viernes, 10 de mayo de 2019

THE SILENCE

The silence es la nueva producción de Netflix con la que intenta repetir uno de los mayores éxitos del año pasado, como fue A ciegas. De hecho, no es simplificar mucho el asegurar que la película mezcla y copia con descaro la película que protagonizó Sandra Bullock con Un lugar tranquilo, uno de los mayores éxitos en cine del pasado ejercicio.
The silence cuenta como tras un hallazgo arqueológico unos seres alados de la prehistoria provocan una invasión que deriva en una especie de apocalipsis como la vista en mil y una películas. La curiosidad, en este caso, que los bichos son ciegos y solo se guían por el sonido, con lo que la familia protagonista deberá embarcarse en un viaje en busca de un lugar más seguro tratando de hacer el menos ruido posible. Podría ser de ayuda, aunque al final no aporta nada relevante al film, que la hija sufriera un accidente hace unos años que la volviese sorda, por lo que saben expresarse mediante el lenguaje de signos.
Con un reparto tan interesante como desaprovechado, con un Stanley Tucci a la cabeza que aún debe estar preguntándose quién lo ha engañado para semejante tontería, acompañado por dos de las protagonistas principales de Las escalofriantes aventuras de Sabrina (quizá hacer esta película sea una buena manera de sacarse un dinerillo en el descanso entre una temporada y otra sin moverse demasiado de casa), es decir:  Kiernan Shipka y Miranda Otto, The silence ha sido dirigida por John R. Leonetti, uno de los protegidos de James Wan y que ya pertrechó una mediocridad con la insulsa Annabelle.
Teniendo como único valor la visualización clara de los bichos en cuestión, una suerte de murciélagos prehistóricos, cuyas limitaciones presupuestarias la convierten en un producto de serie B que provoca un mínimo de simpatía, y de algún momento algo más extremo en cuanto a sangre y violencia que sus dos referentes ya mencionados, poco más se puede destacar de un film que resulta tan plano como previsible, que se desvía hacia la clásica moralina de “el hombre es un lobo para el hombre” haciendo que el resto de supervivientes sean tan o más peligrosos que los propios monstruos, con escenas mal filmadas (ese horrible uso e la cámara lenta en las situaciones dramáticas), sin la suficiente tensión ni los sustos adecuados y que, y este es su mayor mal, resulta sumamente aburrida. De hecho, es tan simple su trama que parece más un capítulo de un serial televisivo del estilo The walking dead que una película con identidad propia.
En definitiva, una de las peores películas de Netflix, totalmente prescindible, y que solo sirve para reivindicar aún más, si cabe, la gran obra de John Krasinski, de la que ya hay secuela en camino.

Valoración: Tres sobre diez.

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