Que
tras un breve prólogo (que ya de entrada sienta las bases de la continuidad del
MCU) se de paso al ya clásico logotipo de Marvel a ritmo de salsa ya indica que
esta película tiene algo de diferente con respecto a las demás.
Sí,
vista desde la distancia, puede parecer más de lo mismo: un tipo con grandes
poderes que se pone un disfraz colorido para salvar al mundo a base de tortas.
De acuerdo, no lo voy a negar. Pero intentemos no ser tan simplistas, ¿os
parece?
Ant-man, el Hombre Hormiga, ya nació con la pretensión de ser una película
pequeña, más modesta en su producción que sus “hermanas mayores” y con
ambiciones mucho más comedidas. Esto no quiere decir que Marvel no quiera ganar
dinero con ella, por supuesto, pero si tenemos en cuenta que es la película con
menos presupuesto de la saga se puede intuir por donde va la cosa.
Ant-man se mantiene en la línea de Marvel de querer
ofrecer cosas diferentes dentro de cada
película. Si Los Guardianes de la Galaxia
era una Space Opera y Capitán América:
Soldado de Invierno era sobre todo un thriller político, Ant-man debe considerarse como una
comedia de robos, muy en la línea de Oceans
Eleven o Un golpe de altura, por
ejemplo. Además, consigue una vez más el inmenso mérito de construir una
historia notablemente diferente a su contrapartida en los comics sin que por
ello los fans de toda la vida deban sentirse ofendidos (aunque ya se sabe que
el fan acérrimo en ocasiones peca de forofismo). Así, el Ant-man de la película no es el héroe
original que fue miembro fundador de Los Vengadores, Henry Pym, ni está
acompañado por su mujer Janet Van Dyne, sino una encarnación mucho más moderna,
la que representó Scott Lang (aunque con algo del sentido del humor que definió
la etapa de Eric O'Grady).
En la película, sin embargo, se nos cuenta que Henry
Pym es ya un héroe retirado (por lo que nunca llegó a luchar con Los
Vengadores) y a Janet no llegamos ni a conocerla, aunque sí aparece una hija
inexistente en las viñetas clásicas (aunque sí en un futuro alternativo que..
dejémoslo estar, es muy complicado para los no iniciados) que se supone
asimilará el rol de Janet en futuras adaptaciones.
Las
partículas Pym, el invento de Henry Pym que permite encogerse hasta el tamaño
de una hormiga, está en manos de un empresario sin escrúpulos que no dudará en
venderlos al mejor postor (y ya sabemos que Hydra, o lo que quede de ella, está
siempre por ahí) y Pym debe encontrar a alguien que acepte su legado como
Hombre Hormiga para recuperar su fórmula original y detener al villano de
turno. Y para ello, el elegido es un ladronzuelo recién salido de prisión pero
con grandes conocimientos tecnológicos.
Pese
al trasfondo humorístico que mantiene el film en todo momento, hay mucha más
profundidad en Ant-man de lo que
cabría esperar. Sin pretender caer en el melodrama, ni mucho menos, la película
trata en realidad sobre las segundas oportunidades y la redención, con héroes
que tienen los pies de barro más que nunca y donde la reconciliación entre un
padre y una hija (en un doble paralelismo entre la historia de Henry y la de
Scott) es casi tan importante que cómo se detendrá al malo.
Con
un guion ágil y divertido concebido por Edgar Wright y Joe Cornish la película
no contiene demasiadas escenas de acción, aunque las que hay son suficientemente
potentes como para llenar la película, mostrándonos además cosas diferentes a
las vistas hasta ahora en cine, con impresionantes coreografías que juegan
constantemente con los cambios de tamaño y que me recuerdan en esencia a
aquella magistral escena de X-men 2
con Rondador Nocturno en la Casa Blanca. Marvel, además, ha vuelto a jugársela
en la elección del director, apostando por Peyton Reed, un especialista en
comedias románticas (suyas son Di que sí,
con Jim Carrey, y Separados, con
Jennifer Aniston) que consigue casi que nos olvidemos la decepción que supuso
cuando Wright se cayó del proyecto, aunque su huella parece haber quedado a
tenor de algunas escenas que parecen llevar su sello característico.
