Antes
de comenzar esta reseña quiero advertir a los que no me conocéis que soy un
gran aficionado de Spiderman. He seguido sus aventuras en comic desde los diez
años y he leído prácticamente todo lo que se ha publicado sobre el personaje.
Esto puede que me reste algo de imparcialidad a la hora de valorar la película,
aunque siempre he pretendido no tener una postura radical al enfrentarme a una
adaptación (da igual que sea de un comic, libro, obra de teatro o videojuego),
aceptando que cada medio tiene su lenguaje y no se puede trasladar literalmente
una historia escrita al cine, conformándome con que sepan mantener la esencia
del personaje. La propia Marvel como productora, la autora de las mejores
películas de superhéroes (con permiso de Watchmen)
hasta la fecha, ha jugado a alternar dos líneas editoriales diferentes (su
Universo tradicional y el Ultimate) en su saga de Los Vengadores.
Aun
así, hay que reconocer que cuesta distanciarse del producto original y evitar
las comparaciones, en las que el cine suele terminar perdiendo.
He
querido empezar así mi crítica a la secuela de la innecesaria The amazing Spiderman porque he
encontrado posturas muy encontradas en los foros de opinión, que la tildan
desde obra maestra hasta despropósito total, una diversidad de opiniones tan
contrapuesta que sin duda viene de analizar la película desde la pasión más que
desde la objetividad.
Y
es que, objetivamente hablando, The
amazing Spiderman: el poder de Electro es una película entretenida,
trepidante por momentos, emocionante y muy emotiva. Esto es lo que se van a
encontrar los que acudan a ella en busca de un blockbuster más, apta para que
los niños disfruten con las piruetas en el aire de su superhéroe favorito y con
el punto dramático necesario para recordarnos aquello de que el bien debe
prevalecer sobre el mal por más sacrificios que se nos exijan para ellos. Ahora
bien, quien busque algo más, quien pretenda exigir una calidad superior –tanto
en fidelidad comiquera como en simples términos cinematográficos- quizá quede
algo desencantado.
The amazing Spiderman: el poder de
Electro no es una mala película, pero
tiene demasiados momentos irregulares como para considerarla tampoco una gran
obra. Cuando hace un par de años Marc Webb fue nombrado para dirigir el
precipitado reboot del héroe arácnido
(una maniobra forzada por los intereses de Sony de mantener los derechos
cinematográficos del personaje), a todos les sorprendió la elección de un
realizados cuya única carta de presentación era la interesante comedia
romántica (500) días juntos. Viendo The amazing Spiderman: el poder de Electro
uno puede llegar a entender parte de esa decisión así como el error que la
misma supuso. Y es que The amazing
Spiderman: el poder de Electro parece nacer más con el propósito de
contarnos un drama con tintes románticos entre un adolescente atormentado y su
novia de trágico final (todo conocedor de Spiderman sabe que Gwen debe morir,
no avanzaré aquí si lo hace en esta película o en la ya anunciada tercera
parte), rodeado de una trama conspiranoia que parece afectar a los padres del
protagonista y a la poderosa multinacional Oscorp. Y aquí es donde Webb se
mueve como pez en el agua, consiguiendo una innegable química entre Andrew
Garfield y Emma Stone que ya hubiesen querido para sí Tobey Maguire y Kirsten
Dunst (pese a la inolvidable escena del beso invertido de Spider-man) y momentos dramáticos y de intriga ciertamente bien
logrados. El problema deriva cuando Webb recuerda que esto en realidad va de
tipos disfrazados dándose de leches y se mete en harina con las escenas de
acción, mostrándonos un elenco de villanos sin carisma ni gracia, peleas mal
filmadas y una artificiosidad visual exagerada.
La
historia arranca como quedó en el anterior episodio, con Peter Parker
enamorado de Gwen pese al fantasma del Capitán Stacy apareciéndose por doquier
para recordarle que la cosa va a terminar como el rosario de la aurora mientras
combate el mal como Spiderman. Así, en una refriega contra un terrorista ruso,
es como se cruza con Max Dillon, uno de los personajes más patéticos que se han
visto en una pantalla de cine que termina deslumbrado por la figura del héroe
hasta el punto de obsesionarse con él de una manera demencial. Como aquí parece
que eso de las casualidades son el pan nuestro de cada día, Dillon trabaja en
Oscorp, igual que Gwen, que los padres de Peter y de un tal Harry, el mejor
amigo de Peter aunque no sabíamos nada de él hasta ahora y no se ven desde hace
años. Un accidente convierte a Dillon en un canalizador de la electricidad,
dotándolo de un gran poder que hace que se le vaya la pinza y, no tengo muy
claro porqué, odiar a Spiderman a muerte. Tras las peleas de turno Harry (hijo
de Norman Osborn, creador de Oscorp y uno de los personajes más desaprovechados
de la película) se inmiscuye al descubrir que tiene una enfermedad mortal que
bien podría curarse con el veneno de araña que dio a Peter sus poderes lo mismo
que podría matarlo o hacerle mutar como sucediera en la primera parte con El
Lagarto. Y como decía Mayra Gómez Kemp: “hasta aquí puedo leer”.
