domingo, 30 de junio de 2013

AFTER EARTH (4d10)

Nos encontramos ante una nueva película de M. Night Shyamalan, quien otrora fuese un prometedor director de cine con películas tan notables como El sexto sentido, El protegido o Señales, que bajó algo el listón con El bosque y La joven del agua y que se estrelló estrepito
samente con tonterías como El incidente, Airbander, el último guerrero o esto que nos ocupa ahora. After Earth, una bobada enorme con la única excusa de servir como vehículo de lucimiento a un insoportable Jaden Smith que ya demostró en Karate Kid que para ser un buen actor hace falta algo más que un buen apellido. Will Smith, productor, actor y cabeza pensante que concibió la historia en la que se basa la película, lleva mucho tiempo en Hollywood, igual que Shyamalan, como para no entender como funcionan las cosas, así que no entiendo como puede ser que no se hayan planteado las siguientes cuestiones antes de abordar esta película.
¿Por qué si Shyamalan fue considerado un genio del suspense, no deja que sean otros los que le escriban los guiones y se dedica solo a dirigir, que es lo que se le da bien?
¿Por qué no permite Will Smith que su hijo se labre su propia carrera en lugar de producirle películas a medida que a la larga le van a hacer un flaco favor, pues el chaval carece de las tablas necesarias para aguantar en sus espaldas el peso de una gran producción?
¿Por qué no le hace entender alguien a Will Smith que no es el gran actor que él se piensa, y que sus más brillantes éxitos (Independence Day, Dos policías rebeldes, Hombres de Negro) no se basaban solo en su participación sino que eran películas en la que lo importante (para bien o para mal) eran sus directores y sus efectos especiales?
¿Por qué no vuelve Will Smith a hacer comedias simples que era lo que se le daba bien, como en El Principe de Bel Air o Hitch, especialista en ligues, en lugar de empeñarse en ser un actor trascendental en películas con una profundidad fingida que parecen estar por encima del bien y del mal (o como convertir una magnifica novela postapocalíptica de vampiros como Soy Leyenda en dos horas de Will Smith contemplando maniquís)?
La trama de la película es simple. La humanidad ha tenido que abandonar la tierra y vive ahora en otro sistema solar. En una misión rutinaria un grupo de rangers sufre un accidente y va a parar a La Tierra, ahora un planeta salvaje, donde solo sobreviven Cypher Raige y su hijo Kitai, quedando el primero gravemente malherido. Ante tal situación, el pequeño Kitai deberá aventurarse solo por el hostil planeta hasta localizar una baliza con la que solicitar un rescate. Un buen argumento a priori si no fuera por el temor que nos produce que una estrella como Will Smith se quede toda la película en el banquillo, demostrando que su presencia es solo una excusa para conseguir que su careto en el poster atraiga a más público que va a tener que soportar los gimoteos del niño Smith durante 100 minutos de metraje (su duración es sin duda lo mejor de la película). Lo que no se le puede negar a la película es sinceridad, ya que termina resultando tan tediosa como prometía su tráiler, ya que lo único que ofrece son secuencias supuestamente frenéticas con decorados digitales sin ritmo narrativo y situaciones que van de lo absurdo a lo ridículo. Personalmente, solo aconsejaría esta película a aquellos que criticaron ferozmente Oblivion (esa película de Tom Cruise estrenada hace escasos meses que coincidía con esta en el hecho de presentar una tierra futurista y salvaje). En comparación, la obra de Joseph Kosinski rozaba la maestría. Nada o casi nada se salva en este despropósito en el que la trama es resumida en un minuto (el abandono de la tierra, la colonización de otro planeta, la invasión de una raza alienígena, la guerra contra estos…) y solo nos queda una yincana por el bosque que solo se puede calificar como aburrida. Y es una pena, pues lo cierto es que yo era un  gran admirador de Shyamadan que sin duda aceptó este proyecto en sus horas más bajas en busca desesperadamente de un éxito que lo mantenga en la lista de los directores importantes de Hollywood. Espero en serio que levante cabeza, ya que sigue siendo un gran director con un rumbo muy equivocado.
Finalizo con otra serie de preguntas relativas a la película que espero que algún día el señor Smith se digne a responder:
¿Por qué en una civilización tan avanzada como para conquistar otro planeta se utilizan naves tan arcaicas que no son capaces de esquivar una zona de meteoritos y con unos diseños tan cutres y antiguos?
¿Por qué la tierra es considerada zona hostil para vivir cuando la mayor amenaza oriunda que encuentra Kitai son unos monos que lanzan piedras?
¿Por qué con tanta tecnología se permite una escena final tan ridícula con Kitai con la baliza en alto como quien busca cobertura con el móvil en una peli cutre de terror?
¿Por qué si los Ursa (unos alienígenas ciegos) detectan a los humanos por el olor de sus feromonas (es decir, por el miedo) no se les ataca con robots, o con armas a distancia, ¡¡o con desodorante!!!?
¿Por qué no le explica alguien a Will Smith que interpretar a un personaje frio y distante no es lo mismo que interpretar de manera fría y distante, con mirada perdida, como si mientras rueda estuviese pensando ya en el próximo producto para su niño?
¿Por qué si todo se congela durante la noche en cuestión de minutos al amanecer vuelve todo a la normalidad? Mi padre tiene un  huertecillo y cuando hiela se le estropean los tomates…
¿Por qué el águila ayuda a Kitai cuando él no consigue salvar a un solo aguilucho?
¿Por qué en el futuro se usan armas blancas de en lugar de armas de fuego?
¿Por qué no tienen mascarillas para respirar en la Tierra como la que lleva en la nave en lugar de esas capsulas tan poco prácticas?
¿Por qué el traje que llevan tan molongo y que cambia de color no es resistente a las bajas temperaturas o protegen del olor de las feromonas?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?

