sábado, 30 de marzo de 2013

LOS ÚLTIMOS DÍAS (7d10)


Desde que existe el cine son tantas las películas postapocalípticas que hay que casi se podría considerar como un género propio. Normalmente tienen una amenaza monstruosa, tales como zombies (George Romero sentó las bases en Zombie-El amanecer de los muertos, y a partir de ahí ha habido para todos los gustos y colores: Resident evil 3, Bienvenidos a Zombieland...) o vampiros mutantes (como en las diversas adaptaciones de la novela Soy Leyenda, de Richard Matheson), en otras la amenaza proviene de nosotros mismos,  los humanos (caso de The Road, El libro de Eli o la saga Mad Max), puede derivar de un cambio en la escala de mando (El planeta de los Simios y sus secuelas, Terminator Salvation) y en ocasiones nos han obligado incluso a abandonar el planeta (las inminentes Oblivion y After Earth). Los hermanos Pastor (David y Álex) ya se fueron en 2009 a hacer las américas y abordaron el tema en Infectados, donde el causante del diezmo de la humanidad es una enfermedad. Ahora, de regreso a casa (y más concretamente a Barcelona) reinciden en el tema, solo que en lugar de presentarnos un planeta devastado nos van a mostrar cómo empezó todo, como fueron, precisamente,  esos últimos días.
El detonante en este caso es una epidemia de agorafobia, es decir, pánico a los espacios abiertos. Esto, de entrada, podría no parecer muy dramático, pero imaginaos a todo el mundo encerrado en sus casas, en sus oficinas, sin poder ir a trabajar, a comprar... Sería, cuanto menos, el fin de la sociedad, y confinados en el interior de los edificios de la ciudad condal y sin más posibilidad de desplazarse que túneles de metro y alcantarillas va a ser inevitable que para sobrevivir acabe imperando la ley del más fuerte.
En esa situación se encuentran Enrique y Marc (excelente José Coronado y Quim Gutiérrez, quizá el eslabón más débil del film), dos personas muy diferentes entre ellas, que incluso se podría decir que se odian, pero que están obligados a entenderse y colaborar si es que quieren conseguir sus objetivos: Enrique encontrar a su padre, ingresado en el Hospital del Mar y Marc reunirse con su esposa Julia (Marta Etura) a la que espera encontrar en su piso o en su tienda en un centro comercial de L'Hospitalet. Comienza aquí un camino angustioso, dramático,  en el que aprenderán a enterrar el pasado (referencias a la crisis económica y a los recortes empresariales) y a llegar, incluso, a poder ser buenos amigos. Si es que existe un futuro que lo haga posible, claro.
Los hermanos Pastor escriben y dirigen con mano firme, manteniendo el ritmo y la tensión y transmitiendo al espectador la propia claustrofobia de los protagonistas. El cuarto actor de la película (no contaré a una desaprovechada Leticia Dolera) es sin lugar a dudas la propia Barcelona,  pues contemplar sus lugares más emblemáticos totalmente abandonados o directamente devastados (algo novedoso, estábamos acostumbrados a que lo primero que se destruía siempre en el cine era o bien la Casa Blanca o en su defecto la Estatua de la Libertad) es el plato fuerte de la película.

Pero no todo es perfecto es el film de los Pastor. En su presentación, dijeron los realizadores que pretendían hacer una película optimista, y ello es harto difícil cuando estamos hablando de la extinción de la humanidad. Así que para conseguir sus objetivos tuvieron que dar un giro final que perjudica seriamente a la película, actuando como lastre de una historia dramática muy bien construida hasta ese momento.
Sería injusto analizar Los últimos días y obviar ese final, así que aviso que lo que comento a continuación es claramente un SPOILER, así que quedáis avisados por si no queréis conocer el desenlace del film.

Tres son las partes de las que se compone la película, casi como si se quisiera hacer una trilogía con ella. La primera, la que compone realmente la película, termina con Marc encontrando viva a Julia y reuniéndose con ella. Si en este momento terminase la acción  nos encontraríamos con un final más o menos feliz, claramente abierto a la imaginación del espectador, ya que de él dependería suponer e iban a tener un futuro en esa nueva Barcelona o si bien su reencuentro solo les permitiría poder morir juntos. Comienza entonces una nueva película, breve pero concisa, en la que veremos cómo Marc y Julia se adaptan, logran cultivar su propio huerto y sobrevivir al paso del tiempo, viendo nacer a un hijo y creciendo este aparentemente sano. Sobra decir que tras las miserias soportadas por Marc y Enrique durante toda la película todas estas escenas de la feliz vida del matrimonio son poco menos que ridículas e increíbles, y denotan una búsqueda forzada y artificial del mensaje optimista con el que los Pastor arrojan piedras sobre su propia película. No contentos con ello, hay un tercer desenlace, en el que el niño, ya algo crecidito, demuestra no haber heredado de sus padres la fobia a los exteriores, terminando el metraje con un grupo de muchachos harapientos viniendo en su búsqueda y llevándoselo a crear una nueva sociedad al más puro estilo de El señor de las Moscas.  Un nuevo giro de guion que desprecia todo lo bueno visto hasta ahora y que hace que salgamos del cine con una sensación extraña, con un recuerdo final que no convence para nada, alargado y poco creíble. Una lástima, ya que, insisto, si nos quedamos con el primer y lógico final la película estaba siendo francamente interesante.

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