Aparte
de que la casualidad (sí, en el mundo real también existen) hace que parte de
la historia recuerde levemente a la reciente (y muy superior) El Capitán américa: El Soldado de Invierno,
por aquello de las manipulaciones corporativas, las juntas directivas en contra
del presidente de turno e incluso el descubrimiento de laboratorios del pasado
ocultos en instalaciones abandonadas, Alex Kurtzman y Roberto Orci (guionistas
que nacieron bajo el amparo de J.J.Abrams y que no me han logrado convencer
cuando vuelan solos) no consiguen imponer el ritmo correcto a la historia para combinar
con acierto la parte intimista con la espectacular, a lo que hay que añadir el
desastre total que es Webb en las escenas de acción, abusando
indiscriminadamente de la cámara lenta que, en lugar de impactar visualmente
como sucedía en Matrix, a la que
pretende emular constantemente (incluso Paul W.S.Anderson lo hace mejor) lo que
consigue es ralentizar las escenas impidiendo que nos dejemos atrapar por la
emoción del momento. Y tampoco es que la elección de los villanos ayude mucho,
con un Electro que parece una copia traslucida del Doctor Manhattan de Watchmen (¿alguien me puede explicar de dónde
saca los pantalones primero y el uniforme completo después?) y un ¿Duende
Verde? que parce a medio maquillar y cuyas motivaciones y odio descarnado hacia
Spiderman no logro comprender. Además, si analizamos los combates como tal,
ninguno de ellos resulta ser una gran amenaza, por lo que la propia Sony
(copiando descaradamente a la Marvel cinematográfica) ha metido con calzador un
villano en las sombras que es quien verdaderamente debe suponer la gran amenaza
y a quienes no sean seguidores de los comics ya les digo que su identidad
resultará ser una decepción.
En
el lado positivo debo destacar que Spiderman es más Spiderman que nunca. Su
uniforme es el más fiel (y bonito) a los comics de las cinco películas
modernas, su personalidad es acorde con el personaje, con esos puntos de humor
descarado mientras pelea que tanto echaba de menos en la trilogía de Raimi y
sus movimientos son elegantes y acrobáticos, en ocasiones tan espectaculares
que ni la torpeza de Webb con la colocación y manejo de la cámara pueden
estropear. Este es verdaderamente el Spiderman que todos queríamos ver, Peter
convence y Gwen enamora. Y Dane DeHaan está soberbio como Harry. Hay además
diversos guiños al fan que podían (o no) ser una pista hacia el futuro de la
franquicia, como el rápido vistazo a los tentáculos de Octopus, la presencia off the record de J.J.Jameson, una
secretaria interpretada por Felicity Jones llamada Felicia, el personaje que
interpreta B.J.Novak o la existencia de lugares como La Bóveda o el Instituto
Ravencroft (espantosa, por cierto, la aparición de un caricaturesco y ridículo
Ashley Kafka).
¿Conclusión?
Bien, pero mal. Mucho mejor que la primera pero muy por debajo del Spider-man y
Spider-man 2 de Raimi y con errores que recuerdan al fiasco de Spider-man 3.
Gran caracterización de Spiderman, excelente trio protagonista pero malvados de
pega. Y un director que no está preparado para una superproducción como debería
ser esta.
Una
buena película aunque con demasiados peros…
Pues a mi realmente me gustó bastante y encuentro acertada tu crítica, exceptuando las partes en las que dices que no te quedan claras las motivaciones de los villanos para odiar a spiderman. Símplemente son los malos y al transformarse pierden la noción del bien y el mal supongo. Y me extraña que no comentes la ridícula transformación de electroque en mi opinión fue lo peor de la película .
ResponderEliminarTienes toda la razón del mundo. Estoy esperando a que pase algo de tiempo y todo el mundo que esté interesado la haya podido ver para escribir otra crítica con spoilers donde analizaré más a fondo lo mejor y lo peor de la peli.
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