lunes, 18 de noviembre de 2019

ZOMBIELAND: MATA Y REMATA

Aunque la obsesión de Hollywood por las secuelas y el deseo de crear franquicias de la nada, estirando en ocasiones el chicle más de lo deseable, no es nueva, nos hallamos ahora ante una nueva moda más peligrosa y cansina si cabe, la de las secuelas tardías (esta es solo una de las tres que comentaré a lo largo de este mes), lo que provoca cierta sensación de acartonamiento y deseo e aprovecharse e glorias pasadas y que no parece interesar demasiado al público, que ya recientemente dio la espalda a la mediocre Rambo: last blood.
El retraso en la secuela de Bienvenidos a Zombieland (ha hecho falta diez años para llegar hasta Zombieland: mata y remata) está, al menos, justificada, y es que en la columbia querían asegurarse de mantener al equipo creativo, incluyendo director, guionistas y actores, una decisión loable pero complicada, ya que cada uno de ellos ha triunfado hasta lo insospechado tras aquella comedia gamberra sobre zombies. Ruben Fleischer, por ejemplo, ha conseguido el mayor éxito de su carrera con Venom (a todas luces muy inferios a las dos Zombieland), los escritores Rhett Reese y Paul Wernick (a quienes aquí se une Dave Callaham) han triunfado con Deadpool su secuela y no creo que valga la pena mencionar como se han disparado las carreras de Woody Harrelson, Jesse Eisenberg y, sobre todo, Emma Stone desde aquel lejano 2009, siendo posiblemente Abigail Breslin quien esté en una dinámica claramente descendente.
Zombieland: mata y remata no pretende inventar nada, y es fiel a sus orígenes, desde unos títulos de crédito iniciales prácticamente calcados a los de la película original hasta una trama que ofrece más de lo mismo, muy apoyada en el cuarteto protagonista al que se le ha sumado algún que otro secundario de lujo, como la irritante (a la par que entrañable) Madison a la que da vida Zoey Deutch o los cameos de Rosario Dawson, Luke Wilson o, en última instancia, el propio Bill Murray. Es por ello que la trama parece lo de menos, siendo el plato fuerte el conocimiento de unos personajes muy bien desarrollados que, gracias a unos grandes (y entregados) protagonistas son, de lejos, lo mejor de la función. Resulta curioso, en este sentido, que sea el personaje de la Breslin sobre quien gire el argumento (al ser una niña en la primera película es ella quien más sufre los cambios al pasar una década), siendo a la vez este mismo personaje quien menos oportunidades de lucimiento tiene.
En definitiva, apoyándose en unas bases bien cimentadas, la secuela de Bienvenidos a Zombieland sabe repetir las claves que tan bien funcionaron en aquella, apoyándose en la máxima de que “cuando algo funciona, mejor no tocarlo”. Por ello, no vamos a encontrar nada demasiado original, pero el reencuentro con estos cuatro miembros de la improvisada familia resulta muy efectivo, con un humor muy acertado que funciona durante todo el metraje y consiguiendo que la propuesta de Fleischer funcione a la perfección sin necesidad de arriesgar. Sí, es más de lo mismo, pero ¿acaso no es precisamente lo que se le debe pedir a una película como esta? No logra estar a la altura de Zombies party, desde luego, pero es una divertidísima comedia que incluso deja con ganas de más, permitiendo que fantaseemos con una tercera entrega donde estos cuatro desdichados continúen evolucionando en el tiempo.
¿Será esta la versión zombie y cutre de la saga de Richard Linklater que se inició con Antes del amanecer?


Valoración: Siete sobre diez.

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