jueves, 30 de noviembre de 2017

Reflexiones catódicas: PUES NO, NO HEMOS APRENDIDO LA LECCIÓN

Hace algún tiempo comentaba que algo estaba cambiando en España en el mundo televisivo. De todos los ejemplos que se me pudiesen ocurrir, El Ministerio del Tiempo era el más claro para resumir esos cambios. +
Después de una época de series algo casposas y que solo ofrecían más de lo mismo (dramas costumbristas o comedias de baratillo), con Crematorio con honrosa excepción, parecía que al fin se había visto la luz al final del túnel. Craso error.
Aquí se siguen haciendo las cosas de la misma manera. Mal. En una industria demasiado apoyada en el amiguismo y dominada por mentes cerradas incapaces de mirar hacia el futuro en lugar de vivir anclados en una zona de seguridad presuntamente cómoda, han conseguido que un producto de calidad y gran repercusión social como el creado por los hermanos Olivares haya caído, en su tercera temporada, en el tedio y el olvido. Efectivamente, esta nueva temporada ha sido muy maltratada por Televisión Española, con constantes dudas sobre su renovación, cambios de horario y parones a media temporada. También ha sufrido importantes ausencias entre el reparto, aunque ello es una consecuencia más de todo lo dicho anteriormente. +
Ni siquiera la esperanza de que hubiese más dinero invertido en cada episodio gracias a la entrada en producción de Netflix ha servido para revitalizar una serie que, en sus dos primeros años estaba en boca de todos y que ahora ha pasado completamente desapercibida. Tanto es así que prácticamente está descartada la cuarta temporada.
Pero El Ministerio del Tiempo solo es el ejemplo más claro de que las cosas no han cambiado lo suficiente como para esperar que esa supuesta época dorada de la televisión haya llegado a España.
Otro ejemplo: El Incidente. Una serie ambiciosa y con un gran reparto que ha estado dos años guardada en un cajón en espera a ser emitida. Eso de entrada ya parecía mala señal, pero un argumento muy heredero de Perdidos y dos brillantes actrices como Marta Etura y Bárbara Lennie como cabezas de cartel bien merecían darle una oportunidad. ¿Resultado? No es que la serie sea mala. Es que es espantosa. Más todavía, una tomadura de pelo. 
Cierto es que se pretendían hacer ocho episodios que quedaron en cinco, pero tras una trama desarrollada torpemente, insultando constantemente la inteligencia del espectador, con malas interpretaciones y narrativa lenta, la cosa ha derivado en un final horrendo e incoherente, una resolución que parece improvisada donde se ignoran todas las subramas abiertas y se ningunea a los propios personajes. Pocas veces he tenido la sensación de haber desperdiciado cinco horas de mi vida con una serie, preguntándome todavía cómo aguanté hasta el final.
Y eso que se trataba de una de las supuestas apuestas fuertes para esta temporada de Antena 3.
En fin, que parece que vamos a tener que seguir “disfrutando” de historias de época, dramas románticos y culebronescos con trajes de época y colores ocre.
¿Hay hueco para la esperanza? Puede que sí, pero no sé si en la televisión convencional. Aunque Las Chicas del Cable de Netflix no rompieran demasiado con esa línea, sí parece que La Zona de Movistar apunta más alto. Lo mismo se podría decir de la comedia Vergüenza, cerrando la trilogía de grandes apuestas de la casa con La peste, dirigida por el gran Alberto Rodríguez. No es casualidad que la mencionada Crematorio viera la luz en la extinta Canal +. Al final, los canales de streaming son los únicos que realmente están apostando por esos cambios en el modo de ver la televisión (e incluso el cine). Pronto llegarán las primeras series de producción propia de HBO y Amazon también ha anunciado que va a apostar fuerte por ese mercado, así que quizá sí haya un rallito de luz de esperanza.
Mientras, y esquivando tontadas como Ella es tu padre, rápidamente fulminada de la programación, esperemos que algún título logre sobresalir entre la monotonía y el hastío nacional. ¿Quizá Estoy vivo será la salvadora?

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