serán llevados por una carretera solitaria en plena noche por las gélidas tierras de Cuenca.

Ya con el intenso y explícito prólogo se nos avisa de que hay alguien peligroso pululando por ahí, y cuando los caminos de ambos se crucen el drama estará servido.

Bajo cero es una película de guion impecable que sabe ir evolucionando a medida que avanza la trama. Nace como una mezcla entre road movie y buddy movie, con la poca afinidad entre Martín, el protagonista, con Montesinos, el compañero sobre el que ya han puesto sobre aviso. Una vez empieza la acción, nos encontramos casi ante un thriller de terror, con los protagonistas encerrados dentro del furgón a merced de una amenaza desconocida que, incluso desde la distancia, amenaza con acabar con sus vidas una por una. Y, finalmente, concluye en espacio abierto en una suerte de western impecable con todas las cartas sobre la mesa y un desenlace tan visceral como lógico.

Por el camino, un montón de situaciones de angustia, mostrando Quílez su pericia con una cámara que, aunque por momentos se antoja temblorosa, lo hace siempre en función al guion, no como elemento estético incómodo. El empleo del paisaje, ya sea una carretera sepultaba bajo la niebla o un bello lago helado, contribuyen a fortalecer este ambiente opresivo, en contraste con el espacio minimalista que supone el interior del furgón.

Por último, la película gana con un buen desarrollo de personajes, ya que incluso los que tienen menos tiempo en pantalla cuentan con un trasfondo. Ayuda, y mucho, un trabajo actoral ejemplar, encabezado por las tres estrellas de la función (Javier Gutiérrez, Karra Elejalde y Luis Callejo), pero sin olvidar la fuerza interpretativa de Patrick Criado. Llevo tiempo quejándome de que Javier Gutiérrez, pese a lo gran actor que es, parece algo encasillado en sus papeles, por lo que verle en esta película es para mí una alegría doble.

El guion maneja el camino con precisión, despistando pero sin engañar, siendo sincero con el espectador, aunque (y esto es solo por ponerle algún pero), el giro final se puede intuir antes de lo deseado. Con todo, es una nueva muestra de la pericia de nuestro cine para retratar historias criminales, regadas de escenas poco amables y con un deje de profundidad en la que reflejarse la sociedad.

Una apuesta ganadora que, una vez más, se ha visto privada de su paso por las salas, siendo recogida por Netflix como tabla de salvación.

 

Valoración: Ocho sobre diez.

Visto en Movistar: MAMÁ TE QUIERE

Puede que haya algo de masoquismo insano en el hecho de disfrutar de Mamá te quiere, pero lo cierto es que la nueva propuesta de Aneesh Chaganty es deliciosamente divertida a la par que perturbadora.

Chaganty se dio a conocer con la muy interesante Seaching…, con la que conseguía dar una vuelta de tuerca al concepto de «cine barato» haciendo posible que una historia narrada siempre a través de una pantalla de ordenador derivada en un thriller apasionante y emotivo a la vez. Reunido de nuevo con el guionista Sev Ohanian, Chaganty cambia de formato para abordar otra historia sobre las relaciones entre padres e hijos, pero dándole para la ocasión una vuelta de tuerca insana y enfermiza.

Diane Sherman es una madre que pasa por la tortura de ver como su hija recién nacida acumula una serie de enfermedades que harán muy complicada su supervivencia. Cuando esta llega a la adolescencia, condenada a una vida de dolores y sufrimientos, descubrirá que su madre ha superado muchos límites para mantenerla a salvo bajo su cobijo.

Ya en Seaching… la dupla Chaganty/Ohanian demostró ser fiel al cine de Hitchcock, concediendo a su película de una atmósfera absorbente y potenciando lentamente los elementos de intriga para agarrar al espectador desde el primer segundo de metraje. Con Mamá te quiere las cosas funcionan igual de bien y consiguen que un argumento, que en las manos equivocadas podría desembocar en un dramón de sobremesa, consiga ser un entretenimiento de primera, haciendo disfrutar al respetable con una serie de torturas (tanto psicológicas como físicas) que crean una angustia creciente y de la que uno termina con una agridulce sonrisa de satisfacción ante la posibilidad de venganza.

No logra, sin embargo, caer en algunos clichés del género, pero con una sencillez brutal y apoyándose casi en exclusividad en dos personajes, magníficamente interpretados por Sarah Paulson y la desconocida Kiera Allen, Mamá te quiere es un ejemplo de guion inteligente poseedor de un terror atormentador y un par de salidas de tono muy aplaudibles.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Visto en Netflix: LUPIN

Aunque hace ya más de un siglo que Maurice Leblanc creara el personaje de Arsène Lupin, un sofisticado ladrón de guante blanco francés que muchos vieron como una respuesta al Sherlock Holmes británico de Arthur Conan Doyle, este ha sido víctima de constantes revisiones, ya sea en cine, televisión, comic e incluso videojuegos.

Coincidiendo con el estreno en cines (llámenlo casualidad) de una de sus aventuras en formato de animación, Netflix presenta Lupin, una serie inspirada en el personaje que se ha convertido en la sensación de la temporada, en esa serie «que todo el mundo debe ver» y que ha ocupado en el corazón de los espectadores el hueco dejado por la última serie revelación: Gambito de dama.

