lunes, 7 de abril de 2014

NEED FOR SPEED (3d10)

Ya he comentado alguna vez que considero que una película, para ser considerada buena, debe estar destinada a todo tipo de público, no solo a los incondicionales de un género o, como es el caso, subgénero. Así, Need for speed es una estupidez increíble que solo ofrece una sucesión de carreras espectaculares que parecen más la demo del videojuego en que se basa que una película de cine, con un guion tan plano como previsible, unos actores sin carisma (ni siquiera salvo a Dominic Cooper, el papá Stark de El Capitán América: el primer Vengador) y un metraje excesivo que solo puede interesar a los devoradores de videojuegos de coches y amantes de la adrenalina tuneada. ¿En serio son necesarios 132 minutos para este hermano bastardo de Fast & Furious venido a menos?
Podría explicar el argumento de cabo a rabo y no hacer un solo spoiler, pues no hay ninguna escena que sorprenda ni ningún giro de guion que no se pueda adivinar antes incluso de comprar la entrada del cine, pues el George Gatins este que no tiene reparos en firmar el guion sin usar pseudónimo ni nada no se complica la vida en absoluto y sigue un esquema tan clásico como lineal que insulta la inteligencia del espectador y aburre hasta a las ovejas, ya que en lo único en lo que han echado el resto es en las escenas automovilísticas, y saber sin posibilidad de error como van a terminar no ayuda a crear demasiada emoción.
Tobey Marshall (Aaron Paul, recién salido de Breaking Bad) y sus amiguitos del alma son un grupito de niñatos anormales que se dedican a hacer carreras de coches ilegales sin importarles los accidentes que provocan e incluso aplaudiendo entre risas cuando están a punto de atropellar a alguien. Entonces se cruza en sus caminos Dino (Cooper), el tipo guay que robó la novia a Tobey y es rico y famoso. Hay una movida con drama lacrimógeno incluido, Tobey va a la cárcel siendo inocente (o eso se creen ellos, si por mi fuera terminaría la película a los cinco minutos metiendo a todos los payasos estos en un calabozo y tirando luego la llave) y, como es tan majo que pasa de aprender la lección, lo primero que hace es meterse en una carrera súper mega guay y súper mega secreta donde tendrá la ayuda de la típica rubia de bote (Imogen Poots) con la que acabará liándose (uy, se me ha escapado un spoiler, perdón) y podrá vengarse del chulitoplaya. Por medio hay un negro chistoso que celebra las victorias con bailes ridículos (lo nunca visto), unos policías absolutamente imbéciles que no dan pie con bola y un Michael Keaton que, aun haciendo lo de siempre (se comenta que rodó todas sus escenas en un par de horas) termina siendo lo mejor de la película.
No encuentro ninguna excusa para simpatizar con los protagonistas, de manera que en todo momento me importa un pepino quien gane cada carrerita, indignándome por el total desprecio hacia la seguridad de los demás, como queriendo enseñar a los espectadores (el público potencial de esto son niñatos imberbes que se creen que pueden hacer esto con sus propios coches y algún que otro adulto falto de algún hervor) lo diver que es saltarse las normas y destrozar todo lo que se les cruza por delante.
No hay aquí ni una subtrama interesante ni personajes (o actores) con los que simpatizar, como la imitada Fast & Furious, ni –por supuesto- un mínimo desarrollo de personajes ni diálogos aprovechables como en la grandiosa Rush (para que veáis que mi problema con esta película no es que tenga fobia a los coches) o en cualquiera de las películas que rodó volante en mano el legendario Steve McQueen.
Lo único que podría salvar mínimamente la película sería la corrección visual en los momentos más trepidantes y el acierto que me parece que todas las escenas hayan sido rodadas por especialistas, es decir, sin retoques digitales por ordenador. Poca cosa para justificar el precio de la entrada, aunque seguro que no le faltarán defensores al videojuego con ¿actores? este.

Personalmente, os recomendaría quedaros en casa jugando al Need for speed en la Play. Con algo de suerte, pronto llegará el Furious 8.

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