martes, 18 de junio de 2013

FILL DE CAIN (8d10)

Desde que las carreras de Antonio Banderas y Javier Barden dieron el salto y se consolidaron en Hollywood, el cine español se había quedado huérfano de un icono masculino que lo represente, esa figura imprescindible que toda producción querría tener. Y no es por falta de grandes actores, que para eso tenemos a monstruos como Luis Tosar, Javier Cámara… pero nos faltaba esa estrella que tenga ese algo especial que todos buscan. Pero en los últimos años un intérprete ha parecido resaltar por encima de sus compañeros. Se trata de José Coronado, un gran actor que, pese a haber participado en más de una treintena de films, parecía condenado a ser conocido solo por la televisión (a excepción del gran éxito de público y taquilla que supuso La Caja 507. No fue hasta nueve años después que le llegaría la consagración de No habrá paz para los malvados, con la que se quitó la etiqueta de galán ganada gracias, sobre todo, a Periodistas. Desde entonces, con el beneplácito del público ha ido encadenando grandes papeles a la par que grandes éxitos: El Cuerpo, Los últimos días y ahora Fill de Caín. Y la prueba más grande de su ascensión en el panteón del cine es su participación en esta última producción rodada en catalán y en la que él es el único personaje de habla castellana, sin que ello tenga ninguna relevancia en el guion. Prueba irrefutable de que los productores no iban a permitir dejar pasar la oportunidad de trabajar con el madrileño.
En la película Coronado interpreta a Carlos Albert, abogado de una importante multinacional felizmente casado con Coral y con dos hijos: Nico y Diana. El problema está en su complicada relación con el adolescente, un muchacho introvertido y siniestro con el que apenas se habla y cuyo concepto del bien y el mal están claramente entremezclados. Carlos pide ayuda a Julio Bertrán, un psicólogo infantil, el cual intentará aprovechar la pasión de Nico por el ajedrez para tratar de averiguar que traumas se ocultan en su mente.
Comienza así un peligroso juego con el ajedrez como telón de fondo, en el que las claves se van revelando con cuentagotas como si de un puzzle se tratase hasta llegar a una terrible y dramática verdad. ¿O no? Y es que en Fill de Caín, que hereda de películas como El buen hijo o La Profecía  la tradición de hijos inquietantes cargados de mal rollo, nada es lo que parece.
Jesús Monllaó dirige con mano firme un thriller repleto de suspense que mantiene en tensión durante todo el metraje pese a que hay que reconocer que el último giro de guion se intuye antes de lo necesario. Pero hasta eso se puede perdonar a cambio de la atmosfera angustiante creada no solo por las miradas fijas y amenazadoras de Nico (magnifico David Solans), sino por las dudas que se crean respecto a la relación con su padre y los motivo ocultos que la justifican, el descubrimiento de que Coral y Julio se conocían con anterioridad y la fascinante presencia de Laura (Abril García), la campeona actual de España de ajedrez y que parece que puede ablandar el cruel corazoncito de Nico.
Definitivamente, el cine patrio de género está de enhorabuena.

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