En realidad, Lupin no va sobre Lupin, sino sobre un tipo llamado Assane Diop que, influenciado desde niño por una novela del personaje y atormentado por el aparente suicidio de su padre, dedica su vida a obrar siguiendo las enseñanzas plasmadas en la obra de Leblanc, enriquciéndose con robos irresolubles pero con la necesidad de descubrir la verdad sobre su padre como meta de fondo.

Con unos guiones simpáticos pero algo simplones, el principal secreto del éxito de la serie es el carisma de Omar Sy, un actor que generalmente encuentro algo cargante (ni Samba ni Infiltrado en Miami me llegaron a convencer), siempre a la sombra de Intocable, pero que aquí brilla con luz propia, siendo el alma de la historia pero sin que por ello eclipse al resto de personajes. Quizá una de las claves esté en contar con un realizador de la talla de Louis Leterrier ocupándose de la mayoría de capítulos, director recordado sobre todo por su paso por el MCU con El increíble Hulk pero que ya abordó el tema de los robos rocambolescos en la película Ahora me ves…

Puede que el único lastre de la serie sea el hecho de perder fuelle cuando se quiere poner demasiado intensa, funcionando mucho mejor como divertimento ligero que como drama familiar. Está muy bien tener un misterio que resolver para no parecer un procedimental más, pero eso provoca un ligero descenso del interés a partir de su ecuador que, afortunadamente, remonta para su cliffhanger final, dejando los dientes largos en espera a una segunda temporada anunciada para este mismo verano.

Al final nos encontramos con cinco capítulos que se devoran casi del tirón, a los que se les puede perdonar algún tropiezo argumental (como la presentación del policía que se obsesiona con él y su forma de atar cabos) pero donde el «más difícil todavía» es la clave para el deleite y cuyas piruetas de guion funcionan bastante bien.

Visto en Netflix: A DESCUBIERTO

Andaba bastante desaparecido el director Mikael Håfström tras dirigir, en 2013 Plan de escape, aquella película que juntaba a las dos estrellas por antonomasia de los 80’, Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone, y que tuvo un par de secuelas muy olvidables.

Su regreso «a lo grande» ha sido de la mano de Netflix. A descubierto es la primera apuesta importante de la plataforma para este 2021 y la película llamada a hacer sombra en el día de su estreno a La Bruja Escarlata y la Visión. Nada más lejos de la realidad. Sin ser un despropósito total, A descubierto es una película completamente fallida, que nunca sabe decidirse entre el drama bélico y la ciencia ficción y que en su mayor parte del metraje se resume como un aburrimiento total. Y eso que trata sobre un ciborg empleado para la guerra, lo cual ya por sí solo debería molar bastante.

Puede parecer que hay algo de moralina en su planteamiento acerca de «la guerra desde casa», pero para tomarse algo así en serio mejor ver la magnífica Espías desde el cielo, donde sí se plantean los dilemas morales de emplear drones de combate y tomar las decisiones difíciles desde la seguridad de un despacho a miles de kilómetros del campo de batalla. También el uso de tecnología cibernética puede tener reminiscencias a Al filo del mañana, pero ni tenemos la profundidad dramática de la primera ni el divertimento de la segunda.  De hecho, pasado el ecuador de la película uno se pregunta si no habría sido lo mismo si no hubiese nada de fantasía en este relato militar del montón, con un par de escenas de acción entretenida pero demasiadas secuencias de diálogos y poco más. Es al final cuando se entiende la deriva que quiere tomar todo esto, que no es otra (y perdonen si les parece un spoiler) que volver al recurrente tema de que el hombre es perjudicial para el hombre y la sabiduría superior de una inteligencia artificial aspira a salvarnos mediante el genocidio, cosas vistas mil veces y a la que el propio protagonista de esta función, Antonhy Mackie, ya se enfrentó en Los Vengadores: la era de Ultron.

Precisamente Mackie es de lo poco salvable del film, aunque su innegable carisma noi es suficiente para mantener a flote un guion plano, con personajes intrascendentes y una puesta en escena pobre, que invita a que el tal Håfström regrese al ostracismo.

Al final, lo que queda, no es más que un entretenimiento pasajero, demasiado liviano como para merecer nuestra atención y que invita demasiadas veces a cancelar la reproducción y buscar otra opción más estimulante en el catálogo.

 

Valoración: Cuatro sobre diez.

sábado, 23 de enero de 2021

Visto en TVE, Netflix, HBO: EL MINISTERIO DEL TIEMPO

El otro día hablaba sobre la conveniencia de que las plataformas ofrezcan las series por temporadascompletas y, en mi caso particular, este es un ejemplo perfecto.

Desde el inicio de su ficción he sido un fan incondicional de El Ministerio del Tiempo, serie convulsa donde las haya condenada al fracaso de no ser por el movimiento fan que revolucionó Internet, y esperaba con ansia está temporada final, la cual esperaba que se estrenara simultáneamente en Televisión Española y HBO. Por desgracias no fue así, TVE la emitió primero, y con frecuencia semanal. Y como resulta que no me puedo permitir el adaptarme a unos horarios fijos y la web del canal estatal tampoco es que sea para tirar cohetes, pues terminé por esperar a que llegará a la plataforma de streaming, con la consecuencia de que por el camino fueron llegando otras series interesantes que relegado a esta cada vez más abajo en mi lista infinita de pendientes. Explicó todo esto para justificar el que os hablé de una serie que finalizó hace casi un año, aunque con la perspectiva que da el tiempo (nunca mejor dicho) y facilitando que analice no sólo la cuarta temporada sino la serie en su conjunto.

