Durante mucho tiempo, el nombre de Ang Lee se vinculaba al de cine de calidad. Sin embargo, el director taiwanés también se ha caracterizado siempre por su deseo de innovar. Ya lo demostró con su película más mítica, Tigre y dragón, y continuó jugando con los conceptos clásicos del cine haciendo una de las películas Marvel más extrañas, ese Hulk plagado de viñetas, mezclando con eficacia el CGI con la realidad en La vida de Pi o experimentando con nuevos formatos visuales como en Billy Lynn.
Los buenos propósitos, sin embargo, no siempre son equivalentes a buenos resultados. Muy fácilmente se coloca la etiqueta de visionario a un director (quizá James Cameron sea de los pocos que lo merecen realmente) y de poco sirven las formas si no hay un buen fondo detrás.
En su última película, Géminis, Lee repite en su pretensión de hacernos ver el cine en HFR (120 fotogramas por segundo), primer gran error del film. No ya por los resultados visuales (allá cada uno con su valoración, aunque El Hobbit de Peter Jackson ya demostró que un exceso de realismo en las imágenes terminaba siendo contraproducente), sino por la imposibilidad de ver la película tal y como ha sido concebida en la mayoría de cines del planeta. Algo parecido a lo que sucedió en menor medida con el Cinemascope de Los odiosos ocho de Quentin Tarantino o los 70 mm del Dunkerque de Christopher Nolan.
El segundo reclamo de Géminis cabe encontrarlo en un nuevo uso del CGI para lograr el rejuvenecimiento de un actor, en este caso Will Smith, lo cual sirve como excusa para que un Smith joven y uno ya maduro se enfrenten cara a cara y se den de leches cada dos por tres. Algo meritorio si no fuese porque la propia Mavel demostró que es la más aventajada en el invento, no ya por los múltiples cameos de actores rejuvenecidos de sus películas sino por la osadía de hacerlo con un papel protagonista en Capitana Marvel. El propio Scorsese (el mismo que reniega del cine de superhéroes) recurrirá a esta técnica para la inminente El irlandés. El problema está cuando en lugar de un recurso para acompañar a la historia se convierte en el auténtico motor, terminando por ensombrecer un guion que, sin efectos especiales llamativos, no sería nada del otro mundo.
Es el propio Lee quien se ha empeñado en presumir de esta tecnología y quien ha provocado que toda la promoción del film gire en torno a ella, lo que ha propiciado el fracaso de la película. Y es que, si nos olvidamos de ellos, nos encontramos ante una propuesta de acción que puede que cuente con un guion endeble, de acuerdo, pero no mucho más que la mayoría de films de acción que pululan por ahí. Al final, todo deriva en un entretenimiento algo simplón pero efectivo donde lo que más cansa es la imperiosa densidad de Will Smith por otorgar un componente dramático a todos sus personajes (lo de la subrama familiar es de lo que más lastra la narración) en lugar de centrarse en el espectáculo más palomitero y efectivo.
Así pues, Géminis no es ni la maravilla visual que nos ofrecían (o por lo menos no podemos llegar a saber si lo es) ni el desastre que otros aseguran, es solo una peli de acción entretenida, con algunos momentos espectaculares y otros más bochornosos donde lo que más se lamenta es la sensación de desaprovechar a un buen reparto (Mary Elizabeth Winstead, Clive Owen o Benedict Wong) como si los únicos que pudieran lucirse fuesen Will Smith o el propio Lee, quizá demasiado encantado de conocerse y que ya empieza a encadenar demasiado fracasos como para que el recuerdo de sus primeras películas (Sentido y sensibilidad, La tormenta de hielo…) le sigan sirviendo para pagarle los caprichos.
Valoración: Cinco sobre diez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario