Nacida como gran superproducción y condenada por la cobardía de Paramount a ser fondo de armario de Amazon (pese a que la han promocionado a bombo y platillo todavía no está la plataforma a la altura de Netflix o Disney+), La guerra del mañana es una muy interesante vuelta de tuerca al tema de las invasiones alienígenas a la tierra, al estilo de Independence day, La guerra de los mundos o Al filo del mañana. La salvedad es que, como si de Terminator se tratase, la guerra se va a producir en el futuro, y los viajeros en el tiempo de esta peli en lugar de ir al pasado a tratar de anticiparse a los problemas (cosa que de entrada me parecería mucho más coherente, aunque daría pie a un peñazo de película) lo que hacen es viajar a ese futuro tan negro más como carnaza que con verdaderas esperanzas de salvarlo.
El
viajero del tiempo estrella de la función es Chris Pratt, mucho más comedido de
lo habitual (quizá en un deseo de ofrecer un registro diferente al de Guardianes de la Galaxia o Jurassic World), que pasa de ser un
fracasado sumido en la mediocridad a aspirante a salvador del mundo, como si se
quisiera fusionar alegremente al George Bailey de ¡Qué bello es vivir! con John Connor.
Y
es que, aparte de la espectacularidad del film, que tras un arranque algo
plomizo contiene impactantes secuencias de acción sin escatimar en ofrecernos
generosos vistazos de los aguerridos alienígenas, La guerra del mañana pretende ahondar en el tema de la importancia
de la familia, un poco como en Un lugar tranquilo, en un relato que tendrá
consecuencias para tres generaciones. No quiero decir más de la cuenta por si
alguien me acusa de hacer algún spoiler, pero tampoco es que la deriva de los
acontecimientos en este sentido sea ninguna sorpresa, y es fácil adivinar de
antemano por donde van a ir los tiros.
Junto
a Pratt, tenemos un elenco interesante en el que destacan Yvonne Strahovski y J.K. Simmons, que
consiguen crear un vínculo de empatía bastante interesante. Sí, el protagonista
al que da vida Pratt termina siendo un luchador nato, pero una de las gracias
del film es la de enviar a esa guerra futura a cuarentones fondones que igual
podría ser nuestro vecino o incluso nosotros mismos.
En
resumen, y a la espera de la ya anunciada secuela, La guerra del mañana es un
entretenimiento de calidad, algo absurda en su premisa y que no teme abrazar el
ridículo alrededor del tema de las paradojas temporales, pero que funciona como
el blockbuster que quería y no le han
dejado ser.
Valoración:
Siete sobre diez.
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