Antes de ver esta traca final habría jugado que la serie ha ido de más a menos. Las dos primeras temporadas me resultaron impecables, y la salida del personaje de Julián, dejando alguna trama inconclusa y otras resueltas de cualquier manera no me terminó de funcionar. Y no porque no me gustase su sustituto, pues Hugo Silva brilla como Pacino y se hace con el personaje con rapidez, pero ya no era el mismo Ministerio que nos había enamorado.

Creada por los hermanos Olivares, la serie narra, con cierto tono de procedimiental, las aventuras de una patrulla capaz de viajar por el tiempo para corregir alteraciones del pasado que puedan afectar a nuestra historia. Así, Javier Olivares (mente maestra tras todo el invento tras el doloroso fallecimiento de su hermano, al va dedicada la serie) combina ciencia ficción con pinceladas de historia nacional, aprovechando para hacer una curiosa crítica social que mantiene un peligroso pero acertado equilibrio entre el patriotismo y la crítica más feroz. Pero es en sus tramas secundarias, esa con aroma culebronesco, donde está el gran valor de El Ministerio del Tiempo, pues consigue componer una serie de personajes de los que es fácil enamorarse, perdonándoles incluso los muchos errores que cometen. Un magnífico trío protagonista formado por Julián, Alonso y Amelia que no eclipsan, sin embargo, a los entrañables secundarios.

Sin embargo, como ya he adelantado, la serie causó furor en las redes, creando una legión de devotos fans, que no se tradujo en audiencia en pantalla (una prueba más de que el concepto clásico de televisión está obsoleto) y tras dos temporadas se anunció su cancelación. Tuvo que ser Netflix quien echara un cable a TVE para que la demandada tercera temporada fuese una realidad, pero la serie estaba ya herida de gravedad y es esa temporada la que considero más floja, pese a la incorporación también de la maravillosa Macarena García. Dos de los miembros iniciales habían caído (Rodolfo Sancho estaba a otras cosas y Aura Garrido pidió que su participación en la serie se fuera reduciendo hasta desaparecer del mapa) y, para colmo, los nuevos guiones no estaban especialmente inspirados. El truco de dar una forma homogénea a toda la temporada con un villano único no terminaba de funcionar del todo y hastá los fans más acérrimos empezaron a acusar el agotamiento.

Todo parecía indicar que la historia terminaba aquí, pero casi dos años después, esta vez con HBO de por medio, se anunció una cuarta temporada. Nadie ha dicho oficialmente que será la última, pero está claro que sus creadores así lo creen, pues el tono de despedida el capítulo final es indudable.

Tengo la sensación de que ya había sido demasiado tarde y la noticia no causó el impacto necesario para resucitar el fenómeno, pero lo cierto es que contra todo pronóstico está tanda de ocho episodios posiblemente sea la mejor de toda la serie. Consciente de que ya no tenía nada que perder, Javier Olivares tira la casa por la ventana y se atreve a romper tabúes que él mismo se había impuesto, como la imposibilidad de viajar al futuro o la de deshacer sucesos del pasado en beneficio propio. Con celebrados homenajes de todo tipo, ya sea a clásicos del cine, la literatura o incluso el cómic (aunque el de Los Intocables de Eliott Ness es el que más me canta), la serie se vuelve completamente loca, apostando por un humor más abierto y llevando a lugares donde nunca se habían atrevido a ir, con naves especiales, retornos a la infancia, efectos mariposa demenciales… Hay regresos muy aplaudidos, otros que saben a poco y un misterio que se cocina a fuego lento hasta el capítulo final.

Quizá la única nota discordante la encuentro, precisamente, en ese episodio de despedida que, si bien cumple todos los cánones propios de la situación, me dejó un poco desangelado. Se me antoja salgo precipitado, sin terminar de cerrar bien todas las tramas y con personajes tomando decisiones que no alcanzo a comprender.

No es plan de cuestionar las normas de los viajes en el tiempo, pues en el terreno de la fantasía cada uno es dueño de sus propias reglas, pero me da la sensación de que Oliveros es muy tramposo en demasiadas ocasiones, retorciendo los conceptos de las paradojas y los efectos mariposa a su antojo, llegando incluso a contradecirse. Hay también elementos que se quedan algo colgados, como el rejuvenecimiento de ciertos personajes o una prueba de embarazo que no conduce a nada, pero gracias a un capítulo en el que constantemente se altera el presente mediante cambios en el pasado se podría pensar que todo deriva en líneas temporales alternativas, como si se plantearan varios «what if» para dejarlos colgados a la imaginación de cada espectador, como una especie de chiste al que no le termino de pillar la gracia.

