Todavía
no estando repuestos los aficionados a Stephen King a la gran decepción que
supuso la mediocre La Torre Oscura, casi
daba miedo (literalmente) enfrentarse a la nueva adaptación de la que
probablemente sea su novela más popular: It,
por más que las primeras impresiones que llegaban desde los Estados Unidos
auguraban algo bueno. Y eso que el único precedente es aquella miniserie televisiva
de calidad justita pero convertida en obra de culto gracias sobre todo a la
caracterización de Tim Curry como Pennywise.
Sin
embargo, una vez vista, cabe decir que el It de Andy Muschietti ha superado todas las expectativas. Ya en Mamá el argentino demostró que no solo
domina el género del terror, sino que es capaz de dar un empaque suficiente a
sus personajes para que estos sean suficientemente interesantes por sí mismos.
Eso
precisamente ocurre en It, donde los protagonistas
(tanto principales como secundarios) son mucho más que víctimas potenciales
para el monstruo de turno. De hecho, Muschietti destina gran parte de las dos horas
y cuarto de metraje a permitirnos conocer bien a los personajes, a poder
encariñarnos con ellos antes de acompañarlos por ese viaje alrededor de sus
miedos más profundos de los que se alimenta ese ser denominado simplemente como
It (Eso) y que adquiere la forma física de un payaso.
Más
allá de las licencias literarias que se haya podido tomar respecto a la novela
(y la más destacable es limitar la historia a una sola línea temporal en lugar
de las dos del libro, dejando así las puertas abiertas a una más que probable
secuela), lo cierto es que It
consigue captar a la perfección el espíritu de King. Con una pandilla de
chavales que bien podría estar agermanada a la del clásico Cuenta conmigo (otra
de las mejores adaptaciones que ha tenido el escritor de Maine) o a la reciente
(y referencial) Stranger things, el gran mérito de la película
está en que nos preocupen tanto las relaciones entre los protagonistas, sus huidas
de los abusones del instituto, sus coqueteos con el romance o el peso de una
rigidez paternal en algún caso enfermiza tanto como de la propia amenaza
sobrenatural.
Esto
nos lleva a preguntarnos si It es realmente una película de terror. Resulta
difícil asegurarlo. Contiene unos cuantos sustos bien orquestados, desde luego,
y es muy malrollera, de esas que te puedes llevar las imágenes de Pennywise a
la cama contigo, pero a la vez resulta muy emocionante, costumbrista e incluso divertida,
con momentos de humor negro muy acertados. Gran mérito de ello es la correcta
definición de los chavales protagonistas, que si bien recrean los tópicos de
las pandillas dela época (el gordito, el bocazas, el quejica…), tópicos, por otra
parte, que bien podrían estar influenciados por las novelas del propio King, y
del buen trabajo de sus jóvenes protagonistas, unos desconocidos con una gran
carrera por delante. Y es que el propio King ha sido considerado siempre como
el maestro del terror cuando en la mayoría de sus historias, por escalofriantes
que sean, hay mucho más de lo que se pueda ver a simple vista, mucho más que
simples sustos y sangre a borbotones. Por ello, It es una historia que se cuece a fuego lento y, quitando algún
truquito de libro, está en las antípodas del terror machacón de James Wan o,
por mencionar otra película en cartelera, de la excelente Verónica, de Paco Plaza.
Seguimos
con la moda de los maravillosos ochenta, con sus chavales en bici, sus
problemas de instituto, sus cines con marquesinas y sus posters de música pop.
Otro baño de pura nostalgia.
Y
sí, por supuesto, ahí sigue ese Pennywise tan aterrador o más que el de Tim
Curry, adecuadamente digitalizado, pero tan cruel y de sonrisa desquiciante
como siempre.
Recuperamos
al mejor King en una historia de terror, pero, sobre todo, de amistad. De unión
ante las adversidades. De superación. Una historia de la que ya estoy esperando
su continuación…
Valoración:
Ocho sobre diez.
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