domingo, 28 de abril de 2019

VENGADORES: ENDGAME

En el primer tráiler de Vengadores: Endgame, Tony Stark dice algo que luego serviría como serviría como frase promocional para el poster: “una parte del viaje es el final”.
Me resulta difícil imaginar una definición mejor para esta película, una película que podría dar miedo de antemano, pues si bien el éxito lo tenía asegurado de antemano, el gran hype que producía podría haber jugado en su contra.
Efectivamente, esto no es solo una película. Esto es el final de un viaje. Un viaje que se inició hace once años con Iron Man y que ni siquiera tras la gloriosa Los Vengadores de Joss Whedon podríamos imaginar que alcanzaría un nivel narrativo y emocional como el que ha conseguido en su tramo final.
Ya está, se terminó. Hemos disfrutado, amado, llorado, gritado y luchado durante una larga lista de películas, alguna mejor que otra, alguna mítica y otra casi olvidable, y solo nos queda ese último momento de recoger el equipaje y volver del aeropuerto, que es lo que supone, tras Endgame, el saber que el fin definitivo de la Fase Tres del MCU es, en realidad, Spiderman: Lejos de casa.
¿Y qué es lo que nos han dado los hermanos Russo para cerrar esta parte de la historia del cine? Pues ni más ni menos que un hito, una obra que trasciende lo puramente cinematográfico. Más allá de sus cualidades técnicas (que las tiene, y enseguida hablaré sobre ello), Vengdores: Endgame supone, tal y como ya pasaba con Infinity War, un antes y un después para el séptimo arte. No solo va a arrasar en taquilla, sino que va a ser un film referencial para generaciones futuras que va a cambiar la concepción del propio cine (en una época en la que parecía que el futuro estaba en manos de plataformas tipo Netflix) y que demuestra que ls grandes películas deben disfrutarse en grandes pantallas, con cientos de desconocidos emocionándose a la vez, con risas y aplausos y esa sensación palpable en el ambiente de que todos nos estamos emocionando como si de un solo corazón se tratase.
Hay algunos nombres que deben considerarse pilares fundamentales del MCU (centrándonos en el plano artístico, si miramos hacia los despachos quienes merecen sendas estatuas en la entrada de Marvel Studios son Kevin Feige y Sarah Finn): John Favreau, el que lo empezó todo, Joss Whedon, el que le dio forma, y los hermanos Russo, quienes lo elevaron a las alturas. Tras dar forma definitiva a la imagen del Capitán América y demostrar que no todo son risas y colores en el MCU con las fantásticas El Soldado de Invierno y Civil War (y aquí hay que nombrar también a los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely, que ya firmaron el libreto de El primer vengador y han seguido escribiendo al Capi hasta este glorioso final), ellos se han encargado de culminar la mastodóntica saga del Infinito y, incluso, asentar las bases de lo que está por venir. Lo han hecho, además con valentía y coherencia, algo que se contrapone con la otra gran saga cinematográfica que culmina también este año (sumémosle eso al final de Juego de Tronos y resultará que el 2019 es un año amargo para el fandom). Y es que, si siempre es tentador comparar los éxitos de Marvel con el errático camino cinematográfico de su competidora comiquera de DC, en esta ocasión me parece más interesante mirarlos en el reflejo de Star Wars, que al fin y al cabo pertenecen a la misma madre, aunque no lo parezca. Y es que en cuestiones de hype el año pasado la cosa estaba muy igualada, con los fans haciendo cientos de teorías de lo que iba a suceder con sus héroes preferidos y tratando de averiguar (destripar) guiones que se guardaban con un secretismo absoluto. Pero mientras la locura argumental ha dominado el camino galáctico hasta el punto de que Los últimos Jedi parecían más pendientes de contradecir las teorías de Internet que de contar sus propias historias (hasta el punto de que Joe Johnson puede ser el principal culpable de todo lo malo que vaya a tener El ascenso de Skywalker), los Russo han optado por la coherencia, sin salirse de un plan determinado. Su Endgame se ha rodeado de mucho secretismo, es cierto, y ellos son los primeros que han jugado con el espectador para mantener sus cartas bien ocultas, pero eso no implica que se hayan obsesionado hasta tal punto como para traicionar su propia historia.
