jueves, 29 de julio de 2021

Visto en Amazon Prime: JOLT

Apenas unas semanas después del estreno de La guerra del mañana, Amazon Prime presenta otra película de esas que, por aspiraciones y reparto, podría haber sido importante de haber pasado por cines.

Jolt sigue la estela de las películas de acción con mujeres como protagonistas, un subgénero que nunca termina de arrancar, evidenciando que ya desde la época de Schwarzenegger y Stallone, el cine de acción era algo casi exclusivo para hombres (otro tema son los personajes de acción femeninos, al estilo Sarah Connors o Ripley, que de esos siempre habrán).

Jolt podría verse como una vuelta de tuerca al clásico film de Jason Statham, siendo Crank, veneno en la sangre, el principal referente.

La historia del film que dirige Tanya Wexler a partir de un guion de Scott Wascha, narra la historia de Lindy, una chica que, ya desde su nacimiento, tiene graves problemas para controlar su ira. Después de varios tratamientos que no hacen más que aumentar sus problemas (y, de paso, darle algunas habilidades fuera de lo común), la única solución parece ser un botón que le produce fuertes descargas eléctricas que consiguen calmarla. Pero, cuando tras una cita empieza a vislumbrar algo de esperanza para su problema, un asesinato truncará sus ilusiones, embarcándola en una red de violencia y destrucción por conseguir su venganza.

El tema de la venganza nos lleva a pensar en una versión femenina de John Wick, aunque Jolt carece de la contundencia de aquella (más heredera de su estilo es Atómica), estando más cerca (aunque con  un tono supuestamente más realista) a la Lucy de Luc Besson.

Kate Beckinsale (a la que teníamos un poco perdida desde el último Underworld) es la estrella absoluta de la función, pese a contar con algún secundario de lujo para dar lustre a la cosa (hablo de Stanley Tucci o Bobby Cannavale -no voy a mencionar a cierta actriz que nombran mucho en ciertas reseñas pues considero que forma parte de la sorpresa final-), aunque al otro lado de la balanza está ese Jai Courtney que por algún motivo en Hollywood siguen contratando pese a dedicarse a ir arruinando franquicias (Jungla de Cristal, Terminator, DCEU). La actriz está acostumbrada a soportar con el peso de una película y sale bastante bien parada del intento, pese a que se abusa de secuencias oscuras en muchas peleas para disimular el uso de una doble.

Al final, el problema del film es más o menos el mismo que comentaba al respecto de Disomnia: tras un buen planteamiento y algunas escenas destacables, la película recurre a un terreno demasiado conocido como para que disfrutemos de la película en exceso. No hay nada que destaque en exceso o que vaya a provocar que nos quedemos con el recuerdo del film en nuestra memoria, por más que las intenciones parecen ser iniciar una nueva franquicia.

Como sea, el film entretiene sin más y sirve como pasatiempo sin demasiadas pretensiones.

 

Valoración: Seis sobre diez.

Visto en Netflix: DISOMNIA

Cuando imaginamos un mundo apocalíptico presentado por el cine, lo más sencillo es imaginar hordas de zombies como los de Península, extraterrestres hambrientos como los de Un lugar tranquilo o supervivientes belicosos como los de Mad Max. Pero hay otro subgénero, sin embargo, que también funciona bastante bien, como es el de las «epidemias extrañas». A ciegas (blindness) imaginaba una sociedad en la que todo el mundo se volvía ciego de repente, Los últimos días planteaba que, sin mucha explicación, todos sufrieran de agorafobia y en El incidente, una plaga produce que la gente se suicide.

En esta línea cabe situar a Disomnia que, debido a un efecto solar (que tampoco se molestan demasiado en concretar), la gente padece de disomnia En otras palabras, que no pueden dormir.

Uno de los aciertos de Mark Raso, escritor y director de Disomnia, es el enfoque dramático que pone en el film, que sigue muy de cerca las vicisitudes de una madre y sus hijos por sobrevivir, incluso cuando en ellos puede estar la clave de una cura. Y es que, más allá de la originalidad del tema del sueño (con una buena explicación de las consecuencias de las respectivas fases), hay muchos detalles que recuerdan a otras historias ya vistas. Un ejemplo es el detalle de que la hija de la protagonista sí pueda dormir, algo que nos lleva al caso de los que son inmunes a una infección (me viene a la mente, en este caso, el juego Last of us), y el hecho de que su inmunidad esté relacionada con una caída al agua (aunque por diferentes motivos), me hizo pensar en la superviviente a una amenaza extraterrestre de Segundo origen.

Pero esto no es necesariamente algo malo, simplemente cansino, ya que resulta difícil evitar referencias anteriores en un género tan machacado como este. El problema real es más bien que pese a las buenas intenciones iniciales de apostar por la historia personal de los protagonistas (aquí pensé en el enfoque de Greenland, donde la historia de la familia prevalecía por encima de la destrucción de la humanidad), pero al final la narración se vuelve demasiado rutinaria, llegando un momento en que podríamos estar viendo cualquier película hecha con plantilla, cambiando una amenaza por otra. Además, al ser una producción de presupuesto comedido, la puesta en escena no puede ser tampoco para echar cohetes, siendo solo en el tramo final donde Raso se permite jugar un poco con la cámara y ofrecer alguna secuencia estimulante. Lástima que se quede corto en la forma de plasmar los efectos de la falta de sueño.

En fin, que la película es entretenida y se deja ver con agrado, pero se queda corta en sus pretensiones y no arriesga lo necesario como para diferenciarse en algo de la media.

 

Valoración: Seis sobre diez.

Visto en Amazon Prime: ÚLTIMAS NOTICIAS EN YUBA COUNTY

Tate Taylor es un director que comenzó con pequeñas películas con un humor bastante gamberro pero que tras el éxito de Criadas y señoras cambió bastante de registro, volviéndose más oscuro pero previsible. Títulos como La chica del tren, El sótano de Ma o Ava lo convertían en un director taquillero pero sin una personalidad especialmente llamativa.

Últimas noticias en Yuba County lo devuelven a sus orígenes, con una comedia muy negra que parece heredera del estilo de los Hermanos Coen o Martin McDonagh, y que recuerda en espíritu a otra de esas comedias que sirven de fondo de armario a Amazon Prime como fue la interesante Care a lot.

Sue, a la que interpreta la siempre excepcional Allison Janney, es una mujer que se siente poco valorada, casi un ser invisible para sus vecinos o compañeros de trabajo, cuya vida toca fondo cuando descubre que su marido le es infiel. Tras la muerte de este, Sue ve la oportunidad de conseguir el reconocimiento deseado fingiendo que su marido ha desaparecido y convirtiéndose en la protagonista de programas basura de televisión que escarban en las miserias de los demás con la excusa de ayudar a encontrar a personas desaparecidas.

Este podría ser un simpático melodrama desnudando la carroña televisiva  sin más (una Perdida del tres al cuarto) si no fuese porque el susodicho marido estaba metido en asuntos turbios, lo cual dará un giro inesperado hacia una trama criminal tan exagerada como grotesca. Y entiéndase esto como algo positivo, ojo.

Así, Últimas noticias en Yuba County trata también sobre como una pequeña y hasta cierto punto inocente mentira puede llegar a complicarse, llevando a la protagonista hacia un camino de no retorno y dejando un reguero de cadáveres a su paso.

El absurdo del film, plagado de personajes interesantes pero con un deje de estupidez que impide que sintamos un amor desmesurado por ellos, propicia un montón de situaciones desternillantes, nada amables, con un nivel de gore tan desmedido como adecuado, en una propuesta que, a la fin, poco tiene de amable y sí de corrosiva y gamberra.

Un reparto muy interesante con nombres como Mila Kunis, Awkwafina, Ellen Barkin, Matthew Modine, Jimmi Simpson, Juliette Lewis o Clifton Collins Jr. terminan por convertir la película en una de las propuestas más interesantes para ver en streaming actualmente.

 

Valoración: Siete sobre diez.

martes, 20 de julio de 2021

Visto en Netflix: LA CALLE DEL TERROR - PARTE 3: 1666

Después de dos interesantes películas, ambientadas principalmente en el año 1994 y 1978, llega a Netflix la conclusión de la saga inspirada en las novelas de RL Stine: La calle del Terror- Parte 3: 1666, la cual nos explica el origen de la bruja Sarah Fier, la supuesta causante de la maldición que asola Shadyside.

Si hasta ahora cada película tenía unos referentes claro, para esta conclusión la directora Leigh Janiak no leva de viaje hasta la Nueva Inglaterra del siglo XVII, de manera que los paralelismos en esta ocasión corren a partir de títulos como La Bruja o El Crisol. Esto me daba un poco de pereza, pues si bien La Bruja fue una de mis películas preferidas del 2015, no es que estemos ante un periodo histórico que me apasione, y es evidente que da menos juego desde el punto de vista del homenaje autoparódico que las dos fechas anteriores. De hecho, toda la primera parte de La calle del Terror – Parte 3 es mucho más seria y oscura en comparación a lo visto hasta ahora, y aunque es coherente con la época que se describe, como espectador se siente que hemos retrocedido un peldaño en el tono de humor negro del que tanto estábamos disfrutando. Pero Janiak demuestra ser lo suficientemente hábil como para que esto no sea una losa insorteable, pues una vez presentados los nuevos argumentos que otorgan el giro de guion definitivo, regresamos a 1994 para que los supervivientes de la primera y segunda partes se enfrenten a la encarnación definitiva del mal, retomando el tono cachondo y sangriento que caracterizaba la saga.

Al final, la suma de sus partes aportan un resultado muy satisfactorio, consiguiendo que este capítulo final sirva como impecable cierre de una historia que, pese a dilatarse hasta las casi seis horas de duración, nunca se hace pesada, y evidenciando que el experimento de los estrenos tan seguidos es todo un acierto.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Visto en Netflix: EL HOMBRE AGUA

David Oyelowo, actor de largo recorrido al que en los últimos tiempos hemos podido ver en Gringo: se busca vivo o muerto o Cielo de Medianoche, debuta como director con El Hombre Agua, una curiosa película, a medio camino entre la magia nostálgica de la Amblin y el drama familiar más duro.

Resulta reconfortante poder encontrar una película que, sin ser nada del otro mundo, recupere ese espíritu aventurero propio de Los Goonis con una historia con algo de profundidad, dando peso a los protagonistas adultos en lugar de recurrir únicamente al factor nostálgico y poco más.

El Hombre Agua narra la historia de un niño que mal avenido con su padre debido, por un lado, al pasado militar de este, y por el otro, a la enfermedad de la madre. Siendo el único que cree en la recuperación de esta, cuando escucha la leyenda de un ser misterioso al que llaman el Hombre Agua a que se le suponen poderes curativos emprende una peligrosa búsqueda por encontrarlo.

Con toques que recuerdan inevitablemente a Un monstruo viene a verme, El Hombre Agua es una simpática película de corte familiar que juega a mezclar la fantasía sobrenatural con el drama para, en el fondo, hablar sobre las carencias afectivas en la familia, tanto en la del propio protagonista como en la de una nueva amiga con la que compartirá la aventura.

Oyelowo, que se reserva también un papel protagonista, saca buena nota de su debut como director, consiguiendo una nada sencilla alianza entre drama y aventura que hacen de la película una buena recomendación para toda la familia.

 

Valoración: Seis sobre diez.

Reflexiones: DESPIDIENDO A NAT

Ahora sí. Ha llegado el momento. La vimos marcharse en Endgame pero no tuvimos la oportunidad de decirle adiós como es debido. Ahora, con el estreno de su primera (y única) película en solitario, es más que probable que la hayamos visto por última vez, así que a modo de epitafio he querido repasar algunos datos que conectan la historia de la película con su historia en el MCU.

Muchos son los que se han quejado de que la película les ha sabido a poco, y más teniendo en cuenta que no hay ningún cameo importante del resto de Vengadores (y mira que se habló de la hipotética participación de Robert Downey Jr.), pero eso no significa que Los Vengadores no hayan estado muy presentes en toda la película, como vamos a ver. Por supuesto, si no has visto aún Viuda Negra, ya te imaginarás que de aquí en adelante hay un porrón de spoilers. Ya está dicho.

La película arranca directamente tras los sucesos de Civil War, más concretamente al terminar el metraje «oficial», sin contar la escena postcréditos. Recordemos que tras la disputa entre Tony Stark y Steve Rogers Natasha, que inicialmente era del equipo Iron Man, decide ayudar al Capi tras la pelea del aeropuerto, permitiéndole escapar. Eso provoca que tras la película, la espía esté en busca y captura por parte del gobierno, ya que en la película de los Russo nada se dice sobre su paradero. Por eso, todo arranca con el general Ross liderando un batallón para capturarla, naturalmente sin éxito.

Sin embargo, las referencias de la película van mucho más atrás, a la época en la que ella estaba entrenada por el general Dreykov en la Sala Roja. Es en Vengadores: La era de Ultron cuando vemos por primera vez a una Natasha niña acatando los duros entrenamientos. También en esa película nos adelantan lo que Yelena cuenta en Viuda Negra, como todas las futuras Viudas son esterilizadas como parte de su entrenamiento. Es durante la conversación entre Natasha y Bruce Banner, en un momento íntimo que ayuda a reforzar su relación.

Años antes, tras la primera unión de los Vengadores para enfrentarse a la amenaza de Loki, durante el interrogatorio que Nat le hace al dos del engaño, sale a relucir su oscuro pasado, llegándose a mencionar el asesinato de la hija de Dreykov. En Viuda Negra vemos, al fin, como se produce ese asesinato, que aconteció precisamente en Budapest y con Cliff Burton como ayudante. Esto enlaza con las conversaciones entre Clint y ella sobre la capital de Hungría, reforzando también los vínculos de su amistad.

Natasha es una espía solitaria y que guarda mucho rencor a su Rusia natal. Ahora sabemos por qué, ya que fue arrebatada a su madre y criada con una familia ficticia. Los Vengadores es lo más parecido que ha tenido a una familia, y a ello se alude varias veces en su film en solitario. La deuda que tiene hacia sus compañeros trasciende la simple fidelidad y es eso, y no su pasado como agente doble, lo que provoca que durante la guerra civil superheróica le cueste tanto tomar partido. Ella es la más dolida por la situación, y así lo demuestra varias veces a lo largo de esta última película. Al final de Viuda Negra se refiere a los Vengadores como a «su familia» y por ello adopta el rol de líder al comienzo de Endgame, negándose a tirar la toalla pese a la derrota contra Thanos. Y es evidente que esto es lo que motiva su decisión de sacrificarse al llegar a Vormir, aunque es justo reconocer que aquí nos encontramos una pequeña pifia, ya que Nat confiesa a Clint que al estar con los Vengadores ha sentido por primera vez lo que es ser parte de una familia y al final de Viuda Negra ella misma asegura que, después de tantos años sin tener una familia, ahora resulta que tiene dos.

El caso es que conocer que la hija de Dreykov sobrevivió al atentado y destruir definitivamente a la Sala Roja ayuda a compensar su pasado, teñido de rojo, lo que puede influir también en ese deseo de hacer un último sacrificio, ahora que está en paz consigo misma.

Además, aunque Natasha no pudiera tener hijos, sí deja una heredera para ocupar su puesto: su «hermana» Yelena. En la última escena que comparten juntas en Viuda Negra, Yelena le regala, a modo de despedida, su chaleco, que ha sido fruto de las bromas de Nat durante gran parte del film. El mismo chaleco que lleva luego en Infinity War.

Hay más conexiones entre Viuda Negra y el resto del MCU, aunque la más jugosa sigue sin una explicación concreta: me refiero a cuando Natasha y Bucky se cruzan en Capitán América: El Soldado deInvierno y ella comenta que, al menos, podría haberla reconocido. No sabemos nada de ese encuentro directo entre ambos (más allá de que Bucky le dejó una cicatriz tras un balazo, lo que la haría quedar horrible en biquini), pero si se nombre en algún momento del film la operación Soldado de Invierno. Al fin y al cabo, tanto esta como las maniobras de la Sala Roja provienen de Rusia y se basan en el control mental. Y es precisamente una de las villanas de la serie

Falcon y el Soldado de Invierno, Valentina Allegra de Fontaine, quien aparece en la escena postcréditos, frente a la tumba de Natasha Romanoff, para enviar a Yelena tras la pista de Cliff Burton, trama que quedará reservada, casi con toda seguridad, para la propia serie de Ojo de Halcón.

Jugando a hacer encaje de bolillos con la cronología, el final de la película nos ofrece la última escena de Natasha como Viuda Negra, caminando lentamente hacía un quinjet, de donde pasaríamos a la escena postcréditos de Civil War, ya que se entiende que es ella quien ayuda al Capi a rescatar de prisión a Ant-man, Falcón y Ojo de Halcón. De ahí pasaríamos ya al díptico Infinity War / Endgame para, tras su sacrificio, ver su lápida en la escena postcréditos de Viuda Negra.

Puede que, así y todo, sea poco para despedirse de Natasha, la genuina y única viuda negra (y eso que Florence Pugh mola mil) que, pese a no convencerme cuando se anunció el casting (yo habría apostado por Olga Kurylenko, quien curiosamente está en Viuda Negra), ocho películas y doce años después se ha convertido prácticamente en un mito.

Descansa en paz, Nat. Te levamos en el corazón.

domingo, 18 de julio de 2021

Visto en Netflix: SER PADRE

Kevin Hart no es, ni de lejos, uno de mis actores de comedia preferidos. Lo puedo soportar cuando está más o menos controlado, caso de Jumanji y su secuela, pero lo llegué a aborrecer cuando le dan rienda suelta, como en Infiltrados en Miami, Escuela para fracasados y tontunas así. 

Ahora, quizá siguiendo el camino de otros comediantes como Adam Sandler (Diamantes en bruto) o Eddie Murphy (Yo soy Dolemite), Hart ha intentado demostrar que es un actor de calidad pasándose al drama, aunque, como en los casos anteriores, lo hace sin renunciar plenamente a la comedia.

Ser padre arranca de la peor forma posible. Matt, el protagonista, se enfrenta el funeral de su esposa mientras rememora, a base de flashbacks, como esta fallece en el hospital a podo de dar a luz. Ahí tenemos un planteamiento dramático de libro, con la dicotomía de saber si el hombre será capaz o no de sacar adelante a una hija sin ayuda de ningún tipo. Un dramón como un camión si no fuese por los extraños injertos humorísticos que no funcionan en ningún momento, desconcertando al espectador y haciéndolo sentir incluso incómodo. Es el caso, por ejemplo, de los insoportables secundarios, los amigos del protagonista que solo sirven para demostrar una estupidez tan que, en comparación, podamos legarnos a creer que el tal Matt puede salir airoso de su desafío, aunque cualquiera que sea padre sabrá identificar una torpeza que no se justifica ante el hecho de ser «padre soltero» o estar pasando por un duro duelo.

Afortunadamente, la película no se molesta en explicar cómo logra sobrevivir el protagonista a su reto, pues se salta de un plumazo toda la etapa de bebé de la pequeña Maddy para, mediante una elipsis nada sutil, mostrárnosla ya lo suficientemente crecida como para poder jugar, ahora sí, con una comedia un poco más abierta. Con la entrada del componente romántico Hart empieza a sentirse más libre de ataduras, y la película abraza un buenrollismo que choca con el amargo arranque e invita a ver el final con un conato de sonrisa.