Y sobre todo… ¿por qué se siguen gastando el dinero en Hollywood en tonterías como estas?

sábado, 29 de junio de 2013

LOS BECARIOS (6d10)

Los becarios es la última película de Vince Vaughn (es coautor del guion según su propio argumento, productor y protagonista) para mayor lucimiento suyo y de su amigo Owen Wilson que se estrena en España una semana justa después de Monstruos University. ¿A qué viene esta observación? Bueno, prestemos atención primero a su argumento. La historia arranca cuando la empresa para la que trabajan Billy y Nick (Vaughn y Wilson) pierden su empleo al cerrar la empresa para la que trabajan (comandada por el últimamente omnipresente John Goodman) y no se les ocurre nada mejor que tratar de ser aceptados como becarios en Google, pese a ser unos ineptos totales en el terreno informático. El planteamiento no puede ser más simple, pero su desarrollo se desliza por recovecos extraños y surrealistas imposibles de entender en España y que no queda más remedio que dar por ciertas cosas como que se realice una serie de pruebas de acceso en equipo entre las que se incluyen cosas tan extravagantes como competiciones de quidditch (aquel deporte con escobas que se juega en Harry Potter). Y digo que debemos  creer cosas así como ciertas porque la película no es más que un anuncio publicitario de casi dos horas de la empresa Google, ya que vamos a conocer a fondo las excelencias de esta empresa y habrá tiempo durante su metraje para mostrar en algún momento todas y cada una de sus aplicaciones. Aparentemente disfrazada de comedia políticamente incorrecta, al estilo de la saga Resacón (uno de los momentos clave de la trama es en un elegante club de striptease donde los excesos etílicos de los protagonistas y una pelea final se traduce en la mejor noche en la vida de sus protagonistas y la clave de la unión del equipo), pero que como suele ser habitual deriva en una comedia blanca, totalmente predecible y cargada de moralina barata y finales felices como si de una producción Disney se tratara. O Pixar,  ya puestos. Y es que si he empezado nombrado Monstruos University no ha sido casual, ya que Los becarios y la precuela de Pixar comparten tantas similitudes que casi podían tratarse de dos versiones de la misma historia. Billy y Nick, como en aquella Mike y Suley, deben unirse a un grupo de inadaptados repudiados por los demás hasta aprender a trabajar en equipo y terminar descubriendo que lo importante de verdad no es ganar (aunque se gana, por supuesto) sino conseguir una valiosa lección de vida, reforzar el concepto de amistad y recordar que con esfuerzo cualquiera puede conseguir sus objetivos,  ya sean grupos de trabajo o hermandades universitarias,  pese a partir con una clara desventaja inicial. Esta, como aquella, redunda en tópicos y situaciones absurdas pero finalmente previsibles para demostrar que estamos, ante todo, frente a una comedia. Flojita, sí, pero comedia al fin y al cabo.


En resumen, dos horas de distracción con las habituales tonterías de estos amigos (cameo de Will Ferrer incluido), unas cuantas caras conocidas entre los secundarios y una aglomeración de finales felices que restan credibilidad a una película ya de por si poco creíble. Y, por cierto, en medio de una espantosa crisis económica (que se dibuja levemente en los primeros compases del film), nada mejor para ponernos los pantalones largos que ver las entrañas de la empresa Google, de la que se dice que es el mejor lugar del mundo para trabajar y que, de ser cierto lo reflejado en la película, parece ser cierto. Solo por satisfacer la curiosidad de ver ese lugar mágico ya merece la pena el visionario.

martes, 25 de junio de 2013

EL HOMBRE DE ACERO (5d10)

