Como
debería ser lógico tratándose de una crítica de cine, me gustaría comenzar
hablando de la película. Una estupenda propuesta de ciencia ficción con toques
bélicos, alguna pincelada de humor y, sobre todo, mucha acción. Pero resulta
que, por encima de todo, se trata de un film de Tom Cruise y, por alguna razón
que no alcanzo a comprender, parece que todo lo que toca este chico debe ser
una obra maestra para que no lo lapiden en la vía pública. Y aun así…
De
momento parece que en los USA Al filo del
mañana se ha pegado un batacazo monumental, tanto que hasta hay quien teme
que las arcas de la Warner empiecen a temblar un poco. Es pronto todavía para
saber cómo le irá en el resto del mundo, donde somos un poco más transigentes y
abiertos a propuestas que, además de entretener, invitan a la reflexión. Pero
no parece que la expectación creada sea para tirar muchos cohetes, que digamos.
Tom
Cruise es, sin duda, uno de los mejores actores de su generación que se abrió
paso en Hollywood con la inteligencia suficiente para alternar papeles
comerciales de chico guapo como Cocktail
o Top Gun con apuestas más
arriesgadas y para nada dirigidas al público femenino, como serían los casos de
El color del dinero, Rain man o Nacido el cuatro de julio. La fama y el poder le llegaron
rápidamente y sagas como Misión imposible
se alternaban con nominaciones al Oscar. Pero ser guapo y talentoso está mal
visto en Hollywood (que le pregunten a DiCaprio) y pronto sus escándalos
personales eran más importantes que sus trabajos interpretativos. Su historia
con la cienciología, su fracaso matrimonial con Nicole Kidman y todas las
tonterías que se dijeron a raíz del nacimiento de su hija hicieron mucho daño a
una carrera a la que ya no parece que se le perdone el más mínimo tropezón, y por
más que siga alternando pequeñas (y geniales) excentricidades como sus
personajes en Tropic Thunder y Rock of ages con films palomiteros, su
magia ya no es lo que era. Ahora está empeñado en convertirse en un icono de la
ciencia ficción, pero no ha logrado el aplauso unánime ni de la mano de Spielberg,
con el que ha colaborado en Minority
Report y La guerra de los mundos.
El año pasado, sin ir más lejos, recibió inmerecidos palos por la correcta Jack Reacher y brillante Oblivion. Y en Al filo del mañana consigue tocar de nuevo la tecla de la calidad,
aunque no se lo vayan a reconocer.
En
Al filo del mañana el planeta está al
borde de la destrucción, invadidos por una raza alienígena que ha doblegado ya
a casi toda Europa y cuya conquista de Inglaterra puede ser definitiva. La
humanidad tiene una última esperanza gracias a Rita (Emily Blunt), la gran
líder de la batalla de Verdún, el mayor éxito militar de los humanos en esta
agónica guerra y, sobre todo, el coronel Cage (Tom Cruise), la cara bonita que
aparece en todos los noticiarios invitando al ciudadano de a pie a que se
aliste en el ejército pero en realidad un simple publicista tan brillante como
poco heroico. Cuando se ve arrastrado por las circunstancias al campo de
batalla no se comportará, naturalmente, como un héroe, y será uno más de los
muchos fallecidos en una carnicería fatídica que desembocará en la invasión
alienígena de Londres. Pero algo sucede y Cage despertará de la muerte para
revivir de nuevo ese mismo día, una y otra vez, con lo que quizá en alianza con
Rita pueda cambiar el resultado de la guerra.
Así
pues, Al filo del mañana es como una
versión apocalíptica y sanguinaria de Atrapado
en el tiempo, con un Cruise condenado a revivir una y otra vez el mismo
despertar pero con la posibilidad de aprender de sus propios errores. Y de los
del enemigo.
El
mayor acierto del film (y lo que más miedo me daba a priori, debo reconocerlo)
es no llegar a cansar con la constante repetición de escenas y el intencionadamente
confuso juego de saltos en el tiempo, que se presenta en manos del director Doug
Liman (que ya demostró sus dotes con la narrativa en la saga Bourne) de manera ágil y divertida, al
contrario de lo que sucedía en la fallida Código
fuente. Hay tiempo también para la burla al militarismo más radical de la
mano del personaje encarnado por Bill Paxton y a la manipulación publicitaria del sistema,
con un Cruise espléndido en los primeros minutos de metraje parodiándose a sí
mismo como sólo él sabe hacer. Y después, el obligado proceso que lo convertirá
en héroe, está muy bien justificado
gracias a los “reinicios” que le permiten entrenar una y otra vez sin necesidad
de precisarnos el tiempo empleado ni los fracasos acontecidos (por cierto, me
pregunto si existirá alguna película en la que el protagonista muera tantas
veces como en esta).
Unas
pinceladas de romance que no molestan y escasos momentos de respiro completan
esta película frenética, adrenalítica y emocionante que ni siquiera la sosa
Brunt logra estropear y que, si bien
tiene alguna situación un poco cogida por los pelos (¿qué cinta de ciencia
ficción no las tiene?), son las menos y se perdonan fácilmente en pos al
resultado final.
Un
buen espectáculo en el que todos los tempos, incluso los del combate final,
están bien medidos. Muchos tendrían que tomar nota.
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