Seguimos
explotando el mundo de los cuentos infantiles en pantalla grande (y lo que nos
queda). En este caso le toca turno al cuento conocido en España como Las habichuelas mágicas, que en manos de
Bryan Singer (curioso, el otro día hablaba de un cuento versionado por el
director de Spider-man, ahora se
trata del director de X-men) se
transforma en una historia bélica con aroma al Señor de los Anillos (muy de andar por casa, eso sí) en la que
Jack, un pastor huérfano, recibe unas semillas que, al ser plantadas, le abre
las puertas a un reino misterioso oculto entre las nubes donde habitan los
gigantes, una raza que años atrás estuvo en guerra con los humanos. Para que
Jack pueda pasar de pastor a héroe es necesario una princesa secuestrada, claro
está, y el muchacho (acompañado por un
escuadrón de soldados del rey) accederá a ese mundo temible en pos del
rescate, aunque provocando con ello que la guerra se reanude después de tantos
años de paz. Como veis, un enfoque algo diferente a la historia que leímos
siendo niños, pero necesario para dotar a la película de la espectacularidad
que precisa toda gran superproducción. Una superproducción, por cierto, que se
dice va a ser un rotundo fracaso económico, en vista de los primeros resultados
de taquilla, aunque ya sabemos que, después de la recaudación internacional, el
DVD y la televisión la cosa no será para tanto.
Lo
cierto es que no ha acabado de entusiasmar este cuento pese a contar con
algunas figuras importantes dentro de su reparto, como es el caso de Ewan
McGregor (al que este rodaje le habrá parecido unas vacaciones después de Lo imposible) como el general que
encabeza el rescate de la princesa, una interpretación acomodada y muy alejada
de sus mejores momentos. Tenemos también a Stanley Tucci, un gran actor que combina
a su antojo películas de gran calidad con productos más comerciales, como es
este caso. Completando el póker de ases
están Ian McShade (que ya estuvo en Blancanieves y la leyenda del cazador)
y a Bill Nighy (genial comediante británico, aunque siempre será recordado como
el villano de Underworld). Supongo
que ya habréis detectado el principal problema, y es que todavía no he nombrado
a ninguno de los dos protagonistas. Y es que si al menos a Nicholas Hoult lo
vimos en X-men: primera generación
(aunque a media película desaparece bajo el maquillaje de la Bestia) y tiene un
estreno en lista de espera interpretando a un zombi enamorado (??), a Eleanor
Tomlinson, que interpreta a la princesa, no se le conoce ningún papel relevante
hasta la fecha. Demasiada debilidad interpretativa en los papeles más
importantes, me temo.
Pero
no son solo sus protagonistas los que lacran esta película, sino que a la
saturación de cuentos que sufren nuestras pantallas de cine hay que añadir
además la saturación de efectos digitales que sufre este Jack, el cazagigantes. Hay un exceso tal de gigantes infográficos
que en ningún momento te permite entrar en la historia ya que, reconozcámoslo,
la calidad de estos seres distan mucho de los que aparecen en producciones
mucho más cuidadas como las sagas del Señor
de los Anillos o Harry Potter.
Todo en Jack, el cazagigantes es
artificial, desde las cascadas de agua hasta las llamaradas de fuego, y se nota
demasiado como para poder disfrutar de una historia que, por otra parte, no es
para echar cohetes. ¿Entretiene? Sí, para que lo vamos a negar, pero siempre
rozando unos mínimos que la alejan mucho de las expectativas que se pudieron
crear o del dinero invertido. Y además, la fecha elegida para su estreno va a
hacer que sea constantemente comparada con Oz,
un mundo de fantasía. Y en esa comparativa la cinta de Raimi es la que se
lleva el gato al agua.
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