No es que la cosa llegue a brillar por completo, pues siempre se está esperando un giro algo contundente que nunca llega, pero al menos abraza un sentimentalismo que dignifica esta dramedia y deja un sabor de soba bastante más agradable de lo que uno hubiera imaginado durante el primer cuarto de hora.

Tampoco es que aspire, como se podría deducir del título, a instruir a futuros padres, pero como manual de todo lo que no debe hacerse sí podría valer.

 

Valoración: Cinco sobre diez.

sábado, 17 de julio de 2021

Cine: EXPEDIENTE WARREN: OBLIGADO POR EL DEMONIO

Cuando las taquillas parecen que no terminan de arrancar del todo hay una apuesta que siempre es segura: el cine de terror. A lo largo de sus ocho películas (las tres de la saga The Conjuring, otras tres de Annabelle, La Monja y La llorona), cada una se ha saldado como un éxito comercial, más a tenor de que sus presupuestos nunca son demasiado elevados, pese a que la calidad de las mismas es más que discutible.

Normalmente habría que diferenciar entre las películas principales, las protagonizadas por los Warren y con dirección de James Wan, pero la cosa se volvió más difusa cuando primero el matrimonio de investigadores se deja ver por la tercera de Annabelle y segundo, James Wan se apeó de la silla de dirección para esta última película, Expediente Warren: Obligado por el demonio, entretenido en otras cosas del tipo Aquaman.

Otra diferencia básica entre la trama central y los spin off es que se supone (y permitidme resaltar el «se supone») que las películas de Expediente Warren están inspiradas en hechos reales, cosa que en esta tercera entrega se estira hasta límites ridículos.

La película cuenta como un demonio posee a un niño, hecho que provoca la intervención de los Warren, que son testigos de cómo el demonio pasa del cuerpo del niño al del novio de su hermana, que terminará asesinando a su casero. A partir de aquí, los Warren iniciarán una investigación para demostrar que el chico no es el responsable del asesinato, sino que todo es debido a una posesión satánica, y cierto es que en la realidad hubo un juicio en el que la defensa alegó posesión para tratar de demostrar la inocencia del joven asesino. Hasta ahí las semejanzas con la realidad. Nada explica la película de los intentos de los Warren de lucrarse del asunto ni de la denuncia del niño supuestamente poseído inicialmente (al que le diagnosticaron una enfermedad mental) contra el matrimonio por aprovecharse de su minusvalía.

Dejando de lado este detalle, en el aspecto cinematográfico es evidente que el cambio de James Wan por Michael Chaves (autor de la flojita La Llorona) hace un flaco favor a la franquicia. Bien es cierto que, tras un arranque donde Chaves parece querer imitar en todo lo posible a Wan, la película se distancia bastante del resto de la saga, convirtiéndose casi en una película de detectives que otra cosa. Eso es bueno hasta cierto punto, ya que permite eludir la simple repetición, pero otra cosa es que esté bien hecho. Al final, lo que consiguen es que ni la parte de terror dé el miedo necesario (hay menos jump scares de lo habitual, pero todos telegrafiados desde mucho antes de que sucedan) ni la parte detectivesca resulte suficientemente satisfactoria, aproximándose casi a un episodio algo macabro de un procedimental al uso.

Como siempre, la película tendrá sus adeptos y volverá a romper las taquillas, pero está claro que cada vez en más difícil hacer el encaje de bolillos necesario para colar esto como una historia real, y ya va siendo hora, al  menos como ejercicio de justicia poética, de que alguien se decida a hacer una película sobre la realidad detrás de los Warren.

 

Valoración: Cuatro sobre diez.

jueves, 15 de julio de 2021

Visto en Disney+: LOKI

Después de Bruja Escarlata y Visión y Falcon y El Soldado de Invierno, era el turno de la tercera serie de Disney+ ambientada en el MCU, cuya carencia de estrenos, alterada por el coronavirus, no ha trastocado demasiado los planes de la compañía, pese a que el último episodio de Loki se emitió a escasos días del estreno en cines de Viuda Negra.

Tras el impacto que provocó la serie de Wanda y el sabor agridulce de la propuesta de Sam y Bucky, esta Loki parecía ser la gran oportunidad de Disney para demostrar que su plataforma puede contener títulos tan indispensables para Marvel como los ofrecidos por el cine, pero lo cierto es que el resultado ha sido, de nuevo, un tanto irregular.

Hay que reconocerle, eso sí, la valentía de haber sabido romper moldes y no adaptarse a lo que muchos esperaban de ella. Si se imaginaba una especie de procedimental con Loki viajando entre corrientes temporales desfaciendo entuertos, que se vayan olvidando. Loki ha apostado desde el primer minuto por jugar a ser otra cosa y lo ha conseguido hasta su final, algo anticlimático para algunos, muy desconcertante para casi todos.

Con Tom Hiddleston como gran estrella y Sophia Di Martino como la gran revelación de la serie, Loki ha sabido jugar al desconcierto muy bien, alternando momentos divertidos cono otros muy locos y sentando las bases de lo que, ahora sí, va a ser el multiverso oficial en Marvel. Lo que se esperaba en Wandavision ha llegado al fin y las consecuencias, a juzgar por el desenlace del episodio final, van a traer mucha cola.

Mientras tanto, ya se ha anunciado una segunda temporada, posiblemente definitiva, pero dudo que no veamos a nuestro querido Dios del engaño haciendo de las suyas mucho antes.

De nuevo, esta vez por su valentía y por ofrecer algo diferente a lo esperado, Loki va a crear divisiones. Yo mismo esperaba más en algunos momentos, quedando muy satisfecho con la serie en otros. Como Bruja Escarlata y Visión, ha dejado grandes secuencias, pero sigo teniendo la sensación de que la gran propuesta televisiva de Marvel está aún por llegar.

Seguiremos esperando…

Cine: VIUDA NEGRA

La nueva película de Marvel (la primera desde hace casi dos años) parte ya con un problema de base. Un problema que nada tiene que ver con su historia, su dirección o sus intérpretes.  Y es que por más que el personaje de Natasha Romanoff se mereciera desde hace años su propia película, esta le ha llegado ya demasiado tarde.

Y no tarde por culpa de la pandemia, que también, sino tarde porque en Marvel se decidieron a dar luz verde al proyecto cuando el camino del personaje ya llegaba a su fin. Tras su muerte en Endgame, la presente película de Viuda Negra parece un ejercicio a destiempo, como si se tratase más de una deuda saldada que del film que el alter ego de Scarlett Johansson desde hace la friolera de once años necesitaba.

