martes, 26 de noviembre de 2019

TERMINATOR: DESTINO OSCURO

Los que me conocen saben que soy un fan incondicional de James Cameron y cómo recorrí toda Barcelona, en aquella época en la que aún no existía la venta por Internet, para conseguir una entrada para Terminator 2: el juicio final el mismo día del estreno. La película de 1992 cambió la historia del cine y también mi propia historia con el cine, y desde entonces soy un entusiasta entregado a todo lo relacionado con la saga, lo que me convierte además en un exigente algo tiquismiquis.

Ya de partida tengo un gran problema con Terminator: Destino oscuro: la falta de respeto. Siempre he considerado que una productora es libre de hacer la película que le dé la gana, pero tiene la obligación también de cargar con esa responsabilidad de cara al futuro. Bien es cierto que en la saga Terminator hay multitud de productoras empleadas (casi cada película ha terminado con el quiebre de alguna de ellas), pero eso no me parece justificable para el ejercicio de prepotencia que supone el despreciar el trabajo de colegas de profesión. Así que igual que me alegré de que fracasara el proyecto de Neil Blomkamp para hacer “su” película de Alien ignorando los trabajos de David Fincher y Jean-Pierre Jeunet, me indigné al saber que el propio Cameron bendecía que se echara por tierra las visiones de Jonathan Mostow, McG y Alan Taylor, todas ellas reivindicables a su manera y a las que Terminator: Destino oscuro no logra superar con claridad. Así que sí, por mucho que renieguen, Terminator: la rebelión de las máquinas, Terminator Salvation y Terminator Génesis existen, igual que existe la trilogía de precuelas de Star Wars o igual que existe Indiana Jones y la Calavera de Cristal.
Aceptando con resignación que esta Terminator: Destino oscuro pretenda ser la “verdadera” Terminator 3, parecía un signo de esperanza la implicación de James Cameron en el proyecto (sí, el mismo James Cameron que ha ido aplaudiendo el estreno de cada nueva película para despreciarla una vez que no ha funcionado como se esperaba en taquilla), pero con ello llegamos al segundo gran problema que tengo con el film: las disputas entre director y productor. Este es otro mal endémico del Hollywood actual: contratar a un director con oficio y estilo para luego no dejarle trabajar a su manera. Ya se habló de las peleas en el set de rodaje entre Cameron (productor) y Robert Rodriguez (director) en Alita: ángel de combate, la cual logró sobrevivir y terminar siendo una muy estimable propuesta. Casos parecidos se encuentran en los despidos de Chris Miller y Phil Lord en Han Solo: una historia de Star Wars, Edgar Wright en Ant man y eso por no mencionar ya desastres mayúsculos como los que propiciaron el fracaso de La Liga de la Justicia.
Aquí ha pasado casi lo mismo. Se confía en un director con relativo prestigio, Tim Miller, avalado por el éxito de su Deadpool (quizá una única película es demasiado poco bagaje para una empresa como el resurgir de Terminator) para luego convertir la sala de montaje en una guerra sin cuartel. Al final, el resultado no es ni una película de Miller ni una de Cameron y, como siempre, quien sale perdiendo es el aficionado.
Terminator: Destino oscuro nace con el propósito de recuperar la senda perdida y mantener la esencia de sus personajes (algo que, a mi entender, nunca se había abandonado salvo, quizá, en el caso de Salvation). Para ello se ha confiado en una película muy autorreferencial que homenajea demasiado a Terminator 2 hasta el punto que casi se podría considerar un remake de la misma. Con David S. Goyer colaborando en el guion) ¿pero porque le dejan escribir todavía a ese hombre?), la película me recordó por momentos a Star Wars: el despertar de la fuerza, con ese intento de volver a los orígenes para crear algo nuevo. Sin embargo, si en el caso de Star Wars se tenía a un director que sabía jugar con maestría con las emociones (ya comenté en su momento que Abrams meparece el mejor director que ha pasado por la franquicia), Miller está muy por debajo de Cameron, mientras que los nuevos personajes, por más que mole esa Grace a la que da vida Mackenzie Davis, no bastan para justificar esta especie de reinicio, ya que tanto Dani Ramos (Natalia Reyes) como el villano REV-9 (Daniel Luna), una fotocopia poco inspirada del T-1000 se me quedan muy justitos. Vamos, que no son ni Rey ni Kylo Ren, para que nos entendamos.
Es cierto que algunos de los momentos homenaje funcionan muy bien, como ese arranque en la playa, y que recuperar a Linda Hamilton y a Arnold Schwarzenegger es algo impagable, pero no alcanza lo suficiente como para hacerse merecedora de ser canónica por encima de las tres anteriores. La falta de riesgo es lo que más la condena, echándose en falta alguna propuesta valiente como la de prescindir de los viajes en el tiempo de Salvation y volver a John Connor villano como en Génesis. Al final, es un poco más de lo mismo, con un terminator viniendo del futuro para matar a alguien y alguien viniendo para impedirlo. Para eso ya tuvimos Terminator 3, que ganaba a esta en espectacularidad.
Un ejemplo para resumir los errores de está película: cuando James Cameron dirigió Terminator 2 pagaron a la ciudad de Los Angeles un pastizal `para desviar el cauce del río y poder filmar en sus canales. En Terminator 3 para la escena en el futuro se empelaron un montón de animatrónics. En esta película, sin embargo, hasta las armas que utilizan están creadas por CGI. Un paso atrás en la inventiva visual de la película que, sin poderse acusar de tener unos efectos malos, resta credibilidad al conjunto.
Pese a todo, Terminator: Destino oscuro es un buen entretenimiento que puede llegar a hacer las delicias de los fans y que para nada se merece el varapalo que se está llevando en taquilla. Quizá el problema haya sido el quererla vender precisamente como secuela directa de Terminator 2, lo que la lleva al conjunto de decepciones de taquilla de los últimos meses (como ZombielandDoctor Sueño) que tienen como denominador común el concepto de secuela tardía.
En resumen, un buen entretenimiento que, si hubiese seguido el hilo de Génesis y nos la hubiesen vendido como Terminator 6 estaría a la altura de las circunstancias pero que precisamente por pretender enterrar a las anteriores secuelas merece ser analizada con más exigencia. Y si nos ponemos exigentes es donde se nota el descalabro.

Valoración: Siete sobre diez.

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