jueves, 21 de diciembre de 2017

LOS ÚLTIMOS JEDI: fallido intento de revitalización

Hace dos años, ya bajo la batuta de Disney, la franquicia de Star Wars inició una nueva andadura con su Episodio VII: El despertar de la fuerza que provocó discrepancias entre los fans, pero un impresionante éxito de taquilla. Aunque yo siempre he defendido que es el episodio de mayor calidad de la saga, sí es cierto que dejaba un cierto aroma a remake, planteando además preguntas que quedaban luego en el aire.
Tras ese disfrutable paréntesis que supuso Rogue One, ha sido Ryan Johnson quien ha sustituido a J.J. Abrams en la silla de director y ha construido el siguiente peldaño de una historia que debería concluir definitivamente en el 2019, de nuevo con Abrams al mando. Con el presumible éxito económico que va a lograr, se esperaba que las aguas de la polémica volviesen a su cauce y la película, pudiendo gustar más o menos, contentara a todos a nivel general, pero parece que los enfrentamientos entre sus defensores y detractores son más feroces si cabe que en aquella ocasión, recordándome casi a los estrenos del CDEU de Warner, llegando incluso a producirse una recogida de formas solicitando que quede fuera de la continuidad canónica.
¿Qué está pasando con esta película que no debería ser más que un eslabón más de una cadena firmemente afincada en el imaginarium popular y con poco hueco para la sorpresa? Pues, sencillamente, que Johnson -quien por cierto es el primer autor, aparte de George Lucas, al que le permiten escribir en solitario su propia película- ha disfrazado Los últimos Jedi con una preciosa capa de estilo y personalidad, con imágenes visuales muy hermosas y de gran poderío, con las que adorna una trama torpe que, aun aparentando tomar direcciones novedosas e incluso arriesgadas, no deja de ser una copia conceptual de El Imperio contraataca mezclada con detalles de El retorno del Jedi, menos descarado que El despertar de la Fuerza pero igualmente evidente. El Episodio VII podría ser casi un remake visual, pero el VIII lo es a nivel argumental.
Sin entrar en detalles para no caer en spoilers (de eso habrá tiempo en unos días), diré que Johnson repite los (pocos) errores de Abrams en su film y añade unos cuantos, de propia cosecha, concibiendo así una película que como espectáculo de entretenimiento funciona a la perfección pero que deja insatisfecho por el cauce que toman los acontecimientos. Y no se trata, como critican algunos, de que se distancie de la mitología clásica. Eso me parece bien, pues ya es hora de explorar nuevos caminos (como lleva haciendo con acierto desigual Star Trek), pero ignora que, de forma sutil pero muy interesante, eso es lo que había empezado a hacer ya Abrams y que él desprecia sin concesiones. No solo Los últimos Jedi deja de responder alguna de las dudas que dejaba El despertar de la Fuerza (se podría pensar que Johnson no quería hacerse cargo de los muertos de Abrams y se los deja para que él mismo se los coma en la siguiente película), sino que directamente las obvia, cerrando con ello la puerta a futuras interpretaciones. Y las pocas que sí responde lo hace, a mi entender, mal. Su argumento, obviando que forma parte de una saga, hace un cambio de rumbo que podría ser muy útil en esa trilogía nueva que pretende hacer (Disney ya la había confirmado, pero ahora mismo dudo mucho que confíen tan ciegamente en él), pero no en lo que se supone el segundo capítulo de algo que otro director había comenzado. 
Y lo peor de todo es que, con la conclusión de la película, el aroma a cierre de ciclo es tan grande que solo deja dos alternativas a Abrams, crear una historia prácticamente partiendo de la nada, inventando nuevas subtramas y centrándolo todo al previsible enfrentamiento definitivo entre Rey y Kylo Ren o copiar la traicionera jugada de Johnson y continuar su historia renegando de la mayoría de las cosas narradas en este episodio. En ambos casos, todo un papelón para J.J.
Los últimos Jedi es, por momentos, una comedia sin gracia con la que pretender ocultar las gotas de oscuridad que empapaba la brillante El Imperio contraataca, como si así se pudiese obviar la repetición de las tramas. Hay chistes de vergüenza ajena que, si bien no ponen a la película a la altura de Thor Ragnarok, poco le falta. Ya dije en su momento que Los Guardianes de la Galaxia era el Star Wars de esta generación, y el señor Johnson parece querer darme la razón. Al menos allí el humor sí funcionaba.
Pero no todo es negativo en la película, ni mucho menos. 
En realidad, Los últimos Jedi es una película muy entretenida, en la que las dos horas y media de duración pasan en un suspiro, pese a que alguna de sus subtramas puede resultar indigesta en un segundo visionado. El problema es que alterna momentos de gran intensidad y emoción (todo lo relacionado con Luke, Rey y Kylo Ren) con momentos innecesarios. Se puede disfrutar mucho mientras no se piense demasiado en lo que se está viendo y hasta se le pueden encontrar lecturas políticas (y hoy en Catalunya es un buen día para hablar de ello) o religiosas, pero todo ello se empaña con las historietas de dos grupos de personajes, La Primera orden y la Resistencia, que parecen empeñados en demostrar quién es más tonto de los dos, pasándose el film haciendo un montón de cosas que al final no sirve para nada. Sí, hay peleas de sables laser, descubrimientos sobre los Jedi, momentos para la nostalgia, persecuciones y bichejos nuevos (hay que vender peluches, no lo olvidéis), y no puedo negarle a Johnson que la mayoría e las veces usa muy bien la cámara, consiguiendo planos espectaculares y de gran hermosura (y la última escena de Luke es el mejor ejemplo). Por ello, pese a todos los fallos y todos los enfados que la película pueda llegar a provocar, sería injusto suspenderla, ya que estamos ante todo frente a un producto de entretenimiento y en ello cumple las expectativas.
Sin embargo, esto debería ser más, mucho más, y decepciona tanto que al final, pese a la diversión y la emoción, uno se queda con un regusto amargo.
Tanto El despertar de la Fuerza como Rogue One, las anteriores películas Star Wars de la era Disney, lograron emocionarme en algún momento. Los últimos Jedi no lo ha conseguido. Y eso que tenía las armas.
Decididamente, Johnson está más interesado en el confrontamiento entre los tres protagonistas que en todo lo demás, que es simple relleno. Al menos, hay que agradecer que los tres actores lo den todo y cumplan con brillantes interpretaciones.
Demasiada poca cosa a la que poderse agarrar los fans, que no dejan de ver más de lo mismo pero peor.

Valoración: Seis sobre diez.

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