Por eso, cuesta un poco evaluar la película con sinceridad, no pudiendo tampoco separar el plano emocional de la misma, pues las sensaciones no son las mismas cuando en todo momento sabes que, pase lo que pase en esta película, la pobre de Nat no tiene mucho futuro por delante.

Metidos ya en harina con la película, lo primero que resulta evidente es que no puede tratarse de una película del MCU al uso, ya que se trata, hasta ahora, del primer personaje sin poderes que protagoniza su propia película. Esto, a priori, debería restarle espectacularidad, aunque la directora Cate Shortland, bien apoyada en el director de segunda unidad Darrin Prescott, que es quien merece los méritos por las secuencias de acción, impactantes y muy bien filmadas.

Viuda Negra arranca tras los acontecimientos de Civil War, cuando el personaje es un proscrito que debe huir del gobierno y es alcanzada por los fantasmas de su propio pasado. La familia ficticia con la que se crio vuelve a reunirse cuando descubre que la Sala Roja, que pensaba había destruido, sigue activa.

Sin contar con la ayuda de ningún cameo de lujo del MCU, Viuda Negra funciona muy bien como film de espionaje con los puntos de humor justos para no llegar a desentonar, dando mucha importancia al trasfondo dramático y, sobre todo, al concepto de familia. La que parecía ser el personaje más torturado y solitario de Marvel tiene una oportunidad de redención que no va a dejar escapar, y lo va a hacer de la mano de su «hermana» Yelena Belova, a la que da vida una Florence Pugh con la que la Johansson demuestra tener una gran química y que supone un verdadero relevo generación, plantando semillas del futuro del MCU.

Es, sin duda, la complicidad entre las dos actrices de lo mejor de Viuda Negra, que también tiene en David Harbour y Rachel Weisz otras dos grandes bazas, por más que la coralidad del reparto impida que todos tengan el suficiente tiempo para brillar por igual.

No estamos ante una película redonda, y quizá queda empequeñecida en comparación con las últimas piezas de ese gigantesco puzle que fueron las tres primeras fases del Universo Cinematográfico Marvel, pudiendo parecer su trama algo simple y carente de un villano de enorme envergadura, pero está claro que Shortland está más interesada en el trasfondo personal del personaje que en otra cosa, y lo que no se le puede negar es que, pese a la criticada ausencia de ningún peso pesado del equipo de Vengadores (durante mucho tiempo se especuló con insistencia en que aquí iba a darse la última aparición de Robert Downey Jr.), las referencias al universo compartido son múltiples, no solo como easter eggs sino para ir cuadrando la historia personal (y que nunca tuvimos del todo clara) de Natasha, algo sobre lo que posiblemente escriba en un par de días.

Finalmente, puede que Viuda Negra no esté a la altura de lo que la despedida de Natasha se merecía, pero eso no quita para que sea un gran espectáculo, intenso y emotivo, con efectos visuales muy cumplidores y una Florence Pugh que amenaza con comerse la pantalla en diversas ocasiones.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Visto en Disney+: LUCA

Aunque me consta que Soul dividió mucho a los espectadores, yo me encuentro entre los que quedó terriblemente decepcionado con el film, convencido de que buscaron una exageradamente ambición metafísica solo consiguieron una aburrida pedantería.

Por fortuna, el siguiente film de Pixar, estreno directo en Disney+, huye de esos conceptos tan profundos que habían funcionado relativamente mejor en Up e infinitamente mejor en Del Revés para regresar a una sencillez brillante y muy simpática.

Ojo, decir que Luca es sencilla no significa, ni de lejos, que sea inferior. De hecho, es una de las películas de la compañía con la que más he podido disfrutar, sabiendo dar toques de duro dramatismo y la clásica alegoría social (en este caso se trata de analizar el deseo por lo desconocido, pese al peligro que pueda suponer), sin entorpecerse con el tono global del film, una comedia encantadora ambientada en un pueblecito costero italiano donde se hace un canto a la ingenua amistad de la infancia con las motos Vespa como principal objeto del deseo.

Con el acabado visual propio de las grandes producciones, Luca ayuda a reconciliarse con ese público infantil necesitado de títulos que no confundan la inteligencia con la sesudez. El humor que destila Luca es, por tanto, inteligente, totalmente carente de pretensiones y sin florituras alrededor de un guion de giros sorprendentes. No va de eso la jugada, sino de enamorar al espectador con unos personajes y una amistad que, dejando de lado la metáfora racial, podría retraernos a nuestra propia infancia.

Una verdadera joya que merecía haberse podido disfrutar en pantalla grande.

 

Valoración: Ocho sobre diez.

Cine: A TODO TREN (DESTINO ASTURIAS)

Con Torrente aparentemente muerto y enterrado, Santiago Segura sigue empeñado en realizar un cine familiar cortado por el mismo patrón y sin demasiada inspiración propia, ya que por cuarta vez consecutiva recurre a películas de filmografías extranjeras para darle su propio toque.

Para terminar de rematar, después de la especialmente inspirada Sin rodeos (y es fácil estar inspirado con Maribel Verdú entregada a su personaje), el éxito de Padre no hay más que uno y su secuela ha condicionado aún más si cabe la trayectoria de Segura como director, que empieza ya a repetirse peligrosamente. Aunque A todo tren (Destino Asturias) no pertenezca a la saga, podría, pues vuelve a recurrir al tema de padre en apuros lidiando con niños descontrolados.

El problema radica en que en esta ocasión Segura y su coguionista de cabecera, Marta González de Vega, erran el tiro con un esperpento sin apenas gracia y que tiene un tufillo a casposo que tira para atrás.

De nuevo el personaje de Segura debe enfrentarse al cuidado de un grupo de niños, esta vez contando con la inestimable colaboración de Leo Harlem. El problema viene cuando los meten en un tren y este marcha sin los dos adultos, arrancando así una doble trama: por un lado los niños odiosos haciendo trastadas en el tren (y si nos odias del todo es porque para eso está la figura de Florentino Hernández, para ser más odiable todavía), por otro, los dos desdichados acompañados por un chaval rezagado para tratar de llegar a Asturias a la par que el tren y sin que sus respectivas mujeres (esposa e hija) se enteren de nada.

Poco, muy poco hay en la película que provoque carcajadas, y las pocas sonrisas que se pueden deslizar provienen principalmente del personaje de David Guapo, más por su saber hacer que por la originalidad del mismo. Respecto a los dos protagonistas, no hay mucho que salvar, por más que cumplan con su papel como actores, debido a un libreto insulso y anodino. Tras las supuestas risas hay un intento de profundizar en la psique de los personajes y hacerlos avanzar, tanto física como espiritualmente, invitando a una especie de redención al caradura metepatas de Harlem y haciendo espabilar al hipocondríaco llorón de Segura. Pero ni por esas. Poco hay que ayude a simpatizar con estos dos, de manera que el invento nunca llega  a buen puerto.

