sábado, 17 de mayo de 2014

EL PODER DEL TAI CHI * (4d10)

Cuando Keanu Reeves rodó Matrix le fue asignado el especialista en artes marciales Tiger Hu Chen para que le enseñara a moverse, además de doblarlo en las escenas peligrosas. Por lo visto, tras la experiencia Reeves quedó enamorado del Tai Chi y (figuradamente hablando) del propio Tiger. 
Ahora, cuando la carrera del popular Neo parecía desaparecida, 47 Ronin, la leyenda del samurái lo trajo de nuevo a la actualidad en una película que le permitió conocer el cine oriental a la par que regresar a las artes marciales. Por ello no es de extrañar que su debut como director lo haya hecho precisamente de la mano de una productora china y con Tiger Hu Chen como protagonista en una clásica historia sobre un luchador cuyo poderío amenaza con corromper su alma, insistiendo en el mensaje de que ciertas artes marciales son un deporte que sirve también como defensa, pero nunca como arma de ataque, algo así como lo que ya nos dejaran hace algunos años en Karate Kid.
No sé si a Keanu no le quedan amigos en Hollywood que confíen en él o si ha sido idea suya la de concederse este capricho con la máxima libertad, pero es evidente que aparte de las notables escenas de lucha la película carece del nivel interpretativo necesario mientras que se denota demasiado la falta de experiencia tras las cámaras. El tal Tiger ni es actor ni lo parece y tampoco el resto del reparto tiene un ápice de carisma exceptuando al propio Reeves que da el pego como villano aunque su papel no le exija demasiados registros.
Por lo menos, se agradece que el director no busque la poesía visual tan característica en estas producciones que, o se hace con genialidad o queda pedante y artificial, como en su anterior película como actor, y se limite a colocar la cámara donde mejor luzcan las peleas, aunque no le habría ido mal pedir consejo a algún guionista de verdad que le ayudara a definir los personajes o crear alguna subtrama que dotara de cierto interés al argumento.

Al final, más de lo mismo. Peleas aderezadas con gotas de sabiduría oriental que solo interesará a los amantes de las artes marciales.

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