Una flor no hace el verano y un episodio que me entusiasmó menos de lo esperado no va a arruinar una serie que finaliza por todo lo alto. No es el final emotivo y lacrimógeno que pretende, pero sí es un final que deja las puertas abiertas a un futuro Ministerio del Tiempo pero que resulta evidente que no será el mismo que conocemos y amamos.

miércoles, 20 de enero de 2021

Visto en HBO: 30 MONEDAS

Uno de los temas más antiguos de la historia del cine (o ser la literatura, ya puestos) es la eterna lucha del bien contra el mal. Retorciendo a su antojo conceptos bíblicos, 30 monedas se ampara en ese concepto para componer una obra maestra cargada de homenajes y referentes al género del terror con una brillantez inaudita.

30 monedas no es perfecta, ni mucho menos, y tiene tantos defectos que sería civilizado enumerarlos aquí todos. Y suele ser complicado defender un producto con errores fáciles de localizar. Sin embargo, pocas veces va a resultar tan endemoniadamente sencillo (perdón por el chiste) como aquí pues, pese a todos los peros que se le puedan poner, 30 monedas es un disfrute de principio a fin.

El principal mérito de Álex de la Iglesia y su guionista de cabecera, Jorge Guerricaechevarría, es saber hacer una fusión de géneros sin que rechine en ningún momento. Uno de los problemas que suele tener el cine español (y por extensión su vertiente televisiva) es el trabajar entre dos aguas: la de seguir sus pepitas señas de identidad o el querer verse en el reflejo de las producciones americanas. Con 30 monedas, de la Iglesia consigue una comunión espectacular entre ambos conceptos, logrando codearse con el cine de Carpenter sin renunciar a un toque berlanguiano (qué ganas tenía de utilizar la expresión desde que fuese aceptada por la Real Academia). A fin de cuentas, si Stephen King huye de las grandes urbes para situar sus historias en sencillos pueblos de Maine, por qué no íbamos a hacer aquí lo mismo con la España rural.

30 monedas es, como ya he dicho, otra vuelta de tuerca al concepto de Dios contra el Diablo, una guerra santa que, como suele ser habitual, se termina librando en la tierra.

Las influencias del cine de Carpenter son claras, con especial hincapié a La Niebla, El pueblo de los malditos o La Cosa, pero también hay mucho referente literario detrás, desde personajes que parecen extraídos del Drácula de Brad Stoker, monstruos Lovecraftianos o tramas que recuerdan a La tormenta perfecta o La Niebla de Stephen King. De hecho, ese Angelo que personifica el mal en estado puro bien podría haberse llamado Randall Flagg.

Y ese es el otro gran mérito de 30 monedas. En una historia a priori muy lineal (una moneda perteneciente al pago por la tradición de Judas aparece en un pequeño pueblo de Segovia y sólo el alcalde, la veterinaria y el cura pueden evitar que caiga en manos del demonio) se reinventa en casa episodio de manera que las sorpresas son continuas, impidiendo que el espectador pueda edificar nunca lo que le espera. Si un episodio recuerda a El exorcista, el siguiente parece sacado de una película de terror teen con ouija incluida. Hay brujas, poseídos, y hasta reversos tenebrosos. Incluso he creído ver referencias al terror claustrofóbico de Alien. Todo eso, acompañado de una imaginería visual impecable, como una versión oscura de las fantasías propias de Guillermo del Toro.

Además, para conseguir una mayor coherencia, de la Iglesia abandona su humor más literal, aquel que hacía dudar si El día de la Bestia o Las brujas de Zugarramurdi eran reír o comedia, para limitarse a toques más sutiles, como la ineptitud inicial del alcalde (muy convincente Miguel Ángel Silvestre) o la sorpresa que produce la aparición de ciertos esperpentos.

Álex de la Iglesia tiene una mente privilegiada, capaz de hacernos viajar a mundos imaginarios y hacernos creer que están justo al cruzar la puerta, pero en esta ocasión riza el rizo en un salto mortal sin red, trayendo lo que quizá sea la propuesta más arriesgada del audiovisual español en toda su historia. Una epopeya de terror que, bien apoyada en la gran labor de Eduard Fernández, funciona como un tiro, con seis episodios que casi parecen películas independientes por sí solas y un final partido en dos capítulos cuyo peaje por tan loca osadía es el aceptar algunas elipsis algo bruscas que impiden un desarrollo de personajes más perfecto y una cierta limitación presupuestaria (HBO tampoco lo es todo, que les pregunten si no a los de Juego de Tronos) que hace que algunos de los monstruos reciclables den un poco el cante. Un peaje que yo pago gustoso, impaciente por ver qué más se puede sacar de la chistera el mago de la Iglesia para la segunda temporada (en su cabeza está la idea de un tríptico), para la que conservaremos muchas preguntas, algunas de las cuales quedarán sin duda sin respuesta, lo cual llegar incluso a ser algo positivo. Al fin y al cabo, recordemos que esto va sobre religión, y en cuestión de fe nadie puede dar mejores respuestas que uno mismo.

lunes, 18 de enero de 2021

Cine: SALVAJE

Dirigida por Derrick Borte, Salvaje es una de las valientes que se han atrevido a estrenarse en dices, quizá por venir de la mano de una productora pequeña.

Falsamente emparentada con el clásico de Joel Schumacher, Un día de furia, la película, escrita por Carl Ellsworth es una cafrada con tintes de serie B que consigue, gracias a un ritmo trepidante, ocultar las carencias de un guion tan loco como poco creíble.

