Parecía
que Isabel Coixet había perdido algo de la mano firme que definía su estilo
cinematográfico en los últimos años. Aprendiendo
a conducir, su último trabajo, era una buena película, pero se notaba
demasiado que era un trabajo de encargo en el que no se apreciaba la
personalidad de Coixet en ella.
La librería, sin embargo, recupera lo mejor de la directora
catalana, quizá porque se trata de algo más que una película. Amparándose en
una historia triste sobre una mujer enfrentándose a todo un pueblo por tratar
de sacar adelante su sueño en forma de pequeño negocio (algo que me trae a la
memoria a Chocolat), La librería es casi un canto de amor a
la literatura. Cargada de referencias a las letras, con la novela Lolita o el escritor Ray Bradbury como
elementos destacados.
Emily
Mortimer es Florence Green, una mujer de apariencia frágil y delicada pero
fuerte en determinación. Marcada por un pasado doloroso, consigue comprar una
antigua casa en un pequeño pueblo pesquero para transformarla en una librería,
pero se encuentra con la oposición de Violet Gamart, a la que da vida Patricia
Glarson, en su segunda colaboración con Coixet. Gamart, posiblemente la mujer
más influyente del pueblo, ansía esa casa para crear un espacio social
cultural, más por lucimiento propio que por otra cosa, y se inicia una guerra
entre ambas mujeres que terminará implicando a todo el pueblo, como a la
pequeña y pizpireta Christine, que a base de trabajar por las tardes ayudando
en la librería aprenderá la belleza de leer, o al esquivo e huraño Edmund
Brundish, que terminará derivando en un inesperado aliado. Son precisamente los
actores que dan vida a estos últimos, la joven Honor Kneafsey y el siempre
magistral Bill Nighy, los que más frescura aportan a una historia tierna y
conmovedora a la que quizá solo se le pueda echar en cara un cierto grado de
previsibilidad en su tramo final.
No
obstante, esto no va de giros sorprendentes ni grandes intrigas, por lo que ni Coixet
ni Penélope Fitzgerald, la autora de la novela en la que se basa la película,
deberían estar muy preocupadas por ello. Esto es más una historia sobre la vida
misma, cobre la amistad y el orgullo. Y, desde luego, sobre el deseo de rendir
tributo a los sueños del pasado y al valor de atreverse a luchar por ellos.
Coixet,
muy de actualidad últimamente por temas más relacionados con la política que
con el cine, regresa con fuerzas renovadas. Y eso siempre es una grata noticia.
Valoración:
Siete sobre diez.
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