Posiblemente los lectores habituales de este Blog sabéis de sobra lo que
opino sobre la de películas terror modernas, tonterías rodadas con cuatro duros
y tres sustos con el único fin de ganar dinero fácil y firmadas por
incompetentes que utilizan la excusa de la cámara en mano para ocultar sus
evidentes carencias.
Sin embargo, debo reconocer que la premisa de esta película me ha
sorprendido gratamente, consiguiendo de la forma más sencilla y absurda del
mundo mantenerme enganchado durante su escasa hora y media de metraje.
Dos son las cualidades principales de este ¿film? ¿experimento? que me han
inclinado favorablemente a su aceptación:
En primer lugar tenemos su formato. Cuando parecía que lo único que se
sabía hacer era imitar el truco de El
proyecto de la Bruja de Blair (y salvo el dúo Balagueró/Plaza pocos son los
que lo han sabido hacer de forma meritoria), abusando de la cámara en mano, el
estilo falso documental o incluso el plano fijo (cuánto daño al cine ha hecho Paranormal Activity) llegan estos tipos
llamados Levan Gabriadze (director, mejor no busquéis su filmografía u os
entrar la risa) y Nelson Greaves (guionista, esté ni tiene filmografía) y se
inventan este nuevo formato. Eliminado
no es, en el fondo, una película. Es, simplemente, el escritorio de un
ordenador donde vemos únicamente las diversas ventanas que la protagonista va
abriendo, cerrando, minimizando... Como si nosotros mismos estuviésemos en el
lugar del personaje manejando nuestro propio ordenador. Más empatía con un
protagonista es imposible
Vale, quizá esto no sea totalmente nuevo. Algo parecido hizo ya Nacho
Villalongo en Open Windows, pero su
exceso de ambición diferencia claramente su película de esta. Allí había
cambios de escenarios, persecuciones, incendios... Y todo visto desde una
pantalla de ordenador. Un ejercicio de malabarismos tan espectacular como
complicado, por lo que pese a lo meritorio del tema era casi imposible no
cometer errores o caer en situaciones absurdas. Aquí, sin embargo, las
pretensiones son tan sencillas, es todo tan limitado, que se consigue una
simpleza que termina por beneficiar a la obra. Este es un caso claro de que a
veces, menos es más.
La trama gira alrededor de cinco amigos que se juntan para charlar por vídeo
chat como cualquier otra noche. Pero es una noche especial. El aniversario de
la muerte de una chica a la que conocían que se suicidó como consecuencia de la
humillación sufrida por un vídeo que alguien subió de ella a la red. Algo que,
por desgracia, es más frecuente de lo que nos podemos imaginar. Alguien más se
une a la conversación, un usuario anónimo a quien no pueden eliminar y que
envía mensajes a los chicos desde las cuentas de correo y de Facebook de la
fallecida. Comienza así una espiral de desconcierto y miedo que terminará en un
baño de sangre.
Y llevamos ahí al segundo elemento que me lleva a aplaudir la película. Su
realismo.
De acuerdo, sé lo que estáis pensando. Esto, en el fondo, es una película de
fantasmas y ya han aparecido expertos informáticos por ahí diciendo que hay
cosillas en esta peli que no son reales. ¡Pues claro! Es una peli de miedo. El
salto de fe hay que hacerlo sí o sí. Pero lo que cuenta, por muy fantástico que
sea, lo hace de una forma muy coherente. No son cuatro descerebrados de
hormonas alteradas metiéndose en lugares siniestros y abandonados. Son unos
chicos normales y corrientes, con quienes cualquiera se podría identificar,
conversando desde la seguridad de sus casas.
Además de ser una crítica (muy velada, no diré que no) a los peligros de
Internet y al uso indiscriminado e irresponsable de las redes sociales me
parece un análisis psicológico muy interesante sobre la amistad y el instinto
de supervivencia. Si se tratase de un proyecto más "serio" y no una
peli de terror de bajo (bajísimo) presupuesto sin duda serviría para detenerse
a reflexionar sobre hasta dónde se puede uno llegar a sacrificar cuando lo que
hay en juego es suficientemente importante, y cómo los secretos que uno guarda
consciente de que pueden arruinar vidas salen a flote cuando el miedo, la
envidia o los celos son sentimientos más dominantes que la amistad o la
lealtad.
O quizá simplemente es que la peli me pilló en un día bueno (y justo
después de ver la basura de Rey Gitano,
que todo cuenta).
En fin, que quizá no sea una película maravillosa y revolucionaria, pero a
mi logro interesarme con muy poquitos argumentos, demostrando que con algo de
imaginación y un poco de honestidad también se pueden hacer bien las cosas, aun
cuando el presupuesto sea limitado. Y como a los actores apenas se les ve, si
son muy limitados (poco conocidos, desde
luego) pues ni nos enteramos.
Y una mención especial merece el trabajo de traducción en español, que se
han dedicado a trasladar a nuestro idioma cualquier texto que aparecía en
pantalla, ya sean enlaces de publicidad o parrafadas que sólo permanecían en
plano un segundo escaso. Felicidades por el esfuerzo.
Lo que sí me da miedo de verdad es que la película funcione en taquilla y todo el mundo empiece a copiar este formato. Me lo veo venir...
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