Extraña la nueva versión del héroe de DC así como extraña ha sido mi percepción de la misma. Mientras veía la película estaba disfrutando, considerando puntuarla con un mínimo de 8. Superado el ecuador de la obra la cosa decae sobremanera, de manera que he salido de la sala del cine con un 6 en la cabeza, y en el tiempo que he tardado en empezar a escribir estas líneas (apenas un par de horas) la he dejado reposar lo suficiente para quedarme con un aprobado rascado. Y gracias.
Ante sentimientos tan encontrados he decidido escribir una crítica un poco diferente a lo habitual, enumerando al principio lo que me ha gustado y a continuación lo que no, de manera que cada uno de vosotros valoréis lo que consideréis que tenga más peso.
La historia, por más que nos la sepamos de memoria, está narrada de forma bastante interesante, fusionando el argumento de las dos primeras películas clásicas (¡que larga es la sombra de Richard Donner!). Había cierta duda sobre si iba a pesar más la dirección de Zack Snyder o la producción de Christopher Nolan (ese tipo que debe odiar tanto a los superhéroes que le alimentan que se empeña en que sus nombres no aparezcan ni en el tíitulo), y por fortuna ha sido el director quien se ha llevado el gato al agua, con una dirección sobria y elegante (me sobra el uso de algún zoom), no tan excesiva como nos podíamos temer y con algunas secuencias realmente impactantes (esas peleas en vuelo, casi en primera persona). También encuentro interesante la manera de alternar dos líneas temporales, tal y como ya hiciera en la brillante Watchmen, y la recreación de Kripton es muy buena, desmarcándose de lo que habíamos visto hasta ahora e insinuando una mitología propia que sabe a poco. Otro aspecto destacado es el interpretativo. Henry Cavill (conocido por su participación en Los Tudor y por ser el hijo de Bruce Willis en esa flojita peli de intriga rodada en España llamada  En la fría luz del día) está a la altura de Christopher Reeve y a años luz del soso de Brandon Routh, haciendo un Superman creíble, con toques de humanidad y gran poder de seducción, mientras que Amy Adams consigue con esa mezcla de determinación y ternura confeccionar a la mejor Lois Lane posible (por encima de la histriónica Margot Kidder y... ¿alguien se acuerda quien hacía el papel en Superman returns?). Parecía imposible evitar comparaciones odiosas con Marlon Brandon y Glenn Ford, pero Russell Crowe y Kevin Coster aprueban con nota, mientras que Michael Shannon (al que hemos visto en Broadward Empire y poco más) cumple como villano, pese al horrible doblaje español. Así que: perfecto, el personaje se presenta con buen ritmo (el uso de los flashback nos permiten ver al héroe vestido con su característico traje apenas a la media hora de película) y la parte dedicada a su juventud es emotiva sin empalagar, así como interesante la manera de darse a conocer al mundo (me gusta especialmente que Lois descubra enseguida su identidad, nunca entendí que la ganadora de un Pulizzer pudiera ser tan torpe como periodista).
Si hasta ahora me gustaba todo... ¿Qué pasa para que me venga abajo? Para empezar, el villano. Por más que se esfuerce el actor y por mucho que a priori aplaudiésemos la ausencia de Lex Luthor en esta primera película,  lo cierto es que la amenaza que supone el general Zod es terriblemente plana. Una vez enfrentado a Superman desaparecen las subtramas y todo se reduce a más de una hora de una batalla interminable, explosiones a tutiplén y edificios derrumbándose. No creo que exagere nada si afirmo que a partir del ecuador de la película el guion brilla por su ausencia,  ignorando esa máxima del cine de calidad que afirma que, en ocasiones, más es menos. Todo ahora se reduce a un exceso de violencia y destrucción que termina por aburrir soberanamente, haciéndose eterno y recodando poderosamente además (aunque en malo) a la batalla final de Los Vengadores. Además,  tiene el film un tufillo a trascendencia épica (aquí si que se adivina la mano de Nolan) que lastra al personaje, que por momentos parece contagiarse del aurea de divinidad que ya insinuó Bryan Singer en la fallida Superman Returns, y desechando totalmente el sentido del humor que Josh Wedon tan sabiamente usó para aderezar a Los Vengadores. Sí,  este es un mundo más real, parecen decir Nolan y Snyder, pero la conclusión se me antoja muy Happy End cuando media ciudad es destruida y ni por asomo se ve o menciona a una sola víctima civil. En serio, quée terriblemente decepcionante y soporífera segunda hora de película (y dicen que el montaje inicial superaba las tres horas).
Quiero concluir esta crítica analizando dos escenas concretas que me parecen determinantes en la definición del personaje, pero que podrían tratarse de SPOILERS (bueno, una seguro que lo es) así que estáis avisados por si no queréis continuar leyendo.
No soy un especialista en la mitología de Superman, he leído mucho más Marvel (especialmente Spiderman, como veréis a continuación), pero me consta que Johnatan Kent muere por un infarto, y aunque siempre se esforzó por dar una buena educación a su hijo no lo recuerdo en el comic original como una guía espiritual tan marcada en la vida de Clark Kent como en esta película (algo así sucedía también en Smallville), donde aquí además el personaje interpretado por Kevin Costner muere a consecuencia de la no intervención de Clark en un momento dado.¿ Es cosa mía o sobrevuela por ahí el recuerdo del tío Ben? Solo falta que en algún momento el bueno de Johnatan le suelte a su hijo adoptivo eso de que "todo gran poder..." ¿Ya sabéis cómo sigue, no?
Lo segundo que quería comentar, e insisto con lo del spoiler, concierne a la escena final, al momento culminante en que Superman, para salvar la vida de tres civiles mata al general Zod. Vamos a ver, quizá esto os parezca de alguien muy cuadriculado, pero esto es así: Superman no mata. Punto. Es casi una definición del personaje. Batman es el oscuro y violento. Superman, no. Y verse en esa tesitura en la que se supone es su primera película y su primera acción como superhéroe debería marcarlo de por vida. Algo parecido pasa en Marvel. Lobezno no tiene reparos a la hora de desgarrar a alguien, pero en sus más de cincuenta años de historia Spiderman nunca ha provocado voluntariamente ninguna muerte, conocedor de que una vez que se cruce la línea ya no habrá marcha atrás. Superman la ha cruzado (da igual que hubiesen inocentes en peligro, Spiderman habría encontrado otra manera de solucionarlo o habría muerto en intento; y el verdadero Superman, tanto el del comic o como el de Donner, también), y eso hace que deje de ser nuestro héroe tal y como lo conocemos.
Otro héroe deformado, oscuro y amargado. Sigue así,  Nolan. En  Marvel te lo agradecerán.

Resumiendo, brillante arranque con una buena historia y unas grandes interpretaciones que deriva en una copia mala, burda y aburrida de la épica batalla de Nueva York de Los Vengadores. No es tan mala como el final de la estúpida y sobrevalorada trilogía del murciélago llorica,  pero sí muy decepcionante. 

MONSTRUOS UNIVERSITY (6d10)

Algo está pasando en Pixar, otrora la mejor productora de animación, que nos tenía acostumbrados a obras maestras y últimamente parece perder fuelle. O, por lo menos, imaginación. No por casualidad su última gran película fue una segunda secuela. Tras culminar la saga Toy Story (aunque visto lo visto dudo que nadie se atreva a afirmar que no habrá un Toy Story 4)  ha habido desde entonces una secuela de Cars, la floja Brave (con un estilo más próximo a su hermana Disney que al espíritu Pixar) y tras esta precuela de Monstruos, S.A. se anuncia entre sus proyectos futuros la continuación de Buscando a Nemo (Buscando a Dory, sin comentarios) y una reinvención de Cars pero con aviones.
Pero olvidémonos por un momento de Pixar y centrémonos en la película. Ya de entrada cuenta con un gran hándicap, y es que al ser una precuela ya sabemos cómo va a terminar. Esto, por sí solo, no tendría por qué ser un inconveniente: Lucas dedicó tres películas cuyo final era sobradamente conocido solo por saber cómo Anakin Skywalker se pasó al lado oscuro para convertirse en Darth Vader, y lo mismo podríamos decir de la excelente X-men, primera generación, de Matthew Vaughn, donde ya sabíamos que dos amigos llamados Charles y Eric iban a terminar siendo los peores enemigos bajo la identidad de Profesor Xavier y Magneto, pero en ambos casos lo importante no era el qué,  sino el cómo y el porqué. En Monstruos University, sin embargo, no sé si por falta de habilidad del guionista Robert L. Baird, que ya se encargó de escribir la original, o por ser un producto demasiado dirigido al público infantil, se incide más en el qué. No en vano la excusa argumental es saber si Mike será capaz de superar todos los obstáculos y llegar a cumplir su sueño de ser asustador, cosa que todos sabemos que no va a lograr, lo cual ya te hace disfrutar menos de la película, por más que quieran camuflar su fracaso en forma de final feliz. También nos explicarán como él y Sulley pasan de competidores a amigos y, volviendo al ejemplo de Star Wars, como el inicialmente bonachón Randy es arrastrado al lado oscuro, pero lo cierto es que la definición de personajes es tan pobre que ni nos los creemos ni intentan que lo hagamos. Esto no significa que Monstruos University sea una mala película, pero Pixar nos tenía tan bien acostumbrados que uno espera guiones con la excelencia de Toy Story, Wall-E o Up, y aquí está claro que han dedicado más esfuerzo a la parte visual que a la escrita. Y es que visualmente es una auténtica gozada. La majestuosidad de la universidad no tiene parangón, con un realismo alucinante en el diseño de sus edificios, aunque es Sulley y su pelaje lo que se lleva la palma de realismo. El diseño de personajes es correcto,  aunque la obligación de mantener el estilo de la Monstruos original le resta frescura (atención al auto homenaje al niño de Up), gana más libertad, sin embargo, con la posibilidad de mostrar espacios abiertos, en los que se recrean en una fiesta de luz y color (espectaculares panorámicas del campus) en contraste a la oscuridad del mundo real.

