Imaginen el siguiente argumento: La policía va de cabeza por resolver un caso y la mejor alternativa es infiltrar a un policía en un grupo de esos que no es precisamente trigo limpio. Con lo que no cuentan es con que el policía infiltrado va a terminar por contagiarse por la camaradería del grupo y compartir sus pasiones, hasta el punto de que va a terminar enamorándose de la hermana del líder. ¿Les suena?
En
efecto, pese a que la comedia española Operación Camarón podrá encontrarse en las antípodas de las superproducciones
adrenalíticas y explosivas de la saga Fast
& Furious, lo cierto es que la nueva película de Carlos Therón comparte
muchas similitudes con la saga capitaneada por Vin Diesel, hasta el punto que
el clímax final parece ya un homenaje en toda regla a la franquicia.
Fuera
del mundo de la televisión, donde se ha curtido principalmente, Therón ya ha
demostrado su solvencia con éxitos como Es por tu bien y, sobre todo, Lo dejo cuando quiera, teniendo toda la pinta de que, pese a que la pandemia esté obligando a
maquillar las cifras para saber interpretar los resultados de taquilla, estamos
ante otra apuesta ganadora.
Operación Camarón es otro ejemplo más de esa España del sur, cargado de
tópicos pero sin caer en la ridiculización territorial y donde, si se quiere
ver así, quien sale peor parado en el sentido de la parodia es esa generación
del trap, de la que se burla abiertamente.
El
punto de partida podría recordar también levemente a Superagente MaKey (o incluso a la muy superior Arma fatal), presentándonos a un agente de la ley que se toma las
cosas demasiado en serio, siendo un grano en el culo para sus superiores. Claro
que en este caso se suma el hecho de que su puesto le venga asignado por eso
tan patrio que es el enchufismo. Como es un excelente pianista, lastrado tan
solo por su miedo escénico, es el candidato ideal para infiltrarse en un grupo
musical como teclista para desentrañar una trama de narcotráfico. No es que el
argumento sea para tirar cohetes, y prácticamente no hay ninguna sorpresa
interesante a nivel argumental, ya que prácticamente se puede ir intuyendo todo
lo que va a suceder bastante antes de que ocurra, pero tampoco es la idea de
Therón la de crear una trama demasiado rocambolesca, pues lo verdaderamente
importante es que el ritmo fluya con efectividad y el humor nunca falle. Y ahí,
desde luego, cumple con creces.
Pese
a la sencillez argumental, lo cierto es que las romas sirven como soporte a la
historia, algo muy preferible a la clásica película construida a base de gags
enlazados, y es en el buen trabajo de los protagonistas donde se puede sacar el
segundo gran punto positivo del film. No vamos a descubrir ahora a Natalia de
Molina, capaz de brillar tanto en drama como en comedia, pero quizá sí había
dudas por saber si Julián López iba a poder sobrellevar por sí solo el peso del
film o si Nene iba a encajar en un papel tan diferente a lo habitual en él. La
respuesta en ambos casos es que sí, y reforzados en otros nombres ilustres que
funcionan a la perfección (Miren Ibarguren, Paco Tous, Julián Villagrán o
Antonio Dechent).
Así,
la película es divertida, la intriga funciona bien y hasta los momentos de acción,
pese a que no están a la altura de las producciones americanas a las que evoca,
cumplen a la perfección. Si hasta la canción de cabecera, Chico prefecto, termina siendo insolentemente pegadiza.
No
estamos ante la película del año, pero pinta a que, con permiso de Santiago
Segura y su A todo tren, sí podría
ser la comedia española del verano.
Valoración:
Siete sobre diez.
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