Capitana Marvel es una buena película. Todo funciona a la perfección, pero…
Esta podría ser, en pocas palabras, la definición de la nueva película Marvel, la número veintiuno, y que, en realidad, es vista por todo el mundo (incluso por la propia Marvel), como el prólogo a la esperadísima Vengadores: End Game. Incluso se podría afirmar que sus escenas postcréditos (a la larga irrelevantes, aunque no por ello menos aplaudidas) creaban más expectativa que la propia película.
Y es que, en realidad, todo lo malo del film dirigido por Anna Boden y Ryan Fleck se puede sintetizar en un enorme PERO, así con mayúsculas.
Vayamos por partes: A nivel argumental, sin ser nada del otro mundo, se podría decir que la película funciona bastante bien. Se presenta a Carol Danvers, que es de lo que se trata y, rompiendo ligeramente los esquemas de la clásica película de origen, se juega al despiste con el espectador disfrazando la película (aparentemente galáctica) en una intriga de espías de doble juego donde cuesta saber quien miente y quien dice la verdad. No es una historia para echar cohetes (casi toda la película es una mera excusa para que al ver End Game se sepa de donde narices ha salido la rubia superpoderosa esta), pero tampoco es como para ponerle muchas pegas, gracias en parte a la consabida fórmula Marvel que acierta de lleno en sus toques de humor (quizá me canse un poco el tema del gato, pero bueno) y que roza incluso el drama en su parte más intimista.
Los actores, por otra parte, están estupendos, en especial una Brie Larson que desde el primer minuto demuestra haber nacido para el personaje, logrando un nivel de empatía casi a la altura del de Robert Downey Jr. y su Iron Man. Su trabajo es excepcional y consigue alternar estados de ánimo con eficacia, transmitiéndonos (gracias a su mirada dulce y su media sonrisa) su vulnerabilidad para convencernos, apenas un segundo después, de que es el ser más poderoso de la Tierra. Además, su química con Samuel L. Jackson (también genial como un Nick Furia menos castigado que el que conocíamos hasta ahora) es total, consiguiendo por momentos dotar de un tono de buddy-movie a la película que agiliza mucho el ritmo, pese a la irregularidad que sus directores le otorgan.
Precisamente ese es uno de sus puntos débiles: una realización algo floja, en la que los momentos de conversaciones no están suficientemente bien medidos y donde las secuencias de acción resultan algo confusas, muy inferiores, al menos, a lo que nos tenían acostumbrados los hermanos Ruso o Josh Whedon, por nombrar a dos apellidos claves del Universo Marvel.
También se le podía achacar el desaprovechameineto de ciertos actores (Annette Bening me sabe a poco, y de Ben Mendelsohn mejor ni hablamos) o personajes (como todo el equipo que rodea a Yon-Rogg o la escasa presencia de Ronan el Acusador, aunque esto último se puede justificar debido al carácter de precuela de la película con respecto, por ejemplo, a Guardianes de la Galaxia), aunque a cambio el juego ofrecido entre los mencionados Danvers/Larson y Furia/Jackson, junto al Yon-Rogg al que da vida Jude Law o al Talos que lidera a los Skrulls es muy eficaz, más aún gracias a un prodigioso trabajo de caracterización que, si bien hace un buen trabajo con el diseño de los Skrulls, es un ejemplo de perfección en el rejuvenecimiento de Samuel L. Jackson.
Como he dicho, toda la película se justifica por la necesidad de presentar a la Capitana y situarla en un contexto idóneo de cara a lo que está por llegar en End Game, y ahí la película cumple. La explicación de lo sucedido es coherente, jugando además con el espectador más fan al ofrecer pequeñas pildoritas en forma de detalles que enlacen con lo que está por venir (visto ya en otras películas de la franquicia) o incluso insinuando cosas (que se puedan hacer realidad o no) de cara al futuro de este universo cinematográfico (una pista: tomen nota del nombre de la hija del personaje de Lashana Lynch, que interpreta a la mejor amiga de la Capitana).
Así que la historia funciona, la complicidad con el espectador es total (cuenten las lagrimitas que empaparon los ojos de los espectadores durante la aparición del logo de Marvel), la acción está bien conseguida, el humor funciona y la protagonista es perfecta. ¿Qué problema hay entonces?
La respuesta a esa pregunta se encuentra en el PERO con mayúsculas con el que comencé este comentario.
Una vez vista la película y disfrutada a tope, me queda una ligera sensación de vacío. Como si, tras conocer la historia de Carol, el resto pudiese ser ya olvidado. Black Panther, por ejemplo, que también ejercía como prólogo a Infinity War, ampliaba el Universo del MCU con la presentación de Wakanda, y Ant Man y la Avispa, esa comedieta tras el trágico desenlace de la última epopeya de Los Vengadores, ayudaba a digerir mejor el mal trago que supuso ver a Thanos victorioso.
Sine embargo, nada de esto sucede con Capitana Marvel. Parece más bien una película de transición, algo que en el mundo del comic se denomina un tie-in, y eso es lo que provoca ese PERO tan difícil de definir.
¿Me ha gustado Capitana Marvel? Sí, pero… ¿Es una buena película? Sí, pero… ¿Consigue aumentar mi hype de cara a Vengadores: End Game? Sí, pero…
Muchos peros para lo que se esperaba de esta película, la primera del MCU protagonizada por una mujer, y que, al menos, logra superar una traba con nota: la del supuesto tono feminista que muchos haters cortos de miras le achacaban antes incluso de su estreno. Y es que en esto sí han sido sus realizadores muy inteligentes: Carol Danvers representa a la perfección el espíritu de la mujer luchadora, independiente y capaz, sin necesitar para ello componer un panfleto propagandístico como el que pretendía ser, imposible no comparar, Wonder Woman, esa película de empoderamiento femenino en la que yo siempre insistiré que el verdadero héroe (el que hace el sacrificio definitivo para salvar vidas) era un hombre: Steve Trevor.
Valoración: Siete sobre diez.
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