El inmenso (en todos los sentidos) Russell Crowe interpreta a un personaje de vueltas de todo, empecinado en enseñar, por las malas, lo que es tener un mal día a una madre maleducada con la que se cruza en la autopista.

Con tintes de El diablo sobre ruedas, Crowe encarna al mal en estado puro, un desquiciado acongojante del que sabemos muy poco (prácticamente lo que se nos muestra en un inquietante a la par que desconcertante prólogo) que para nada puede suponer un ejemplo de ejemplaridad social, por mucho que él mismo se lo pueda creer. De hecho, no es la intención de Borte la de adoctrinar, pese al punto de concienciamiento social que puedan tener los títulos de crédito (un poco a imagen y semejanza de los de la saga de La purga). Con apenas un par de pinceladas sobre el pasado del protagonista no es posible empatizar con él como se podía hacer con el personaje de Michael Douglas en la mencionada Un día de furia. Puede que en su mente la sociedad lo haya tratado muy mal, pero eso no lo habilita para convertir a esa desconocida en la personificación de toda esa sociedad que merece su venganza.

Análisis profundos aparte, la película podría verse como una sarta de secuencias absurdas, casi ridículas, que obligan al espectador a ser cómplice de la trama. Con unos excesos sanguinolentos y una violencia gratuita desmedida, la película es digna de festivales tipo Sitges, aunque carece del humor zafio que otras propuestas usan para compensar esos momentos casi gores. Por eso, la valoración de esta película va a depender más de la calidad del espectador que de la propia producción, pudiendo ser una gozada para unos y un espanto para otros.

Lo que no se puede negar es su cualidad para mantener en vilo al espectador, traspasándole la angustia de la protagonista y permitiéndole, en estos tiempos tan difíciles que vivimos, olvidar por una hora y media, los problemas del mundo exterior. Se trata de gozar con el sufrimiento ajeno, un ejercicio de masoquismo egoísta que, en la ficción, resulta muy saludable.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Artículo: LOS ESTRENOS DE 2021... EN NETFLIX

Estamos ya en el 2021 y lo primero que hemos descubierto es que, pese a los memes y los buenos deseos, las cosas no han cambiado demasiado respecto al 2020. Todo sigue igual, sino peor, y el mundo del cine no es una excepción.

Los que me leéis desde hace tiempo habréis notado que estas navidades no he hecho ningún artículo al respecto. En parte porque, como ya anuncié hace ya un año, las obligaciones de mi vida personal me restan tiempo para entregarme al blog como antaño, pero también es cierto que malditas las ganas que tengo de hacer un balance de lo mejor y peor del 2020 en tema de películas, pues sólo me va a servir para recordar el tiempo que los clubes han permanecido cerrados y la birria de estrenos del segundo semestre.

Lo mismo vale para mi tradicional lista de deseos para el año nuevo, pues el baile de fechas de estrenos que llevamos meses sufriendo parece que va a continuar como poco hasta verano (y ya veremos cómo estamos para entonces), con lo que pronosticar lo que vamos a poder ver y lo que no sólo serviría para ponernos los dientes largos inútilmente.

Sin embargo, una vez más Netflix se erige como el salvador del cine (del cine de entretenimiento, al menos), y recientemente ha emitido un tráiler resumiendo las setenta películas que pretende estrenar a lo largo de este fatídico año. Setenta películas de supuesto interés, a las que habrá que subas cientos de producciones destinadas a ser simple fondo de armario (de las que saldrá más de una joyita) o a las producciones cinematográficas ajenas que compre para su distribución.

Con el fin de dar un poco de luz al nuevo año, voy a resumir aquí los títulos más destacados para que, junto al artículo anterior sobre Disney+, podamos hacernos una agenda cinematográfica que, si bien no va a sustituir a las salas de cine y esa magia especial que tienen, si nos servirá, al menos, para matar el gusanillo.

Ya hace una semana que se estrenó Fragmentos de una mujer, de la que tengo pendiente hablar, con la casi segura nominación al Oscar para Vanessa Kirby y desde ayer mismo está disponible la primera gran producción con aroma a blockbuster del año: Zona de riesgo.

El 29 de enero llega La excavación, que junta a Carey Mulligan y Ralph Fiennes en un drama romántico, mientras que otra pareja de lujo es la formada por Zendaya y John David Washington en Malcolm & Marie, prevista para el 5 de febrero, Y no menos llamativo es el dúo que componen Rosamund Pike y Peter Dinklage en Descuida, yo te cuido (19 de febrero).

No hay fecha de estreno oficial, pero a lo largo del año seguirán llegando títulos a priori muy interesantes como el regreso de Zack Snyder al género zombie con El ejército de los muertos, ver de nuevo a Sharon Stone en un drama con tintes musicales o a la dupla Ana de Armas y Adrian Brody abordando nuevos detalles sobre la vida de Marilyn Monroe.

Hay más películas con nombres propios, como el de Alicia Vikander en Beckett, Idirs Elba en Concrete Cowboy o el debut como directora de Halle Berry en Bruised.