En
el apartado interpretativo, Paul Rudd cumple con solvencia en el papel de
simpático caradura, aunque sin llegar a alcanzar las cuotas de carisma y
descaro que encumbró a Chris Pratt en Los
Guardianes de la Galaxia. No ha sido, realmente, un descubrimiento, pero
teniendo en cuenta que su carrera estaba prácticamente limitada a papeles de
comedia ligera no desentona nada como futuro héroe de acción.
Junto
a él, el veterano Michael Douglas aporta la dosis de elegancia y personalidad,
llenando la pantalla cada vez que aparece como sucediera con Robert Redford en Capitán américa: Soldado de Invierno,
mientras que el toque femenino lo compone Evangeline Lilly, posiblemente la
única que ha sobrevivido al legado de Perdidos
y que ya demostró en la trilogía de El
Hobbit que aparte de ser una cara bonita puede mostrarse como una aguerrida
luchadora. No es que tenga muchos momentos de acción en Ant-man, pero su futuro con Marvel puede ser de largo recorrido.
Completa
el elenco protagonista Corey Stoll como el villano de la función, quizá el único
pero que podría ponerle al film. Y no porque su interpretación no sea estimable
o porque su Chaqueta Amarilla no mole en acción, sino porque la creación de un
villano de nivel sigue siendo uno de los puntos débiles de la saga Marvel. Me
cansa un poco el esquema de ver a un héroe luchar contra su reverso oscuro:
Iron man es un tipo con armadura que se enfrenta en su primer film a un villano
con armadura, Hulk es un tipo que se transforma en monstruo que se da de tortas
contra un villano que se transforma en monstruo y Ant-man es un tipo que se
encoje que debe lidiar contra un villano que se encoje. Todo demasiado
repetido, me temo.
Pero
quizá lo mejor haya que buscarlo en los secundarios de lujo, como ese trío
calamitoso que ponen los toques de humor más absurdos y que están encabezados
por Diego Luna, uno de los más agraciados del reparto. Mención especial se
merece, en un rol muy secundario (por no decir terciario) Judy Greer. Su
interpretación de la exmujer de Scott no es que sea muy destacable pero sí me
resulta llamativo como esta actriz de Detroit, aun en intervenciones muy
pequeñas, ha conseguido colarse en algunas de las películas más destacadas de
los últimos años, como El amanecer del
Planeta de los Simios, Tomorrowland
o Jurassic World.
La
historia de Marvel sigue creciendo. Con Ant-man
se cierra la fase dos, y aunque no sea la película más grande ni la más
importante de la saga sí es un capítulo interesante, una nueva película origen
que dará sus frutos en el futuro, y cuyos dos epílogos (recordad quedaros todos
hasta el final de los créditos) comienzan a enseñar lo que va a ser la Fase
Tres. Y no voy a reventaros ninguna sorpresa soltando spoilers, ni mucho menos, pero si esperáis algún cameo directo con el resto de la saga... no sufráis: haberlo, haylo.
El
Futuro ya está escrito. De momento, ya es oficial que Ant-man estará en Capitán América: Civil War. El Henry Pym
de los comics fundó Los Vengadores. El Scott Lang del cine tendrá la
oportunidad de unirse a ellos. Y a poco bien que vayan las cosas, seguro que lo
hará.
Ant-man consigue ser una gran película, pese a su diminuto
protagonista. Es diferente a lo que nos había acostumbrado Marvel, y esa
diferencia la hace especial. No será un mega taquillazo, pero tampoco nació
para ello. En una semana prácticamente ha recaudado su presupuesto. Y eso ya
augura un nuevo éxito para la Casa de las Ideas.
Solo
nos queda la espinita de fantasear cómo habría sido de diferente si al final la
hubiese dirigido el genial realizador de Zombies
Party, pero so es algo que ya nunca podremos averiguar. Una pena… ¿o no?
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