miércoles, 2 de abril de 2014

EL CAPITÁN AMÉRICA: EL SOLDADO DE INVIERNO (8d10)

Posiblemente, Steve Rogers, AKA El Capitán América, no sea uno de los héroes más admirados fuera de su país. El nombre y los colores de su uniforme hacen que pese sobre él una equívoca sospecha de fascismo extremado que nada tiene que ver con la realidad, y no ha sido hasta su “aparente” muerte en el comic, noticia de portada en medios de comunicación en todo el mundo, que el público en general ha empezado a prestarle atención.
Hay que tener en cuenta que su origen se remonta a los años cuarenta, en plena II Guerra Mundial, cuando el fervor antinazi estaba en pleno apogeo y América era el sinónimo de un ideal. Tal y como se ve en la primera película del Capi, su misión no es la de ondear la bandera americana a los cuatro vientos, sino la de la libertad y la democracia. En esto, ningún país moderno puede presumir de estar libre de pecado, ni siquiera los Estados Unidos, y de eso trata esta película.
Si El Capitán América: el Primer Vengador versaba sobre el símbolo y en Los Vengadores veíamos al héroe, es turno ahora del hombre, el tipo bajo la máscara, el soldado que debe adaptarse a una nueva época, a la muerte (o vejez) de sus amigos, pero con esos ideales inamovibles. Rogers no trabaja para América, ni mucho menos para su gobierno, sino para el pueblo americano y a ellos y sólo a ellos debe su lealtad. Aunque eso le suponga enfrentarse a las altas esferas y convertirse en un fugitivo de SHIELD.
Con Ed Brubaker (guionista de la más aclamada etapa del personaje en los comics) firmando la historia a la que terminarían de darle forma Christopher Markus y Stephen McFeely, El Capitán América: El soldado de Invierno bebe mucho, lógicamente, de esos magníficos comics de Brubaker en los que se crea al personaje de Soldado de Invierno, aunque también hay en ellos algo de Secret War e incluso reminiscencias de cuando el protagonista reniega de su propio país y adopta una identidad nueva (tranquilos, no es ningún spoiler, no hay ni rastro de Nómada en la peli, sólo se aprovecha la idea). Con los hermanos Anthony y Joe Russo (de escaso currículo pero a los que elevo a los altares aunque sólo sea por su participación como productores y directores de la magnífica serie Community) sustituyendo a Joe Johnson a los mandos de la realización, esta segunda aventura en solitario del Vengador trata de llevarlo a los límites haciéndole dudar entre aquello en lo que cree o aquello para lo que lo entrenaron, es decir, seguir órdenes como un borreguito. Sin pensarlo demasiado, Rogers se enfrentará a la organización antiterrorista más poderosa del mundo, huérfana tras el asesinato de Nick Furia, mientras un desconocido a la vez que legendario terrorista entra en escena.
Por fortuna, el Capi no se enfrentará solo a SHIELD. La Viuda Negra y Falcon (otro personaje del comic que debuta aquí, imagino que con el nombre manteniéndolo en inglés para evitar confusiones con Ojo de Halcón) le apoyarán en su búsqueda de la verdad, sin obviar la participación de Maria Hill y una misteriosa (y poco desarrollada) Agente 13 de la que quizá pronto sabremos más cosas gracias a una futura serie de televisión. Y luego está Furia, claro está, que paranoico hasta las cejas y amante de las conspiraciones quizá no haya dicho aún su última palabra. Y ese es uno de los grandes aciertos del film. Mientras otras películas de superhéroes como los Batman de Schumacher, Blade Trinity o Spiderman 3 fallaban en el abuso de protagonistas o antagonistas, en esta ocasión el tiempo de cada uno está milimétricamente medido, repartiendo las escenas con brío y no permitiendo que ningún personaje pise a otro, tal y como ya consiguiera Joss Whedon en Los Vengadores.
El Capitán América: El Soldado de Invierno es una película de superhéroes, claro está, pero pese a lucir Steve su uniforme estrellado, Natasha su cuero ceñido y Sam unas alas que le permiten volar, quizá cabría definir esta película mejor como un thriller político, donde en sus más de dos horas de metraje abundan los diálogos reflexivos y las sospechas de conspiraciones con un veterano Robert Redford en su máximo esplendor dando una lección de carácter y presencia en cada minuto en que aparece en pantalla. 
Marvel, como viene siendo habitual, demuestra tener un ojo infalible en sus casting, consiguiendo reunir actores de demostrada calidad con estrellas sin demasiado caché a los que poder modelar a su antojo. Así, Chris Evans es ya para siempre la imagen de Steve Rogers y nadie puede discutir el acierto de la elección, por más que se pudiera dudar antes del estreno de El Capitán América: El primer Vengador, tal y como sucediera, por ejemplo, con el Thor de Chris Hemsworth, mientras que pocos sospecharían que una actriz que era poco más que una cara bonita como Scarlett Johanson iba a convertirse en una estrella de acción y que iba a convencer el las escenas dramáticas. Y eso que había sido una chica Allen… 
Hay quien podría decir que, tal y como se insinuaba (aunque menos) en Iron Man 3, esta es una peli “nolanizada”, pero no os preocupéis. Pese a los momentos serios y dramáticos y la ausencia de personajes cómicos como pasaba con Erik Selvig y Darcy en Thor: el mundo oscuro, los hermanos Russo no han buscado la oscuridad amarga y las ansias pseudointelectuales de baratillo que rezumaban las mediocres El Caballero oscuro: la leyenda renace o El hombre de acero. Simplemente, han tomado un personaje icónico, una situación real y han creado una historia de acción de intriga y la han desarrollado sin pretender insultar la inteligencia del espectador.
Y al final, por supuesto, hay explosiones. Y peleas. Y puñetazos. Y lanzamientos inverosímiles de escudo. Que al fin de cuentas sí que es una peli de superhéroes, ¡faltaría más!
No dejo de sorprenderme del maravilloso y complicado puzle audiovisual que ha creado Marvel con sus personajes (con la mitad de ellos, recordemos que de la otra mitad no posee los derechos cinematográficos), y de nuevo las referencias a otras películas y personajes de la macrosaga están presentes (expandiendo esa saga al mundo de la televisión con la –de momento- floja SHIELD y la ya mencionada Agente Carter), así como las pistas de por dónde van a ir los tiros en el futuro, con dos escenas postcréditos que invitan directamente a esperar la llegada inminente de Los Vengadores 2: la era de Ultrón y, en un par de años, Capitán América 3 (aún sin título definitivo, evidentemente), aunque casi me atrevería a aventurar que a lo que en realidad se refieren en dicha escena (dirigida por Joss Whedon, por cierto) es a Los Vengadores 3, prevista para 2018 y con entre cuatro y cinco películas puente entre ambas.
El único punto negativo que se me ocurre es su dañina campaña publicitaria, con entrevistas y reportajes de determinado actor que no voy a nombrar aquí que suponen un importante spoiler sobre una de las sorpresas del film (aunque los seguidores de los comics sabíamos de sobras de qué iba la cosa).
Pese a ello, una excelente película que ni aburre ni apabulla, mucho mejor que su predecesora (a Joe Johnson le falla mucho el control del ritmo narrativo) y que no aburre ni en sus momentos más relajados, con el retorno de personajes carismáticos (para mí Cobie Smulders siempre será Maria Hill antes que Robin Scherbatsky) y que te deja con ganas de más, deseando ya el estreno de Guardianes de la Galaxia, el siguiente peldaño de Marvel en su camino hacia la Gloria Celestial.

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