Pero los dos títulos más llamativos del año, al menos a juzgar por su espectacular reparto, son el regreso a la dirección de Adam McKay en Don’t look up, con Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Cate Blanchett, Meryl Streep, Jonah Hill y Timothée Chalamet y Red Notice, thriller de atracos de gran presupuesto y con ínfulas de franquicia que reúne a Dwayne Johnson, Ryan Reynols y Gal Gadot. Casi nada.

Para las adolescentes, será año de despedidas, con los (supuestos) cierres de las franquicias de A todos los chicos de los que me enamoré y Mi primer beso, y por supuesto no faltará la comedia romántica navideña, Love hard.

Un montón de películas con las que Netflix quiere hacernos olvidar la tristeza de las salas de cines, vacías o directamente cerradas, carentes todas ellas de estrenos importantes. Por ello, su infinito listado está cargado de nombres importantes, ya sea en interpretación o dirección, de los que esto es solo una breve muestra. Hay, más mucho más, como Escape from Spiderhead, con la que Chris Hemsworth tratará de emular el éxito de Tyler Rake; Distancia de rescate, con María Valverde, que además repite con la película Fuimos canciones; Kate, con Mary-Elizabeth Winstead y Woody Harrelson,; Munich, con Jeremy Irons; el terror juvenil con Nightbooks, con Krysten Ritter, y Fear Street, adaptando novelas del autor de Pesadillas; terror más puro con No one gets out alive, de los creadores de The ritual, y O2, de Alexandre Aja…

Habrá hueco para la ciencia ficción, con Stowaway, protagonizada por Anna Kendrick y Toni Collette; la acción, con Sweet Girl, que reúne a Jason Momoa y Marisa Tomei, o The Guilty, con  Jake Gyllenhaal a las órdenes de Antoine Fuqua; e incluso para el western, aunque The Harder they fall, que junta a Regina King, Zazie Beetz, LaKeith Stanfield e Idris Elba promete escenas de alta violencia. O The Power of the Dog, en la que Jane Campion dirige a Benedict Cumberbatch y Kirsten Dunst en esta historia de dos hermanos dueños de un gran rancho en Montana que se enfrentan cuando uno de ellos se casa.

Habrán algunos títulos muy inquietantes, como Hay alguien en tu casa, donde Patrick Brice (Creep) adapta una novela de Stephanie Perkins con la historia de una joven que deja atrás un oscuro pasado para irse a vivir con su abuela, rodeada de asesinatos progresivamente más espeluznantes; The Swarm, en la que una madre soltera lucha por sacar adelante su granja de saltamontes hasta que descubre que su ganado prospera gracias a la sangre humana y La mujer en la ventana, thriller con Amy Adams, basado en la exitosa novela de suspense de A.J. Finn, que cuenta cómo una mujer agorafóbica que vive sola en Nueva York comienza a espiar a sus nuevos vecinos, sólo para ser testigo de un inquietante acto de violencia.

Viviremos el retorno por todo lo alto de Van Damme con The last mercenary, y disfrutaremos (o no) con lo más nuevo de Paolo Sorrentono.

Habrá superhéroes, por supuesto, con Thunder Force, pensada a mayor gloria de Melissa McCarthy y Octavia Spencer, mientras que los más pequeños podrán deleitarse con The Loud House Movie, largometraje inspirado en la famosa serie de animación de Nickelodeon Loud House, Trollhunters: Rise of the Titans, largometraje inspirado en la serie de animación producida por Guillermo del Toro y Rise of the Teenage Mutant Ninja Turtles: Nueva versión en imagen real de los legendarios quelonios luchadores, además de la primera incursión de la productora Aardman en los musicales y un especial navideño sobre la Oveja Shaw.

Como veis, muchas y muy variadas propuestas a la que habrá que añadir muchos más títulos que se irán sumando por el camino producciones de otras nacionalidades y repescas de cine.

Por lo pronto, parece que el 2021 también nos puede llegar algo cojo de cine, pero por falta de películas no será.

Que las disfrutéis…

viernes, 15 de enero de 2021

Visto en HBO: DOOM PATROL T2

Siendo aficionado a los cómics, hay productos que no puedo dejar de ver, por más que las adaptaciones televisivas de superhéroes son ya tantas que es casi imposible estar al tanto de todo. Ya en su momento me di de baja del Arrowverso ante la infinidad de ramificaciones en la que estaba derribando y ni siquiera con Marvel, a la que le soy más fiel, puedo estar al día.

Por eso, trato de seguir más de cerca las nuevas propuestas antes de que crezcan demasiado, y más cuando tratan de robar caminos diferentes al habitual. Así es como me acerqué a Doom Patrol, saltándome la breve presentación que hicieron en Titanes, buscando una serie fresca, divertida e irreverente.

Algo más de pereza me ha dado esta segunda temporada, hasta el punto de haberla abandonado hace meses a mitad del primer capítulo esperando a encontrar el momento adecuado de retomarla.

Puede que parte de la culpa sea de The boys, otra apuesta superheroica «adulta» con un humor cafre y sangriento muy superior a la que nos ocupa hoy, pero también puede que la fórmula, simplemente, se haya agotado antes de tiempo.

Los superhéroes marginales que dicen tacos y meten la pata constantemente miembros lloriquean por sus desgracias me ha abordado a cansar y ninguno de sus protagonistas ha conseguido llegarme al corazón lo suficiente como para que me importe realmente lo que le suceda. No es que la primera temporada fuese muy superior, pero al menos ese absurdo enfrentamiento contra el Señor Nadie, aún terminando con un gran cliffhanger, dejaba las cosas más o menos cerradas.