Así que sin llegar ni mucho menos a genialidad, tal vez por un exceso de acomodo en lugar del riesgo que habitualmente suele tomar Pixar, la película acabará haciendo las delicias de los más pequeños, lo cual -aunque a veces lo olvidemos- es verdadero objetivo.

martes, 18 de junio de 2013

TRANCE (7d10)

Si sois lectores de este bloc desde sus principios quizá recordeis mi crítica a La vida de Pi en la que comparaba a Ang Lee con Danny Boyle por el hecho de saber navegar por diferentes géneros y estilos sin comprometerse con nada ni con nadie. En el caso del británico, que saltó a la fama con la transgresora Trainspotting, ha hecho comedias románticas como Una historia diferente, aventuras con suspense en La Playa, terror con 28 días después..., ciencia ficción con Sunshine, drama con 127 horas e incluso triunfo en los Oscars con Slumdog Millionaire (por no mencionar las ceremonias de apertura y clausura delos Juegos Olímpicos de Londres). Ahora, buscando un nuevo giro en su carrera se adentra en un thriller psicológico donde nada es lo que parece y los giros de guion y las sorpresas son constantes.

La acción arranca con una base que recuerda a la saga de Oceans: el calculado robo de un valioso cuadro en una casa de subastas. El golpe se ejecuta a la perfección excepto por un detalle: cuando el jefe de la banda (curiosamente Vicent Cassel, en un papel que recuerda también al que interpretó en Ocean's twelve) va a contemplar el botín se encuentra con una pequeña sorpresa: sólo han robado un marco vacío. El lienzo debe estar sin duda en poder del contacto que los ayudaba desde el interior de la casa, Simon (James McAvoy, el Xarles Xavier de X-men, primera generación), pero por desgracia ha recibido un fuerte golpe en la cabeza que le ha producido amnesia. Es entonces cuando entra en juego Elizabeth, psicóloga interpretada por Rosario Dawson que tratará de esclarecer donde está el cuadro mediante la hipnosis. Comienza un peligroso juego donde la verdad y la mentira, la realidad y la ficción, los recuerdos y los engaños se mezclarán, llevándonos por los recovecos de la mente del protagonista que, como si de un relato de Philip K. Dick se tratase, termina dudando de si mismo.
Como es habitual en Boyle su fotografía es impecable , jugando con maestría con las luces y los colores y colocando siempre la cámara con acierto,  manteniendo el ritmo y la tensión necesaria para que la historia funcione y, apoyado en unas muy buenas interpretaciones, contagiando al espectador de la angustia y el desconvierto de Simon. Algo hay, sin embargo, que impide que la película sea redonda. Y es que es tal su afán de despistar y engañar espectador que abusa en demasía de los giros de guion, provocando que en cierto momento se desconecte un poco de la película. El "nada es lo que parece" en esta historia de robos, traición y sexo (romance incluido) funciona durante buena parte del metraje, pero termina aburriendo. Eso es lo único que el señor Boyle no ha sabido calcular bien, aunque ello no sea motivo suficiente como para no recomendar su visionado.

Incluso podría agradecerse un segundo vistazo en el que terminar de cuadrar las migas de pan que Boyle va dejando a lo largo de la historia, completando mejor así el puzle final.

FILL DE CAIN (8d10)