Como siempre en una producción de Segura, queda el entretenimiento de ir reconociendo a los amiguetes que pululan por ahí, meros comparsas que en algún caso podría estar mucho más aprovechado.

Hace poco comentaba, a raíz de Operación Camarón, el mérito que era para la película no ser una mera sucesión de gags. De esto precisamente trata A todo tren, de lanzar a la pantalla el mayor número de tontadas con la esperanza de que alguna caiga en gracia. Y seguramente tendrá su público, no lo niego, pero por lo que a mí respecta esta vez Segura me ha decepcionado.

 

Valoración: Tres sobre diez.

martes, 13 de julio de 2021

Visto en Netflix: LA CALLE DEL TERROR - PARTE 2: 1978

Después de quedar convencido con la primera parte de esta trilogía de terror por épocas que es La calle del terror, temía que La calle del terror – Parte 2: 1978 fuese la pieza más floja del conjunto. A fin de cuentas, el conflicto ya está presentado, el clímax queda pendiente para la semana que viene y, encima, ya sabemos de antemano el final al que están condenados los protagonistas.

En lugar de eso, esta segunda parte me ha resultado más entretenida aún que la primera. Poco importa que sea todo a modo de flashback y que la propia narradora nos spoilee, al principio de la película, quien va a morir y quién no. Lo importante, como suele decirse, es el viaje. Y el viaje me ha vuelto a convencer.

La clave está en que Leigh Janiak sigue apostando por el camino marcado y se toma su tiempo para definir a los personajes, no limitándose a meros estereotipos, consiguiendo que nos encariñemos con ellos. Sobre todo con una brillante Sadie Sink, a la que recordamos de Stranger Things, que es el alma de la fiesta.

Si la primera película tenía mucho de Scream y La noche de Halloween, en esta el referente más claro es Viernes 13 y todas las películas de campamentos en el bosque con final sangriento que colmaron los videoclubs de los 70 y los 80, época que se reivindica en esta entrega. Puede que, aislados como están los protagonistas en medio del bosque, las referencias no sean tan notables como en la primera película, pero tampoco es que sea lo más importante de la función.

El esquema sigue siendo más o menos el mismo: se presentan a los nuevos personajes que sufrirán en sus carnes la maldición de la bruja, se da algún detalle para saber más de la historia troncal y se llega a la gran orgía de sangre final. Una muestra festivalera más que sigue siendo lo suficientemente sangrienta para saciar a los acólitos del género pero sin llegar al exceso que pueda espantar al espectador medio.

Por ello, uno vuelve a disfrutar de las salvajadas del asesino de turno, esperando con ganas la inminente conclusión, con la curiosidad de si el excesivo salto en el tiempo (esta se situará en 1666 y repitiendo actores en roles diferentes) afectará negativamente o no al buen nivel mostrado hasta ahora por la saga.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Visto en Amazon Prime: LA GUERRA DEL MAÑANA

Nacida como gran superproducción y condenada por la cobardía de Paramount a ser fondo de armario de Amazon (pese a que la han promocionado a bombo y platillo todavía no está la plataforma a la altura de Netflix o Disney+), La guerra del mañana es una muy interesante vuelta de tuerca al tema de las invasiones alienígenas a la tierra, al estilo de Independence day, La guerra de los mundos o Al filo del mañana. La salvedad es que, como si de Terminator se tratase, la guerra se va a producir en el futuro, y los viajeros en el tiempo de esta peli en lugar de ir al pasado a tratar de anticiparse a los problemas (cosa que de entrada me parecería mucho más coherente, aunque daría pie a un peñazo de película) lo que hacen es viajar a ese futuro tan negro más como carnaza que con verdaderas esperanzas de salvarlo.

El viajero del tiempo estrella de la función es Chris Pratt, mucho más comedido de lo habitual (quizá en un deseo de ofrecer un registro diferente al de Guardianes de la Galaxia o Jurassic World), que pasa de ser un fracasado sumido en la mediocridad a aspirante a salvador del mundo, como si se quisiera fusionar alegremente al George Bailey de ¡Qué bello es vivir! con John Connor.

Y es que, aparte de la espectacularidad del film, que tras un arranque algo plomizo contiene impactantes secuencias de acción sin escatimar en ofrecernos generosos vistazos de los aguerridos alienígenas, La guerra del mañana pretende ahondar en el tema de la importancia de la familia, un poco como en Un lugar tranquilo, en un relato que tendrá consecuencias para tres generaciones. No quiero decir más de la cuenta por si alguien me acusa de hacer algún spoiler, pero tampoco es que la deriva de los acontecimientos en este sentido sea ninguna sorpresa, y es fácil adivinar de antemano por donde van a ir los tiros.

Junto a Pratt, tenemos un elenco interesante en el que destacan  Yvonne Strahovski y J.K. Simmons, que consiguen crear un vínculo de empatía bastante interesante. Sí, el protagonista al que da vida Pratt termina siendo un luchador nato, pero una de las gracias del film es la de enviar a esa guerra futura a cuarentones fondones que igual podría ser nuestro vecino o incluso nosotros mismos.

En resumen, y a la espera de la ya anunciada secuela, La guerra del mañana es un entretenimiento de calidad, algo absurda en su premisa y que no teme abrazar el ridículo alrededor del tema de las paradojas temporales, pero que funciona como el blockbuster que quería y no le han dejado ser.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Visto en Netflix: LA CALLE DEL TERROR - PARTE 1: 1994

Estaba trabajando Fox en una trilogía basada en la saga literaria de RL Stine (el mismo de Pesadillas), con la idea de estrenarlas en cines con un mes de diferencia cuando la compra de Disney y la pandemia maldita se cruzaron por medio. Se trata de una historia de terror con adolescentes asesinados y la medida justa de gore, con lo que Disney no sabía muy bien qué hacer con ellas y la cedió a Netflix, que tuvieron el acierto de variar ligeramente los planes y realizar los estrenos de manera semanal, para regocijo de los fans del terror.

No es que La calle del Terror - Parte uno:1994, sea una película verdaderamente aterradora (sustos hay más bien pocos), pero sí es una aproximación al concepto del slasher muy acertada y, pese a su ubicación en los noventa, con una mirada muy actual, como demuestra la historia romántica tan poco habitual en este tipo de películas.

