sábado, 31 de mayo de 2014

AL FILO DEL MAÑANA (8d10)

Como debería ser lógico tratándose de una crítica de cine, me gustaría comenzar hablando de la película. Una estupenda propuesta de ciencia ficción con toques bélicos, alguna pincelada de humor y, sobre todo, mucha acción. Pero resulta que, por encima de todo, se trata de un film de Tom Cruise y, por alguna razón que no alcanzo a comprender, parece que todo lo que toca este chico debe ser una obra maestra para que no lo lapiden en la vía pública. Y aun así…
De momento parece que en los USA Al filo del mañana se ha pegado un batacazo monumental, tanto que hasta hay quien teme que las arcas de la Warner empiecen a temblar un poco. Es pronto todavía para saber cómo le irá en el resto del mundo, donde somos un poco más transigentes y abiertos a propuestas que, además de entretener, invitan a la reflexión. Pero no parece que la expectación creada sea para tirar muchos cohetes, que digamos.
Tom Cruise es, sin duda, uno de los mejores actores de su generación que se abrió paso en Hollywood con la inteligencia suficiente para alternar papeles comerciales de chico guapo como Cocktail o Top Gun con apuestas más arriesgadas y para nada dirigidas al público femenino, como serían los casos de El color del dinero, Rain man o Nacido el cuatro de julio. La fama y el poder le llegaron rápidamente y sagas como Misión imposible se alternaban con nominaciones al Oscar. Pero ser guapo y talentoso está mal visto en Hollywood (que le pregunten a DiCaprio) y pronto sus escándalos personales eran más importantes que sus trabajos interpretativos. Su historia con la cienciología, su fracaso matrimonial con Nicole Kidman y todas las tonterías que se dijeron a raíz del nacimiento de su hija hicieron mucho daño a una carrera a la que ya no parece que se le perdone el más mínimo tropezón, y por más que siga alternando pequeñas (y geniales) excentricidades como sus personajes en Tropic Thunder y Rock of ages con films palomiteros, su magia ya no es lo que era. Ahora está empeñado en convertirse en un icono de la ciencia ficción, pero no ha logrado el aplauso unánime ni de la mano de Spielberg, con el que ha colaborado en Minority Report y La guerra de los mundos. El año pasado, sin ir más lejos, recibió inmerecidos palos por la correcta Jack Reacher y brillante Oblivion. Y en Al filo del mañana consigue tocar de nuevo la tecla de la calidad, aunque no se lo vayan a reconocer.
En Al filo del mañana el planeta está al borde de la destrucción, invadidos por una raza alienígena que ha doblegado ya a casi toda Europa y cuya conquista de Inglaterra puede ser definitiva. La humanidad tiene una última esperanza gracias a Rita (Emily Blunt), la gran líder de la batalla de Verdún, el mayor éxito militar de los humanos en esta agónica guerra y, sobre todo, el coronel Cage (Tom Cruise), la cara bonita que aparece en todos los noticiarios invitando al ciudadano de a pie a que se aliste en el ejército pero en realidad un simple publicista tan brillante como poco heroico. Cuando se ve arrastrado por las circunstancias al campo de batalla no se comportará, naturalmente, como un héroe, y será uno más de los muchos fallecidos en una carnicería fatídica que desembocará en la invasión alienígena de Londres. Pero algo sucede y Cage despertará de la muerte para revivir de nuevo ese mismo día, una y otra vez, con lo que quizá en alianza con Rita pueda cambiar el resultado de la guerra.
Así pues, Al filo del mañana es como una versión apocalíptica y sanguinaria de Atrapado en el tiempo, con un Cruise condenado a revivir una y otra vez el mismo despertar pero con la posibilidad de aprender de sus propios errores. Y de los del enemigo.
El mayor acierto del film (y lo que más miedo me daba a priori, debo reconocerlo) es no llegar a cansar con la constante repetición de escenas y el intencionadamente confuso juego de saltos en el tiempo, que se presenta en manos del director Doug Liman (que ya demostró sus dotes con la narrativa en la saga Bourne) de manera ágil y divertida, al contrario de lo que sucedía en la fallida Código fuente. Hay tiempo también para la burla al militarismo más radical de la mano del personaje encarnado por Bill Paxton  y a la manipulación publicitaria del sistema, con un Cruise espléndido en los primeros minutos de metraje parodiándose a sí mismo como sólo él sabe hacer. Y después, el obligado proceso que lo convertirá en héroe,  está muy bien justificado gracias a los “reinicios” que le permiten entrenar una y otra vez sin necesidad de precisarnos el tiempo empleado ni los fracasos acontecidos (por cierto, me pregunto si existirá alguna película en la que el protagonista muera tantas veces como en esta).
Unas pinceladas de romance que no molestan y escasos momentos de respiro completan esta película frenética, adrenalítica y emocionante que ni siquiera la sosa Brunt  logra estropear y que, si bien tiene alguna situación un poco cogida por los pelos (¿qué cinta de ciencia ficción no las tiene?), son las menos y se perdonan fácilmente en pos al resultado final.

Un buen espectáculo en el que todos los tempos, incluso los del combate final, están bien medidos. Muchos tendrían que tomar nota.





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