Desde que las carreras de Antonio Banderas y Javier Barden dieron el salto y se consolidaron en Hollywood, el cine español se había quedado huérfano de un icono masculino que lo represente, esa figura imprescindible que toda producción querría tener. Y no es por falta de grandes actores, que para eso tenemos a monstruos como Luis Tosar, Javier Cámara… pero nos faltaba esa estrella que tenga ese algo especial que todos buscan. Pero en los últimos años un intérprete ha parecido resaltar por encima de sus compañeros. Se trata de José Coronado, un gran actor que, pese a haber participado en más de una treintena de films, parecía condenado a ser conocido solo por la televisión (a excepción del gran éxito de público y taquilla que supuso La Caja 507. No fue hasta nueve años después que le llegaría la consagración de No habrá paz para los malvados, con la que se quitó la etiqueta de galán ganada gracias, sobre todo, a Periodistas. Desde entonces, con el beneplácito del público ha ido encadenando grandes papeles a la par que grandes éxitos: El Cuerpo, Los últimos días y ahora Fill de Caín. Y la prueba más grande de su ascensión en el panteón del cine es su participación en esta última producción rodada en catalán y en la que él es el único personaje de habla castellana, sin que ello tenga ninguna relevancia en el guion. Prueba irrefutable de que los productores no iban a permitir dejar pasar la oportunidad de trabajar con el madrileño.
En la película Coronado interpreta a Carlos Albert, abogado de una importante multinacional felizmente casado con Coral y con dos hijos: Nico y Diana. El problema está en su complicada relación con el adolescente, un muchacho introvertido y siniestro con el que apenas se habla y cuyo concepto del bien y el mal están claramente entremezclados. Carlos pide ayuda a Julio Bertrán, un psicólogo infantil, el cual intentará aprovechar la pasión de Nico por el ajedrez para tratar de averiguar que traumas se ocultan en su mente.
Comienza así un peligroso juego con el ajedrez como telón de fondo, en el que las claves se van revelando con cuentagotas como si de un puzzle se tratase hasta llegar a una terrible y dramática verdad. ¿O no? Y es que en Fill de Caín, que hereda de películas como El buen hijo o La Profecía  la tradición de hijos inquietantes cargados de mal rollo, nada es lo que parece.
Jesús Monllaó dirige con mano firme un thriller repleto de suspense que mantiene en tensión durante todo el metraje pese a que hay que reconocer que el último giro de guion se intuye antes de lo necesario. Pero hasta eso se puede perdonar a cambio de la atmosfera angustiante creada no solo por las miradas fijas y amenazadoras de Nico (magnifico David Solans), sino por las dudas que se crean respecto a la relación con su padre y los motivo ocultos que la justifican, el descubrimiento de que Coral y Julio se conocían con anterioridad y la fascinante presencia de Laura (Abril García), la campeona actual de España de ajedrez y que parece que puede ablandar el cruel corazoncito de Nico.
Definitivamente, el cine patrio de género está de enhorabuena.

martes, 11 de junio de 2013

EL MENSAJERO (5d10)

El mensajero es una de esas películas que la gente va a ver casi sin querer, impulsados por la escasez de grandes estrenos (Iron man 3 y R3sacón continúan ocupando las grandes salas en espera del siguiente pelotazo gordo: El Hombre de Acero). Con una campaña publicitaria mínima lo que más puede atraer del film -apuesto a que la mayoría de los espectadores entran en la sala sin saber siquiera de que va- es el protagonista (no es casual que sea lo único que se resalta en el poster). Partiendo pues de esta base, cuando uno se aventura a ver una película de Wayne Johnson (lo de The Rock hay que guardarlo para una mejor ocasión) puede pensar que va a ver grandes peleas, puñetazos y diversión a partes iguales. Si además está acompañado por Susan Sarandon se puede presuponer un toque de calidad y si añadimos alguna cara conocida como Jon Bernthal (el amigo,  o no, de Rick en Walking Dead), pues mejor que mejor. Así que una vez vista la peli uno no puede evitarse preguntar: ¿cómo los han engañado para hacer esta película? En el caso de Bermthal es comprensible (aún debe dar gracias por oportunidades como esta), y Sarandon imagino que estaría dispuesta a aceptar cualquier papel que le permita interpretar un poco después del empacho de azúcar que le supuso La gran boda. Y la implicación de The Rock (por otra parte productor del film) solo puede entenderse como una declaración de intenciones del actor deseoso de demostrar que es capaz de interpretar personajes más complejos que los típicos cachas pegaleches del tipo Rey Escorpión o Fast & Furious o comedias infantiles y bochornosas como aquella del hada de los dientes cuyo nombre me niego a recordar o googlear siquiera. Sin embargo, el camino elegido no es el más acertado, no ya porque su interpretación sea mala, pues cumple con corrección,  sino porque el vehículo en cuestión no tiene el motor adecuado. Johnson interpreta a John Matthews, un acaudalado empresario del sector transportista que debe infiltrarse en una banda de narcotraficantes para conseguir sacar a su hijo de la cárcel. Una historia basada en hechos reales que si bien es lo suficientemente increíble como para funcionar como película pero a la vez con el punto de verosimilitud para podérnosla creer, tiene un cierto tufillo a producción televisiva que merece que la condenen a una sesión doméstica un domingo por la tarde. Además, la película quiere tocar tantos temas que no tiene tiempo de centrarse en ninguno. Hay un apunte insuficiente sobre lo injustas que son algunas penas de cárcel en comparación con otras, se denuncia el narcotráfico pero más como excusa argumental que como crítica social, y en cuanto a las motivaciones de los personajes, si bien el caso de Matthews queda muy claro (qué no haría un padre por defender a su hijo), hay a su alrededor un montón de secundarios con gran potencial (el empleado que interpreta Bernthal y su familia, la exmujer de Matthews, de la que apenas sabemos nada, su familia actual, cuyas consecuencias por todo lo ocurrido son simplemente olvidadas). Pero todo esto podría ignorarse si no fuera por un último,  y a la postre definitivo, elemento a analizar. Me estoy refiriendo a la labor del director Ric Roman Waugh, un verdadero incompetente que filma con torpeza y total carencia rítmica. Pero no solo debo criticar su mala labor, provocada posiblemente por su falta de experiencia y por un proyecto que le viene grande, sino su falta de planificación a la hora de decidir el estilo que quiere otorgar a su obra (de la que firma también el guion). Por momentos, con una cámara temblorosa y confusa, Waugh parece querer acercarse al estilo de falso documental, pero a medida que avanza el metraje coquetea con escenas presuntamente apabullantes con coches explotando y camiones volcando que reniegan del trasfondo dramático con que comienza la cosa. Todo ello regado con planos mal elegidos, transiciones erróneas y movimientos de cámara de aficionado.


