Cementerio de animales es una de las novelas más impactantes y aterradoras de Stephen King. Es, sin embargo, una de las más fáciles de adaptar, ya que tiene una estructura bastante lineal y muy pocos personajes, lo que hace extraño que no tuviese más películas aparte de la estimable versión de Mary Lambert de 1989 (aquí llamada Cementerio viviente), que pese a ser una producción bastante humilde lograba funcionar francamente bien.
Ahora, a rebufo del tremendo éxito de It, el autor de Maine vuelve a estar más de moda que nunca y esta nueva Cementerio de animales, firmada por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer es buena prueba de ello. Estamos, en esta ocasión, de una producción más lujosa y cuidada, de presupuesto más holgado que las habituales producciones de terror de la firma Blummhouse, por ejemplo, lo cual se demuestra en la utilización de dos actores de prestigio para sus papeles protagonistas como son Jason Clarke (Terminator Génesis, El amanecer del Planeta de los Simios o, también en el género del terror, Winchester) y, sobre todo John Lithgow (tan grandioso haciendo reír como aterrando).
Hay que reconocerle a la película una puesta en escena sobria y elegante, quizá incluso un poco tramposa, con la utilización de esa procesión de niños enmascarados que tan bien quedan en el poster y que luego apenas son aprovechados en pantalla. La mezcla entre el drama familiar y el terror (con algún susto gratuito pero necesario para el público de hoy en día) está bien medido y aunque pueda ser algo inferior al film de Lambert (me cansa ya tanta comparación de los que definen esta película como un “remake innecesario”; no estamos ante un remake, sino ante una nueva adaptación de una novela) es en comparación con el trabajo de King cuando se desinflan un poco sus virtudes. Por un lado, porque todo el aspecto reflexivo alrededor de la pérdida y la muerte está mucho más difuminado que en el papel, y por otro por la manía de Hollywood de cambiar los finales (¿para qué compran los derechos de un libro si luego no parece gustarles como es el libro?), algo que pocas veces sirve para mejorar el trabajo de base (La Niebla de Darabont es de las pocas excepciones que recuerdo). Sí, el éxito de It ha propiciado una nueva moda por King, pero parece que el estrepitoso fracaso de La Torre Oscura no ha servido de lección. Y no me quiero quejar de algunos cambios relativos y que son simplemente decorativos (como el cambio de roles de los hijos, por ejemplo), sino en el clímax final que, aunque efectivo en pantalla, desmitifica toda la tensión y el terror interior que desprendía la idea original.
Con todo, Cementerio de animales es un producto más que digno, de buena factura y con un gato lo suficientemente malrollero como para comerse en muchas secuencias a los protagonistas humanos (curiosamente, algo parecido, en otro tono completamente opuesto, a lo que sucedía ya en Capitana Marvel).
Interesante pero mejorable.
Valoración: Seis sobre diez.
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