En esta segura temporada se alternan tramas muy serias, truculentas incluso, como todo lo relacionado con el pasado de los protagonistas, con el surrealismo más grotesco y hasta ridículo (estoy pensando en la nave espacial que usa una cabeza de cabra como motor y una manzana de combustible o la propagación de ciertos de los «escasos» desde dentro del cuadro de Espacio blanco), lo que provoca una montaña rusa de intenciones que no la benefician en absoluto, propiciando que la supuesta épica del episodio final quede en nada, más si tenemos en cuenta la falta de un final para nada satisfactorio que hace que me replantee si veré la ya confirmada tercera temporada.

El fin, un pasatiempo ligero, a ratos entretenido, pero mucho menos gamberro y radical de lo que pretende.

Artículo: EL REGRESO DE MARVEL

Por fin es viernes, y aunque la cartelera de estrenos sea tan paupérrima o peor que en semanas anteriores, algo bueno hay que llevarnos a la boca. Y es que después de un año sin productos audiovisuales Marvel (en 2020 sólo tuvimos Los Nuevos Mutantes, pero son independientes del MCU), al fin se ha estrenado la Fase Cuatro que deba dar continuidad al universo superheroico después de todo lo acontecido con Thanos y las gemas del Infinito.

Después de algún cambio obligado por la crisis del Covid-19, al final ha sido la primera serie para Disney+ quien ha abierto el melón, concretamente La Bruja Escarlata y la Visión, la cual formará, además, parte de una supuesta trilogía sobre el multiuniverso que se expandida en la secuela de Dr. Strange y la tercera entrega de Spider-Man.

Cómo resulta que Disney+ tiene claro que su fórmula para estrenar series es mediante el formato de episodios semanales, tal y como hiciera ya con The Mandalorian, no tendréis mi opinión de la misma hasta bien entrado el mes que viene, pero para ir haciendo boca hoy es un día tan bueno como cualquiera para hacer un breve repaso de lo que se nos viene encima por parte de la casa de las ideas y que se anunció en la pasada convención del Inversors Day de Disney.

Por descontado, lo único mar o menos aseguro sin las series, ya que el panorama cinematográfico es realmente incierto, e incluso cosas aparentemente descartadas, como es un hipotético estreno en salas y streaming al unísono, en el caso de La Viuda Negra, ya no parece tan descabellado.

Sin más preámbulos, vamos a ello:

WandaVision: serie disponible a partir del 15 de enero en Disney+.

      The Falcon & the Winter Soldier: serie que llegará el 19 de marzo de 2021 también en Disney+

      Viuda Negra / Black Widow. Película varias veces pospuesta cuya última fecha de estreno conocida era el 7 de mayo de 2021, pero que tampoco parece muy seguro.

      Loki: Serie de Disney+ prevista para mayo. Ya hay segunda temporada confirmada.

    Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings. De Nuevo la incertidumbre de los estrenos en cines. La fecha teórica es el 9 de julio de 2021. A destacar que en ella se va a recuperar al personaje de El Mandarín. El de verdad, no el de Iron Man 3.

      What if…? Serie de animación que veremos en Disney+ en algún momento del verano.

      Ms. Marvel. Presentación del personaje de Kamala Khan en televisión, anunciada para finales de año.

      Eternals. La película que debía ser la piedra de toque de la Fase 4 con Angelina Jolie al frente ha caído hasta el 5 de noviembre.

       Hawkeye. Ojo de halcón también tendrá serie propia para despedir en Disney+ el año.

       Spider-Man 3. Última traca y fin de fiesta. Se estrenará, si todo va bien, el 17 de diciembre de 2021.

 

Y ya que estamos, y porque me siento así de generoso, os recuerdo los proyectos que hay en marcha pasado este 2021. 

      Doctor Strange in the Multiverse of Madness – 25 de marzo de 2022

      Thor: Love and Thunder – 6 de mayo de 2022

      Black Panther 2 – 8 de julio de 2022

      Captain Marvel 2 – 11 de noviembre de 2022

      Guardians of the Galaxy Holiday Special (finales 2022) [Disney+]

 A todo esto hay que sumar, además, otros títulos anunciados pero sin fecha de estreno, tales como: Ant-Man 3, Los 4 Fantásticos, Guardianes de la Galaxia Volumen 3, Blade y Deadpool 3 en cines y las series de Moon Knight, She-Hulk, Ironheart, Armor Wars, Secret Invasion y I Am Groot.

 Eso a expensas de saber cómo queda lo de la llegada de los X-Men al MCU y los movimientos de Sony con sus propiedades, pues el film de Morbius también ha sufrido bailes de fechas y ahora mismo no se sabe bien cuando llegará a los cines.

sábado, 9 de enero de 2021

Cine: LA ÚLTIMA GRAN ESTAFA

George Gallo es un guionista más o menos conocido cuyo mayor tiempo de gloria fue la concepción de Dos policías rebeldes que, en cierto momento, decidió pasarse a la dirección, faceta en la que lo más destacable que ha conseguido es Mi novio es un ladrón, una de esas películas que no sabían aprovechar el potencial de Antonio Banderas y con una Meg Ryan en sus horas más bajas.

