Timadoras compulsivas (otra muestra del talento de los traductores de títulos de este país) es una película ideal para reabrir el debate sobre los remakes (y que se preparen los haters cuando legue el West side story de Spielberg). Y es que no es lo mismo valorar a esta película por separado que comparándola con ese pequeño clásico que fue Un par de seductores, de Frank Oz, y a quien aquí versionan, cambiando el género de sus protagonistas.
Efectivamente, de Michael Caine y Steve Martin pasamos a Anne Hathaway y Rebel Wilson, representando a dos timadoras, rivales en algunos momentos y aliadas en otros, que se dedican a desplumar a millonarios incautos con la Costa Azul como telón de fondo (aunque en realidad se halla rodado en Mallorca).
Con semejante elenco de protagonistas estaba claro que la química iba a funcionar, y lo cierto es que ellas lo dan todo para que la película resulte divertida. De hecho, no puede juzgársela como aburrida en ningún momento, y contiene algunos gags realmente muy divertidos.
El problema está en que su base argumental es muy pobre. Una vez presentadas las cartas, la acción se desarrolla por derroteros demasiado comunes, sin arriesgar en ningún momento ni proponer nada que se salga de lo habitual, con lo que a la postre termina resultando algo plana y simplona y en la que se echa de menos algo más de sátira social o profundidad en sus esquemas.
En manos del actor Chris Addison, metido ahora a director, la película resulta un aceptable entretenimiento, quedando casi todo en manos e la afinidad o simpatía que cada espectador pueda sentir hacia las protagonistas y las ganas que tenga uno de dejarse engañar por un juego que engaña más bien poco.
Valoración: Seis sobre diez.
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