jueves, 2 de mayo de 2019

LA LLORONA

Ayer por la noche se disputó en Barcelona un gran partido de fútbol, uno de esos en los que cualquier amante del deporte, independientemente del equipo que sea, debería disfrutar. Al final, el F. C. Barcelona se llevó la victoria sobre el Liverpool por 3 a 0, pero las cosas no fueron tan sencillas como el marcador parece indicar. Hubo momentos de gran sufrimiento. Primero, porque visto el gran juego del Liverpool, el resultado posiblemente fue dolorosamente cruel para ellos. Segundo, porque hubo varias paradas vitales del portero culé que mantuvo en vilo al Camp Nou hasta el último minuto de juego.
Comienzo esta entrada con un comentario futbolero porque, tras ver el partido, apenas pitó el árbitro el final, entré a una sala del cine a ver La Llorona, la última propuesta de terror de James Wan para su Warrenverso. Y, sinceramente, el recuerdo del partido y de lo que en él se vivió es lo único aterrador que viví en la oscuridad del cine, ante el aburrimiento y la sensación de dejadez argumental que la película que firma un tal Michael chaves (que por aquello del encasillamiento está filmando ahora The Conjuring 3). Y eso que la cosa empieza bien: un niño juega en el campo con su madre y su hermano, pero, cuando apenas aparta la mirada un momento de ellos, estos desaparecen, quedando el crío solo y desconcertado. Pero no, no es otra baja más del chasquido de Thanos, ni esto tiene nada que ver con Endgame, por más que le coja prestada a Linda Cardellini (la esposa de Barton en el MCU) y que estemos en un Universo compartido (muy forzada, por cierto, la relación con Annabelle por medio del personaje del padre Perez).
No es que la película sea un desastre total (pese a algunas interpretaciones espantosas, como la del inexpresivo Raymond Cruz), sino que se trata, simplemente, de más de lo mismo. Con un argumento mínimo e irrisorio, se limita a hacer primeros planos bruscos a ritmo de jump scare, a meter en situaciones incómodas a niños pequeños y a buscar una resolución fácil y nada trabajada. Además, los principales sustos (por llamarlos de alguna manera) no solo son previsibles, sino que venían ya spoileados en el tráiler previo, con lo que poco se puede rascar de esta pobre producción que, de nuevo, ignora cualquier propósito de hacer cine para seguir con la terrible premisa de fotocopiar películas por cuatro duros y, a poco que recauden, disfrazarlas como si de un gran éxito se tratara.
Ya se intuía con La Monja y se confirma ahora. el Warrenverso no da para más. Y si encima en la tercera película de los propios Warren ni siquiera va a estar Wan tras las cámaras, mejor apaga y vámonos.
En resumen, una pérdida de tiempo más, plana y aburrida, que solo entretendrá a los más fieles (y menos exigentes) del género.

Valoración: Cuatro sobre diez.

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