domingo, 19 de mayo de 2019

EL AÑO DE LA PLAGA

Siempre he aplaudido los intentos del cine español por hacer algo diferente y arriesgado a lo que suele esperarse de él, pero para ser merecedor de dicho aplauso el intento debe completarse con unos mínimos de calidad.
No es que El año de la plaga sea desastrosa, pero desde luego está muy por debajo de la novela de Marc Pastor que pretende adaptar o, por compararla a algo más razonable, la otra película postapocalíptica en Barcelona que a uno se le viene a la mente al ver este film, Los últimos días, de los hermanos Pastor.
El principal error, más allá de la necesidad de lidiar con u presupuesto muy ajustado, es el de mezclar diferentes géneros como si de un extraño cóctel se tratara, variando entre el drama, el terror y la comedia sin demasiado sentido. Cierto es que la película es autoconsciente de sus limitaciones, y emplea para ello un metalenguaje tal que se demuestra en su primera escena (un spoiler en toda regla) y en las constantes referencias a La invasión de los Ultracuerpos. Sin embargo, esa referencia no es suficiente para llegar a ser un homenaje en lugar de una mala copia, mientras que el humor a duras pena funciona en la película (todos los diálogos de Silvia Abril son, sencillamente, irritantes).
Por ello, debemos conformarnos con el relato fantástico sobre una especia de invasión extraterrestre que sustituye a los humanos en copias idénticas, pero de nuevo nos topamos con otro obstáculo: los personajes protagonistas, discretamente interpretados, pero terriblemente mal escritos. Cambios de parecer sin sentido, alternancias entre ser un cobarde y un líder, descubrimientos sacados de la manga y un sinfín de situaciones que no hacen más que torpedear a la narrativa del film, haciendo que resulte totalmente inverosímil y, por momentos, ridícula.
Así pues, solo queda agarrarse a la intriga y a los ligeros toques de concienciación social (impostado discurso sobre lo que es la humanidad) para poder aceptar, de manera muy justita, el visionado de una película de dirección plana y recursos casi televisivos.


Valoración: Cinco sobre diez.

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