En resumen, cinta que se deja ver si se dejan las grandes aspiraciones en la puerta del cine, con estériles esfuerzos de sus intérpretes por levantar la producción, que finalmente es demasiado prometedora para la televisión pero poca cosa para la pantalla grande.

sábado, 8 de junio de 2013

HERMOSAS CRIATURAS * (3d10)

Nos encontramos de nuevo ante lo que yo suelo llamar el efecto crepúsculo,  es decir, la adaptación de una novela para adolescentes temática fantástica e historia de amor imposible por medio. Al igual que los otros dos ejemplos más evidentes de este año (y lo que nos espera): The Host y Memorias de un zombie adolescente, también en esta ocasión se recurre a secundarios de lujo y probada calidad para dar un poco más de empaque al asunto, mientras que los adolescentes elegidos para aguantar el peso de la trama intuyen, a priori, algo más de carisma que los sosonabos que componían el pasteloso triángulo amoroso de la aburrida saga parida por Stephanie Meyer. Esto puede ser una buena noticia de cara al visionado de la película que, no nos engañemos,  es lo que es y para quien es, así que si nos sentamos en la butaca del cine (errr..., ejem..., habéis visto que he colocado el asterisco junto al título,  no? No me culpéis por ello, el motivo es que esta obra maestra no sobrevivió a su primera semana en cartelera) y nos despojamos de toda pretensión y prejuicio podemos esperar pasar al menos un buen rato. Craso error. Tras un principio alentador con una correcta presentación de personajes,  una buena ambientación tanto con respecto al pueblo como al entorno escolar y una primera aparición interesante y prometedora de Jeremy Irons, lo cierto es que una vez asentadas las bases de la historia todo se diluye en aguas de borrajas. La trama pierde todo su sentido, mezclando diálogos románticos que provocan vergüenza ajena con escenas fantásticas con algunos de los efectos especiales más patéticos que recuerdo. Nos explican entonces que hay brujas buenas y malas marcadas por una maldición que data de la guerra de Secesión (aquí no se si fue culpa del aburrimiento o de unos malos guionistas pero confieso que no me enteré de nada, ), que uno se convierte en bueno o malo (esto tiene un nombre que tampoco me he molestado en memorizar) a cierta edad sin poder hacer nada por remediarlo (otra tontería: los malos son malos malisimos sin remedio, pero el personaje de Jeremy Irons parece que era de los malos y escapó del lado oscuro sin mayor problema) y cosas así. Por cierto, por ahí pulula también Emma Thompson, para la que está claro que sus años buenos pasaron hace mucho.

Me doy cuenta ahora de que no he explicado el argumento, pero si a los propios guionistas parece importarle un pepino vosotros no vais a ser menos, ¿no? Por otro lado, la dirección de Richard  LaGravenese (parece mentira que este hombre tenga en su haber diversas nominaciones al Oscar como guionistas, los años no perdonan a nadie) es totalmente plana, con algunas secuencias (como cuando van en coche) que llegan a hacer daño a la vista.

En resumen, película totalmente prescindible, una tontería singular que pretende unificar el drama de Crepúsculo con la magia de Harry Potter y cuya única virtud es la sensación final de que su paupérrima recaudación desaconsejará cualquier intento de secuela.

miércoles, 5 de junio de 2013

LA CAZA (7d10)

