jueves, 15 de julio de 2021

Cine: VIUDA NEGRA

La nueva película de Marvel (la primera desde hace casi dos años) parte ya con un problema de base. Un problema que nada tiene que ver con su historia, su dirección o sus intérpretes.  Y es que por más que el personaje de Natasha Romanoff se mereciera desde hace años su propia película, esta le ha llegado ya demasiado tarde.

Y no tarde por culpa de la pandemia, que también, sino tarde porque en Marvel se decidieron a dar luz verde al proyecto cuando el camino del personaje ya llegaba a su fin. Tras su muerte en Endgame, la presente película de Viuda Negra parece un ejercicio a destiempo, como si se tratase más de una deuda saldada que del film que el alter ego de Scarlett Johansson desde hace la friolera de once años necesitaba.

Por eso, cuesta un poco evaluar la película con sinceridad, no pudiendo tampoco separar el plano emocional de la misma, pues las sensaciones no son las mismas cuando en todo momento sabes que, pase lo que pase en esta película, la pobre de Nat no tiene mucho futuro por delante.

Metidos ya en harina con la película, lo primero que resulta evidente es que no puede tratarse de una película del MCU al uso, ya que se trata, hasta ahora, del primer personaje sin poderes que protagoniza su propia película. Esto, a priori, debería restarle espectacularidad, aunque la directora Cate Shortland, bien apoyada en el director de segunda unidad Darrin Prescott, que es quien merece los méritos por las secuencias de acción, impactantes y muy bien filmadas.

Viuda Negra arranca tras los acontecimientos de Civil War, cuando el personaje es un proscrito que debe huir del gobierno y es alcanzada por los fantasmas de su propio pasado. La familia ficticia con la que se crio vuelve a reunirse cuando descubre que la Sala Roja, que pensaba había destruido, sigue activa.

Sin contar con la ayuda de ningún cameo de lujo del MCU, Viuda Negra funciona muy bien como film de espionaje con los puntos de humor justos para no llegar a desentonar, dando mucha importancia al trasfondo dramático y, sobre todo, al concepto de familia. La que parecía ser el personaje más torturado y solitario de Marvel tiene una oportunidad de redención que no va a dejar escapar, y lo va a hacer de la mano de su «hermana» Yelena Belova, a la que da vida una Florence Pugh con la que la Johansson demuestra tener una gran química y que supone un verdadero relevo generación, plantando semillas del futuro del MCU.

Es, sin duda, la complicidad entre las dos actrices de lo mejor de Viuda Negra, que también tiene en David Harbour y Rachel Weisz otras dos grandes bazas, por más que la coralidad del reparto impida que todos tengan el suficiente tiempo para brillar por igual.

No estamos ante una película redonda, y quizá queda empequeñecida en comparación con las últimas piezas de ese gigantesco puzle que fueron las tres primeras fases del Universo Cinematográfico Marvel, pudiendo parecer su trama algo simple y carente de un villano de enorme envergadura, pero está claro que Shortland está más interesada en el trasfondo personal del personaje que en otra cosa, y lo que no se le puede negar es que, pese a la criticada ausencia de ningún peso pesado del equipo de Vengadores (durante mucho tiempo se especuló con insistencia en que aquí iba a darse la última aparición de Robert Downey Jr.), las referencias al universo compartido son múltiples, no solo como easter eggs sino para ir cuadrando la historia personal (y que nunca tuvimos del todo clara) de Natasha, algo sobre lo que posiblemente escriba en un par de días.

Finalmente, puede que Viuda Negra no esté a la altura de lo que la despedida de Natasha se merecía, pero eso no quita para que sea un gran espectáculo, intenso y emotivo, con efectos visuales muy cumplidores y una Florence Pugh que amenaza con comerse la pantalla en diversas ocasiones.

 

Valoración: Siete sobre diez.

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