Ahora aúna ambas labores en La última gran estafa, una de esas películas de «cine dentro del cine» que podría funcionar como escaparate de la industria de Hollywood si no fuese todo tan plano y superficial como para no revelar nada nuevo.

Basada en una olvidada película de 1982, la trama fuera alrededor de un productor de serie B de mala muerte, ahogado por las deudas y las malas decisiones, que decide confeccionar un macabro engaño: fingir que está realizando una película supuestamente de nivel con una estrella veterana con el propósito de que esta fallezca durante el rodaje y cobrar por ello el dinero del seguro.

Esto de pie a una serie de situaciones absurdas, algunas con un humor más propio del cartoon, y diálogos divertidos pero algo menos punzantes de lo que me gustaría, que confieren a la película el título de entretenida, aunque por desgracia no parece querer aspirar a mucho más. Es entonces cuando vale la pena recurrir a sus actores, ya que cuenta con un reparto de esos cargados de viejas glorias que están ya de vuelta de todo y lo único que pretenden es pasárselo bomba entre ellos. Robert De Niro, Morgan Freeman y Tommy Lee Jones son motivo suficiente para justificar el precio de la entrada y aportan el carisma necesario como para subir un par de puntos el resultado final del filme.

Al final, esto es como una fiesta en el geriátrico, algo al estilo Plan en Las Vegas (donde ya coincidían los dos primeros), un pasatiempo en el que el trabajo de estos tres monstruos de la interpretación es lo mejor (incluso aunque les baste con actuar con el piloto automático), donde se notan unas ligeras pretensiones por parte de Gallo de buscar una profundidad que rechinan un poco, debiendo haber apostado mejor por un humor más loco como, por ejemplo, el de En guerra con mi abuelo, también con De Niro, y todavía en cartelera.

Una mención especial por ese tráiler postcréditos de una de las supuestas producciones del protagonista, Monjas asesinas, que bien podrían haber firmado Rodriguez y Tarantino para su Grindhouse, aunque funciona también como homenaje (seguramente involuntario) para cierto vídeo juego de Hitman.

 

Valoración: Seis sobre diez

lunes, 4 de enero de 2021

Visto en Netflix: COBRA KAI T3

La primera buena noticia del 2021 ha sido el estreno en Netflix de la tercera temporada de Cobra Kai, adelantada un par de días respecto a la previsión inicial y que, en diez episodios que se disfrutan en un suspiro, sigue demostrando que es una de las series más frescas y entretenidas del panorama actual.

Los creadores siguen jugando con acierto las cartas de la nostalgia sin volverse empalagosos, a la par que referencian a las películas contantemente (incluyendo las secuelas, de lejos mucho menos exitosas que el film original) logrando, de nuevo, con unos pocos flashbacks que no molestan, que aquellos que no vieron las películas, o simplemente las tienen olvidadas, no se pierdan por el camino.

Hay en Cobra Kai T3 un intento por analizar los orígenes de los personajes, por hacer hincapié en el pasado ofreciendo esos recuerdos mediante tres recursos diferentes, lo cual es estimulante y meritorio. En el caso de John Kreese, mediante flashbacks que explican cómo se definió su personalidad, Daniel LaRusso reencontrándose con sus raíces regresando físicamente a Okinawa y Johnny Lawrence recuperando, vía Facebook, el contacto con Ali, la principal causa del enfrentamiento de los dos protagonistas en la película de John G. Avidsen.

Cierto es, y aquí habría que hablar del peaje a pagar por querer ampliar las temporadas de una serie, que el guion fuerza demasiado las cosas, de manera que, a nivel argumental, puede que no sea de lo más destacable (me vienen a la mente, por ejemplo, la resolución demasiado casual de una de las subtramas importantes referentes a la familia LaRusso, el cambio de bando algo forzado de algunos de los chavales o la conversión de Kreese en una especie de encarnación del mal absoluto), pero que compensan con los buenos momentos que ofrece la química entre el personaje de Johnny y Miguel, por ejemplo, o las escenas de lucha, que de nuevo tienen en el último capítulo un desenlace apoteósico.

A nivel argumental, el recuerdo de la batalla campal en el instituto con la que despedimos la segunda temporada pesa mucho en el ambiente, llegando el análisis de sus consecuencias a dominar demasiado la trama de los primeros episodios (la amenaza de ser comparable a la temporada final de Por trece razones estaba en el aire), pero la escasa duración de los episodios, el cliffhanger con el que concluyen todos ellos y el cariño que uno siente ya por los personajes, desde los protagonistas hasta los chavales más secundarios, hace que la serie no se resienta en ningún momento. Además, saben cómo evolucionar (de momento) esa rivalidad entre los dos protagonistas de manera que, aunque se coquetee en varios comentos con el desastre, no sigan cometiendo continuamente los mismos errores, pese a que se vea venir, desde casi el primer momento, que la cosa va a derivar hacia el cliché de los enemigos que se unen para enfrentarse a un mal mayor.

Sea como sea, el resumen es que he disfrutado mucho de estos diez nuevos episodios cuyo final anticipa la existencia de una cuarta temporada que debería comenzar a rodarse en breve y que estoy deseando ya que llegue.