La calle del terror se compone de un elemento sobrenatural, la maldición de una bruja, que es lo que servirá de hilo conductor en este viaje por el tiempo hacia atrás para componer la historia completa de lo sucedido, algo ya de por sí original. Sin embargo, esta primera película rinde su particular homenaje al concepto del asesino en serie, ofreciendo todo un catálogo de psycho killers muy estimulante. No hay duda de que películas como Halloween o Scream están en el punto de mira de la directora Leigh Janiak (quien precisamente estuvo involucrada en la serie televisiva de Scream), otorgando al film un aire muy heredero de éxitos recientes como It o Stranger Things, pero dotando de una madurez a sus personajes que les viene más que bien.

La premisa de la historia pasa por presentarnos un pueblo, Shadyside, con la tasa de mortalidad más alta de todo Estados Unidos. A lo largo de la historia parece que los asesinos en serie se han visto atraídos por ese lugar, y el fatal descubrimiento de unos chavales con relación a los restos mortales de una supuesta bruja desencadenará un nuevo caos en la población.

Se agradece que no todo esté plagado de decisiones absurdas como suele ocurrir en este tipo de películas, pudiendo achacarse las tonterías concretas de los protagonistas (que tardan más de la cuenta en tomarse en serio el peligro al que están sometidos) a la justificación de que son jóvenes, idiotas por definición y más movidos por sus hormonas que por el cerebro. Por ello, para poder entender mejor los conflictos, más allá de la presencia de un asesino (o varios) por ahí suelto, Janiak se toma su tiempo para definir bien a los personajes, precisando para ello de un arranque (prólogo aparte) algo lento, hasta desencadenar en una orgia de muertes muy divertida para los amantes del género sin llegar a caer en el exceso festivalero del gore desmedido y absurdo.

Por ello, sin ser tampoco la panacea, la primera entrega de La calle del terror resulta suficientemente estimulante como para dejar al espectador con ganas de más, siendo por ello una gran ventaja el tener que esperar solo una semana para seguir con la historia.

 

Valoración: Siete sobre diez.

Cine: OPERACIÓN CAMARÓN

Imaginen el siguiente argumento: La policía va de cabeza por resolver un caso y la mejor alternativa es infiltrar a un policía en un grupo de esos que no es precisamente trigo limpio. Con lo que no cuentan es con que el policía infiltrado va a terminar por contagiarse por la camaradería del grupo y compartir sus pasiones, hasta el punto de que va a terminar enamorándose de la hermana del líder. ¿Les suena?

En efecto, pese a que la comedia española Operación Camarón podrá encontrarse en las antípodas de las superproducciones adrenalíticas y explosivas de la saga Fast & Furious, lo cierto es que la nueva película de Carlos Therón comparte muchas similitudes con la saga capitaneada por Vin Diesel, hasta el punto que el clímax final parece ya un homenaje en toda regla a la franquicia.

Fuera del mundo de la televisión, donde se ha curtido principalmente, Therón ya ha demostrado su solvencia con éxitos como Es por tu bien y, sobre todo, Lo dejo cuando quiera, teniendo toda la pinta de que, pese a que la pandemia esté obligando a maquillar las cifras para saber interpretar los resultados de taquilla, estamos ante otra apuesta ganadora.

Operación Camarón es otro ejemplo más de esa España del sur, cargado de tópicos pero sin caer en la ridiculización territorial y donde, si se quiere ver así, quien sale peor parado en el sentido de la parodia es esa generación del trap, de la que se burla abiertamente.

El punto de partida podría recordar también levemente a Superagente MaKey (o incluso a la muy superior Arma fatal), presentándonos a un agente de la ley que se toma las cosas demasiado en serio, siendo un grano en el culo para sus superiores. Claro que en este caso se suma el hecho de que su puesto le venga asignado por eso tan patrio que es el enchufismo. Como es un excelente pianista, lastrado tan solo por su miedo escénico, es el candidato ideal para infiltrarse en un grupo musical como teclista para desentrañar una trama de narcotráfico. No es que el argumento sea para tirar cohetes, y prácticamente no hay ninguna sorpresa interesante a nivel argumental, ya que prácticamente se puede ir intuyendo todo lo que va a suceder bastante antes de que ocurra, pero tampoco es la idea de Therón la de crear una trama demasiado rocambolesca, pues lo verdaderamente importante es que el ritmo fluya con efectividad y el humor nunca falle. Y ahí, desde luego, cumple con creces.

Pese a la sencillez argumental, lo cierto es que las romas sirven como soporte a la historia, algo muy preferible a la clásica película construida a base de gags enlazados, y es en el buen trabajo de los protagonistas donde se puede sacar el segundo gran punto positivo del film. No vamos a descubrir ahora a Natalia de Molina, capaz de brillar tanto en drama como en comedia, pero quizá sí había dudas por saber si Julián López iba a poder sobrellevar por sí solo el peso del film o si Nene iba a encajar en un papel tan diferente a lo habitual en él. La respuesta en ambos casos es que sí, y reforzados en otros nombres ilustres que funcionan a la perfección (Miren Ibarguren, Paco Tous, Julián Villagrán o Antonio Dechent).

Así, la película es divertida, la intriga funciona bien y hasta los momentos de acción, pese a que no están a la altura de las producciones americanas a las que evoca, cumplen a la perfección. Si hasta la canción de cabecera, Chico prefecto, termina siendo insolentemente pegadiza.

No estamos ante la película del año, pero pinta a que, con permiso de Santiago Segura y su A todo tren, sí podría ser la comedia española del verano.

 

Valoración: Siete sobre diez.

lunes, 12 de julio de 2021

Reflexiones: LAS SOMBRAS DEL AUTOCINE

«Las sombras del autocine me hablan, me hacen compañía», cantaba Loquillo hace ya la friolera de treinta y seis años.

Hoy la canción resuena mientras avanzo en fila con mi coche, esperando conseguir un buen lugar para estacionar. Me siento casi como John Milner. Siguiendo las indicaciones aparco frente a la pantalla y salgo a estirar las piernas bajo una calurosa noche de verano. Las estrellas iluminan mis pasos hasta los foot trucks. Veo a lo lejos un coche patrulla y me hago el disimulado, camuflándome entre las luces de neón de la noria. Me dejo impregnar por el aroma a palomitas y refrescos y siento añoranza por aquella época de chupas de cuero y brillantina en el pelo.

Las luces se apagan, sumiéndome en una oscuridad tan solo rota por los faros de algún conductor despistado, y regreso al coche. Sintonizo la emisora de radio y las primeras notas musicales me anuncian el inicio de la película. Ante mí, la gigantesca pantalla al aire libre se llena de imágenes y me estremezco esperado la aparición de algún monstruo de cartón piedra que nunca llega.