Así, en el lado argumental, se podría decir que Endgame es completamente previsible. Una de las teorías más difundidas sobre la manera de derrotar a Thanos era la de los viajes en el tiempo (algo que finalmente se terminó por insinuar claramente en Ant Man y la Avispa), y se especulaba con que gran parte de la película fuese sobre los Vengadores tratando de recuperar las dichosas gemas en diversos momentos del tiempo. Y así ha sido, sin sorpresas ni cambios absurdos de guion de última hora. En lugar de eso, los Russo han desarrollado una trama inteligente y llena de giros y golpes de efecto que permiten que, aun sabiendo que la cosa iba de lo que ya se sabía que iba, cada escena fuese una emoción diferente, cada plano ofreciera una sorpresa nueva y la magia volviera a impactarnos tal y como sucediera ya en Infinity War.
Cierto que las emociones aquí son diferentes. No tenemos ese impacto final que supuso ver a la mitad de la humanidad (héroes incluidos) desapareciendo, pero eso no significa que ver las consecuencias de aquello y como los supervivientes han sabido enfrentarse a sus propios temores sea menos intenso y doloroso. Incluso el final, donde no había duda alguna de que los héroes volverían (hay películas confirmadas de la mayoría de ellos) y que Thanos sería derrotado, es tan impactante y emotivo como para que, de nuevo, las lágrimas amenacen con aflorar.
Y todo ello con una película que, para ser un blockbuster de tres horas de duración (que pasan en un suspiro, todo sea dicho), tiene posiblemente menos acción de lo esperado. Hay más momentos intimistas y de conversaciones de lo que cabría esperar, pero funcionan perfectamente bien y no hay un solo minuto que parezca estar de más, que reste interés a la obra. Una obra, eso sí, que vuelve a ser tan heredera de esas veintiuna películas anteriores que no es muy recomendable ver Endgame si no se conocen bien las bases sobre las que se sostiene, siendo, para sorpresa de muchos, la historia de Ant man más importante que, por ejemplo, la de La Capitana Marvel.
Además, los Russo han hecho quizá su mejor trabajo como realizadores, no ya por la pericia visual que ya demostraron sobradamente en El soldado de Invierno, con unas escenas de lucha impactantes (cabe destacar cierto plano secuencia realmente espectacular), sino por saber marcar un  ritmo preciso, aportando más humor que en sus tres trabajos anteriores sin que este desentone en ningún momento, consiguiendo que personajes que podrían parecer ridículos tengan en realidad una profunda carga dramática (cada uno se enfrenta al dolor y al fracaso de una manera diferente)  y midiendo el tempo con precisión de relojero.
A ello ayuda también la simbiosis perfecta que se da entre los actores y sus personajes. Resulta ya casi imposible imaginar a ningún héroe Marvel con un rostro diferente al del actor que lo interpreta, y es tal el nivel de compromiso que la productora ha conseguido con ellos (y esto es algo que va más allá de los generosos cheques que puedan ofrecerles) que la película se convierte en un quien es quien del MCU, con la presencia de actores (aunque sea en escenas de apenas unos segundos) del pasado y que consiguen que este sea realmente un fin de fiesta.
Y, como debería suceder, algo de amargura queda al terminar una fiesta. Es por ello que, pese a que la película se dedique a contrarrestar los acontecimientos traumáticos de Infinity War, un deje de amargura quede tras los créditos finales (sin escena postcréditos esta vez, como para subrayar que la cosa va en serio). Y es que, por hermoso que sea un viaje, las despedidas siempre son tristes. Y esta película es, toda en sí, una gran despedida. Hermosa, emotiva, nostálgica y apasionante, pero despedida, al fin y al cabo.
Los héroes (algunos de ellos, al menos), volverán, pero parece evidente que las cosas ya nunca volverán a ser lo mismo. Es difícil que una película cierre una saga millonaria (de la que se sabe que habrá continuación) con la sensación de que algo va a cambiar para siempre. Endgame lo ha conseguido.
Este es otro mérito más de la que, posiblemente, y vista en conjunto con Infinity War (¿acaso no son ambas una sola película de más de cinco horas de duración?) sea la película más importante de la década, sino del siglo. Una película que cambia las reglas del juego y que sienta unos precedentes que, por otro lado, son casi imposibles de imitar.
Sin duda, no todo es perfecto, y habrá quien pueda reprocharle algo al film, como el uso de algunos personajes, la poca presencia de otros o algún as de la manga que huele a truco de guion más que a otra cosa, pero al final esto corresponde más a decisiones creativas que a fallos cinematográficos, lo cual es algo siempre subjetivo. Para el que esto escribe, resulta impensable hacerlo mejor. Allá donde esté, Stan Lee se sentiría orgulloso.
Nuff Said!

Valoración: Nueve y medio sobre diez.

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