lunes, 25 de noviembre de 2019

DOCTOR SUEÑO

Mike Flanagan es un realizador que se siente cómodo en el género del terror y que, además, va mejorando con cada nueva película. Ya con Ouija: el origen del mal conseguía una secuela mucho más interesante que la aburrida película inicial y, en los últimos años, se ha convertido en un fiel seguidor de Stephen King, primero con su adaptación para Netflix de El juego de Gerard y después tomando las riendas de La maldición de Hill House, serie también de Netflix en la que no adaptaba al maestro de Maine, pero cuya esencia se respiraba en casi todos los episodios.
Es por ello que seguramente fuese el más adecuado para escribir y dirigir la adaptación más difícil de una novela de King. Y no porque el doctor Sueño literario fuese muy complejo de adaptar, sino por la intrahistoria que hay tras la novela.
En 1980, Stanley Kubrick adaptó El resplandor, consiguiendo completar una película de terror considerada de culto, pero traicionando bastante el espíritu de la novela, lo que indignó a muchos fans y puso en pie de guerra al propio King. Treinta y seis años después, King decidió escribir una secuela de su obra, una secuela que, lógicamente, contradecía muchas de las invenciones del señor Kubrick para su película.
Así, el reto de Flanagan con Doctor Sueño es el de hacer una buena adaptación de la nueva novela de Stephen King y conseguir, además, que la película pueda funcionar como secuela del clásico que interpretó Jack Nicholson, debiendo aunar ambas versiones como si de una sola se tratase. Y solo por salir airoso del invento ya se merece todos los reconocimientos.
Efectivamente, Doctor Sueño es puro Stephen King. Pero es a la vez un regreso a ese hotel Overlook y a los fantasmas que allí nos aguardan.
Doctor Sueño no es en realidad un relato tanto de terror como de intriga. No hay sustos en la oscuridad ni jump scare gratuitos. Todo gira en torno a Danny Torrance, el niño protagonista de El Resplandor, ya en su edad adulta. Interpretado por un convincente Ewan McGregor, su uso del resplandor (un poder que Kubrick pasaba de puntillas) le lleva a trabajar en un hospital donde detecta y consuela a los pacientes a punto de morir, lo que le da el apodo de Dr. Sueño, mientras trata de superar sus problemas de alcoholismo. Es entonces cuando aparece en su vida una niña con un resplandor igual o más poderoso que el suyo propio que le advierte de una terrible amenaza: una secta formada por algo parecido a vampiros psíquicos que se dedica a matar niños con poderes para alimentarse de ellos.
Como es evidente, nada que ver con el relato claustrofóbico y fantasmagórico de el resplandor, pero que termina aceptando sus normas gracias, sobre todo, a un tercio final de película donde se cierra el círculo y que reconcilia, por fin, a King con Kubrick. Incluso se permite Flanagan alterar el final de la novela de Doctor Sueño para corregir, desde la humildad, alguno de los errores de la película de 1980.
Con todos estos condicionantes, Flanagan ha logrado una película excelente, una gran adaptación de la novela, que reinventa a la vez que homenajea el film de Kubrick. Debo confesar que me encuentro entre los detractores de la película El Resplandor, que ni me gustó en su momento ni creo que el tiempo haya sido caritativo con ella, pero esta secuela (que por argumento y formas no puede compararse a ella) me ha ayudado también a reconciliarme.
Mención especial merece el uso de los villanos de la función, que cuentan con suficiente tiempo en pantalla para poder conocerlos y no ser la simple amenaza en la sombra sin más identidad que el deseo de causar el mal. En este sentido, Rebeca Ferguson está magistral en su interpretación de Rose “la chistera”, consiguiendo ser dulce y despiadada en un abrir y cerrar de ojos, mientras que la debutante Kyliegh Curran sale muy bien parada ante el reto de componer un personaje que podría haber resultado tanto cargante como ridículo en las manos equivocadas.
En definitiva, Doctor Sueño es una gran película, una buena secuela y una excelente adaptación. Una triple corona que merece que Flanagan se consagre como un maestro de terror moderno si no fuera por algún que otro pero ajeno a su trabajo, como es la escasa promoción del film (en Warner prefirieron apostar más por otro King, el de It: Capítulo 2), su equivocada fecha de estreno (pasado ya Halloween) y su condición de secuela tardía, lo que le va a perjudicar en taquilla como ya sucediera con Zombieland: mata y remata y le esté sucediendo también a Terminator: destino oscuro.

Valoración: Ocho sobre diez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario