En 2012 Paco León debutó como director de cine con la película experimental
Carmina o revienta, una especie de
falso documental centrado en la figura de su madre, Carmina Barrios, que
funcionó francamente bien teniendo en cuenta su reducido presupuesto. Viendo la
buena acogida, no es de extrañar que el popular actor televisivo decidiera
repetir la experiencia, esta vez ya con una producción seria detrás y un
presupuesto más razonable, aunque se siga tratando de una película modesta y
casi diría que familiar.
Ahora no hay excusas pseudobiográficas. Carmina
y amén es por completo una historia de ficción escrita por el propio León
que tiene la habilidad de provocar la sonrisa constante pese a tratarse de una
reflexión sobre la vida y, sobretodo, la muerte.
Cuando el marido de Carmina muere apaciblemente en el sillón de su casa un
sábado por la mañana, la dolida viuda y
su hija se enfrentan a una dura decisión: llamar a urgencias para certificar la
muerte del pobre hombre como sería lo normal u ocultar la tragedia hasta el
lunes siguiente ya que es el día que debía cobrar la paga extra de la pensión.
No es la primera vez que se construye una historia alrededor de la
ocultación de un cadáver, pero en lugar de apostar por la comedia absurda o
desternillante León opta por hacer un retrato de la sociedad actual
consiguiendo reflejar problemáticas como como la crisis, la inmigración o la
corrupción sin pedantería y con simples pinceladas que se bastan y se sobran
para acompañar sin opacar la trama principal.
Algo difícil de digerir en su arranque por la evidente (e intencionadamente
buscada) falta de talento interpretativo de Carmina Barrios, su demoledora
presencia y tremenda personalidad seduce rápidamente compensando con creces sus
carencias, imponiéndose como una gran estrella al resto del reparto (en el que
destacan algunos amiguetes televisivos de León), aunque hay que reconocer que
la película sube enteros cada vez que aparece en escena María León, hija de
Carmina y hermana de Paco y única actriz real del invento.
Con una dirección correcta y con momentos aislados de gran inspiración, el
guion de Paco León está claramente influenciado en el cine de Berlanga y
Azcona, con una hiperrealidad que llega a mostrarse artificial en algunas
secuencias pero que funciona en la mayoría del metraje.
Divertida, reflexiva y por momentos amarga, Carmina y amén no es perfecta, pero sí supone un punto de inflexión
en la carrera de Paco León que invita a que lo veamos como algo más que
simplemente "el tonto del Luisma".
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