Lucas es un buen hombre pasando una mala racha. Vive solo, su exmujer apenas le deja ver a su hijo y ha cerrado la escuela donde trabajaba como profesor. Pero las cosas nunca son tan malas como parecen. Encuentra empleo como cuidador en un colegio donde los niños lo adoran, tiene extraordinarios amigos en el pueblo, su hijo se rebela para poder venirse a vivir con él y conoce a una chica con la que podría volver a sentir el amor. Su vida parece enderezar el rumbo hasta el fatídico día en que Klara, la hija de de su mejor amigo,  confundida por la mezcla de amor y admiración que siente hacia él y que su edad no le permite comprender la llevan a decir una pequeña e inocente mentirijilla que la directora de la escuela interpreta como un caso de abuso sexual por parte de Lucas. Se inicia entonces una verdadera caza de brujas contra Lucas que amenazará con arruinarle la vida de sin posibilidad de vuelta atrás.
Esta es la historia de La Caza, una producción danesa de Thomas Vinterberg interpretada por Mads Mikkelsen con una sobriedad excelsa. Con semejante temática habría sido fácil que director o actor se dejaran llevar en busca del sentimentalismo fácil,  pero la frialdad de la película nos permite observar la historia desde lejos, sin dejarnos manipular por sus realizadores, que optan por mostrarnos los hechos y que el público decida entre arropar a un hombre inocente o justificar los actos de aquellos que piensan que están protegiendo a sus niños. Por ello La caza es una película dura, pues si resulta fácil denunciar un tema tan despreciable como la pedofilia aquí se muestra el otro lado, el del acusado al que ante la supuesta gravedad de los hechos se le niega la presunción de inocencia y sus más íntimos amigos pasan a convertirse es justicieros depredadores dispuestos a darle caza.
Aunque la metáfora de la caza sea quizás un recurso demasiado evidente lo cierto es que la película está narrada con un buen ritmo, sin perderse en senderos secundarios que aborda pero sin llegar a distraer de lo verdaderamente importante (la relación de Lucas con una profesora, la aparición de su hijo...) manteniendo una tensión contenida durante todo el metraje que impide que la película aburra pese a la ausencia de acción (la escena en el supermercado es de las pocas excepciones) gracias en parte a la gran labor del actor protagonista (habituado a personajes oscuros y malvados, como el Le Chiffre de Quantum of Solance, el Rochefort de Los Tres Mosqueteros o el doctor Lecter de la serie Hannibal), que sabe reflejar en su rostro los diversos estados emocionales por los que pasa su personaje: asombro, preocupación, indignación,  temor, odio... aunque el verdadero descubrimiento del film es Annika Wedderkopp, que interpreta a Klara en su primer papel en cine y que transmite una mezcla de vulnerabilidad e inocencia que hace imposible odiarla (tanto al espectador como al propio Lucas) pese a ser la detonante involuntaria del descenso a los infiernos del pobre profesor.

Interesante reflexión sobre la condición humana y su facilidad para juzgar sin reconocer las consecuencias.

R3SACÓN (6d10)

Cuando en 2009 Todd Phillips realizó Resacón en Las Vegas no solo logró un gran éxito comercial y de crítica (logrando colar una comedia en la quiniela de los Oscars) disparando la carrera de Bradley Cooper (hasta entonces conocido por su participación en la serie Alias y poco más) y descubriendo a Zach Galifianakis, sino que logró demostrar que se puede hacer una comedia gamberra y disparatada pero a la vez original e inteligente, sin apoyarse exclusivamente en el humor escatológico y los chistes fáciles de cacaculopedopis, aunque sin huir tampoco de ellos si conseguían aportar algo a la historia. En Resacón 2, ahora en Thailandia se siguió a rajatabla la norma de si algo funciona no lo cambies y Phillips repitió esquema con exagerada fidelidad. La película funcionó,  pero el factor sorpresa de la historia original (eso de que los protagonistas despierten tras una juerga monumental y sus vidas estén patas arriba sin que recuerden nada de lo sucedido,  destinando toda la película a completar el puzle) ya no resultaba novedoso.
Como dicen que no hay dos sin tres (y en Hollywood menos, que esto de las trilogías siempre funcionan muy bien), llega ahora la que se anuncia como el cierre definitivo (y épico) de la saga y, claro, no se podía volver a contar lo mismo por tercera vez. Así que Phillips y el guionista Craig Mazin trazaron un nuevo plan y se olvidaron de resacas y noches locas para contar una historia más lineal y clásica. Sin perder un ápice de surrealismo y locura R3sacón es una comedia de acción con robos, atracos y persecuciones con el personaje de Cho (Ken Jeong está brillante como siempre , pero sus interpretaciones tienden a parecerse demasiado entre ellas, véase a su Chang de Community como ejemplo) como estrella principal y regando la trama de homenajes a las anteriores películas (Doug una vez más es apartado de la acción, la aparición de Jade, el regreso a Las Vegas...),  conformando una sensación de fin de fiesta que parece indicar que efectivamente estemos ante la última resaca.
R3sacón es, en algunos momentos, más divertida que sus predecesoras, pero la falta de frescura que había en aquellas hace lamentablemente de lastre, convirtiéndola en una divertida pero simple comedia más al estilo de Un plan perfecto (aquella de los Coen pero sin los Coen) o Un golpe de altura (o cualquier otra de Ben Stiler).
Pero no nos engañemos,  esto es Resacón,  y entre tanto homenaje a sus orígenes no podía faltar una buena resaca, aunque sea en la escena postcreditos y a modo de emotiva despedida. El hecho de que esa escena sea la que más carcajadas provoque en las salas, sin embargo, indica que algo no se ha hecho bien, y que el público, que al final es el que manda, sigue prefiriendo el esquema original, aunque sea repetido.

Por cierto, mención aparte merece el siempre grande, y no solo de tamaño,  John Boorman, como el gran villano de la peli.