Comienza la película y me dejo llevar por la historia, disfrutando del aroma del pasado de ese autocine, sin dejar de preguntarme porqué, en tiempos de Covid y distanciamiento social, no se apuesta más por ese formato tan antiguo como maravilloso.

Por desgracia, esta noche ha sido para mí una deliciosa excepción. Apenas hay autocines en España y absolutamente ninguno en Cataluña. Pero el recuerdo quedará grabado en mi mente. Y sé que, tarde o temprano, volveré.

Visto en Netflix: LUCIFER. T5, PARTE 2

Con esta maldita moda de partir las series en dos partes (la próxima que nos tocará sufrir es la ¿última? de La casa de papel), se ha hecho larga la conclusión de la quinta temporada de Lucifer.

Con la idea de que iba a ser la última temporada de la serie (a última hora Netflix apostaría por una sexta y definitiva), los guionistas parecen poner toda la carne en el asador y dejar cada vez más de lado el concepto procedimental, con el caso de la semana, para entrar a saco en la historia que involucra a Lucifer Morningstar y sus allegados, algo similar a lo que pasaba en Izombie a medida que avanzaba la serie.

Inicialmente, todo el culebrón entre Lucifer y su hermano Miguel parece quedar en segundo plano para centrarse en la llegada de Dios a la tierra, donde, tras crear algún que otro caos momentáneo, descubre que sus poderes están fallando, por lo que decide jubilarse. A partir de ahí, el resto de la temporada se dedicará a desvelar quién es el candidato idóneo para sustituirlo, si Lucifer, Amenadiel o cualquiera de sus otros hermanos celestiales.

Semejante disparate da cancha a los guionistas para exprimir la trama hasta el absurdo, permitiéndose licencias como el de un episodio musical, por ejemplo, hasta llegar a un capítulo final épico y donde definitivamente se tira la casa por la ventana. Por el camino, las clásicas dudas de Chloe, descubrimientos personales sobre Linda o Ella e incluso algún que otro momento verdaderamente dramático que no es cuestión de desvelar ahora. Todo, al compás siempre del innegable carisma de Tom Ellis que se siente cómodo en la piel de Lucifer aunque no termina de convencerme del todo como su gemelo malvado Miguel.

Podría decirse que, tras cinco temporadas, la serie empieza a mostrar algún leve signo de agotamiento, algo comprensible (estamos hablando de temporadas a la antigua usanza, de una media de quince episodios por cada una), pero que deja las espadas en alto de cara a ese imprevisible final que estoy deseando que llegue ya.

Puede que no todos hayan aceptado con gusto las extravagancias de esta temporada (en la primera parte de la misma hubo un episodio en blanco y negro a modo de película noir), pero es de agradecer que se tomen ciertos riesgos en algo que, a priori, parecía destinado a ser un procedimental del montón, por más que llevara la marca DC en sus créditos y tuviese algo sobrenatural en el argumento.

Visto en Disney+: RAYA Y EL ÚLTIMO DRAGÓN

Aunque ya hace unos meses desde su estreno simultáneo en cines y en Disney+, fue casi imposible poderla ver en pantalla grande debido al boicot que muchas cadenas ejercieron contra la casa del ratón, mientras que los que me seguís desde hace tiempo ya sabéis mi opinión sobre pagar un suplemento por una película en streaming cuando ya estoy pagando la cuota mensual.

Es por ello que he esperado a que estuviera disponible para los suscriptores «pobres» de Disney+ y ni aun así he corrido a por ella. Tal era el interés que me suscitaba después del aburrimiento total al que me habían abocado las últimas propuestas de la factoría: Mulan y Soul, si bien es cierto que la última bajo el sello Pixar.

Pero lo cierto es que Raya y el último dragón es una estupenda película de aventuras con un sabor clásico que bien merece la pena verla. Caduco ya el tema de las princesitas o los intereses románticos, Raya y el último dragón es pura diversión, una película destinada, esta vez sí, a los más pequeños, que brilla tanto en la sencillez de su concepción como  en el acabado visual, una deliciosa mezcla de diversos retazos de culturas orientales que enamora sin caer en la ñoñería habitual.

Además, como toda película Disney que se precie, esconde su propia moraleja. Una moraleja que, esta vez, no versa alrededor de la familia o la amistad (en el sentido más genérico de la palabra), sino que pugna por la unión de los pueblos. Nunca ha sido más válido que aquí el slogan de «la unión hace la fuerza», aunque se podría pensar que son tiempos complicados (y más en España) para que un mensaje así cale en una sociedad cada vez más centrada en el individualismo y el distanciamiento con una bandera por excusa.

Dejando de lado mensajes políticos o sociales, Raya y el último dragón es una de esas películas que resultan una delicia para los más pequeños pero que, sin necesidad de buscar trasfondos adultos o guiños privados, puede ser perfectamente digerible por los más mayores. A fin de cuentas, el sentido de la aventura nunca debería perderse. Y la magia de esta película es sencillamente maravillosa.

 

Valoración: Ocho sobre diez.

Visto en Netflix: LUPIN. PARTE 2

Es un poco tramposo analizar esta nueva tanda de episodios de Lupin como si de una segunda temporada se tratase, ya que en realidad es una continuación directa de lo visto hasta ahora, avanzando la trama hacia delante y dejando las puertas a una tercera oleada de episodios que sin duda ya se estarán cocinando.

Lupin, parte 2 es, pues, continuista, pero si bien lo hace con la historia no es igual con los modos. Sobradamente presentados los personajes, es cuestión de ir pisando el acelerador hacia el enfrentamiento inevitable entre Assane y Pellegrini, y en eso la serie se resiente, pues si bien por un lado pretende ser más emocionante y con más cliffhangers que la primera tanda de capítulos, el concepto de «imitador de Lupin» se pierde bastante, quedando el ingenio del protagonista en bastante segundo término.

Además, los creadores pretenden rizar el rizo en exceso, y eso deriva en una serie de situaciones en las cuales los saltos de fe son demasiado impostados, resultando la verosimilitud (ya bastante cuestionable de por sí en la primera parte) totalmente absurda. Sumémosle a eso algunos personajes tan caricaturescos y torpes como Léonard para comprobar que la serie, apenas recién empezada, muestra ya sus primeros síntomas de cansancio.

He podido disfrutar de esta segunda temporada, y tengo esperanzas de repetir la experiencia con la tercera parte, pero en verdad espero que esa nueva tanda de episodios sea definitivamente la última pues, de seguir alargando la trama, me temo que me veré tentado a bajarme precipitadamente del tren.